Por Sylvia Ubal:
Día Mundial de la Tierra
“Los derechos humanos y los derechos de la
naturaleza
son dos nombres de la misma dignidad”
Eduardo Galeano
El 22
de abril, se celebró en todo el mundo el Día Mundial de la Tierra, la fecha
tiene una característica muy especial, no fue establecida por la Organización
de Naciones Unidas. Fue promovida por un movimiento de ciudadanos, que decidió
organizarse para resguardar el planeta El senador y activista ambiental
estadounidense Gaylord Nelson había convocado a la celebración el día 22 de
abril de 1970 a esta jornada la llamó el Día de la Tierra, al inicio del
equinoccio de primavera en el hemisferio norte.
Para esta convocatoria ambientalista
participaron dos mil universidades, diez mil escuelas primarias y secundarias,
y centenares de comunidades habían respondido al llamado de la líder
parlamentaria y de la juventud universitaria. Más de veinte millones de
personas se movilizaron, tomaron las calles, los parques y los auditorios para
manifestarse por un ambiente saludable y sustentable. Y establecieron en sus comunidades, universidades y colegios,
una plataforma de difusión y discusión sobre el medio ambiente y sus principales
problemas.
El 22 de abril de 1970 Día de la Tierra logró
una coincidencia política que parecía imposible. Se logró el apoyo de políticos
de distintas tendencias, ricos y pobres, que condujo a la creación de la
Agencia de Protección al Medio Ambiente de Estados Unidos y a la aprobación de
leyes relacionadas con el aire limpio, el agua limpia y la conservación de
especies en peligro de extinción. A partir de entonces, se promueve la
Celebración de Día de la Tierra cada año como una instancia de reflexión y
acción en favor del ambiente
La madre Tierra un concepto milenario de los
pueblos originarios
Y desde el año 2009 una propuesta de Bolivia
ha cambiado su denominación, siendo la nueva Día Internacional de la Madre
Tierra (en quechua: Pacha mamá). Mucho es lo que se ha escrito sobre este tema,
probablemente casi todo lo que podía escribirse. Sin embargo es muchísimo menos
lo que se ha hecho en este período por nuestra Madre Tierra que nos dio vida y
albergue, que nos provee de alimentos, agua para beber y oxígeno para respirar.
Los países industrializados se desentienden de
su responsabilidad ambiental
Pero en estos años todos los gráficos
estadísticos resultan negativos. Siguen aumentando las emisiones de gases
contaminantes, ha crecido geométricamente el consumo y sus consecuentes desperdicios,
el planeta se ha cubierto de cultivos y árboles transgénicos. Se sigue
deforestando a tasas suicidas, los océanos se están convirtiendo en vertederos,
la mega minería cada vez más expandida destruye o deteriora todo lo que toca y
tantos otros males.
Seguimos fracasando en el objetivo de
brindarle a nuestra Madre Tierra el respeto y cuidados que esta merece, en el
objetivo de construir una sociedad sustentable. Mucho se dice, pero poco se
hace. Palabras que se las lleva el viento y firmas en el agua se han convertido
en los quehaceres cotidianos de quienes deberían poner fin a este
comportamiento insano, autodestructivo que nos está contaminando el presente y
robando el futuro.
Los 25 países más contaminantes del planeta
han aprobado en la cumbre de Copenhague sobre el clima, un acuerdo que sirve
sólo a los intereses del gran capital y a la apropiación capitalista de los
recursos, dejando de lado sus responsabilidades. Seguimos pagando los países
mas pobres, los menos industrializados, los costos del veneno con el que los
países del primer mundo contaminan el planeta en el que todas y todos vivimos.
Una nueva iniciativa la Conferencia Mundial de
los Pueblos
Sin embargo, ocurrirá algo diferente, tendrá
un condimento nuevo que hasta ahora no había tenido en Cochabamba, Bolivia, la
Conferencia Mundial de los Pueblos sobre el Cambio Climático y los Derechos de
la Madre Tierra, convocada por el presidente boliviano Evo Morales. Se va a
discutir el cambio climático global en serio, El Gobierno boliviano en una
iniciativa verdaderamente necesaria, ha convocado a 130 países a los
movimientos sociales, ONGs, gobiernos, intelectuales, pueblos originarios y
personas de todo el mundo a reunirse para tratar diversas propuestas sobre el
calentamiento global desde otra perspectiva. Y que no lo paguen los afectados,
que los capitalistas transfieran tecnología gratuitamente, que se aprueben los
Derechos de la Madre Tierra. Y buscar
verdaderas soluciones y ya no simples acuerdos políticos sin peso ni
obligaciones para sus firmantes.
Según el Protocolo de Kioto, los países
industrializados deben reducir sus emisiones de gases contaminantes en un cinco
por ciento entre 2008 y 2012. Las organizaciones sociales de Bolivia plantearán
que a partir de 2017 las naciones ricas bajen en un 50 por ciento la cantidad
de dióxido de carbono arrojado a la atmósfera, entre otros componentes.
La crisis ecológica mundial debe ser asumida
por los capitalistas
Que la crisis climática sea pagada por los
capitalistas, que se transfiera gratuitamente tecnología a los países
afectados, la aprobación de los Derechos de la Madre Tierra y la creación de un
tribunal internacional que juzgue a estados y empresas responsables del
calentamiento global serán algunas de las propuestas de los 20 mil
participantes venidos de 130 países para la Conferencia Mundial de los Pueblos
sobre Cambio Climático y Derechos de la Madre Tierra (CMPCC), que se realizará
en Tiquipaya, Cochabamba. “Aquí hay dos caminos. O muere el capitalismo o muere
la Madre Tierra”, sostuvo el presidente Evo Morales.
Según el gobierno, estas exigencias serán
presentadas en la 16ª Conferencia de las Partes de la Convención Marco de las
Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (COP 16), que se realizará a fin de
año en México. La COP 15, hecha en diciembre pasado, concluyó con un documento
presentado por Estados Unidos, Brasil, India, China y Sudáfrica, que se habían
reunido a solas para redactar el Entendimiento de Copenhague.
Este documento no es vinculante ni establece
cuáles serían los compromisos de cada país para que la temperatura del planeta
sólo crezca dos grados centígrados en este siglo. Se calcula que la temperatura
promedio de la Tierra es de 15 grados. Si aumentara dos grados, decenas de
científicos alertan que sería inevitable despedirse de cientos de ciudades
costeras e islas casi al nivel del mar, como la república de Tuvalu, un atolón
de corales en el sur del océano Pacífico. Sería por el derretimiento de los
cascos polares y de varios glaciares.
El uso de combustibles fósiles para la
obtención de energía y el modelo agrícola industrial –fuertemente controlado
por un puñado de transnacionales- son las dos fuentes principales del cambio
climático. Según las estadísticas, las prácticas agrícolas contribuyeron alrededor
del 17 por ciento en las emisiones mundiales entre 1990 y 2007. La agricultura
industrial, que promueve la deforestación y los monocultivos, contribuye
sustancialmente a las emisiones de gases efecto invernadero. Los bosques y
praderas ricos en carbono son convertidos en “desiertos verdes” que destruyen
la biodiversidad. Pero además, al utilizar intensivamente fertilizantes y
pesticidas químicos provenientes del petróleo, maquinaria y semillas
transgénicas, provocan degradación del medio ambiente, la agricultura
industrial contamina las fuentes de agua y causa graves daños a la salud
humana.
Para enfrentar los cambios climáticos, los
ecosistemas de Latinoamérica deben ser declarados fuentes de vida para el
mundo, los cuales no podrán ser destruidos ni alterados
El capitalismo industrializado ha mantenido un
sistema consumista devorador basado erróneamente en la infinitud de los
recursos mundiales Sólo tenemos un mundo y el sostenimiento del sistema resulta
inviable para toda la humanidad a corto plazo.
Los países industrializados tienen que asumir
su responsabilidad sobre el CO2 ya acumulado en la atmósfera, por ello y por su
mayor capacidad financiera y tecnológica, su reducción de emisiones en 2020
tiene que ser del 40% sobre la situación de 1990. Una reducción que debe
realizarse íntegramente en su territorio, la que se obtenga de terceros países
ha de contabilizarse aparte.
La destrucción masiva, la minería ilegal la
cría de ganado y las madereras que inducen la deforestación de la selva están
creando las condiciones para que un lapso de pocas décadas, la Amazonía se
convierta en un desierto. El problema no sólo es el desarrollo desmedido, la
explotación agrícola y la ganadería indiscriminada o las industrias
agroalimentarias trasnacionales, sino sencillamente que está en juego la
existencia del ser humano, nuestra subsistencia como seres vivos.
Ponemos en la balanza la necesidad de apurar
los cambios fundamentales de la sociedad. En Latinoamérica está cifrada la
esperanza del planeta, en nuestras revoluciones, en nuestros esfuerzos por
cambiar. Nosotros no podemos tomar en juego, no podemos dudar, frente a esa
esperanza que los pueblos pobres y oprimidos del mundo han puesto en América
Latina.
sylviaubal@gmail.com
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