Por Rolando Prudencio Briancon:
Para quienes tienen el fosilizado formato de las formas de
sucesión democráticas liberales; desde luego que consideran y consideraran que
con el alejamiento de la presidencia del último de los líderes históricos de la
revolución cubana, como es Raúl Castro, y la partida de Fidel; el “fin” de la
revolución cubana está cada vez más cerca.
Este entusiasta y especulador espejismo de los
estadounidenses -como de la gusanera de Miami- nunca ha estado ausente;
especialmente el momento en el que se dio la ausencia del comandante Fidel
Castro hace ya casi dos años atrás, y que hoy ante el alejamiento de Raúl, se
tratará no sólo de una superficial sucesión de quien es el flamante presidente
de Consejo de Estado de la Asamblea Nacional del Poder Popular de Cuba; sino que
será cuestión de tiempo para que quien nació después del triunfo de la
revolución cubana, pudiese no sólo no darle el valor a la gesta más ejemplar de
entereza y dignidad que ha conocido la humanidad, sino que como una lógica
consecuencia podría ser el caballo de Troya para un reformismo
contrarrevolucionario.
Este anhelo ahtistórico pudiese tener alguna proyección en
países que no tiene la mística revolucionaria recreada y regenerada, generación
tras generación en Cuba. Vale decir, si quienes han estado a cargo de la
conducción de la revolución cubana; cualitativamente no hubiesen, no sólo
cultivado sino trasmitido los valores en los que se asienta la revolución
cubana, como es el no haber transigido con los mismos, como pudo haber sido que
ante el bloqueo económico que hasta hoy soporta para someterse a los designios
de todas las administraciones norteamericanas que no lograron doblegar el
espíritu revolucionario de los cubanos.
Dijeron que ante la Normalización de la Relaciones entre
Cuba y los EE.UU., el 17 de diciembre del 2014, la revolución tenía sus días
contados. Lo mismo sostuvieron después de la partida del comandante Fidel
Castro; y hoy ante el retiro de Raúl, y la elección de Díaz Canel, quien forma
parte de otra generación, la revolución cubana podría ser susceptible de
subvertir su esencia revolucionaria.
Pero se equivocan -como lo hicieron siempre- quienes
entienden que el simple dato etario es suficiente para que se produzca el
colapso de la revolución, cuando quien mañana cumplirá 58 años se ha formado
políticamente dentro las dificultades y limitaciones de la revolución, y nunca
lo quebraron.
Así que la elección
de Díaz Canel supera la superficial
sucesión presidencial, y se convierte en la renovación revolucionaria de lo que
ha sido, es y seguirá siendo un ejemplo para la humanidad, como es la
Revolución cubana.
prudenprusiano@gmail.com
0 comentarios:
Publicar un comentario