Por Emilio Marín
Le aceptaron la renuncia a Pedro Pablo Kuczynski
La segunda fue la vencida para el peruano PPK. Se había
salvado de la destitución en diciembre, pero esta semana presentó la renuncia
antes que el Congreso lo destituyera. Las coimas de Odebrecht siguen provocando
terremotos políticos.
Pedro Pablo Kuczynski estuvo poco tiempo como presidente
peruano, pues ganó en balotaje las elecciones el 5 de junio de 2016 y asumió el
28 de julio de ese año, supuestamente para completar un mandato de cinco años
hasta 2021. Sin embargo su carrera política se truncó el 23 de marzo, cuando el
Congreso le aprobó la renuncia, presentada por él dos días antes como recurso
de último momento para no ser destituido por ese legislativo bajo cargos de
“inhabilidad moral” (léase corrupción).
El Congreso unicameral de 130 miembros contaba con amplia
mayoría para echarlo sin más trámite en una votación donde de las seis bancadas
solamente la oficialista, reducida, podía no bajarle el pulgar.
Ya en diciembre pasado, bajo el peso de estas acusaciones de
haber recibido coimas millonarias de la brasileña Odebrecht cuando era ministro
de Economía de Alejandro Toledo (2001-2006), PPK se había salvado en el
Congreso por unos pocos votos, ocho para ser exactos. La opositora Fuerza
Popular de Keiko Fujimori lo tenía prácticamente liquidado, pero una fracción
menor del fujimorismo, encabezada por Kenji Fujimori, acordó salvar al
presidente a cambio de algo que se supo cuatro días más tarde, cuando el
presidente firmó el indulto para Alberto Fujimori. Este purgaba una condena a 25
años por los crímenes cometidos en su gobierno y salió en libertad como fruto
de ese arreglo espurio.
En esa oportunidad los votos fueron 78 por la destitución de
Kuczynski y no alcanzaron a los 87 para tal fin. Ahora eran muchos más, por dos
razones principales. La fiscalía de la Nación siguió acumulando pruebas de que
esas coimas, relatadas por Marcelo Odebrecht, habían sido pagadas a Westfield
Capital, una consultora del presidente cuando era ministro de Economía de
Toledo, y a First Capital, una firma de la que aquél era socio junto a un
empresario chileno.
La justicia peruana evaluó que los pagos recibidos por esas
dos vías alcanzaban a 3,4 millones de dólares, en proyectos de caminos y riego.
Con más pruebas concretas que en diciembre pasado, la fiscalía pidió al
Congreso que acuse otra vez.
Y la otra razón, nueva, fue que aparecieron videos
-seguramente filmados por el fujimorismo– donde Fujimori junior y otros
diputados trataban de convencer a colegas dudosos para que votaran a favor del
presidente, a cambio de obras en sus distritos, designaciones, cargos y otros
favores de la política contaminada por la corrupción.
Esos videos fueron la gota que rebalsó el vaso, ya colmado
de denuncias, y llevó al presidente a anunciar su renuncia, el miércoles 21.
Corrupto y sin autocrítica
En esa ocasión y sin hacer la menor autocrítica, explicó que
veía un país muy dividido y que le parecía lo mejor renunciar. No lo hizo
admitiendo culpas de su parte sino más bien echándolas sobre quienes, desde la
oposición, habrían impulsado una especie de golpe de Estado que no existió.
Sus explicaciones sobre el dinero ingresado a sus cuentas,
documentado por la información financiera peruana, fue increíble pues admitió
lo relativo a Westfield, que era suya, pero no lo de First, donde estaba
asociado, y explicó que no lo recordaba bien porque es muy desordenado.
Al cronista esas explicaciones le parecieron tener puntos de
coincidencia con las que dio Mauricio Macri tras su aparición en los Panamá
Papers, diciendo que no eran inversiones suyas sino de su padre y resto de la
familia, que no se acordaba.
No vaya a creerse que PPK fue el único peruano untado por la
constructora brasileña. Odebrecht admitió que había financiado las campañas de
todos los candidatos presidenciales más importantes, incluyendo a Kuczynski en
su intento anterior de 2011. Así se confirmó que Toledo y sus sucesores Alan
García y Ollanta Humala, recibieron coimas del monopolio; Humala está en
prisión y Toledo está prófugo de la justicia.
La renuncia de PPK tuvo polémicas hasta el final, porque una
declaración del Congreso, preparada para la aceptación de la misma, lo
caracterizaba como un “traidor a la patria”, lo que indignó al renunciante y a
su pequeño grupo de legisladores. El afectado dijo que en ese caso retiraría la
renuncia y provocaría el inicio de otro trámite, de vacancia. Ante las
dificultades y demoras que eso causaría, ese párrafo fue suprimido.
Y así fue como el viernes 23 asumió como presidente del Perú
quien hasta ahora tenía el cargo, más bien formal, de vicepresidente primero,
Martín Vizcarra, quien vivía en Otawa y era embajador ante Canadá.
Crisis política
El nuevo presidente asume en condiciones de una fragilidad
notable, porque ni siquiera puede contar como propia la fuerza que sostenía a
PPK, de sólo 18 congresistas y que en ocasión del deleznable indulto a Fujimori
perdió varios, además de ministros y dirigentes que renunciaron a “Peruanos Por
el Kambio”.
Vizcarra fue gobernador regional de Moquegua y allí tuvo una
buena gestión porque sus colegios fueron los primeros según la Evaluación
Censal de Estudiantes del Ministerio de Educación. Así llegó al gobierno, como
extrapartidario. Asumió el Ministerio de Transportes y Comunicaciones (MTC)
pero fue acusado de favorecer a un consorcio encargado de la construcción de un
aeropuerto en Cusco, conglomerado donde sobresalía Eduardo Eurnekian, de
Aeropuertos Argentina 2000. Las denuncias sobre sobreprecios hicieron que ese
proyecto fuera anulado y Viscarra salió rumbo a Canadá, como para pasar
desapercibido.
Este político que no conoce casi el 80 por ciento de la
población peruana, ahora tuvo que asumir como jefe de Estado.
En estos días de incertidumbre hubo movilizaciones en Lima
reclamando elecciones anticipadas y un grito con reminiscencias argentinas de
“que se vayan todos”. Esas protestas fueron adjudicadas al Frente Amplio, de
centroizquierda, liderado por la joven diputada Verónika Mendoza que en las
elecciones de 2016 cosechó el 20 por ciento de los votos.
Por ahora no habrá nuevos comicios, pero nadie puede
asegurar que Vizcarra consiga consolidarse y continuar en el Palacio Pizarro
hasta 2021.
Papelón de PPK
Cuando el ahora expresidente anunciaba su renuncia, el 21 de
marzo, detrás suyo estaban todos los ministros, para la foto, dando
acompañamiento con unas caras desangeladas. Entre ellas, Cayetana Aljovín,
canciller y titular del palacio Torre Tagle.
Aljovín y PPK hicieron un papelón mayúsculo en las semanas
previas, porque habiendo invitado con anterioridad al venezolano Nicolás
Maduro, como a los mandatarios de 35 países a la VIII Cumbre de las Américas,
luego lo “desinvitaron” y lo declararon persona no grata, que no podía acudir a
esa cita de presidentes a realizarse en Lima el 13 y 14 de abril próximo.
Tal afrenta al mandatario y al pueblo venezolano fue resultado
de la presión norteamericana, hecha por Rex Tillerson, que por esos días visitó
Perú y otros cuatro países latinoamericanos durante una gira centrada en la
agresión contra Venezuela.
Ahora Tillerson fue despedido por Donald Trump y reemplazado
en la cancillería por el hasta ahora jefe del espionaje, la CIA, Mike Pompeo.
Y Kuczynski, como quedó dicho, cayó tras la acumulación de
pruebas de corrupción en su contra. ¿Y éstos eran los que vetaron la presencia
del venezolano en la VIII Cumbre de las Américas argumentando supuestos déficit
de la democracia bolivariana?
¿Qué tema central se abordará en esa Cumbre? Cuando se
ingresa a la web oficial del encuentro está la increíble respuesta: “Los Jefes
de Estado y de Gobierno de las Américas abordarán el tema central de la Cumbre,
“Gobernabilidad democrática frente a la corrupción”. Y se aclara que fue el
Estado peruano el que elaboró el proyecto titulado “Compromiso de Lima:
Gobernabilidad Democrática frente a la Corrupción”.
Una vez más “dime de lo que presumes y te diré de lo que
careces”.
Cuba es otra cosa
Con razón Maduro festejó la caída de PPK y deseó: “así van a
caer Santos, Macri y Temer”.
Odebrecht hizo obras en Argentina, Colombia, Cuba, Ecuador,
Estados Unidos, Guatemala, México, Panamá, Perú, República Dominicana y
Venezuela, y pagó coimas en casi todos ellos. Toda regla tiene su excepción,
que nuevamente es Cuba.
En julio de 2017 se conocieron nuevas declaraciones
judiciales de Marcelo Odebrecht, reproducidas por medios brasileños, donde el
magnate exculpaba a la isla y recalcaba la honestidad de sus funcionarios. Dijo
que “no compró favores en la isla”, que allí sus transacciones fueron limpias y
que “la corrupción en Cuba es 'borde cero' lo que sería comprobado por el hecho
de que los ministros llevan una vida sencilla”.
Hay que tener en cuenta que Odebrecht tuvo a cargo el
Proyecto del Puerto de Mariel, incluido en la Zona Especial de Desarrollo del
Mariel (ZEDM), un emprendimiento de 900 millones de dólares, financiado por el
Bndes brasileño en tiempos de Dilma Rousseff.
En medio de escándalos de corrupción del “Lava Jato”, que
provocan caídas de presidentes en la región, el modelo socialista demuestra que
es muchísimo más honesto que sus detractores.
ortizserg@gmail.com
0 comentarios:
Publicar un comentario