Por Sergio Rodríguez Gelfenstein:
Han hecho todo lo posible, legal e ilegalmente, han quemado
cañaverales, han introducido plagas a los animales, las plantas y las personas,
organizaron, armaron y financiaron una invasión militar que el pueblo cubano
derrotó en menos de 72 horas un día como hoy hace 57 años, han promovido deserciones
y riesgosas migraciones ilegales, han robado cerebros, han intentado asesinar a
sus dirigentes centenares de veces , han mantenido un bloqueo ilegal e inhumano
por casi 60 años, se sostienen de manera ilegítima en la base naval de
Guantánamo contra la voluntad del pueblo cubano, han gastado miles de millones
de dólares en la subversión, el sabotaje y el terrorismo, pero no lograron su
objetivo: no sacaron ni a Fidel ni a Raúl del poder, ellos se fueron por
voluntad propia y por decisión del pueblo cubano.
Hoy Raúl se retira de su cargo de presidente de Cuba y lo
hace por la puerta ancha de la historia, reconocido, admirado y querido por su
pueblo, igual como lo hizo Fidel. Doce presidentes desde Eisenhower hasta
Trump, fracasaron en el intento: los Castro hicieron revolución, hicieron
patria, hicieron socialismo, hicieron internacionalismo y triunfaron.
La pequeña Cuba, aislada durante décadas por sus pares
latinoamericanos, bloqueada hasta hoy por la obsesión imperial, tuvo fuerzas
para salir adelante y todavía le quedaron restos para transmitir amor,
solidaridad, educación, cultura y salud por los infinitos rincones del planeta,
donde por cierto regaron con la sangre de sus mejores hijos los campos, las
ciudades, las montañas y los desiertos de África, el Medio Oriente, el Caribe y
América Latina y vale preguntarse ¿qué riqueza se trajeron de vuelta?. Ninguna,
absolutamente nada material, solo el honor de saldar su propia deuda con la
humanidad como dijera Fidel en algún momento.
Acaso Fidel y Raúl pensaron que iban a ser presidentes
cuando aquella mañana irredenta del 26 de julio de 1953 arriesgaron sus vidas
para iniciar el camino de la liberación, acaso se amilanaron cuando fueron
juzgados “en tan difíciles condiciones” y teniendo que defenderse, considerando que jamás “contra un acusado se
había cometido tal cúmulo de abrumadoras irregularidades”… y salieron adelante.
Hoy, cuando Raúl ha dejado de ser presidente de Cuba, al igual que Fidel, puede
exclamar a viva voz que la historia lo absolvió, abandonando la más alta
magistratura, pero dejando un país soberano, digno y respetado en el concierto
internacional, más por la fortaleza de sus ideas, por la reciedumbre de sus
mujeres y sus hombres y por su amor a la patria, que por riquezas materiales
que la naturaleza no le proveyó.
La cárcel, esa prisión fecunda que transformaron en escuela
de formación revolucionaria, solo sirvió para acrecentar su confianza en el
camino emprendido. La creación de una organización que diera continuidad a la
epopeya del Moncada, ocupó todos los esfuerzos y desvelos, ninguno de ellos
estuvo dedicado a pensar en qué harían cuando fueran presidentes.
El exilio mexicano, la preparación para regresar a la patria
y a la lucha, el Granma: 82 combatientes en aquella exigua nave que puso proa
hacia la isla querida y hacia la lucha. ¡En el 56 seremos libres o seremos
mártires! ¿Estaban pensando en ser presidentes? No, el futuro era la libertad o
la muerte y nuevamente lo asumieron sin dudar y cuando después del desembarco,
y tras el desastroso combate de Alegría de Pío, en Cinco Palmas logran reunirse
8 combatientes, Raúl entre ellos, y 7 fusiles, Fidel afirmó categórico ¡Ahora
si ganamos la guerra!. ¿Es que acaso estaban pensando en la presidencia?
La lucha pasó por momentos difíciles, los combates eran
permanentes y continuos, pero el apoyo de los campesinos también crecía. No había tiempo de pensar en la presidencia.
El escenario de los combates fue aumentando, el influjo del Ejército rebelde se
ampliaba con los días y en marzo de 1958, Raúl, que no había pensado en la
presidencia, fue ascendido a comandante y se le encargó salir del abrigo
protector de la Sierra Maestra para crear el Segundo Frente, en la zona
nororiental el país. Tuvo que partir de cero para crear las bases
revolucionarias de un territorio que comenzó a ser liberado. Dos años y 13 días
después del encuentro entre Fidel y Raúl, en Cinco Palmas, el 1° de enero de
1959, la revolución triunfante inició el cambio en la fisonomía de la isla. Ese
día Fidel dijo que “La Revolución empieza ahora, la Revolución no será una
tarea fácil, la Revolución será una empresa dura y llena de peligros…”. Alguien
puede suponer que en ese momento estaba pensando en la presidencia.
Acaso, ¿les tembló el
pulso en Playa Girón?, ¿estaba Fidel cavilando sobre la presidencia cuando
desde un obús autopropulsado frente a los barcos de la armada de Estados
Unidos, dirigió directamente los combates
que permitieron rechazar la invasión mercenaria?...y podríamos poniendo
ejemplos, pero el espacio no lo permitiría, el transcurrir del proceso
revolucionario muestra de manera fehaciente que los cubanos fueron resolviendo
cada problema que se les presentaba en el tiempo y de la manera mejor, según
sus propios criterios. Por cierto, como todo proceso social, lo hicieron con
aciertos y con errores.
Ahora que en Cuba hay un nuevo presidente, me voy a permitir
recordar algunos párrafos de un artículo referido a la llamada transición en
Cuba, que escribí en diciembre de 2016, tras el fallecimiento de Fidel
Según la información que manejo de fuentes directas, la
llamada transición en Cuba comenzó en realidad en septiembre de 1986, “…en
febrero de ese año se celebró el III Congreso del Partido Comunista (PCC) y
solo un mes antes, Fidel había cumplido 60 años. Es evidente que las reflexiones
realizadas por las altas autoridades cubanas respecto de esos dos hechos, y
seguramente otros más, llevaron a la conclusión de que había llegado el momento
de comenzar a pensar en la necesidad ineludible de preocuparse con mucha
antelación por la continuidad de la revolución cubana en el tiempo, dando paso
a una fase permanente y continua de formación de cuadros que hiciera que el
natural proceso de finitud de la vida de los líderes históricos de la
revolución, no causara contratiempos y se enmarcara en el normal desarrollo de
la vida política de un país, sobre todo de éste, ubicado a solo 150 kilómetros
de la mayor potencia mundial y sometido al acoso y la agresión permanentemente,
en los últimos 35 años.
El fallecimiento de Fidel Castro, además del odio de lo más
putrefacto de la derecha internacional, hizo emerger toda clase de teorías y
opiniones sobre la transición en Cuba. Es sabido que la mayor parte de los
medios de comunicación moderno si no tienen información, la inventan y la
transforman en verdad, esta vez infructuosamente intentaron colocar tal tema
como el más importante, tratando de ocultar el extraordinario homenaje que el
pueblo cubano, los pueblos del mundo, y los estadistas decentes de todas las
ideologías rindieron al Comandante en jefe de la Revolución Cubana.
Las cloacas imperiales han destapado toda una serie de
hipótesis respecto del futuro de Cuba. La cara siempre idiota de la locutora
estrella de CNN, cuando las respuestas a sus preguntas no son las esperadas,
eran un verdadero poema. Esa noche del 25 de noviembre consultaba a una persona
en La Habana respecto de qué estaba ocurriendo y la respuesta de “Nada. Todo
está normal”, desencajaba su artificialmente estirado rostro, pues había
transmitido durante años que “el régimen cubano ocultaría la muerte de Fidel
Castro para evitar las multitudinarias manifestaciones que pedirían el fin del
régimen”. Solo la estupidez, la ignorancia o la imaginación de escenarios
estereotipados diseñados en laboratorios de guerra sicológica podían hacer suponer
que tal habría de ser la respuesta del pueblo cubano al fallecimiento de quien
consideran después de Martí y tal vez a su lado, el más grande paradigma de la
cubanidad”.
Y ahora Raúl dejó el cargo de presidente y nuevamente no
pasó nada y no pasará nada porque como también dije en ese artículo que hoy
traigo a colación: “La transición en Cuba también incluyó un largo y paciente
trabajo de reestructuración de los métodos de trabajo. Raúl Castro se encargó
personalmente de que ellos fueran efectivos en el Partido Comunista de Cuba,
las Fuerzas Armadas y los órganos locales del gobierno y Partido en las
provincias y municipios. Se hizo énfasis en una política de selección de
cuadros que incluyera a los jóvenes para que en todos los niveles de la administración
y el Partido se fuera dando un prolongado y constante relevo generacional. Hoy
en Cuba, más del 70 % de los dirigentes del Partido y el Estado y de los
generales de las Fuerzas Armadas, nacieron después que Fidel Castro dirigiera
el asalto al cuartel Moncada en 1953.
Ese proceso se desarrolló con altas y bajas, algunos de los
cuadros designados para ocupar altos cargos en el gobierno y el partido
cometieron errores y fueron destituidos, el país pasó por el difícil “Período
Especial“, después de la desaparición de la Unión Soviética y del campo
socialista, principales aliados y socios comerciales de Cuba que además trajo
un recrudecimiento del bloqueo económico de Estados Unidos contra el país y que
fue especialmente severo entre 1990 y 1993 cuando desde diferentes fuentes
occidentales se anunció el fin de la revolución cubana. Esta fue una nueva
prueba de fuego para el mandato y el liderazgo de Fidel. Cuba logró superar
este momento, el más duro de su historia, cuando solo en 2007 pudo recuperar el
PIB de 1990.
La transición siguió su curso, incluso en esas condiciones,
cuando Cuba pasó por el que quizás ha sido el momento de mayor debilidad de su
historia. En ese lapso solo se pudo realizar el V Congreso del PCC en 1997,
hasta que el VI Congreso, ya con Raúl Castro en el poder, confirmó todas las
decisiones tomadas en 1986.
Hoy, Miguel Díaz-Canel se ha transformado en presidente de
la república de Cuba. Para el que quiera escucharlo, sus primeras palabras en
esa condición no dejan duda alguna: “Aquí no hay espacio para una transición
que desconozca o destruya la obra de la Revolución. Seguiremos adelante sin
miedo y sin retrocesos; sin renunciar a nuestra soberanía, independencia,
programas de desarrollo, e independencia” y agregó “A quienes por ignorancia o
mala fe dudan de nuestro compromiso, debemos decirles que la Revolución sigue y
seguirá”, pues “el mundo ha recibido el mensaje equivocado de que la revolución
termina con sus guerrilleros”.
Doce presidentes estadounidenses después, ¡Cuba sigue enhiesta
y altiva!
sergioro07@hotmail.com
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