Por Tony López R.:
Cuando 191 de los 193
países miembros de las Naciones Unidas, votaron a favor del proyecto
de resolución A/ 72/L30 presentado por el canciller cubano Bruno
Rodríguez Parrilla, que solicita la “Necesidad de poner fin al bloqueo
económico, comercial, y financiero impuesto por Estados Unidos de América
contra Cuba” es considerada la más
aplastante derrota política y diplomática
recibida por el gobierno estadounidense, a escasos nueve meses, desde
que asumió la presidencia Donald Trump.
El arrogante, injerencista y prepotente discurso de la
embajadora Nikki Haley, no solo fue agresivo, y desprovisto de ética
profesional, basados en mentiras y añejos argumentos macartistas y
calificativos ofensivos, no solo contra el pueblo y gobierno cubano, también
contra 191 Estados, gobiernos y pueblos, representados en la Asamblea General
de las Naciones Unidas, al acusarlos de participar en un farsa. (O sea que de acuerdo a la lengua española,
estos gobiernos son farsantes, payasos, tramposos, entre otros sinónimos de
farsa).
Su impotencia llevó a
la embajadora Haley, como hacen todos los que no tienen razón,
huir del plenario y dejar que una subalterna repitiera en la sala, las acusaciones y el mismo discurso que
durante años ha difundido Estados Unidos, la minoritaria extrema derecha de Miami, amplificada por los medios
hegemónicos subordinado a la política imperial de que en Cuba se violan los
derechos humanos, la libertad de expresión y la falta de democracia en la isla.
Estados Unidos y el gobierno de Trump no tiene ninguna moral
para hablar de tales derechos, que le
pregunten a las minorías afrodescendientes, hispanas e islámicas en Estados
Unidos sobre las acciones que cometen contra ellos. La alevosa practica hoy contra los niños, adolescentes y jóvenes nacidos
en territorio estadounidense hijos de migrantes indocumentados que les deportan a sus padres, es una criminal y
dolorosa violación de los derechos humanos.
La paranoica política de Trump contra sus vecinos de
Méjico, el mundo islámico y en general
contra la migración, salvo aquellas excepciones cuando se trata de personal
altamente calificado, es una política
discriminatoria y atenta contra la reunificación familiar como se ha venido denunciando, atenta y viola
los derechos universales del hombre..
La firme y clara denuncia del canciller cubano, cuando
plantea que el “bloqueo es contrario al Derecho Internacional y su aplicación
extraterritorial daña la soberanía no solo de Cuba sino de todos los Estados,
así como en el caso cubano es una flagrante masiva y sistemática violación de
los derechos humanos al pueblo cubano. Y
califica como un acto de genocidio”.
Es aún más grave, cuando esta política de bloqueo, fue
determinada por Washington desde el mismo triunfo de la Revolución por
intereses económicos y políticos. Así lo reseñaba el entonces subsecretario de
Estado Lester Mallory el 6 de abril de 1960, cuando en memorándum proponía a la
Casa Blanca: “negarle a Cuba dinero y suministros, apoyo económico y reducir salarios, con el
objetivo de provocar el hambre, desesperación y el derrocamiento del gobierno
revolucionario”. Es un claro mensaje de que había que por medio del bloqueo
derrotar la revolución triunfante y evitar que su ejemplo se propagara por
nuestra región.
La digna, valiente y brillante conducción del comandante Fidel Castro, con el firme apoyo
del pueblo, logró durante aquellos azarosos años, evitar que aquellos malévolos
planes y objetivos se cumplieran, proyectos que no solo se limitaron al
bloqueo, también a las agresiones armadas, los sabotajes, el aislamiento
diplomático apoyados por la desprestigiada OEA y cientos de planes de
asesinatos contra Fidel y contra otros líderes de la Revolución cubana.
La trascendental
victoria de Cuba tiene en esta
ocasión una importante lectura, no solo tuvo el alto valor individual de la
votación de cada país, sino también la explicación de condena al bloqueo de las
organizaciones multilaterales como lo fueron los Países No Alineados, la Celac,
la Unión Africana, la Asean y el Grupo de los 77 + China, entre otros, que envía un fuerte mensaje a Estados
Unidos y al presidente Trump por su
obsesiva política de mantener y recrudecer, el bloqueo económico, comercial y financiero
contra la isla caribeña, cuando Cuba, como expresó el presidente cubano Raúl
Castro, “ha estado abierta a mantener
una relación con los Estados Unidos y la voluntad de continuar negociando los
asuntos bilaterales, sobre la base de la igualdad y el respeto a la soberanía y
la independencia de nuestro país, y de proseguir el diálogo respetuoso y la
cooperación en temas de interés común con el gobierno norteamericano”.
(*) Periodista,
politólogo y analista internacional.
jorgarcia726@gmail.com
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