Por Ilka Oliva Corado:
Sociedades de doble moral, sociedades incoherentes y
chambonas que forman vergeles de tierra fértil para la impunidad de los
oportunistas. Sociedades racistas, misóginas, clasistas donde proliferan los
peleles. Los cómodos y los insensibles: peor aún, los solapados. Guatemala es
una sociedad de esas.
En Guatemala los absurdos en materia de Derechos Humanos se
cuentan hasta el infinito, uno tras otro, ya es costumbre que poblaciones
enteras de indígenas sean despojadas de sus tierras, les quemen sus casas y
asesinen desde el brazo armado de las clicas criminales que pululan en el
gobierno y que defienden intereses oligárquicos.
Es común y normalizado el nivel de violencia hacia la mujer
que alcanza niveles de feminicidios y embarazos en niñas y adolescentes a causa
de violaciones sexuales, muchos realizados desde el mismo gobierno: ahí están
las niñas que fueron abusadas sexualmente y posteriormente quemadas vivas por
orden del Estado. Un crimen atroz que no hizo despertar en cólera y dignidad a
la sociedad y exigir la renuncia inmediata del presidente y el encarcelamiento
de los culpables. Guatemala es un eterno absurdo. Una tierra fértil para los
abusadores, oportunistas y descarados.
Si la violación sexual de niñas que estaban a cargo de un
refugio del Gobierno y su posterior feminicidio al quemarlas vivas, no hace
reaccionar a una sociedad, esa sociedad merece el sistema impune que la
gobierna, porque ese gobierno es solamente un reflejo del andamiaje que la
conforma.
Se permite que a los
indígenas se les insulte, explote, torture, desaparezca y asesine solo por
existir sobre su propia tierra, que no es de nadie más que de ellos,
milenariamente.
No es posible que en Guatemala además de seguir negando el
genocidio, el gobierno envíe turbas de policías a quemar casas y cultivos para
sacar a comunidades indígenas de sus hogares, y que la sociedad no se indigne y
por el contrario voltee para otro lugar.
No es posible que siga siendo presidente un hombre
deshonesto que aceptó sobornos por trabajar para las clicas criminales que
crean leyes a su conveniencia y hacen de la impunidad la simplicidad del día a
día. ¡No es posible!
En Guatemala la justicia es un otrora de algún sueño que se
tuvo cuando pintaba para una revolución que como timón llevara la Reforma
Agraria. ¡Pero, ay, malaya! No nos queda ni la Memoria Histórica de la
Revolución de Octubre, mucho menos damos para aceptar que en Guatemala sí hubo
genocidio, con esto dándole cabida a propuestas de ley que amenazan con dar una
amnistía a los militares culpables de crímenes de lesa humanidad. ¿Qué podemos
esperar de una sociedad canalla?
En Guatemala el tema de la corrupción en el gobierno ha
encendido chispas de vez en cuando y han ido a manifestar a las plazas, más
para la foto que como denuncia. Fotos que circulan en las redes sociales, mundo
paralelo donde abundan los revolucionarios de poses y “postees” pero en acción
reculan. Digo el tema de la corrupción, porque jamás por el genocidio, jamás
por los feminicidios y jamás por el despojo de tierras a los Pueblos
Originarios, es un ejemplo de lo que es prioridad para algunos en el país.
Y tampoco lo harán por los niños que son forzados a
trabajar, ni por las familias que viven en los basureros y mucho menos por los
niños que viven en la calle. En Guatemala la prioridad es el oportunismo de la
fotografía para aparentar una dignidad que no existe.
Es pues, un oasis de la incoherencia y el oportunismo.
ilka@cronicasdeunainquilina.com
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