Por Carlos E. Lippo:
“Toda traición es indigna y bárbara”
Voltaire
Desde que José Antonio Páez, héroe de la guerra de
independencia librada contra el imperio español en los inicios del siglo XIX,
solicitase en el año 1848 una intervención militar de los EEUU que le
devolviese el poder político que se sabía incapaz de recuperar legítimamente
por sus propios medios, no han sido pocos los connacionales miembros de algunas
de nuestras oligarquías que han hecho igual solicitud al imperio norteamericano
o a algunas de las potencias europeas, para la mayor vergüenza de nuestro
gentilicio.
Es el caso que Páez, quien había traicionado alevosamente al
Libertador en medio de su crisis terminal de salud en 1830, después de su
rompimiento con el presidente José Tadeo Monagas quiso desatar la guerra civil,
pero como no estaba en condiciones de hacerlo se prestó para ser el instrumento
político-militar de los EEUU, en sus rivalidades con la Gran Bretaña por el
dominio de Venezuela (1); en concreto, en carta dirigida a Benjamín Shields,
encargado de negocios en Venezuela, suscrita por uno de sus lugartenientes,
solicitó la ayuda norteamericana para invadir a su propio país y propiciar la
intervención de los EEUU en los asuntos internos de Venezuela.
Pero no terminó con esto el lamentable y vergonzoso episodio
entreguista del otrora prócer independentista, ya que posteriormente, por medio
de su secretario y representante Hermenegildo García, solicitó ayuda para
invadir a Venezuela al mismísimo reino de España, en carta dirigida al
gobernador colonial de Puerto Rico Juan Pezuela y Ceballos. La respuesta del
funcionario colonial arroja un terrible baldón sobre el patético peticionario,
al señalarle que su deberes “lo obligan a no mezclarse en las disensiones que
afligen a ese país desventurado desde que sus naturales se rebelaron contra el
gobierno de los Reyes que por tanto tiempo los había hecho felices” (2).
Años más tarde, en 1861, en medio de aquella formidable y
traicionada insurrección popular que inició Ezequiel Zamora, “General del
Pueblo Soberano”, al calor de sus incendiarias consignas de: “Horror a la
oligarquía”, “Tierra y hombres libres”; y “La tierra es de todos”, un grupo de
oligarcas viejos y nuevos a la cabeza de los cuales se encontraba el
diplomático Pedro Gual, suscriben una carta dirigida a la reina Victoria
solicitando la intervención militar de Inglaterra en Venezuela; pero como si
esto no fuera de por sí suficientemente grave, con la mayor impudicia le
ofrecen entregarle todo el territorio de la Guayana venezolana situada al sur
del río Orinoco, como una forma de estimularle su proverbial apetito colonial
(3).
Probablemente más conocidos por ser de más reciente data,
son los casos del banquero Manuel Antonio Matos, cabecilla de la mal llamada
“Revolución Libertadora” (1901-1903) que pretendía defenestrar al presidente
Cipriano Castro, con el financiamiento mayoritario de la New York & Bermúdez
Co., subsidiaria de la General Asfalt de Filadefia y la comprobada anuencia y
complicidad del gobierno estadounidense, como se demuestra por su ruptura de
relaciones diplomáticas con el país, a propósito del caso (4); así como el de
Juan Vicente Gómez, que al solicitar el apoyo del imperio para perpetrar su
golpe de estado en contra de Cipriano Castro en diciembre de 1908, fue
auxiliado por los buques de guerra estadounidenses USS North Carolina, USS
Maine y USS Dolphin, que con apoyo británico y francés impidieron el ingreso a
aguas jurisdiccionales venezolanas del vapor Guadalupe, a bordo del cual
pretendía regresar el legítimo presidente Castro (5).
Otro caso que en verdad no puede menos que generar una gran
pena ajena es el del todavía llamado por algunos de sus acólitos “padre de la
democracia venezolana”, Rómulo Betancourt Bello, quien fue el primer presidente
de la era de la supuesta democracia representativa vivida por nuestro país
entre 1958 y 1998, previo al advenimiento de la revolución bolivariana. Dado
que para las segundas elecciones de esa era, a celebrarse el 1° de diciembre de
1963 el partido de Betancourt (Acción Democrática) se encontraba en inminente
riesgo real de perderlas por haberse dividido dos veces y por el llamado de la
izquierda revolucionaria a la abstención, este apóstol de la “democracia made
in USA”, sin pudicia alguna concertó con el imperio una invasión militar de sus
propias fuerzas junto a las de los otros países bolivarianos (Bolivia,
Colombia, Ecuador, Panamá y Perú), que tendría lugar en caso de producirse tal
eventualidad. El dispositivo invasor al que se dio el nombre de “Operación
América”, concebido como una extensión de las Maniobras Navales UNITAS IV,
celebradas en el Caribe colombiano, a escasos 200 km. de la línea fronteriza
con Venezuela, ha sido descrito de forma magistral por el Profesor Simón Sáez
Mérida, autor del libro “La Cara oculta de Rómulo Betancourt: El proyecto
invasor de Venezuela por tropas norteamericanas”, citado como referencia para
algunos de los hechos anteriormente señalados.
El primero de los nacionales vendepatria en solicitar la
intervención militar del imperio en la era de la revolución bolivariana fue el
general Raúl Salazar, egresado de la Escuela de las Américas, antiguo agregado
militar de la embajada venezolana en Washington y primer Ministro de Defensa
del Comandante Chávez, quien lo hiciese en ocasión de la crisis generada por el
deslave de la cadena montañosa del Guaraira Repano, que modificase de manera
irreversible toda la topografía del estado Vargas, a causa de las
extremadamente intensas lluvias caídas en la región el 15 de diciembre de 1999,
día en el que se celebraba el referendo de aprobación de la nueva Constitución
Nacional, haciéndolo de manera absolutamente inconsulta y prevalido de su
elevada posición (6). Muy cerca estuvimos en esa oportunidad de ser invadidos
por el imperio con la excusa de prestarnos una supuesta asistencia humanitaria,
labor que fue satisfactoriamente ejecutada por la Armada venezolana y los
diversos organismos nacionales de protección civil de la época.
No alargaremos innecesariamente estas notas haciendo mención
a la caterva de miembros de la contrarrevolución que hasta han salido de
nuestras fronteras para ir a solicitar personalmente una intervención armada
del imperio en nuestro país durante los últimos años, ya que la canalla
mediática nacional e internacional ha sido en extremo pródiga en la reseña de
sus patéticos periplos y petitorios. Nos referiremos si a la solicitud hecha
por el venezolano (¡?) Ricardo Hausmann, “reputado” profesor de ese conocido
criadero de agentes de la CIA que es la Kennedy School de la Universidad de
Harvard, en la que también es “destacado” profesor, según la Wikipedia, ese personajillo felón que recientemente
fuese presidente de Méjico de nombre Felipe Calderón (7).
En un artículo fechado el 3 de enero del presente año (8) el
“destacado profesor”, basándose en una argumentación harto falaz y en extremo
deficiente, hasta para un estudiante de pregrado en economía de cualquier
universidad latinoamericana de mediana categoría, presenta su
propuesta-petitorio en los siguientes términos: “… si se trata de soluciones,
por qué no considerar la siguiente: la Asamblea Nacional podría destituir a
Maduro y al narcotraficante de su vicepresidente, Tareck El Aissami, sancionado
por la OFAC y a quien el gobierno estadounidense le ha embargado más de US$ 500
millones. Dado este vacío de poder, la Asamblea, nombraría de forma
constitucional a un nuevo gobierno, el que a su vez podría solicitar asistencia
militar a una coalición de países amigos, entre ellos, latinoamericanos,
norteamericanos y europeos. Esta fuerza liberaría a Venezuela de la misma forma
en que canadienses, australianos, británicos y estadounidenses liberaron a
Europa en 1944-1945. Más cerca de casa, esto sería semejante a la liberación de
Panamá de la opresión de Manuel Noriega por parte de Estados Unidos, la que
marcó el inicio de su democracia y del crecimiento económico más rápido de
América Latina”. ¡Resulta prácticamente imposible hacer gala de mayor
servilismo para hacer tan impúdica petición; los propios Departamentos de
Estado y de Defensa del imperio han debido sentirse incómodos ante tamaña
apología de una de sus más cruentas intervenciones!
Y continúa este genio de la política y la ciencia económica,
como si estuviese inventando la pólvora, señalando: “De acuerdo al derecho
internacional, nada de esto requeriría la aprobación del Consejo de Seguridad
de las Naciones Unidas (que Rusia y China podrían vetar), puesto que la fuerza
militar sería invitada por un gobierno legítimo en busca de apoyo para defender
la constitución de su país”.
No resulta ocioso el decir que la propuesta en cuestión, en
lo atinente a la defenestración simultánea de presidente y vicepresidente de la
república, como tantas veces ha intentado hacer infructuosamente la Asamblea
Nacional opositora, actualmente inhabilitada por desacato a una sentencia del
Tribunal Supremo de Justicia, es absolutamente inconstitucional, tal como lo
han reconocido públicamente, por primera vez y de manera expresa, conocidos
líderes opositores tales como: Juan Manuel Raffalli, Maruja Tarre y Colette Capriles
(9); siendo oportuno señalar que la última de las citadas es una reputada
politóloga, docente de la Universidad Simón Bolívar, asesora de la Mesa de la
Unidad Democrática y que ha sido integrante de la comisión de representantes de
la sociedad civil encargados de asesorar a la oposición política en las
reuniones con el gobierno nacional en República Dominicana, en diciembre de
2017.
No deja de sorprender la forma como algunos conocidos
opositores han criticado duramente la propuesta-petitorio de Hausmann, a través
de sus cuentas Twitter, en especial Colette Capriles (@cocap)
y el profesor José Luis Fernández Shaw (@La Divina Diva). La
profesora Capriles lo hace con unas frases tan lapidarias que yo no tendría el
más mínimo reparo en hacerlas mías: “Violar dignamente la Constitución, imponer
dignamente un gobierno de los dignos y suplicar dignamente una intervención
militar. Todo es posible en el reino de la dignidad”; y el profesor Fernández,
con lo que a mi juicio debería ser parte de la sentencia de un juicio que se le
siguiese por traición a la patria: “Las declaraciones de Hausmann son
inaceptables. Si yo fuera diputada de la Asamblea Nacional solicitaría una
investigación y se consideraría retirarle la nacionalidad”.
Ya casi para terminar considero necesario decir que la
propuesta de Hausmann carece totalmente de originalidad pues según ella se
trataría de repetir, casi al calco, lo hecho por aquel Consejo Nacional de
Transición de Libia, que establecido en Bengasi en marzo de 2012, solicitó la invasión
del imperio con la excusa de defender los derechos humanos de los libios,
logrando controlar parte de la ciudad hasta que fue consumada la terrible
intervención de las fuerzas armadas de la OTAN.
Si hemos hecho de su consideración y análisis el objetivo
central de estas notas ha sido por las siguientes razones:
Siendo la Kennedy School de Harvard, a cuya nómina pertenece
Hausmann desde hace muchos años, un conocido centro para el reclutamiento de
agentes de la Agencia Central de Inteligencia (CIA) de los EEUU, entre aquellos
alumnos escogidos por sus profesores, es más que presumible que la
planificación actual de esa agencia para la pretendida intervención militar
sobre Venezuela pase por la generación de un escenario de esta naturaleza,
descrito ya por nosotros en una media docena de artículos anteriores.
La inusitada reacción adversa que ha generado la propuesta
en el seno de lo que podríamos llamar el liderazgo académico de la MUD, que por
primera vez en estos casi 19 años de revolución se ha atrevido a manifestarse
en contra de la intervención militar imperial, cualesquiera que sean las causas
que la hayan motivado, y así se encuentre entre ellas su convicción de que las
tales “bombas inteligentes gringas” no lo son tanto como para poder discriminar
entre chavistas y opositores, nos da pie
para especular que existe un sector de la oposición que está decididamente en
contra de la intervención militar extranjera, siendo tarea perentoria el tratar
de identificarlo y caracterizarlo en detalle.
Ya para finalizar y con base en la consideración anterior,
queremos reiterar una propuesta una propuesta formulada hace ya tiempo en un
artículo titulado: “¡A mirarnos en el espejo de Siria!” (10), consistente en intentar la
incorporación de sectores de oposición a las tareas de defensa de la soberanía
nacional, por más difícil que ello pueda resultar, ya que lo que está en juego
es la integridad de la patria.
¡Hasta la Victoria Siempre!
¡Patria o muerte!
¡Venceremos!
(1) “La cara oculta de Rómulo Betancourt”, Simón Sáez
Mérida, Fondo Editorial Al Margen, Caracas diciembre de 1997, página 52.
(2) Ibidem (1),
página 54.
(3) Ibidem (1),
páginas 55 y 56.
(4)
https://www.alainet.org/pt/node/187886
(5) http://edgareblancocarrero.blogspot.com/2012/02/la-diplomacia-naval-estadounidense-en.html
(6)
http://www.humanidadenred.org.ve/?p=8617
(7)
https://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_de_Gobierno_John_F._Kennedy#Profesores_destacados
(8)
https://www.project-syndicate.org/commentary/venezuela-catastrophe-military-intervention-by-ricardo-hausmann-2018-01/spanish
(9)
https://es.panampost.com/orlando-avendano/2018/01/04/oposicion-vzla-prefiere-miseria/
(10)
http://www.clarindecolombia.info/index.php?option=com_content&view=article&id=3604:a-mirarnos-en-el-espejo-de-siria&catid=8&Itemid=110
celippor@gmail.com
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