EE UU impone a Cuba un Bloqueo desde febrero de 1962
Por Emilio Marín
Por ahora son sólo palabras y cambios cosméticos. El bloqueo
sigue y Cuba va a la Asamblea General de la ONU por su victoria n° 25.
Mucha gente desinformada cree que el bloqueo estadounidense
contra Cuba es un asunto del pasado. Es que hubo tantas declaraciones de Barack
Obama admitiendo el fracaso de más de 50 años del bloqueo y diciendo que no se
pueden obtener resultados diferentes aplicando las mismas políticas obsoletas,
que se puede llegar a esa errónea apreciación de que ya fue la agresión contra
la Mayor de las Antillas.
Esa falsa creencia no es inocente ni espontánea. El aparato
comunicacional estadounidense la alimenta, para zafar de las acusaciones han
caído sobre Washington por ese crimen de guerra y hasta delito de genocidio.
Desde Dwight Eisenhower hasta Obama han pasado once administraciones en la Casa
Blanca y con matices eso se mantuvo como política de Estado. Su objetivo fue
someter a privaciones inauditas al pueblo afectado para instarlo a levantarse
contra su gobierno revolucionario. Recién allí, sin la mínima sombra de ese
sistema social igualitario y sin los Castro en el poder, admitía el Departamento
de Estado, se flexibilizaría lo que beatíficamente denominan “embargo”.
En ese aspecto político, social y diplomático, el camino
agresivo trazado por el imperio le devino en derrota monumental. La patria de
José Martí no claudicó de sus principios con bloqueo, Playa Girón, avión de
Barbados, atentados terroristas, terrorismo mediático, infiltración, expulsión
de la OEA, planes de agresión militar y un largo etcétera.
Un rubro donde se pueden contabilizar perfectamente las
victorias cubanas son las votaciones en la Asamblea General de la ONU. La isla
llevó allí por primera vez en 1992 su proyecto de resolución “Necesidad de
poner fin al bloqueo económico, comercial y financiero impuesto por los Estados
Unidos de América contra Cuba”. Y logró la victoria número 1. El año pasado, en
la 70 Asamblea General, la votación fue favorable a la isla por un marcador
abrumador pues 191 naciones la apoyaron, contra 2 que votaron en contra: EE UU
e Israel.
En años anteriores solían abstenerse tres pequeñas islas del
Pacífico muy dependientes del presupuesto norteamericano, Micronesia, Palau y
Marshall, pero en 2015 votaron por Cuba. Así se forjó la goleada número 24. Y
el próximo 26 de octubre, en la 71 Asamblea General, La Habana tendrá su
victoria número 25 por un amplísimo marcador. Esas votaciones lamentablemente
no se concretan porque no llegan al Consejo de Seguridad y allí el bloqueador
podría bloquear -valga la redundancia- una resolución adversa por su poder de
veto.
De todos modos, aquellas votaciones en la Asamblea General
son un termómetro para saber qué opina el mundo. Y el planeta levanta alta
temperatura, indignado por el bloqueo.
Mentiras verdaderas.
La idea errónea de que el bloqueo casi no existe más es
alimentada por quien bloquea, para sacarse responsabilidad y achacar los
problemas a su víctima. Pero también se basa en retazos de verdad, recónditos,
como suelen tener las mentiras.
Es cierto que a partir de diciembre de 2014 la comparecencia
televisiva por separado de Obama y de Raúl Castro, informando de su
determinación en común de avanzar hacia relaciones diplomáticas y anunciando la
libertad de los tres héroes cubanos presos en EE UU desde 1998 y del espía
norteamericano Alan Gross, abrió una nueva etapa.
Es verdad también que se reabrieron las embajadas: en julio
de 2015 la de Cuba en Washington y en agosto la del imperio en El Malecón.
También es cierto que en esa atmósfera enviciada por el
bloqueo pero donde empezaba a colarse algo de aire fresco, llegó el 2 de mayo a
la capital cubana el primer barco norteamericano, el Adonia, de la compañía de
cruceros Carnival Corp., que arribó con 704 pasajeros.
La aerolínea estadounidense Jet Blue posó su primer avión en
Santa Clara, el 31 de agosto, con turistas. Ahora otras firmas como American
Airlines tienen proyectos para reanudar vuelos comerciales a la isla.
Esos elementos nuevos fueron positivos. Su límite es
cuantitativo y sobre todo cualitativo: son pocos y no cambian la esencia del
bloqueo, como lo expuso el 9 de setiembre el canciller cubano Bruno Rodríguez
Parrilla al dar a conocer la ponencia que llevará a Nueva York ante la ONU y
que se votará el 26 de octubre próximo.
Daño millonario.
Ese reporte del Minrex demuestra que aún con los cambios
cosméticos de Obama, incluso su gesto amistoso de visitar Cuba el 22 y 23 de
marzo pasado, el bloqueo siguió rigiendo, imperturbable. De marzo de 2015 a
marzo de 2016 se ha provocado en la economía isleña daños económicos directos
por otros 4.680 millones de dólares, lo que sumado a los daños de años
anteriores asciende a 125.873 millones de esa moneda. Para cualquier país es
una suma que mete miedo; a la isla no le provoca ese sentimiento de pavor, pero
sí un daño profundo a su economía, que se traduce en perjuicios a su gente.
Por ejemplo, el canciller denunció que FARMACUBA solicitó a
4 proveedores estadounidenses medios de protección, y productos químicos y
biotecnológicos para la elaboración de medicamentos. Entre ellos a la empresa
multinacional SIGMA-ALDRICH, quien se negó a responder a la solicitud cubana
debido a las complicaciones derivadas de la aplicación del bloqueo.
Así se afecta la salud de los cubanos. También la
alimentación, pues la prohibición de comerciar con quien está ubicado a sólo 90
millas, que obliga a hacerlo con otros mercados lejanos, supone un
encarecimiento de las semillas, fertilizantes, repuestos para la maquinaria
agrícola, etcétera. Y eso en el período señalado de marzo de 2015 igual mes del
año actual provocó daño por 605.706.289 dólares.
Es una verdad de Perogrullo que se vive en un mundo
interrelacionado.
Y esa circunstancia lo es doblemente para una isla, rodeada
de mar, que necesita comerciar con el mundo para relacionarse, aprovisionarse,
aprender y enseñar, sobre todo Cuba, que tiene tanto para enseñar en materias
sensibles a la humanidad. Y esas vinculaciones se ven coartadas por el bloqueo,
pues no le permiten el uso del dólar ni abrir cuentas bancarias en EE UU, pese
a que en marzo de 2016 el gobierno de Obama informó que esas limitaciones
quedaban eliminadas. Al 9 de setiembre
en que el canciller cubano presentó su informe, su país seguía sin poder
comprar ni pagar ni recibir pagos en la moneda estadounidense, ni sus empresas
abrir cuentas bancarias en el mal vecino.
El renglón financiero es una soga especialmente asfixiante
del bloqueo, porque pretende cortar las venas de Cuba. Que no venda. Que no
compre. Que no pueda pagar. Que sus embajadas y consulados del mundo no puedan
recibir ni hacer transferencias en dólares, ni para sus empleados ni para los
turistas. Y no es que la isla de la dignidad ahora adore al billete con la cara
de George Washington; simplemente es el medio de pago internacional y a él debe
acudir. Seguro que le gustaría pagar con billetes con la efigie del Che
Guevara, pero el resto del mundo utiliza el dólar, aunque también hay otras
monedas convertibles.
Y allí la denuncia de Cuba contra la administración
demócrata actual tiene la contundencia del nockout. Es que Obama prometió
ablandar el bloqueo y solicitar su levantamiento al Capitolio, pero durante su
gobierno multó por 14.000 millones de dólares a entidades financieras
internacionales por el “delito” de transacciones con la isla.
La más grave fue adoptada contra el banco alemán
Commerzbank, que decidió finalizar sus operaciones con Cuba, luego que EE UU le
impusiera una multa de 1.710 millones de dólares en marzo de 2015 por
transacciones legales con La Habana.
En Argentina también.
No vaya a creerse que se bloquea a Cuba sólo desde EEUU. Las
leyes del imperio, como la Torricelli (1992) y la Helms-Burton (1996) extienden
en forma extraterritorial esa medida ilegal, hacia otras empresas y países.
Lamentablemente Argentina es parte del problema, no de la solución.
En 2014 la empresa de catering Sky Chef cesó de pronto la
provisión a Cubana de Aviación en Ezeiza porque la firma, alemana, había sido
adquirida por otra norteamericana.
Es parte de ese bloqueo la decisión de Mauricio Macri,
anunciada en abril pasado, de que Aerolíneas Argentinas (AA) suspenda los dos
vuelos directos semanales Buenos Aires-La Habana, que iban llenos de pasajeros.
En cambio mantuvo las salidas a Cancún y Punta Cana.
Días atrás el embajador cubano en Buenos Aires, Orestes
Pérez, denunció que el Citibank de Argentina se había negado a tramitar pagos
de clientes de Habana tur.
El informe del canciller cubano denunció las limitaciones
que tienen los cubanos para interactuar en Internet, entre ellas vedadas las aplicaciones
de Google. Esa firma norteamericana tiene una sucursal en Puerto Madero que
atiende a toda Hispanoamérica. Su CEO, Adriana Noreña, participó del reciente
Mini Davos o Foro de Inversión en Buenos Aires. Reporteada por Clarín, declaró
que ella y su empresa “defienden la diversidad de ideologías pues se genera más
valor agregado cuando hay diversidad de ideas”.
La pregunta a la ejecutiva de Google es ¿es diversidad de
ideologías prohibir bajar sus programas y aplicaciones a las IP de Cuba?
ortizserg@gmail.com
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