miércoles, 4 de julio de 2018

En Télam, con brutal ajuste, se cumple con el FMI y Clarín


 Por Emilio Marín:
Despidos masivos y justificaciones mentirosas
El martes 26 comenzó el paro de trabajadores de la agencia Télam, buscando impedir los 354 despidos. El ajuste en Télam es la prueba del amor entre Macri y el FMI.

En la agencia nacional Télam trabajaban 878 personas. La mitad fue cesanteada. El 26 de junio cuando iban entrando a Bolívar 531 quedaban con la ñata contra el vidrio porque se les rechazaba su huella digital. Los telegramas de despidos fueron llegando después a sus domicilios. Primero el ajuste y la carnicería, después las formas y cuestiones legales, leguleyas bah.

Esa falta de comunicación añadió más dolor a las víctimas. No les hablaron de frente ni les dieron las gracias por 20 o 30 años de servicio, informando al país. Los despidos son un golpe de nockout para los 354 periodistas, fotógrafos y empleados que se quedan sin su ingreso, algo muy duro en las condiciones de recesión con inflación y pérdida de miles de empleos hasta admitidos por el Indec macrista.

Esa es una tragedia. También implica un golpe severo a los 2.800 abonados, entre ellos medios pequeños y medianos de Capital e interior que no tienen la espalda de Clarinete. Esas Pymes y cooperativas recibían los despachos, fotos y videos de Télam (el sector audiovisual nació con Cristina Fernández de Kirchner). Ahora esos envíos seguirán, pero en menor cantidad y apego a la verdad pues estarán guiados por el miedo de los sobrevivientes o el libreto de gerentes.

Los despedidos son 354. Uno de los delegados, ayer en “Nada del otro mundo”, FM 102.3 de Córdoba, dijo que había 3 más: dos lo habían sido por escribir contra las LEBAC. Fueron casos de censura, deleznable método que los ingenuos creen que no existe en democracia. Seguro que muchos otros nombres entraron al círculo infernal por haber escrito despachos similares a esos contra las LEBAC. Es una revancha patronal y gubernamental.

La excusa del presidente de la agencia, Rodolfo Pousá, fue que había una plantilla sobredimensionada. Y que se despidieron a quienes habían tomado una actitud “muy ideológica”, crítica del gobierno. Él estaba ahorrando “plata de todos”. Conceptos similares utilizó su jefe en el sistema de medios, Hernán Lombardi, para quien los despidos significaban una victoria del verdadero periodismo.

Esa última afirmación debería pagar el copyright a Alfonso Prat-Gay y su tristemente célebre justificación de que los despidos sacaban “la grasa militante”. Confirmado. El oficio de estos funcionarios es la carnicería.

Socios Macri y Lagarde
Entre los 878 empleados de Télam podía haber gente al pedo, para hablar mal y pronto. Por ejemplo los 120 que hizo entrar Macri, en su mayoría gerentes de altos sueldos y poca disposición al trabajo.
Aun así, no era una planta sobredimensionada. Pousá ya había echado a 300 trabajadores en su anterior gestión delarruísta. Ahora lo hizo de nuevo, a pesar que en esta segunda etapa había manifestado en un reportaje a Pablo Sirven que su sueño era hacer de Télam una nueva BBC (esta agencia británica tiene 21.000 empleados).

En su gestión 2000-2002 Pousá entró como funcionario político, sin concurso, pero al irse hizo juicio al Estado y cobró una indemnización de 229.476 pesos-dólares. ¿Este tipo habla de cuidar “la plata de todos”?

Las personas pueden cambiar para bien y merecen otra oportunidad. Pero Pousá entrevistaba al general Roberto Eduardo Viola en 1978 y bromeaba con él, tirando “centros a la olla” para que cabeceara el genocida. Entre 1983 y 1992 fue gerente de noticias de Canal 13, el tentáculo de Héctor Magnetto. De allí fue a Télam con el presidente de la Alianza que se ufanaba de dar buenas noticias. Con Macri volvió para destrozar la agencia oficial.

La culpa no se agota en ese mediocre. Sube por la escalera del poder hacia Lombardi y escala hasta Marcos Peña y Macri, deteniéndose en Christine Lagarde, del FMI, que cogobierna en Argentina junto a los monopolios y banqueros.

Para quienes guarden alguna duda sobre el acuerdo anunciado el 20 de junio, los 354 despidos en Télam menos de una semana después la deben haber aclarado.
La maniobra tiene tres objetivos.
Uno, “bajar el gasto público”, achicando la plantilla y operaciones de Télam, cumpliendo con la letra macri-fondomonetarista.

Dos, desmoralizar e infundir el miedo en el periodismo y medios de comunicación, para que no cundan las críticas al modelo. Este viene fracasando como mezcolanza de recesión, inflación, tarifazos, corrupción, endeudamiento, represión y dólar a 30 pesos que puede subir aún más.
Tres, achicar Télam para que crezcan más Clarín, La Nación, Infobae, Canal 9, La Cornisa y demás medios y periodistas serviles del poder, con sus respectivas pautas oficiales millonarias que Télam ya no auditará. No es casual que en junio del año pasado Nicolás Wiñazky (TN) reclamara la cabeza de “200 trabajadores kirchneristas que aún se desempeñan en la agencia”.

Dentro de lo malísimo de esta situación, lo bueno es que está uniendo más a los comunicadores. El 3 de enero pasado hubo por primera vez una asamblea y movilización conjunta de los trabajadores de Radio Nacional, la Televisión Pública y Télam, ante el ajuste inminente.

Sipreba y sus delegados vienen estando a la altura de las duras circunstancias, movilizando como gremio el miércoles 27 ante las oficinas de Lombardi en el CCK, custodiadas por centenares de agentes policiales.
Los periodistas de Télam fueron a Plaza de Mayo y se unieron a las Madres de Plaza de Mayo el jueves 28. Y también estuvieron con los encadenados familiares de los 44 marinos del ARA San Juan.
Esta vez no fueron a buscar la noticia ni hacer sus fotos y crónicas. Fueron a dar fuerzas a las víctimas del macrismo y el FMI, y a darse fuerzas ellos mismos, que también lo son.
ortizserg@gmail.com

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