viernes, 28 de julio de 2017

No encontró el punto de quiebre de la revolución bolivariana

Por Jaime Corena Parra

El imperialismo

La historia del gobierno de Maduro 2013-2017 constituye sin duda una expresión esencial de la historia reciente de la lucha de clases en Venezuela por el control del tridente plusvalor, riqueza natural y hegemonía política y cultural.



Gran parte del plusvalor captado en la circulación internacional de la mercancía petróleo-derivados, que ya tiene un nuevo componente captado también dentro de la circulación internacional de las mercancía oro y coltán, ingresa al presupuesto nacional bajo la forma de dinero-divisa por fuera del control del mando del capital; no entra directo a las cuentas bancarias del capital, que vive una crisis estructural y su correspondiente caída tendencial de la tasa promedio de ganancias. La distribución de este plusvalor no obstante varias manifestaciones de la corrupción aupadas por la estructura jerárquica de la división del trabajo y el débil control social presupuestal, ha sido en esencia solidaria y social desde el inicio de los gobiernos de la Revolución Bolivariana.  

Las reservas de la Riqueza Natural venezolana que se extrae, en términos de Marx, por la acción del trabajo del <obrero colectivo> ocupa los primeros lugares en petróleo, gas natural, oro y coltán; el inicio de la producción voluminosa de la mercancía oro y coltán tampoco  ingresa con precios a la baja al registro de la cuenta capital constante (materias primas) en el proceso de reproducción y ampliación del sistema del capital Y ello debido al peso de la cuenta capital constante en la medición de la tasa de ganancias, reduce la eficacia de la  estrategia del mando del capital por contener y disminuir su caída tendencial.

La hegemonía política y cultural burguesa, explotadora, alienante y destructora de todas las formas de vida, está amenazada en el continente nuestro americano por la sostenibilidad de la unidad de la ALBA, que después del golpe imperialista contra Zelaya en Honduras, tiende a recobrar su iniciativa como alternativa de soberanía e integración entre pueblos. La hegemonía de la dupla de la ideología del progreso individual ilimitado y de la democracia liberal bipartidista, soportadas en el egoísmo de las llamadas <clases medias> empieza a perder liderazgo ante la continuidad de las revoluciones articuladas en el marco ALBA, germen ético de una transición histórica eco socialista comunal, basada en la libertad y la igualdad sustantivas, capaz hasta ahora de resistir la estrategia de la recolonización del mundo del mando del capital y su Casa Blanca.

Semejante uso social del mencionado tridente por parte de una dirección revolucionaria, con sus dificultades a cuesta, pero con el apoyo popular o del <chavismo duro> en Venezuela, significa para el mando del capital y sus oligarquías subordinadas un obstáculo para la reproducción del sistema y un ejemplo negativo que debe ser borrado. De ahí el asedio implacable contra las revoluciones del marco ALBA y en concreto contra la Revolución Bolivariana, que incluyó durante el gobierno del Presidente Maduro el decreto ejecutivo Obama y ahora incluye las declaraciones amenazantes de Trump.  En particular, las burguesías colombiana, argentina y brasilera, le tienen miedo a la continuidad ejemplar de la Revolución Bolivariana y su renovación autocrítica a través de los resultados que produzca la nueva Asamblea Nacional Constituyente; saben que éstos resultados servirán de estímulo  a la lucha social por el cambio histórico revolucionario en sus países.


El asedio implacable, internacional y nacional del mando central del capital contra el ejemplo de la Revolución Bolivariana fue exacerbado en el periodo gubernamental 2013-2017 y en especial en el tramo 2017. El mando del capital  tuvo a su favor el uso de voluminosos recursos financieros y mediáticos-ideológicos, los estragos de la crisis económica mundial contra Venezuela y el amplio ejercicio de su poder imperial, pero aun así, no encontró el inicio del punto de quiebre de la Revolución Bolivariana, que lo situó en el inicio de la caída del gobierno del Presidente Maduro. En tal sentido varios de sus voceros criollos apátridas le pusieron por lo menos tres fechas al comienzo de esa caída: Junio de 2016, abril 19 de 2017 y julio 16 de 2017, pero ello no ocurrió. ¿POR QUÉ? 

En primer lugar porque el mando de la ofensiva imperialista estimulada con la muerte del Presidente Chávez y el  comienzo del gobierno del Presidente Maduro después de una estrecha victoria electoral, aplicó la combinación de todas las formas de lucha (incluida la guerra sucia y sangrienta) y tuvo a su disposición, valga reiterarlo, múltiples recursos para hacerlas eficaces, pero no logró fracturar la base social y cultural de la Revolución Bolivariana; que en su glosario de términos llamamos “el chavismo duro, ”o sea el amplio campo  de los crecientes niveles de conciencia y organización a favor de la continuidad y profundización con rectificaciones del proceso bolivariano.

En segundo lugar porque la ofensiva imperialista no ha logrado romper hasta ahora el llamado “equilibrio dinámico” del poder institucional, aunque haya avanzado en ello con la toma de la AN y la Fiscalía General, o sea no ha logrado poner a su plena disposición el conjunto de instituciones de la República Bolivariana de Venezuela, dentro de las cuales aún tienen mucho peso la FANB, El TSJ, El CNE y la Defensoría del Pueblo.  En las próximas semanas el pueblo chavista (el otro Poder) en la calle y también presente en las urnas electorales a favor de la ANC y luego atento al desarrollo de sus sesiones, tendremos nuevas evidencias respecto a los intentos de la ofensiva imperialista contra la Revolución Bolivariana, pero también de la resistencia del <chavismo duro> por enfrentarla y superarla.

En tercer lugar porque la economía venezolana en crisis, provocada por la disminución de ingresos provenientes de la comercialización internacional del petróleo, las fallas en su gestión y la desestabilización gerenciada por el saboteo imperialista y oligárquico del conjunto de su estructura de producción, distribución y finanzas, no ha entrado en el colapso previsto. En especial, porque el <chavismo duro> resiste y no cae en la trampa de ceder a favor de la <recuperación de la democracia> pregonada por la contrarrevolución,  con la cual se quiere derrocar el gobierno del Presidente Maduro y con ello borrar los logros de soberanía y progreso social alcanzados durante el proceso bolivariano.

En cuarto lugar porque a pesar del disgusto y las justas críticas a algunos aspectos de la gestión gubernamental bolivariana,  la meta imperialista de fracturar el núcleo fuerte de la izquierda chavista o del <chavismo duro> no fue alcanzada, quedó reducida al desgajo de pequeñas fracciones defensoras de la democracia liberal (la división de poderes) y la crítica a la corrupción, pero sin planteamientos y procedimientos que le digan al pueblo trabajador cómo superar las determinaciones históricas que provocan la llamada corrupción y su siamés la democracia jerárquica liberal burocratizada sin control social.

En quinto lugar porque la relación de fuerzas internacionales contra la Revolución Bolivariana que en el último año puso en su contra a una mayoría de gobiernos en la OEA, MERCOSUR Y UNASUR, no ha logrado  mayoría  en la ONU para provocar una intervención política militar imperialista como lo ha pedido la MUD. El mandato Trump y sus oligarquías subordinadas tendrían que tomar un atajo unilateral a favor de la intervención imperialista directa en Venezuela; sólo le queda eso, la salida cruenta. El mando Trump-Santos-Temer-MUD está desesperado, no logró derrocar al Presidente Maduro y la ANC se vino. Entonces cabe la pregunta. ¿Si no hay intervención militar directa norteamericana o de un grupo de gobiernos oligárquicos subordinados, que estaría por suceder?

La contra ofensiva bolivariana, en respuesta a la ofensiva imperialista, hemos observado en los últimos tres meses (abril 19 a Julio 18 de 2017) el despliegue de un creciente poder popular manifestado en: a) Las grandes movilizaciones chavistas de calle en defensa de la soberanía nacional, los logros del proceso bolivariano y el gobierno del Presidente Maduro; eso ocurrió así durante los días 19 de abril y 1 de mayo de 2017. b) La resistencia a la guerra irregular urbana terrorista de la derecha. c) La manifestación relevante del constitucionalismo programático revolucionario masivo el 16 de julio, en respaldo a la convocatoria del CNE a realizar un simulacro de las elecciones para la Constituyente del día 30 de junio.

Esta movilización popular chavista resultó ser una contundente respuesta al Plan Trump-Santos-MUD de montar a partir del 16 de julio un gobierno paralelo apoyado en un supuesto apoyo masivo, no verificable, expresado en la llamada consulta popular contra la ANC y por la remoción del Presidente Maduro; al no alcanzar las cifras previstas el imperialismo y su oligarquía han entrado en desespero y han elegido el atajo de un gobierno paralelo soportado en las amenazas de Trump de imponer todo tipo de sanciones a Venezuela.

A modo de conclusión,  es el momento de quebrar la ofensiva imperialista a favor de la Revolución Bolivariana. Es el momento de avanzar con el Presidente Maduro en la unidad de la izquierda revolucionaria-<chavismo duro> para afianzar el desarrollo programático ecosocialista comunal a través de la Constituyente. Es el momento de insistir en la movilización de la calle obrera comunal bajo una dirección colectiva unificada del proceso bolivariano, es el momento de la rectificación de los errores en la conducción del proceso y del establecimiento de la democracia directa y el control social de la Economía Política bolivariana contra la corrupción y el burocratismo.  Es el momento de avanzar en el legado socialista de Chávez.


htrompizvalles@gmail.com

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