Por: Dr. Néstor García Iturbe
Cuando analizamos la historia de Estados Unidos y la
situación actual que existe con Donald Trump como presidente, no podemos
olvidar que con anterioridad a Trump, otro millonario, nombrado Ross Perot,
aspiró a la presidencia del país. Perot participó en las campañas
presidenciales de 1992 y 1996, para lo cual fundó el Partido de la Reforma de
Estados Unidos. La plataforma
programática que publicó Perot tenía
toda una serie de aspectos que fueron señalados por Trump en su campaña
electoral como asuntos a resolver, entre ellos la solución del desempleo y la
reducción de la delincuencia.
Ross Perot fundó un nuevo partido para aspirar a la
presidencia, sin embargo, Trump utilizó uno de los dos tradicionales para sus
aspiraciones, el partido republicano y aunque muchos, dentro del mismo,
pensaron que nunca sería nominado como aspirante a la presidencia, lo fue, para
posteriormente ganar las elecciones a pesar de la oposición demócrata, de parte
de los miembros del propio partido republicano, la prensa y otros componentes
del “establishment.”
Algunos miembros de la clase dominante de Estados Unidos,
incluyendo a Trump, consideran que ya es hora de no darles más instrucciones a
los políticos sobre lo que tiene que hacer en defensa de sus intereses
económicos y hacerlo ellos mismos.
Consideran que los políticos son una desgracia para la
nación, que han promovido el deterioro moral
en que se encuentra el país, con frecuencia se han visto involucrados
en escándalos dañinos para la imagen del
sistema, prácticamente todos se han
enriquecido ilícitamente como resultado
de la corrupción administrativa
aprovechando los cargos que ocupan en el gobierno, es bochornoso, que en su mayoría, han recibido grandes cantidades de dinero
y prebendas por el otorgamiento de contratos y compras de cosas inútiles a precios estratosféricos,
dilapidando el dinero que los contribuyentes pagan como impuesto.
La llegada de Trump a la Casa Blanca y la de varios miembros
del “establishment” que tienen su mismo criterio, ha provocado serias
divisiones y contradicciones dentro de la clase dominante, pues las
proyecciones del nuevo gobierno, en muchos casos, afectan los intereses
económicos de un sector, que durante años, ha estado desarrollando actividades
que no están comprendidas en las nuevas direcciones que se quieren implantar en
la sociedad, la economía, la política exterior y la vida general de la nación.
Podemos decir que ambas tendencias están encaminadas a la
defensa de los intereses económicos del “establishment”, pero algunos, que han
comprendido la real situación en que se encuentra el país y los problemas
económicos y sociales que lo afectan,
consideran que es una necesidad inmediata solucionar la mayor parte de estos,
para evitar un estallido social, que pueda originar cambios verdaderamente
revolucionarios, donde los miembros de la clase dominante pierdan el control
del país, además de una parte sustancial, o toda su riqueza y el poder pase a manos del pueblo. Eso es un gran
peligro para el sistema.
Durante el gobierno de Obama, este asunto se consideró como
una alternativa posible, por lo que las
fuerzas de la policía, la guardia nacional y parte de las fuerzas armadas
regulares, realizaron ejercicios que
tenían como objetivo determinar las distintas situaciones que podían
presentarse en contra del sistema y los medios y métodos que serían utilizados
para reprimir al pueblo estadounidense, en caso de que se originaran estallidos sociales.
Una de las operaciones realizadas con ese fin fue la
denominada “Hade Helm”, que se desarrolló en marzo del 2015, en la que
intervinieron 120,000 efectivos y cuyos objetivos eran controlar las
manifestaciones fuera del orden establecido, en Texas, Nuevo México, Arizona,
Colorado, Utah, Nevada y California. En esta operación también participaron los
efectivos de la Base Aérea Eglin en la
Florida y los de Camp Shelby en Stennis Island.
Los estados seleccionados para ejecutar esta operación
tenían un alto por ciento de desempleo, bajos salarios, malas condiciones en lo
relacionado con la educación y los cuidados médicos, un alto número de
inmigrantes ilegales y la población de los mismos, en ocasiones, había
originado protestas locales por distintos motivos, entre ellos, por
discriminación a ciudadanos de la raza negra.
El enemigo del sistema no vendría
de otro país, estaba en el país.
Todo esto nos ofrece una explicación de cómo las fuerzas
contrarias a Trump, tanto demócratas como republicanas, al igual que otras
fuerzas de la superestructura, cerraron
filas en su contra, pues lo que estaban defendiendo no eran sus ideas
políticas, era su dinero y la supervivencia del procedimiento que estaba
aplicando el sistema.
A esas fuerzas no les interesaba la cantidad de
desempleados, que a finales del 2016 eran 94 millones de personas, lo
importante era continuar invirtiendo capitales en el exterior en países donde
se podía explotar la mano de obra barata, se recibía excepción de impuestos por
un término de años y se podían enviar
las ganancias a los paraísos fiscales, sin que el gobierno del país tuviera
objeción alguna. Tampoco le interesaban otros problemas económicos y sociales
que sufría el pueblo estadounidense, lo realmente importante para ellos era
obtener ganancias sin calcular las consecuencias que esta política podía tener
para la nación.
En esta guerra es difícil ganar todas las batallas y ya
Trump se ha dado cuenta de esto, de ahí que muchas de sus promesas y
declaraciones realizadas en la campaña electoral han tenido un cambio
sustancial. Ahora su forma de actuar
complace en un grado mayor los intereses económicos de los que se oponían
sistemáticamente a todo lo que trataba de realizar.
También ha cambiado la fuerza de la oposición que enfrentó
en los primeros días de su mandato, pues aunque aún quedan remanentes de esta,
las “grandes manifestaciones” que se reflejaban en la prensa ya no se realizan,
se realizan con una fuerza menor, o la prensa establecida las refleja de forma
menos crítica hacia sus acciones o promesas.
Ya Trump se está poniendo de acuerdo con los grandes
intereses económicos que dominan el país y aunque todavía no es un
gobierno totalmente entregado y bajo la
dirección del “establishment”, al estilo de Obama, o lo que hubiera hecho
Hillary Clinton de llegar a la Casa
Blanca, sus acciones son más aceptables, por no llegar a deteriorar
significativamente lo establecido por el sistema.
En relación con la OTAN, después de haber dicho que era una
organización obsoleta y que todos los miembros de la misma debían pagar sus
gastos de operaciones, con posterioridad a su entrevista con el Secretario General de la organización,
declaró que ya no era obsoleta, sin explicar el motivo del cambio de opinión. No obstante, mantuvo que todos los miembros debían pagar los
costos de sus operaciones.
Al parecer, ya le explicaron a Trump el verdadero papel que juega
la OTAN como testaferro de Estados Unidos y el papel que esta ha jugado,
juega y jugará en todas las aventuras militares del imperio, es por eso que
ahora dijo no es obsoleta.
En relación con China también modificó sustancialmente sus
opiniones. La reunión con el presidente chino
Xi Jimpin influenció en gran
medida para que no los continuara
denominando “manipuladores de divisas” y
modificar su posición hacia el país asiático.
En la preparación para dicha reunión Trump recibió
explicaciones sobre el papel de aliado que juega China para los intereses
económicos estadounidenses en Asia, la influencia que dicho país tiene sobre
Corea del Norte y la posibilidad de control que puede ejercer en caso de un
conflicto armado, las inversiones estadounidenses en China y hasta el verdadero origen de los miles de
millonarios chinos, inexistentes en la etapa de Mao, que murió en septiembre de
1976. Un verdadero aliado en Asia, con el que deben tenerse las mejores
relaciones.
Otro asunto en el que Trump ha cambiado en algo sus
criterios es el relacionado con los
tratados comerciales con Canadá y México.
Ya no plantea anularlos por completo, sino analizarlos bien y
modificarlos. Este cambio de opinión puede tener ramificaciones hacia otros
pronunciamientos de Trump, incluyendo el famoso muro y todo lo que implica.
Seguramente que ahora Trump recibió una buena explicación
sobre el plan de integración denominado UAN, Unión de América del Norte, que
incluye a Canadá, Estados Unidos y
México, los que inicialmente formarán una alianza tipo Unión Europea, con el
propósito futuro de convertirse en un solo país.
Todos los tratados entre los tres países, el ASPAN (Alianza
para la Seguridad y la Prosperidad de América del Norte) que en el 2005
sustituyó al TLCAN (Tratado de libre Comercio de Améica del Norte) benefician a
Estados Unidos, que ahora decide sobre lo que debe hacer la Unión y en el
futuro decidirá sobre las actividades del nuevo país.
¿De acuerdo con todo esto, dónde debe edificarse el
muro?
El lugar más adecuado es en la frontera de México con
Guatemala, pues en el propio tratado, aprobado y discutido en SECRETO por los
tres países, se plantea tender un perímetro de seguridad alrededor de toda la
América del Norte y no solo en las fronteras de Estados Unidos con México y
Canadá. Pueden apreciar que no se habla de muro, se menciona un perímetro de
seguridad, que puede estar compuesto por varias medidas, donde quizás no se
edifique un muro, ni se llegue a completar el ya existente en varias partes de
la frontera entre Estados Unidos y México.
Ante otras situaciones tanto de la política interna, como de
la externa, también el pensamiento de Trump ha tenido modificaciones, algunas
como experiencia de lo que puede y no puede hacer el presidente, la importancia
de ponerse de acuerdo con el Congreso y otros intereses que se reflejan en la
vida del país, como con el asunto de la liquidación del Obamacare, donde su posición radical ha tenido que modificarse,
esperando por mejores tiempos.
Donde ha existido consistencia en el pensamiento de Trump,
es precisamente en la necesidad de crear empleos en Estados Unidos. Esto ha
originado que varias empresas, no solamente estadounidenses, sino también de
otros países, se decidan a realizar inversiones que implicarán miles de nuevos
empleos para los estadounidenses.
Los nuevos empleos deberán incrementar la demanda del
mercado, de ahí que como resultado de los mismos, será necesario aumentar la
producción, lo que requerirá emplear más personas para garantizar esto. En caso de que los nuevos empleos creados no
resuelvan el problema, ya Trump anunció que el gobierno se encargaría de
fabricar carreteras, puentes, túneles, parques y otras obras sociales que
darían empleo a una buena parte de la población, sin que esto implique mayor
disponibilidad de mercancías en el mercado, otra forma de aumentar la demanda.
Quedan aún un buen número de situaciones sobre las que Trump
no ha tenido tiempo de estudiar adecuadamente y lo que sabemos de su posición
al respecto, es lo que planteó durante la campaña electoral. Dentro de esas
situaciones se encuentra la conducción de la política exterior en relación con
Cuba.
Conocemos lo que dijo en relación a las negociaciones con
nuestro país, la única novedad a señalar, es el nombramiento de Jason Greenblatt como negociador para Cuba. En cuanto al resto de los asuntos, podemos
decir que, hasta ahora, los mismos continúan marchando según los “arreglos” que
se acordaron con la administración Obama, a pesar de que con frecuencia, los
abanderados de la hostilidad hacia Cuba, tratan de provocar declaraciones de
Trump, o de algunos de sus funcionarios sobre las medidas que se tomarán.
De acuerdo con mi criterio, lo mejor que podemos hacer, es
continuar avanzando por el sendero que tenemos abierto, aprovechar todas las
oportunidades que se presenten y promover otras, si es posible. Eso será uno de los aspectos que la
administración Trump deberá tomar en consideración, cuando se decida a efectuar
el análisis de esta situación. Él no está apurado y nosotros tampoco debemos
estarlo.
Los empleos creados en Estados Unidos como consecuencia de
los negocios con Cuba, el nivel e importancia y seriedad que tengan dichos
negocios, los criterios de aquellos que gracias a las licencias viajan a Cuba y
no solamente hablan de nuestra hospitalidad sino también de las oportunidades
en el turismo, el comercio y otras actividades, serán determinantes cuando
Trump tenga tiempo de analizar su política hacia Cuba.
sarahnes@cubarte.cult.cu
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