Por Grupo Expresión Karuachi
Se le conoce a esta parte
del mundo como el “Hemisferio Occidental”; sin embargo, este es un término
producto de la influencia y posicionamiento de una potencia hegemónica, la cual
se reconoce a sí misma como el centro de poder omnímodo, que luego de la II
Guerra Mundial redefinió a su antojo el juego de las Relaciones Internacionales
basadas en su “interés nacional”, colocándose así por encima de los proyectos
nacionales del resto de los países americanos. Con esta breve caracterización
nos referimos al hegemonía estadounidense, el cual desde 1948, en el fragor del
Bogotazo, empujó la conformación de la Organización de Estados Americanos
(OEA).
Dicho organismo, tenía como
propósito ser un espacio político deliberativo de la post guerra, que al igual
que la recién creada Organización de Naciones Unidas (1945), permitiera crear
un nuevo orden mundial. Sin embargo, esa concepción de nuevo orden, ha sido
imaginada como un salvoconducto y carta blanca para en nombre de la democracia
y de la libertad causar intervenciones como las ocurridas en: Cuba (1952),
Guatemala (1954), Cuba (1961), Brasil (1964), República Dominica (1965),
Argentina (1976), Nicaragua (1981), Granada (1983), Panamá (1989). Así vemos
como a lo largo de la historia contemporánea de América, esas y otras muchas
intervenciones, auspiciadas desde EE.UU. han sido validadas ya sea por voz y
voto o por silencio de la OEA.
Pues fue concebida como la
expresión de un imperialismo que ya se posicionaba como la reacción ante el
Socialismo o gobiernos nacionalistas contrarios a los intereses imperiales.
Para nadie es un secreto, que luego de un respiro político el 6 de diciembre de
2015, sectores de la oligarquía venezolana agrupadas en Mesa de la Unidad
Democrática (MUD), una suerte de salvavidas para el remanente de otrora líderes
de partidos políticos caídos en desgracia por su pésima gestión pasada y para
las “caras nuevas” nacidas de ese mismo pasado que en esencia no pueden
desvincularse del mismo, iniciaron una especie de cruzada internacional.
Con el único propósito de
debilitar al gobierno del Presidente constitucional, Nicolás Maduro Moros, para
sacarlo del poder en un lapso de 6 meses (Discurso del Presidente de la
Asamblea Nacional el 05 de enero de 2016, con motivo de la instalación del
período legislativo).
Bajo las premisas de
supuesto régimen dictatorial, violaciones a la Constitución Nacional -
eliminada de un sólo plumazo en el Golpe de Estado del año 2002 por este mismo
sector-, violaciones a los derechos humanos, inseguridad, desabastecimiento de
alimentos y de medicinas, actores de la oposición, hoy desde espacios de poder
al que legítimamente accedieron por vía democrática, han logrado posicionar con
el apoyo de las grandes trasnacionales de la comunicación (CNN, BBC Mundo, ABC
de España, entre otros) y el desenfrenado lobby político internacional,
especialmente, en países como Estados Unidos y España, que Venezuela vive
actualmente una crisis humanitaria y que estamos ante la presencia de un Estado
forajido.
Con actitudes entreguistas al
imperialismo norteamericano y de desespero político por el vencimiento de un
lapso autoimpuesto, estos actores de la oposición venezolana y de la derecha
internacional lograron que el Sr. Luis Almagro, Secretario General de la OEA
bajo una especie de somnolencia, de visión parcializada, sin conocimiento de la
realidad política, económica y social de nuestro país, invocara con ligereza la
aplicación del artículo 20 de la Carta Democrática Interamericana a Venezuela,
el cual establece: “Artículo 20: En caso de que en un Estado Miembro se
produzca una alteración del orden constitucional que afecte gravemente su orden
democrático, cualquier Estado Miembro o el Secretario General podrá solicitar
la convocatoria inmediata del Consejo Permanente para realizar una apreciación
colectiva de la situación y adoptar las decisiones que estime conveniente.
El Consejo Permanente, según
la situación, podrá disponer la realización de las gestiones diplomáticas
necesarias, incluidos los buenos oficios, para promover la normalización de la
institucionalidad democrática. Si las gestiones diplomáticas resultaren
infructuosas o si la urgencia del caso lo aconsejare, el Consejo Permanente
convocará de inmediato un período extraordinario de sesiones de la Asamblea
General para que ésta adopte las decisiones que estime apropiadas, incluyendo
gestiones diplomáticas, conforme a la Carta de la Organización, el derecho
internacional y las disposiciones de la presente Carta Democrática. Durante el
proceso se realizarán las gestiones diplomáticas necesarias, incluidos los
buenos oficios, para promover la normalización de la institucionalidad
democrática.
Ante, esta decisión
unilateral, ilegal, de atropello y altamente injerencista surgen las siguientes
dudas: ¿Qué entiende el Sr. Almagro como alteración del orden constitucional y
democrático? ¿A través de qué mecanismos el Sr. Almagro determinó que en
Venezuela existe una crisis humanitaria y una violación de derechos humanos?
¿Cómo comprobó que la voluntad de todo el pueblo venezolano es solicitar la
activación de mecanismos internacionales como la mal llamada “Carta Democrática
Interamericana”, para una solución pacífica de los conflictos internos?
Es cierto que la situación
venezolana tiene dificultades atribuibles a una serie de elementos
conspirativos que han buscado por distintas vías debilitar la democracia
participativa y protagónica, y la persistencia de una economía eminentemente
rentista. Llama por demás la atención, que esta solicitud del Sr. Almagro se
produzca tras el inicio de la primera fase de reuniones de diálogo entre
representantes del Gobierno Bolivariano y representantes de esa misma oposición
venezolana, promovida por el Presidente Maduro y por el Secretario General de
la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) Ernesto Samper, y avalada
presencialmente por 3 expresidentes: Leonel Fernández, Martín Torrijos y José
Luis Rodríguez Zapatero. Vale la pena inquirir:
¿No es ese el papel del
Secretario General de una Organización Internacional?, impulsar las vías
pacíficas de negociación para dirimir las controversias internacionales,
creemos que sí. Pero el Sr. Almagro no se ha puesto al nivel que demanda su
jefatura, sino al servicio de aquel Poder Imperial que sigue empañando la
independencia de los americanos y las americanas.
De ser aprobada la
aplicación del Art. 20 de la CDI en Consejo Permanente por 18 votos (mayoría
simple) estaríamos en presencia de la activación de los denominados “buenos
oficios”, que no es otra cosa que la legalización de los lobbies imperiales para
dar al traste con nuestra Constitución , con nuestro orden constitucional.
Pero, ¿Qué mayor democracia
que el triunfo de la oposición venezolana en las pasadas elecciones
legislativas? ¿No es eso un hecho de consolidación de la democracia? ¿Cómo es
que el orden democrático está afectado en un país donde la oposición logra
posicionarse con una mayoría de votos y escaños en el Poder Legislativo tras un
proceso electoral? Indagando un poco más allá sin profundizar mucho en la
argumentación presentada por el Sr. Almagro, al inicio de su informe expresa
textualmente que su apreciación sobre la situación venezolana se basa en un
informe presentado por la Asamblea Nacional ante este organismo.
Visto que la OEA es un
espacio en el que son los Estados los que tienen representación en el mismo y
siendo Venezuela un país Presidencialista, en donde el Jefe de Estado es
también Jefe de Gobierno (Art. 226 CRBV) ¿Qué justifica la aberración leguleya
cometida por el Sr. Almagro para atreverse a cometer soberana torpeza?; Más
aún, ¿se detuvo a pensar que las decisiones de Estado en Venezuela competen al
Jefe de Estado quien además dirige la política exterior y es quien representa a
la República legalmente a nivel internacional (Art. 236 CRBV)?. A la luz de la
dinámica de las relaciones internacionales, el pueblo venezolano, bolivariano,
chavista y antimperialista, tiene la imperiosa tarea de desmontar por diversas
vías, las matrices de opinión fabricadas por sectores de la derecha nacional,
demostrando con hechos concretos que en Venezuela no existe una ruptura del
orden constitucional, y de la institucionalidad democrática.
¡Que no quede dudas! Con la
aplicación de la Carta Democrática Interamericana de la OEA, bajo un disfraz de
legalidad, subyace la intención de irrumpir en Venezuela el orden
constitucional para derrocar al gobierno del Presidente Nicolás Maduro,
legítimamente electo por la voluntad de más de siete millones de venezolanos.
“Me siento tan patriota de Latinoamérica, de cualquier país de Latinoamérica,
como el que más y, en el momento en que fuera necesario, estaría dispuesto a
entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de
Latinoamérica, sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a
nadie”. Intervención de Ernesto “Che” Guevara en la Asamblea General de la
Organización de Naciones Unidas el 11 de diciembre de 1964, en uso del derecho
a réplica.
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