Por Rafael Flores
Si bien el devastador efecto de la guerra económica y
desabastece dora desenmascaró el propósito de la participación de la oposición
en el diálogo, no puedo evitar la duda en la insistencia que posterga la
severidad de la Justicia, a ese esfuerzo por la paz. La Justicia es el valor
para combatir esa forma de guerra que nos empuja hacia el abismo; el llamado en
tal sentido de Maduro, tras el ataque cibernético, fortalece mi confianza en su determinación por la Justicia y en su
fe en Dios; sin embargo, la influencia de escépticos quienes optan por el lento
deslizar al precipicio, es capaz de persuadir a muchos por esta opción suicida.
Maduro convocó al diálogo para
garantizar una convivencia en paz entre los venezolanos, pero el propósito de
la oposición ha sido utilizarlo como distracción, para destruir la economía y
privar al venezolano de alimentos y medicamentos.
En favor del diálogo fueron postergadas acciones justas,
radicales, necesarias contra esa guerra y, como consecuencia, ésta
oscureció la visión de la nación sobre
la intención imperial de recuperar su dominio sobre Venezuela y sus riquezas.
El transcurrir del tiempo jugó en contra de nuestra vocación democrática por
preservar la libertad, en la medida que las carencias menoscabaron la
conciencia colectiva del propósito de dominación imperial. La estrategia del
imperialismo y sus lacayos no tuvo un final exitoso, pero su fracaso no puede
ser atribuido al diálogo. Como sucedió el 13 de abril y el 17 de diciembre de
2002, la intervención de DIOS TODOPODEROSO le imprimió al imperialismo otra
derrota, cuando confundió sus mentes tramposas, al grado de que no lograran activar el referéndum
revocatorio.
El propósito de la oposición en el diálogo no es ahora
electoral, aún y cuando insiste en una inconstitucional elección general, su
propósito es obstaculizar la acción de la justicia contra sicarios imperiales,
quienes han dado inicio a otra ola de terror sobre la actividad económica, como
preámbulo a otro golpe, a otra guerra del imperio, ahora contra el pueblo
venezolano; así destruyó el imperialismo a la Libia de Gadafi e intenta, sin
éxito, destruir la institucionalidad Siria.
Ciertamente, en Siria la humanidad vive un momento distinto
al de Gadafi; ya el imperialismo estadounidense y europeo no ostenta la
hegemonía de entonces. El ejemplo de Justicia que inició en 1999 en Venezuela
iluminó a la humanidad con la esperanza, fue el alba del momento distinto que
vivimos hoy. En manos de Maduro no se repitió la tragedia que vivimos después
de 1830; hoy seguimos teniendo patria y el más firme propósito de un reino de
Justicia. Frente a la nueva ola de terror, Maduro demandó la aplicación de la
Justicia; en efecto, Justicia es nuestra arma fundamental para combatir al
terror. Es hora también de convocar a
los mejores, a los más experimentados venezolanos en el quehacer de la
Justicia, en investigación e inteligencia, en el combate a todas las formas de
terror que nos amenazan y dispuestos al sacrificio para preservar nuestra
libertad… Ayer conmemoramos la última
proclama de Chávez, mañana la del Libertador, seamos dignos herederos de ambos,
quienes lo dieron todo por nuestra libertad.
eveliseyrafael@gmail.com
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