Cuba sí respeta todos los derechos humanos
La muerte de Fidel Castro ha reorientado las críticas que el
imperio y otros satélites le hacen a la isla socialista. Obligados a admitir
que allí hay salud y educación, pretenden negar la vigencia de los derechos
humanos.
Por Emilio Marín:
El fallecimiento del líder de la revolución cubana supuso
una conmoción regional e internacional, comenzando por la Mayor de las Antillas
donde 11 millones de cubanos lo lloraron como a un padre.
Ese dato fue muy significativo para el tiempo pretérito pero
también actual, pues mostró el apoyo que tiene la revolución, descontando el
mínimo número de mal nacidos que trabajan para el imperio, a cambio de los
emolumentos pagados en la embajada reabierta en agosto del año pasado.
Ningún dictador al morir -así calificaban al comandante en
jefe- podía emocionar y movilizar a millones de personas, como sucedió durante
los nueve días de luto decretados por Raúl Castro.
Respecto a lo que está por venir, aquella movilización y
compromiso de la cubanía tiende a demostrar que la isla seguirá siendo
socialista, con otros líderes y cambios introducidos y por introducirse en los
próximos años. Además de la muerte de Fidel, el actual presidente dejará el
gobierno en 2018, al cumplirse los dos mandatos de cinco años que asumió en
2008. Nadie puede decir con certeza cómo será el futuro político de Cuba ni de
ningún otro país. Hay que ver para creer, pero por lo visto, oído y vivido en
estos años, y con el funeral laico de hombre de 90 años, se puede evaluar que
porvenir seguirá teñido de socialismo.
Otro elemento que puede dar pista de que así será es el modo
impiadoso como los enemigos de Cuba han redoblado sus ataques contra la
revolución, enarbolando el estilete de los derechos humanos. Esos derechos no
tendrían vigencia en la isla. ¿Quién lo dice? Donald Trump, quien calificó al
muerto como un “brutal dictador” y amenazó con anular los acuerdos firmados por
Barack Obama si Cuba no realizaba “una apertura política”. Agregó que dejó un
legado “de escuadrones de fusilamiento, robo, sufrimiento inimaginable, pobreza
y la negación de los derechos humanos fundamentales”.
El multimillonario prosigue la línea que en febrero de 2008
marcó George W. Bush, por entonces en la Casa Blanca. El texano rechazó
reunirse con el flamante mandatario Raúl Castro, porque “se trataría de un
error hablar con un tirano”.
Tiranos son los que invadieron Afganistán, lo ocuparon,
bombardearon zonas de Pakistán y crearon centros militares como Bagram donde la
tortura a los prisioneros fue cosa común y corriente. Esos políticos y
militares estadounidenses fueron responsables de la invasión a Irak pretextando
que su gobierno tenía armas prohibidas nunca halladas, con bombardeos, crímenes
y torturas en la cárcel de Abu Ghraib. Libia también supo de su intervención,
bombardeos de la OTAN, muerte del presidente y robo de los recursos naturales.
Después fue el turno de Siria, que aún dura. En fin, los tiranos dicen que
tiranos son los otros...
Buena performance
Es al revés de lo que afirma la campaña norteamericana: la
isla tiene un más que aceptable cumplimiento de los derechos humanos. Por eso
desde 2008 viene siendo elegida por la región para integrar el Consejo de los
Derechos Humanos de la ONU que funciona en Ginebra.
El mandato es por tres años y desde entonces ha sido
reelecta con el paréntesis estatutario de un año de vacancia en que un país no
puede ser re-reelecto. Y cada vez consigue un apoyo mayor de países de
diferentes regímenes sociales y políticos. Por ejemplo, el 28 de octubre
último, casi un mes antes del fallecimiento de su líder histórico, tuvo el
apoyo de 160 naciones, por lo que a partir del 1 de enero continuará en el
Consejo durante el período 2017-2019, como uno de los ocho representantes de
América Latina y del Caribe.
Cuba ya estuvo en el Consejo entre 2006-2012, y 2014-2016.
Lo hizo con una plataforma muy sencilla: bregar para que todas las personas del
mundo tengan los mismos derechos, se respete la Carta de la ONU y tengan
vigencia la cooperación y la solidaridad internacional. Su mejor presentación
es la forma cómo la población cubana tiene esos derechos, por un lado, y por el
otro, cómo los maestros, médicos y especialistas cubanos colaboran con esos
derechos en otras partes del planeta.
Otros países no pueden decir lo mismo, por ejemplo el
gobierno de Mauricio Macri fue fulminado por la resolución de octubre pasado
del Comité sobre Detenciones Arbitrarias, que depende del Consejo de la ONU en
Ginebra, reclamándole la libertad de la dirigente social y legisladora del
Parlasur, Milagro Sala.
El voto de esos 160 países para que La Habana ocupe un lugar
dentro del Consejo de 47 miembros también tuvo en cuenta que Cuba ha firmado y
ratificado 47 de los 61 Tratados Internacionales de Derechos Humanos. Raúl
Castro lo recordó en la conferencia de prensa conjunta con Barack Obama, el 21
de marzo pasado. Ningún país cumple con los 61 convenios internacionales en la
materia, pero el suyo signó 47. El mal vecino tiene un prontuario de
violaciones a esas conquistas y firmó una cantidad muy inferior.
Prontuario norteamericano
Incluso en tiempos de Bill Clinton, cuando esa
administración demócrata arreciaba en sus críticas a Cuba -certificando que no
es un asunto de los republicanos sino del bipartidismo-, salió Noam Chomsky a
cuestionarlo. Acusó a Washington de desconocer “los derechos socio económicos
de la Declaración Universal de Derechos Humanos” y “la Declaración de la ONU
sobre el Derecho al Desarrollo”. El lingüista completó su crítica: “el Convenio
sobre los Derechos del Niño, por ejemplo, fue ratificado por todos los países
salvo Estados Unidos y Somalia”.
Más acá en el tiempo, el 1 de marzo de 2015, la Ministra del
Poder Popular para la Mujer e Igualdad de Género, Andreína Tarazón, de
Venezuela, enumeró las convenciones de DD HH que el imperio no ha firmado o
ratificado: Convención sobre la eliminación de todas las formas de
discriminación contra la mujer (CEDAW); Convenio para la Represión de la Trata
de Personas y de la Explotación de la Prostitución Ajena; Protocolo de Kyoto de
la Convención ONU sobre Cambio Climático; Convenios contra crímenes de guerra y
crímenes de lesa humanidad; Tratado de la ONU sobre la prohibición completa de
los ensayos nucleares; Convención Internacional contra el reclutamiento, la
financiación y el entrenamiento de mercenarios; Convenio Internacional para la
represión de los atentados terroristas cometidos con bombas; Convenio
Internacional para la represión de la financiación del terrorismo; Convención
sobre los Derechos del niño, contra la prostitución y pornografía infantil;
Protocolo Facultativo del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos,
destinado a Abolir la Pena de Muerte; Convenio relativo a la libertad sindical,
negociación colectiva y sobre la edad mínima para el empleo. Además suspendió
su adhesión a la Corte Internacional de Justicia y al Estatuto de Roma de la
Corte Penal Internacional.
Con semejante prontuario, ¿cómo se atreven los gobernantes
estadounidenses a cuestionar la vigencia de esos derechos en la Patria de José Martí?
Logros de Cuba
Es falso que en la isla vayan presas determinadas personas
por sus ideas. Van presos quienes cometen delitos, como en todos los países
(donde muchas veces los delincuentes, sobre todo los de cuello blanco, están
impunes). Como se trata de un país bloqueado por EE UU en forma total desde
febrero de 1962 y con 638 intentos de asesinar a Fidel Castro, es obvio que la
seguridad del Estado esté atenta. Y que haya denuncias y a veces detenciones de
aquellos que, pagados por la potencia bloqueadora, atentan contra su propia
nación.
Que Cuba tenga a raya a esos elementos contrarios a la causa
patriótica no es violación de los derechos humanos. El General José de San
Martín los desterraba cuando estaba a cargo de la gobernación de Mendoza antes de
cruzar los Andes, los confiscaba y a algunos, incluyendo a los espías realistas
y los desertores propios, los fusilaba (ver “Seamos Libres”, de Norberto
Galasso, pág. 152).
De allí a violar los DD HH media un abismo. En el único
lugar de Cuba donde existe una prisión ilegal es en Guantánamo, donde llegó a
haber centenares de secuestrados sin juez ni causa, sometidos a torturas y
abusos. Cinco de los prisioneros se suicidaron. Esa cárcel ilegal se iba a
cerrar en enero de 2009, según promesa incumplida de Obama, pero sigue
funcionando y no tiene nada que envidiarle a Abu Ghraib y Bagram.
La isla socialista no tuvo ni tiene 30.000 desaparecidos
como Argentina en la dictadura militar-cívica, ni 250.000 víctimas como
Colombia por su conflicto armado.
El pueblo cubano tiene escuelas, alimentación y salud, a
diferencia de 52 millones de estadounidenses que no tienen seguro de salud. Una
Declaración de la Red Nacional de Solidaridad con Cuba en EE UU alertó: “a
medida que se aproxima el invierno en el Hemisferio Norte, más de 500.000
personas dormirán en las calles o bajo puentes en EE UU; familias enteras con
sus niños vivirán en automóviles”. En la isla, la mortalidad infantil es de 4
por mil nacidos vivos. Y como proclama un cartel que pusieron en 1998, cuando la
visita de Juan Pablo II, “200 millones de niños esta noche van a dormir en la
calle, ninguno de ellos es cubano”. Touché, capitalismo.
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