miércoles, 17 de enero de 2018

Erdogan y su obsesión por el norte de Siria

Por Leandro Albani:

El objetivo del presidente turco Recep Tayyip Erdogan es cada día más claro: destruir, por el medio que sea, la experiencia revolucionaria que desde el 2012 se profundiza en el norte de Siria, donde los pueblos de la zona, traicionados por el movimiento kurdo y sus fuerzas de autodefensa, consolidan la liberación del territorio a través de autonomías democráticas, transformaciones sociales, la participación plena de las mujeres en todos los ámbitos y plantean un nuevo modelo que se abre paso en todo Medio Oriente.



Desde hace varios meses, el Ejército turco repite de manera sistemática los ataques militares contra la zona, principalmente apuntando sus armas contra el cantón de Efrîn, donde se aglutina el polo económico de la Federación Democrática del Norte de Siria (FDNS). Para Erdogan y sus aliados en Turquía, la caída de la experiencia de la FDNS es fundamental para detener el avance del pueblo kurdo en su liberación y contener a los más de 20 millones de kurdos que habitan en el sureste de Turquía.

Respaldado por grupos terroristas, el Ejército turco todavía no tiene la vía libre total para invadir el norte de Siria, mientras que Ankara continúa negociando esa posibilidad con Estados Unidos y Rusia, las principales potencias que se disputan la guerra en Siria y el futuro control regional de Medio Oriente.

Como muestra del accionar de Ankara en la frontera, este jueves se conoció que soldados turcos capturaron a Xalid Hemed y a Usame Reshid Hemid, quienes intentaban ingresar a Turquía. Los dos civiles fueron torturados y luego arrojados hacia el norte de Siria a través del muro fronterizo que Turquía construye, como otra forma de caotizar la región. Según la agencia de noticias ANF, Hemed, un refugiado de Ramadi (Irak) fue encontrado muerto y Reshid Hemid, oriundo de Serekaniye (Kurdistán siria) resultó gravemente herido.

Un día antes de este hecho, pobladores de la aldea de Burc Sileman, cercana a Alepo, denunciaron que las fuerzas turcas atacaron con fuego de mortero el lugar, causando daños materiales.

Al mismo tiempo que esto sucedía, la agencia de noticias ANHA informó que el ejército turco atacó “las escuelas de los pueblos fronterizos donde se enseña el idioma kurdo” para, de esa manera, “borrar la identidad y el idioma materno” en el Kurdistán sirio. Esta vez, las incursiones militares turcas apuntaron contra la aldea de Suesk, en la cual varios pobladores recibieron disparos de balas y muchos de sus familiares fueron asesinados. ANHA detalló que Turquía “atacó varias veces la escuela del pueblo de Suesk, al oeste de Girê Sipî” con diversos tipos de armas ligeras y pesadas.

El 9 de enero pasado, Erdogan volvió a confirmar su plan de desestabilizar el norte de Siria y, en lo posible, continuar invadiendo todo el territorio de ese país, sobre todo desde que sus tropas se encuentran en Idlib, con la aprobación de Rusia y Estados Unidos. La agencia Europa Press indicó que el mandatario aseguró que sostendrá las operaciones militares sobre Manbij y Efrîn, zonas liberadas por las Unidades de Protección del Pueblo (YPG/YPJ) y bajo la órbita de la FDNS.
Por estos días, el gobierno turco ordenó un nuevo despliegue del ejército en la frontera. En esta ocasión, blindados de transporte, camiones y maquinaria pesada fue trasladada al noroeste de Siria, a la provincia de Kilis, ubicada a poca distancia de Alepo. Toda esta movilización de tropa tiene como objetivo asediar todavía más a la población de Efrîn.

Desde la Federación Democrática del Norte de Siria denuncian de forma permanente que el ejército turco cuenta con el respaldo de grupos terroristas, como el Frente Al Nusra y el Ejército Libre Sirio (ELS). En el juego geoestratégico que representa Siria, en los últimos tiempos Moscú y Washington permitieron que el gobierno de Erdogan avance sobre el territorio, reagrupe a mercenarios desperdigados luego de la derrota del Estado Islámico, todo esto a cambio de cierto “control” sobre la decisiones de Ankara. Hasta el momento, la decisión conjunta de las principales potencias mundiales tuvo resultados casi nulos.

La nueva confirmación sobre la relación del Estado turco con los terroristas la dio el propio Ministerio de Defensa de Rusia, que publicó fotos de los 13 drones utilizados por grupos irregulares para atacar las bases rusas de Hmeimim y Tartus, en el noroeste y oeste de Siria. Según la cartera, los aviones no tripulados partieron de una zona de distensión en Idlib, controlada por grupos armados de la oposición siria apoyados por Ankara. “Se ha establecido que los drones se lanzaron desde la localidad de Muazzara, situada en el suroeste de la zona de distensión de Idlib y controlada por grupos armados de la ‘oposición moderada’”, detalló el medio oficial ruso Krasnaya Zvezda.

Aunque el presidente turco redobla su apuesta a destruir militarmente la experiencia de la Federación Democrática del Norte de Siria y trabe las posibilidades de que el pueblo kurdo participe en las reuniones internacionales para encontrar una salida pacífica a la crisis siria, desde ese territorio habitado históricamente por kurdos, turcomanos, armenios, asirios y árabes la decisión de un futuro más justo ya fue tomada. Y pese a los sofisticados armamentos con los que cuenta Turquía, los pueblos del norte de Siria continúan creando una sociedad nueva, a veces contradictoria, pero con raíces profundas de libertad, igualdad y fraternidad.


leandroalbani@gmail.com

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