domingo, 18 de marzo de 2018

Spacex la mano visible del Estado


Por Bruno Lima Rocha:
De la ciudad de Buenos Aires

La empresa privada de exploración espacial SpaceX, que invadió los noticieros el 6 de febrero de 2018, lanzó el cohete más potente en operación, el Falcón Heavy. Inmediatamente los periodistas y economistas liberales ovacionaron a SpaceX, la cual, supuestamente, simboliza cómo el sector privado despunta sin las injerencias estatales. Una vez más, los neoliberales, el liberalismo vulgar que circula por internet y tiene como fuente de financiamiento más que sospechosas fundaciones y lobbies de EEUU, afirman una mentira como media verdad. Simplemente no es verdad que el complejo aeroespacial o el complejo tecnológico-industrial-militar pueda incluso existir sin una fuerte articulación entre la oligarquía política, tomadores de decisión del Estado profundo y los elegidos del empresariado para cerrar los contratos de las industrias sensibles.



Este pequeño artículo objetiva desmentir las falacias y simplismos en torno a esta cuestión.
Es esencial conocer el Henry Ford del siglo XXI, o quizás, el Tony Stark de la vida real. Elon Musk, fundador y CEO de SpaceX, visionario de la colonización de Marte y uso de las energías renovables, nació en Sudáfrica. Desde joven escribía códigos de programación, ya los 17 años se trasladó a Canadá, donde estudió en Queen's, Universidad. Dos años más tarde, con ideales emprendedores, se mudó a Estados Unidos. Cursó Física y Negocios en la University of Pennsylvania. Luego, dejó el doctorado en Stanford para desarrollar startups del mundo digital. Siguiendo el modelo de otros emprendedores del mundo virtual, la educación formal puede quedar en segundo plano en lo que se refiere a las industrias nacientes

A finales de los años '90, Musk embolsó 307 millones de dólares en la venta de su primera empresa, para crear X.com, una empresa de pagos online, que se fusionó con Confinity, originando PayPal. En 2002, Elon Musk vende PayPal a Ebay por 1.500 millones de dólares (SEEDHOUSE, 2013). En este momento, con capacidad propia de inversión, crédito bancario a intereses del 1,75% al año, venture capital abundante, acumulación nacional de tecnologías y la organización y financiación directa del gobierno de Estados Unidos, es el ámbito de surgimiento de la SpaceX. Es decir, estamos hablando de intereses subsidiados, política de incentivo del gobierno central estadounidense y contratos de privilegios junto a la administración directa de la superpotencia.

En la época, que el Estado escoge qué empresas crecer con base en el mundo punto con y cuáles no. Una vez más la regla de acceso selectivo a través de la barrera político-institucional es observada. Con o sin tecnología del siglo XXI, las bases de la economía política aún descriptiva operan y define el fenómeno.

En el caso del capitalismo, por lo tanto, sujeta a las disputas de interpretación ideológica / teórica de la economía política (GILPIN, 2002), la reacción instintiva de los medios de comunicación de masas y de los politólogos liberales (mainstream) "Libertad económica" como principio y motivo del éxito de SpaceX. ¿Por qué "libertad", en esos términos - casi determinista - reducen la totalidad de las relaciones sociales a las leyes del mercado y su individualismo metodológico, de modo que la interferencia del Estado Nacional es innecesaria, o, debe hacerse lo menos posible, como afirmaba Hayek (SAYAD, 2015), (PRZEWORSKI, 1993). Dicho esto, la primera parte del artículo abordará brevemente la cuestión histórica de esta materia. A continuación, se devuelve la elucidación del caso SpaceX.

La larga mano del Estado
En consecuencia, en los artículos anteriores - La Sonda Voyager-1 invalida el discurso neoliberal de Meirelles, y, Gobernanza Global y Hegemonía de los Estados Unidos - se elucidó sobre el histórico del desarrollo americano moderno (eje anglosajón), el cual está ligado a las decisiones de Estado, tomadas en el marco de la 1ª y 2ª Guerra Mundial, así como la geopolítica practicada a lo largo y después de la Guerra Fría. En efecto, la competencia interestatal en la geopolítica internacional soldó los intereses del capital privado de Estados Unidos con sus estrategias de disputa por poder, por mercados y por territorios abundantes en materia prima.

No es casual que la institucionalidad estadounidense se postula en la triangulación entre la intención directa de los gobiernos de fomentar parques industriales privados orientados, protegidos por patentes y embargos nacionales - los institutos públicos y privados de investigación, y universidades; a su vez, combinados con los pedidos gubernamentales - NASA, DARPA, NSA, Departamento de Defensa - (Whallen, 2014, CGEE, 2013). De esta forma (resumidamente) se originaron las grandes tecnologías del siglo XX y XXI, como producto y subproducto de esa intrincada tela. (GUIMARÃES, 1999).

Es este arreglo que estructura el complejo industrial-militar y da agilidad para acompañar la revolución tecno-científica del siglo XX (las dos) para el avance de la telemática y el control sobre la infraestructura instalada correspondiente al control de la comunicación de señales. La analogía consagrada de la Triple Hélice-Estado, Mercado y Universidad- opera como eje estructurante del avance militar de EEUU en el área de la tecnología y, al mismo tiempo, el financiamiento prácticamente ilimitado de esta ventaja estratégica aumenta el rombo permanente de más de Usd 12 billones de dólares en el segundo año del gobierno de Trump.

Sin embargo, en el sector aeroespacial, dominado por los oligopolios estadounidenses de Boeing, Loockheed Martins y Raytheon (grandes proveedores del gobierno y protegidos por las políticas industriales).
Entre otras del ramo, históricamente compiten con el poder ruso, chino y europeo; de modo que se hizo financieramente más conveniente lanzar los satélites de EEUU a través de los lanzadores de Rusia, por ejemplo. Además, desde 2004, el gobierno de Bush decidió mantener su programa espacial hasta 2010, sobre todo tras el accidente del transbordador Columbia en 2003. Se ha intentado actualizar las directrices y tecnologías para revisar el papel que desempeña la NASA cumpliría en el siglo XXI, y rehacer la hegemonía aeroespacial de la Superpotencia. Sin embargo, debido a retrasos, cuestiones presupuestarias y afines, Estados Unidos viene dependiendo de Roscosmos, agencia espacial rusa, para hacer el traslado de sus astronautas entre la Estación Espacial Internacional y la Tierra (NASA.GOV, 2012).

El gobierno de Obama, por otro lado, percibiendo que la inversión en este sector es capaz de generar gran desarrollo, crecimiento económico y empleos, y que la independencia y poder de los Estados Unidos debe ser asegurada en ese sector, ha revertido, por lo tanto, la morosidad anterior por medio de cambios estructurales en el portafolio de la NASA. Sólo el programa Apolo, por ejemplo, costó en valores actualizados 150 mil millones de dólares, y empleó a 300 mil personas, de ahí la importancia de la inversión en este complejo. (SEEDHOUSE, 2013).

Trump va por el mismo camino, pero radicalizando.
La apuesta en la "guerra comercial", opera en la diplomacia presidencial, desestabilizando aún más regiones muy inestables y vendiendo armamento sofisticado sin ofrecer asociación y transferencia de tecnología y códigos fuente. A diferencia de la fantasía metafísica neoliberal, no hay "libertad de movimiento del capital independiente" del Estado, es justo al revés. Cuanto más tecnología embarcada, rúbrica de conocimiento sensible y protección bajo secreto de Estado, mayor será la interferencia y complementación entre empresa y gobierno, o complejos industriales y Estado profundo. La trayectoria es la mejor comprobación, además de la histeria colectiva que opera en el internet reaccionaria y colonizada brasileña.

Si históricamente, desde 1950 la NASA tiene una asociación sólida con el complejo industrial privado -cuya formación se dio justamente a causa de ella (NASA, 2012), y cuya estrategia gubernamental operaba a esas grandes empresas privadas como instrumento de proyección nacional (FURTADO, 1978); contemporáneamente, ese modo político y económico opera de modo semejante. He aquí que Boeing, o SpaceX, entran en el tablero.

El xandrez espacial. 
La reestructuración de la NASA desde 2006 previó proyectos como el Programa de Tripulación Comercial, a través del cual el cohete Falcon Heavy de SpaceX fue desarrollado. El programa de servicio de transporte público comercial - Comercial Crew & Service Pack - Oficina de Tripulación Comercial y Programa de Carguero - Commercial Crew Integrated Capability - Capacidad integrada de Tribulación Comercial - Certificación Products Contract - Contrato de Certificación producto.

Los ingenieros de la NASA y los expertos aeroespaciales trabajan junto a las compañías para desarrollar sistemas de transporte de tripulación que pueden, de forma segura, confiable y de costo compatible, llevar humanos a órbita baja, incluyendo la Estación Espacial Internacional, y retornar con seguridad a la Tierra [ ...] (NASA, 2012).

Las compañías interesadas están libres de desarrollar los sistemas de transporte que piensan ser mejor para el servicio. Para las fases de contrato de desarrollo y certificación, cada compañía debe cumplir con los requisitos previos de la NASA [...] (NASA, 2012). La asociación permite a los ingenieros de la NASA acompañar el proceso de desarrollo de la compañía mientras que la experiencia técnica de la agencia y recursos son accesibles a la compañía [...] (NASA, 2012).

La SpaceX es integrante del CCDev2, CCiCap, CPC y CCtCap, es decir, las principales fases de los proyectos, presupuestando, en el caso de esta empresa, 3.144 mil millones de dólares (NASA, 2012). Además, SpaceX obtuvo valores superiores a 5.500 millones de dólares en contratos con las Fuerzas Armadas y la NASA, (totalizando $ 12 mil millones); así como 4,9 mil millones de dólares sólo en subsidios gubernamentales (NASA, 2012).

Mark Spiegel, gerente del fondo de inversión Stanphyl Capital Patners, fue categórico: el apoyo del gobierno es el alcance de las empresas, de modo que sin él, nada de eso sería posible.

En uno de los contratos de licitación entre la NASA y la SpaceX, visto en https://www.nasa.gov/ sites / default / files / files / CCtCap_SpaceX_508.pdf, no sólo las cláusulas secretas son flagrantes, pero las leyes de secreto y el embargo comercial de la tecnología y avionics están dispuestos, lo que significa que SpaceX no puede vender los secretos tecnológicos estadounidenses a las empresas y países extranjeros. Pero, reiteramos, no hay espanto en eso y menos aún "novedad".

El asombro es saber que cientos de brasileños y miles de estadounidenses reproducen nociones absurdas de "libre movimiento de capitales", como si fuera una iniciativa similar abrir un pequeño negocio de servicios o alimentación a implantar una industria naciente y de cadena de valor agregada compleja! Talla sandice se reproduce como plaga en los "debates políticos" que no pasan de predicación doctrinal vulgar.

Volviendo al contrato está previsto que las empresas tendrán acceso a todo el histórico y acumulación tecnológica de la NASA, así como a su equipo técnico y gerencial. El Gobierno Federal (de los Estados Unidos), por su parte, no sólo tendrá acceso a los proyectos e instalaciones de la empresa, sino que también arbitrará plazos, directrices, requisitos y objetivos que los proyectos seguirán (NASA, 2012). Para constatar, estas cuestiones de embargos significan en la práctica que Estados Unidos puede bloquear el intercambio comercial de productos que tienen componentes tecnológicos de patente Americana, a través de la Ley de exportación de armas de exportación y la Ley de Administración de la exportación. Para ejemplificar, se observa el caso de la Fuerza Aérea Brasileña cuando, en 2006, tuvo su venta de 36 cazas Super Tucanos a Venezuela embargada por Estados Unidos, vista la tecnología aviónica que los aviones utilizan, sobre la cual Brasil es dependiente . Es decir, el poder de albedrío estadounidense trasciende sus fronteras.
El nuevo enfoque de la NASA para la adquisición de servicios de transporte es una extensión de las políticas del gobierno de los Estados Unidos, que desanima la competencia directa del gobierno con la industria manufacturera o los prestadores de servicios del sector privado. Sin embargo, es claro que este enfoque es posible sólo a causa de las inversiones anteriores realizadas por la NASA y el Departamento de Defensa, realizadas a lo largo de décadas de desarrollos de sistemas de vehículos de lanzamiento, procesamiento, tecnologías afines y componente [...] (NASA, 2012 )

CONCLUSIÓN
Esta información es pública. Ellas están presentes tanto en las bibliografías especializadas, como en los archivos oficiales de gobiernos. Al elucidar y sistematizar los detalles, es perceptible como las decisiones de Estado, referentes al poder nacional, su administración pública y la competencia geopolítica y económica internacional, está a su vez orgánicamente vinculada a los capitales privados nacionales. Es como si el Estado instrumentalizara a la empresa privada en detrimento de sus objetivos, en la medida en que el complejo industrial no sólo gana en ese proceso, sino que tiene sus agentes permeando las decisiones de gobierno, y viceversa. Vaya más allá. Se trata de una sentencia de "gobierno de facto", donde la oligarquía política, la alta tecnocracia de carrera va al encuentro de las industrias complejas ligadas al Departamento de Defensa (DoD, el Pentágono) del Imperio y tienen en sus gestores futuros tomadores de la decisión de la Superpotencia y viceversa.

Como se constató en este artículo, SpaceX es un ejemplo concreto de cómo funciona el capitalismo de los países desarrollados, en particular, el modus operandi de la gobernanza de los Estados Unidos. SpaceX no es fruto (sólo y tan sólo) de la mente "genial" de Elon Musk, sino también de la histórica estructura política, tecnológica y económica que lo rodea. Se queda sin saber si los folletines groseros y simplificados de liberalismo que se está extendiendo por Brasil seguirán ignorando los hechos presentados.
Ricardo Cámara es estudiante de relaciones internacionales - ricojc@hotmail.com
Bruno Lima Rocha es profesor de relaciones internacionales - blimarocha@gmail.com

Referencias:
CARVALHO, Thiago Bonfada de. Geopolítica Brasileña y Relaciones Internacionales, FUNAG, Brasilia, 2010.
CENTRO DE GESTIÓN Y ESTUDIOS ESTRATÉGICOS. Dimensiones Estratégicas del Desarrollo Brasileño: Las Fronteras del conocimiento y de la innovación: oportunidades, restricciones y alternativas estratégicas para Brasil. y en el caso de las mujeres.
FURTADO, Celso. La Hegemonía de Estados Unidos y el Subdesarrollo de América Latina. 3ª ed. De la ciudad de Buenos Aires. 1978.
GILPIN, Robert. La economía política de las relaciones internacionales. 1ª ed. Brasilia. Universidad de Buenos Aires. 2002.
Y en el caso de las mujeres. 500 años de Periferia - Una contribución al estudio de la política internacional. De la Universidad de Chile.
HIRSCH, Jerry. http://www.latimes.com/business/la-fi-hy-musk-subsidies-20150531-story.html, Los Ángeles, 2015.
La NASA. Los servicios de transporte público de los Orbital Services - La Nueva Era in Spaceflight, Rebecca Hackler, National Aeronautics and Space Administration Washington, DC, 2014.
La NASA. La NASA's Strategic Direction and the Need for a National Consensus. EL NACIONAL ACADEMIES PRESS, Washington, D.C. 2012.
Y en el caso de las mujeres. 500 años de Periferia - Una contribución al estudio de la política internacional. De la Universidad de Chile.
SAYAD, Juan. Dinero, dinero: inflación, desempleo, crisis financieras y bancos / João Sayad. 1a ed. San Pablo: Porfolio Penguin, 2015 SEEDHOUSE, E. SpaceX: Making Commercial Spaceflight la Realidad, Springer, Nueva York, 2013.
SPACEX Commercial Crew Transport Capability Contract (CCtCap) NNK14MA74C
TABARES, M.C. y Fiori, J.L. (1997) Poder y dinero, una economía política de la globalización. Petrópolis, Editora Voces

(En el caso de los Estados Unidos de América).

blimarocha@gmail.com




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