Por Fernando Esteche
¿Qué pasó (pasa) en Venezuela?
Lo cierto es que en su momento el Comandante Chávez al ver
el accionar que a través de la NED se operaba en el Magreb, hizo la primera
advertencia que se volvió grito desesperado ante el mundo frente a los
acontecimientos de Libia y el asesinato de Gaddafi y sus hijos. En soledad,
denunció el magnicidio y advirtió sobre la operación destituyente y disolvente
que se había realizado. No le costaba imaginarse en el lugar de Gaddafi. Esta
operación se llevó adelante siguiendo puntualmente el protocolo propuesto por
Sharp.
Primero en Libia, sin considerar cada una de las
revoluciones de colores del Magreb, luego en Siria. Operaciones de falsa
bandera, montajes de enfrentamientos de tropas gubernamentales contra manifestaciones
desarmadas, aislamiento internacional, gran campaña mediática, disputa de
sentidos y luego guerra abierta.
Esta situación llega al extremo cuando vemos que el alcalde
David Smolansky, integrante del partido Voluntad Popular, escribió en su cuenta
personal de la red social Twitter que el gobierno de Maduro estaba utilizando
armas químicas contra la población “como está ocurriendo en Siria”.
También en Honduras, Paraguay y Brasil se desarrollaron y
desarrollan procesos de guerra híbrida y se trabaja con el protocolo
destituyente. Pero Venezuela es sin dudas, el escenario privilegiado de dicha
maniobra.
Quien esto escribe ha podido ver personalmente en Caracas el
accionar de grupos juveniles, generaciones que crecieron en el chavismo, de
sectores medios y medios altos, perfectamente organizados, coordinados,
pertrechados con máscaras anti-gas, cascos y armamento casero; con nociones
bien claras de movimiento insurgente y urbano; con jefes de grupos, orden
cerrado y orden consecutivo de mando. Esto en medio de masivas concentraciones
de sectores del mismo rango social pero absolutamente desentendidos de estas
operaciones, aunque les dan contexto.
Ataques a escuelas públicas, a un hospital materno infantil;
invasión de bibliotecas estatales con quema de mobiliario; destrozos de
señalizaciones urbanas y luminarias; obstrucción de vías de transporte y
derribe de árboles sobre calles; saqueos a comercios y ataques a locales
partidarios u oficinas gubernamentales; emboscadas a personal de las fuerzas de
seguridad, incendios de transportes que no acatan el paro. Guarimbas que
empiezan a controlar zonas de acceso a urbanizaciones y cobrar peajes. Quema
masiva de vehículos. El paroxismo fue la toma de la sede del TSJ, hecho que
expone un grave y delicado ataque a uno de los poderes constitucionales y que
ningún medio internacional cuestionó, sino que festejaron.
De eso se tratan las movilizaciones “no violentas” de la
oposición anti-republicana de Venezuela. Uno no sabe si ya han pasado a otra
etapa de guerra abierta en las calles o a la no violencia del protocolo Sharp,
que en este caso se viste de vandalismo y sabotaje.
Una profusa campaña mediática presenta la situación con
mayor gravedad y masividad de la que realmente tiene. No hay que dejar de
contemplar que estos movimientos de insurgencia callejera atacan al corazón del
funcionamiento urbano normal, perjudicando al comercio, al trabajo, la
educación, principalmente. Incluso impacta sobre la cotidianidad de la propia
base social en que se sustenta.
Un parágrafo singular merecen las trágicas muertes de
cuarenta y dos venezolanos en lo que va desde el 3 de abril al 16 de mayo.
Sobre esto que se presenta idéntico al caso sirio (como un gobierno asesinando
a sus ciudadanos) vale la pena señalar que 25 personas de esas fueron
asesinadas por opositores, por ser chavistas o policías. Es decir, más del 60%.
Dos motorizados fallecieron por accidentes provocados por trampas y barricadas
colocados en rutas por los opositores. Nueve enrolados en la oposición murieron
electrocutados al querer saquear un freezer de una panadería.
Hasta la fecha se cuentan tres muertes por acción policial,
razón por la cual una docena de funcionarios involucrados han sido detenidos y
procesados. Otros tres casos se están investigando, pero son elocuentes las
imágenes que los muestran con vida cuando son rodeados por otros opositores y
caen exánimes con el resultado trágico de su muerte producida por armas caseras
a muy corta distancia. Se investiga si se trata de asesinatos de falsa bandera
para acusar al gobierno de los mismos tal como también se probó que ocurrió en
Siria.
5) La guerra económica
Hiperinflación, internacionalización de precios,
desabastecimiento.Largas colas para conseguir algún producto de la canasta
básica. Asignación por libreta de identidad del día para poder hacer compras
con precios controlados. Bancarización.
La guerra económica es el plafón en el cual se desarrolla el
golpe de Estado continuado y busca generar descontento, desabastecimiento
programado e hiperinflación provocada. Claro que hay responsabilidades de
impericia gubernamental, de corrupción enquistada en sectores claves del
Estado, pero no puede dejar de verse el sabotaje y boicot deliberado por parte
de las clases dominantes que controlan el 92% de la producción y el
abastecimiento de productos básicos. Fedecamaras-Venamcham es uno de los
principales integrantes de lo que llaman “la oposición” y como tal, actúa de
manera criminal contra su pueblo.
Por eso hay que señalar que si bien la crisis de precios del
petróleo en una economía que el chavismo no supo o no pudo reconvertir y
superar impactó de lleno en la vida cotidiana de los venezolanos, hoy que los
precios internacionales del petróleo tienden a estabilizarse arrecia la
carestía de la vida hacia el interior de Venezuela. Esto se explica
principalmente por la guerra económica.
Desarrollan esta guerra las clases empresariales privadas de
la derecha anti-republicana, en combinación con la gran banca internacional.
Por eso Venezuela ha sido sometida al bloqueo financiero con muy malas
calificaciones de las agencias de riesgo (Standar & Poor’s, JP Morgan)
siendo este país uno de los más puntuales pagadores de deuda. Se ha montado un
cerco, un bloqueo y un boicot de la banca internacional para el acceso a créditos
y divisas.
Esto se expresa en acciones pérfidas denunciadas por Maduro,
como el abandono de los compromisos contraídos por el City Bank, a través del
cual el estado venezolano pagaba todas las cuentas del país para las
transacciones en Estados Unidos y en el mundo, lo que demoró la posibilidad de
que el gobierno pudiera resolver la importación de alimentos y medicamentos.
El descalabro del mercado cambiario para agudizar la
inflación, acciones que sólo pueden realizar grupos poderosos financieros, y la
manipulación del mercado cambiario empujando la inflación, ataca de lleno a las
políticas de readecuación salarial que define el gobierno.
Así se produce una suerte de vasallaje en el monopolio de
esta divisa extranjera a los comerciantes, productores e importadores quienes
trasladan el precio al consumidor y al usuario.
6) La posibilidad de la Paz
Según pudimos observar y conversar con distintos analistas
políticos en tierra de Chávez, la República Bolivariana de Venezuela enfrenta
el desafío de superar esta guerra híbrida planteada desde las necesidades del
redespliegue imperialista en la región en combinación con las clases dominantes
venezolanas.
El gran desafío es construir la tregua, conseguir la
pacificación, en la que no merece hacerse ilusión alguna nadie de que será
total, en tanto exista el imperialismo como sistema de producción histórica
social.
Hay por lo menos cuatro caminos o planes de construcción de
una paz medianamente estable que permitan desarrollar medidas de normalización
de la vida cotidiana de los venezolanos.
Uno es el Plan Destituyente, es decir, la culminación del
golpe de Estado continuado mediante la renuncia de Nicolás Maduro a la
presidencia pero que no resolvería el problema del chavismo en el poder porque
debería sucederlo el vicepresidente. Además, los poderes constitucionales CNE y
TSJ son definidos por el anti-republicanismo como parte del sistema chavista
bolivariano. Es decir, lo que haría falta es la renuncia en masa de los
funcionarios del Estado, los cuales esperan poder someterlos a una Justicia
readecuada y aggiornada al tiempo de revancha que añora la derecha escuálida.
Este Plan no contempla a los sectores populares, no considera a los dignatarios
directos de la Revolución Bolivariana que hasta aquí, por prudencia, no han
ganado masivamente las calles para defender la República Bolivariana.
Porque si bien es cierto que en comunas populosas como el 23
de enero se han perdido elecciones, no es menos cierto que los cerros y los
barrios víctimas directas de la guerra económica tienen muy clara la naturaleza
política de la propuesta de la oposición con la que nunca podrían conculcar más
allá del descontento que pueda sucederse producto de la carestía de la vida.
Sectores que se reivindican chavistas pero critican a Maduro
por su impericia en resolver la crisis y su incapacidad en combatir la
corrupción de las propias filas, o eventualmente por haber acertado en combatirla,
están pensando en que una posible pacificación venga de la mano del Plan
Zamora.
El “Plan Estratégico operacional Zamora” fue presentado en
abril por el propio presidente Maduro quien sostuvo que "El Departamento
de Estado (EEUU) ha dado la luz verde y el visto bueno para un proceso golpista
descarado para la intervención de Venezuela, así lo digo y así lo enfrentaré
(…) Frente a este escenario he decidido activar el plan estratégico especial
cívico militar para garantizar el funcionamiento de nuestro país, su seguridad,
el orden interno, y la integración social, Plan Zamora que me ha sido
presentado por el comando estratégico operacional de la Fuerza Armada Nacional
Bolivariana (FANB)”.
El presidente anunció activación de la Fase Verde de dicho
Plan. Hay quienes piensan en una conmoción interna y una amenaza externa muy
grave y sueñan con superar las fases subsiguientes hasta alcanzar el control
por parte del Jefe Operacional del Plan, el General Vladimir Padrino López,
actual Ministro de Defensa, que desplazaría al presidente Maduro. Cuartelero
con terreno, no es un general de escritorio; querido por las tropas y alineado
a Diosdado Cabello, quien parecería encarnar mejor que el propio Maduro la
herencia de Chávez y que expresa al ala militar de la Revolución Bolivariana.
El General Padrino López se ha mostrado como uno de los más
leales al presidente, por lo cual la idea de ser vector de su desplazamiento
aparece medio reñida con la realidad, pero en la conmocionada tierra de Bolívar
todo es posible desde Páez en adelante.
La implementación radicalizada de dicho plan podría
plantearse como una posibilidad transicional con el reaseguro de las Fuerzas
Armadas Bolivarianas. Claro que semejante situación es imposible de concebir
sin un acuerdo de algún tipo con los Estados Unidos; de lo contrario sería
profundizar la inestabilidad y excepcionalidad institucional para ofrecer una
excusa al intervencionismo.
La aplicación de dicho plan con o sin Maduro y sin acuerdo
con los Estados Unidos redunda en la profundización de la guerra que pasaría ya
a un estadio de defensa nacional del tipo sirio.
La otra posibilidad, plantada por quienes piensan en salidas
y transiciones, se articula en torno de la Fiscal General y la posibilidad de
que encabece una transición que contenga al chavismo y ordene la hidra
opositora en una solo lógica institucional.
La propuesta del presidente Maduro ha sido la convocatoria a
una Asamblea Nacional Constituyente.
Ante la ficción del reclamo opositor por democracia, el
presidente pergeñó la maniobra ofreciendo más democracia. Así se le arrebató de
un saque una de sus principales banderas, que se la ve en figurillas para
explicar por qué no acuden al llamado a Asamblea Constituyente.
Algunas críticas que plantearon tienen que ver con que una
asamblea no resolverá los problemas estructurales de Venezuela, lo cual es
indudablemente cierto. No puede resolver ni la guerra económica, ni el
redespliegue imperial ni el sabotaje institucional interno; pero ofrece un
escenario democrático de construcción de marcos generales legitimados para
intentar resolver estas cuestiones. Como sea, aparece como la propuesta más
sensata en el intento de pacificación parcial del país.
7) La imposibiidad de la Paz
“La Paz en Colombia es la Guerra en Venezuela” nos decía una
fuente altamente calificada para el análisis de este proceso de doble impacto.
Siempre se entendió como verdad de perogrullo que la
insurgencia colombiana operaba como una suerte de retaguardia estratégica de la
Revolución Bolivariana y como contención del injerencismo norteamericano.
Paul Coverdell, relator legislativo ante el Congreso
Norteamericano, cuando se presentaba el Plan Colombia definía explícitamente
que el objetivo del mismo tenía que ver directamente con el control de Ecuador
y Venezuela, dos de las principales (sino las principales) cuencas petrolíferas
del planeta.
Cuando los más destacados articuladores de la geopolítica
norteamericana definen la etapa de “guerra infinita”, lo que nos están
anunciando es justamente que la principal forma de producción política es la
guerra, y que eventualmente la política, contrariando en 180º a Clausewitz,
aparecerá como continuación de la misma, como momento extraordinario.
Por esto, y porque entendemos que lo que sucede en Venezuela
es un plan sistemático de desestabilización en el marco de una guerra de cuarta
generación y eventualmente de guerra híbrida, pensar la paz es pensar sólo un
momento posible de la política. Se trata de una guerra no declarada por parte
de los Estados Unidos, cuya posibilidad de retracción en su redespliegue, es el
fracaso continuado que viene sucediéndose de su proyecto de fin de ciclo y de
construcción de alternativas de dominación con las (nuevas) derechas.
Hay que entender la victoria de Lenin Moreno en Ecuador a
partir de los estragos de la restauración neoliberal que el macrismo operó en
Argentina. Del mismo modo, la victoria de Lenin Moreno provoca la agudización
de la ofensiva contra Venezuela en la desesperación por contener la reversión
del cambio de correlación de fuerzas internacional que habían conquistado. El
inminente fracaso de la operación en Brasil, con los escándalos de Temer y la
acometida de Lula, son también elementos de contextualización para el
aceleramiento del estrangulamiento sobre el proceso bolivariano.
Es una bomba de tiempo y el tiempo corre a favor de los
Pueblos. Sólo así se explica la desesperación y urgencias por definir los
procesos abiertos.
La posibilidad de intervención extranjera parecería
imposible si seguimos pensando en la primavera postneoliberal y fácilmente
olvidamos la larga y trágica historia de intervencionismo norteamericano en
Nuestra América.
Las nueve bases norteamericanas desplazadas en Colombia
configurando un cinturón contrarevolucionario, sumadas a las bases de OTAN en el
Caribe -puntualmente las bases de F15 y F16 de Curazao y Aruba a 40 Km de la
Península de Paraguaná donde se concentran las mayores refinerías venezolanas-.
Son sugestivas las disposiciones, lo que no puede entenderse sino fuera a
través de un plan injerencista invasor y apropiador de dicha península en
atención a la doctrina de defensa de los intereses vitales ante posibles
situaciones de alta inestabilidad política.
Insistimos en que se están subestimando las reservas de
subjetividad revolucionaria del Pueblo Bolivariano y de los pueblos todos de
Nuestra América. Las demostraciones de las Fuerzas Armadas Bolivarianas
comprometidas en el antiimperialismo -milicias de defensa bolivarianas donde se
enrolan centenas de miles de venezolanos-, son solo muestras parciales de la
enorme capacidad de resistencia que nuestro continente posee para enfrentar una
agresión injerencista.
Sostenemos, sin temor al error histórico, que Caracas puede
convertirse en la Madrid americana. No nos caben dudas que contingentes de revolucionarios
nuestros americanos están dispuestos a auxiliar al bravo pueblo bolivariano ante
un ataque invasor norteamericano.
La gran diferencia es que aquella heroica Madrid luchaba
desesperada contra una tendencia histórica que la enterraba. En este caso, la
heroica Caracas se mantiene firme a favor del tiempo histórico, que ya está
sepultando la era del imperialismo. ¡El mundo ha cambiado, por eso nos vestimos
con el optimismo histórico que nos advierte que Venezuela vencerá!
info.pianoticias@gmail.com
Pues como diría el comandante HASTA LA VICTORIA SIEMPRE, aunque los enemigos son muchos y muy poderosos, apoyando de verás a Venezuela y su pueblo, no como los de Podemos que se asustan cuando les nombran al Pais Bolivariano.
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