Por
Leandro Albani:
El objetivo del presidente turco Recep Tayyip Erdogan es
cada día más claro: destruir, por el medio que sea, la experiencia
revolucionaria que desde el 2012 se profundiza en el norte de Siria, donde los
pueblos de la zona, traicionados por el movimiento kurdo y sus fuerzas de
autodefensa, consolidan la liberación del territorio a través de autonomías
democráticas, transformaciones sociales, la participación plena de las mujeres
en todos los ámbitos y plantean un nuevo modelo que se abre paso en todo Medio
Oriente.
Desde hace varios meses, el Ejército turco repite de manera
sistemática los ataques militares contra la zona, principalmente apuntando sus
armas contra el cantón de Efrîn, donde se aglutina el polo económico de la
Federación Democrática del Norte de Siria (FDNS). Para Erdogan y sus aliados en
Turquía, la caída de la experiencia de la FDNS es fundamental para detener el
avance del pueblo kurdo en su liberación y contener a los más de 20 millones de
kurdos que habitan en el sureste de Turquía.
Respaldado por grupos terroristas, el Ejército turco todavía
no tiene la vía libre total para invadir el norte de Siria, mientras que Ankara
continúa negociando esa posibilidad con Estados Unidos y Rusia, las principales
potencias que se disputan la guerra en Siria y el futuro control regional de
Medio Oriente.
Como muestra del accionar de Ankara en la frontera, este
jueves se conoció que soldados turcos capturaron a Xalid Hemed y a Usame Reshid
Hemid, quienes intentaban ingresar a Turquía. Los dos civiles fueron torturados
y luego arrojados hacia el norte de Siria a través del muro fronterizo que
Turquía construye, como otra forma de caotizar la región. Según la agencia de
noticias ANF, Hemed, un refugiado de Ramadi (Irak) fue encontrado muerto y
Reshid Hemid, oriundo de Serekaniye (Kurdistán siria) resultó gravemente
herido.
Un día antes de este hecho, pobladores de la aldea de Burc
Sileman, cercana a Alepo, denunciaron que las fuerzas turcas atacaron con fuego
de mortero el lugar, causando daños materiales.
Al mismo tiempo que esto sucedía, la agencia de noticias
ANHA informó que el ejército turco atacó “las escuelas de los pueblos
fronterizos donde se enseña el idioma kurdo” para, de esa manera, “borrar la
identidad y el idioma materno” en el Kurdistán sirio. Esta vez, las incursiones
militares turcas apuntaron contra la aldea de Suesk, en la cual varios
pobladores recibieron disparos de balas y muchos de sus familiares fueron
asesinados. ANHA detalló que Turquía “atacó varias veces la escuela del pueblo
de Suesk, al oeste de Girê Sipî” con diversos tipos de armas ligeras y pesadas.
El 9 de enero pasado, Erdogan volvió a confirmar su plan de
desestabilizar el norte de Siria y, en lo posible, continuar invadiendo todo el
territorio de ese país, sobre todo desde que sus tropas se encuentran en Idlib,
con la aprobación de Rusia y Estados Unidos. La agencia Europa Press indicó que
el mandatario aseguró que sostendrá las operaciones militares sobre Manbij y
Efrîn, zonas liberadas por las Unidades de Protección del Pueblo (YPG/YPJ) y
bajo la órbita de la FDNS.
Por estos días, el gobierno turco ordenó un nuevo despliegue
del ejército en la frontera. En esta ocasión, blindados de transporte, camiones
y maquinaria pesada fue trasladada al noroeste de Siria, a la provincia de
Kilis, ubicada a poca distancia de Alepo. Toda esta movilización de tropa tiene
como objetivo asediar todavía más a la población de Efrîn.
Desde la Federación Democrática del Norte de Siria denuncian
de forma permanente que el ejército turco cuenta con el respaldo de grupos
terroristas, como el Frente Al Nusra y el Ejército Libre Sirio (ELS). En el
juego geoestratégico que representa Siria, en los últimos tiempos Moscú y
Washington permitieron que el gobierno de Erdogan avance sobre el territorio,
reagrupe a mercenarios desperdigados luego de la derrota del Estado Islámico,
todo esto a cambio de cierto “control” sobre la decisiones de Ankara. Hasta el
momento, la decisión conjunta de las principales potencias mundiales tuvo
resultados casi nulos.
La nueva confirmación sobre la relación del Estado turco con
los terroristas la dio el propio Ministerio de Defensa de Rusia, que publicó
fotos de los 13 drones utilizados por grupos irregulares para atacar las bases
rusas de Hmeimim y Tartus, en el noroeste y oeste de Siria. Según la cartera,
los aviones no tripulados partieron de una zona de distensión en Idlib,
controlada por grupos armados de la oposición siria apoyados por Ankara. “Se ha
establecido que los drones se lanzaron desde la localidad de Muazzara, situada
en el suroeste de la zona de distensión de Idlib y controlada por grupos
armados de la ‘oposición moderada’”, detalló el medio oficial ruso Krasnaya
Zvezda.
Aunque el presidente turco redobla su apuesta a destruir
militarmente la experiencia de la Federación Democrática del Norte de Siria y
trabe las posibilidades de que el pueblo kurdo participe en las reuniones
internacionales para encontrar una salida pacífica a la crisis siria, desde ese
territorio habitado históricamente por kurdos, turcomanos, armenios, asirios y
árabes la decisión de un futuro más justo ya fue tomada. Y pese a los
sofisticados armamentos con los que cuenta Turquía, los pueblos del norte de
Siria continúan creando una sociedad nueva, a veces contradictoria, pero con
raíces profundas de libertad, igualdad y fraternidad.
leandroalbani@gmail.com
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