viernes, 25 de agosto de 2017

Sin Marx no hay socialismo

Por Humberto Trompis Valles: 
   
El advenimiento de la revolución rusa en 1917 destapó un mundo de esperanzas de redención social para todos los oprimidos y explotados del mundo. Por primera vez en la historia, el capitalismo con sus seiscientos años de existencia era retado por una nueva forma de organización social de la colectividad humana. Después de transcurridos setenta y dos años de aquella vivencia histórica, ese hermoso sueño de redención libertaria caía abatido por sus propias contracciones internas. La burguesía mundial experimentó un orgasmo permanente y decretó a través de sus intelectuales orgánicos, el fin  de la historia y la supremacía Ad eternum del capitalismo imperialista, ahora denominado “globalización”.

La enorme desesperanza ocasionada por la caída del primer experimento socialista en las masas desposeídas de Latinoamérica, comenzó disiparse una década después con  la llegada de los llamados gobiernos progresistas, a la cabeza de los cuales destacaron la revolución bolivariana y el gobierno de Evo Morales. Se abrió en esta continente una nueva época de redención social, que poco a poco se fue atenuando en la medida que estos gobiernos llegaron a un techo histórico, pues, no se propusieron ir más allá de los límites del régimen del capital. En este nuevo ciclo las leyes de la acumulación de capital siguieron vigentes y la explotación del hombre permaneció intacta, aunque los niveles de pobreza crítica se redujeron por la política asistencial de los gobiernos precitados. El desencanto de las masas explotadas con este techo se convirtió en un castigo electoral lapidario, que ha puesto contra la pared a estos gobiernos y ha envalentonado a las oligarquías regionales    que intentan una reedición de las políticas neoliberales.

El derrumbe del socialismo real y el reflujo del progresismo latinoamericano están exigiendo de manera urgente una explicación, a fin de orientar científicamente el proceso de luchas de clases que cada vez se vuelve más sangriento en estos  linderos. 

En atención a que los viudos del marxismo-leninismo (políticos y académicos)  no se han tomado la molestia de interpelar la caída del socialismo real, y dada su vara alta en los gobiernos progresistas, intentaremos desde Marx acercarnos  a una interpretación de las posibles determinaciones que aclaran la enorme frustración histórica  de  las clases trabajadoras del planeta, ocasionada por los fenómenos históricos en comento. Por consiguiente, nos aproximaremos a la  hipótesis  que explica la caída del socialismo real y los limites de los gobiernos progresistas latinoamericanos, debido a que estuvieron divorciados de las grandes contribuciones económicas y políticas de Marx y Engels. El marxismo-leninismo de espaldas a Marx, fue el edificio teórico que ideologizó el modo de producción soviético y lo envió al basurero de la historia. Los principales fundamentos anti marxianos del credo elaborado por la burocracita estalinista fueron entre otros:

1.- La dictadura del proletariado enunciada por Marx –dictadura de la clase trabajadora-, fue transformada por Lenin en una dictadura de partido único. Para el máximo líder de la revolución rusa, la clase obrera por sí misma no podía llegar a tener una conciencia socialista, por lo que dicha clase necesitaba un empujón desde afuera, dado por revolucionarios profesionales concretados en un  partido político, gran timonel de la clase obrera.

2.-La apropiación de los medios de producción por parte de la clase obrera, expresión fundamental de las nuevas relaciones de producción anticapitalista de neta raigambre marxiana, el leninismo la trastocó en estatización de los medios de producción; con lo que el proletariado ruso siguió siendo asalariado explotado ahora por los burócratas del partido, gerentes de las nuevas relaciones de propiedad bastante próximas a un capitalismo de estado. Por esta razón, la caída del socialismo soviético no originó ni una lagrima en las clases trabajadoras de la URSS. Ese no era su proyecto.

3.-La división social del trabajo y su expresión jerárquica fueron atornilladas por la nueva nomenclatura del partido comunista ruso. La clase obrera quedó excluida de las grandes decisiones  tomadas al interior de las empresas estatizadas. Tanto Lenin como Trotski fueron los sepultureros de los soviets o consejos de obreros. Este fundamento leninista desconoció una de las grandes aportaciones de Marx a la teoría de la historia:   la división social del trabajo fue el útero que engendro  la propiedad privada de los medios de producción y creó las condiciones para la emergencia del régimen del capital, desde la época neolítica.  Con la división del trabajo santificada por la burocracia del PCUS, el regreso del capitalismo de propiedad privada estaba garantizado.

En cuanto a los límites del progresismo latinoamericano, podemos afirmar que su empantanamiento político obedece a que ha estado muy lejos de Marx, pero al mismo tiempo, muy cerca de la  Segunda Internacional de Trabajadores (Berstein) y del marxismo-leninismo. Los fundamentos anti marxianos que explican su actual proceso de mengua los encontramos en lo siguiente:

1.-Aceptación del credo que sostiene el rol fundamental de la burguesía en el proceso de desarrollo de las fuerzas productivas. En consecuencia, la transición al socialismo debía necesariamente   pasar por una etapa de revolución democrático-burguesa. Aquí se olvidó que el Marx de la madurez se mostró partidario de que países atrasados pre capitalista como la Rusia de los Romanov,  podía pasa al socialismo evitando las crueldades del capitalismo.

2.-El progresismo olvido de que el capital no tiene patria. La burguesía siempre preferirá negociar la soberanía de sus estados con el fin de retener la bolsa. La idea de que existen empresarios patriotas son sueños de virgen loca. La lucha de clases alcance dimensiones colosales en el capitalismo y sólo terminará cuando las fuerzas del trabajo derroten a las del capital. En este orden de ideas, el papel del capital privado en la transición al socialismo es una tarea teórica pendiente que debe concretarse afincada en Marx-, a la brevedad posible, a fin de desempantanar al progresismo político de este  tempo histórico.

3.-El progresismo latinoamericano emergió como producto de las ruindades sociales del neoliberalismo y de la reprimerización (auge de los commodities)  de las economías de este  subcontinente. El caso venezolano resulta ejemplar en esta perspectiva. Sin embargo, a pesar de que la exportación de naturaleza ha sido la base material de nuestras economías desde el siglo XIX, la teoría económica con la que se pretendió explicar dicho proceso, fue de base neoclásica, o sea, desde la visión del capital. Los analistas, permeados por el marxismo-leninismo fueron incapaces de dilucidad teóricamente la sustantividad de la producción primaria latinoamericana. En relación al petróleo venezolano, pensadores comunistas intentaron una explicación de este fenómeno, asumiendo el nacionalísimo,  pero totalmente divorciados del pensamiento marxiano. Hasta la séptima década del pasado siglo, los pensadores leninistas criollos no habían podido descifrar la categoría para identificar el ingreso que generaba el petróleo; en otras palabras, no habían estudiado la obra magna de Marx. Esa categoría es RENTA DE LA TIERRA, a la que Marx dedicó miles de páginas en sus escritos. Dar la espalda a esta categoría  que fue engendrada por el pensamiento clásico burgués y perfeccionada por Marx, pone a los dirigente políticos del progresismo en precarias condiciones,  a la hora de negociar con las transnacionales  de las materia primas. La esperanza socialista de Latinoamérica debe afincarse en la explotación de la naturaleza durante un largo periodo, por lo que la economía política del suelo y del subsuelo debe estar marxianamente fundamentada.

4.-Todas esas falencias del progresismo nuestro americano, derivan en gran parte de la sujeción del izquierdismo a los manuales de Moscú. Esta dependencia ha sido uno de los grandes favores del marxismo-leninismo a la perpetuación del capital a nivel planetario. Fue esta la manera como la burocracia estalinista invisibilizó el pensamiento  marxiano por temor a ser develada como una nueva clase explotadora. Han sido generaciones de comunistas ligados a los dictados de la Tercera Internacional liderada por el PCUS, los que se olvidaron de leer a Marx y terminaron por darle carta de ciudadanía a esa baratura teórica llamada marxismo-leninismo. Lo más grave es que últimamente, académicos y políticos ligados a esta agonizante corriente idiopolitica, siguen en su afán de invisibilizar a Marx, acusando de gigolós a todos aquellos pensadores que se han propuesto divulgar el pensamiento marxiano en las clases trabajadores del presente tiempo histórico. En tal sentido, analistas marxianos como Enrique Dussel, Néstor Kohan, David Harvey  y Ludovico Silva, entre otros,  aparecen como vividores de la obra de Marx. El tufo derechista de esta acusación, ligado al Comando Sur-USA es incuestionable, pues, se hace envuelta en la defensa de los derechos humanos.

Para los trabajadores venezolanos del presente, testigos de esa jugada constituyente  maestra de nuestro presidente obrero, el estudio de la obra del dúo Marx-Engels, resulta inaplazable, pues, será a partir de allí que se dé inicio a la construcción de la teoría de la transición al socialismo que bastante falta está haciendo a la revolución bolivariana. Sean bienvenidos todos aquellos pensadores que dediquen su existencia a divulgar la obra de los creadores del pensamiento crítico anticapitalista; el cambio epocal espera por Uds. 
Vivan CHAVEZ, MARX, MARIATEGUI Y EL CHE

htrompizvalles@gmail.com

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