Por: Tony López R.:
Todo comenzó a partir del asesinato del prestigioso líder
revolucionario Jorge Eliecer Gaitán. Eso quiere decir que el 90 por ciento de
sus habitantes hoy, han vivido bajo lo efectos de una devastadora guerra,
especialmente en territorios alejados de las grandes ciudades.
La alianza de la poderosa oligarquía liberal-conservadora
ante la posibilidad de que la corriente liberal gaitanista de fuerte contenido
social, lograra la segura victoria de Jorge Eliecer Gaitán en las elecciones de
1950, decidieron acabar con la vida del
líder de multitudes y conductor en ese momento del Partido Liberal.
Esa alianza política, en el periodo de 1946-58, se calcula que provocó el asesinato de cerca de 300 mil colombianos, aunque el periodo mayor de estos asesinatos fue ejecutado entre 1946 y 1952, la mayoría de militancia liberal-gaitanista, comunistas, e inocentes campesinos, a mano de la policía y ejército, o paramilitares conocidos como “Pájaros y Chulavitas.”
La Declaración de Benidorm, julio del 56, y el Pacto de
Sitges, julio del 57, en España, acordados por el líder liberal Alberto Lleras
Camargo y el expresidente conservador Laureano Gómez, dio origen al Frente
Nacional, y así, pusieron fin a la violencia política y a la dictadura de Rojas
Pinilla (1953-57). Con dicho pacto, se logró cierta normalidad de carácter
institucional y aprobaron una política de alternancia del poder. El Frente Nacional tuvo una duración de 16
años (1958-1974).
Desde entonces y hasta la fecha el conflicto armado interno
en Colombia ha sido una realidad, y durante el gobierno de Álvaro Uribe
(2002-2010) Juan Manuel Santos (2010-2018) y el actual gobierno de Iván Duque,
los crímenes y asesinatos se han venido sucediendo e incrementando.
El Centro Nacional de Memoria Histórica, precisa que del año
1958-2016 el conflicto armado ha dejado un total de 262,000 mil muertos, 80,000
desaparecidos, 8 millones de desplazados y 37,000 secuestros.
La exclusión social, el abandono de buena parte de los
territorios del centro, oriente y sur occidental del país, donde no existía el
orden y estructura institucional, llamadas zonas territoriales dependientes
directamente de la Presidencia hasta 1980.
El enriquecimiento de los minoritarios, pero grandes propietarios de tierras, latifundios gigantescos, la discriminación racial y de los pueblos originarios, el abuso con los obreros y campesinos y en definitiva la carencia de justicia social, fue la que originó la lucha armada en la segunda parte del silgo XX, a partir de 1964 hasta nuestros días.
Con el triunfo de la Revolución Cubana de enero de 1959 y la
derrota de la dictadura de Batista, la victoriosa Revolución Cubana, con su
líder Fidel Castro Ruz al frente, quien, con un enorme apoyo popular, logró la
independencia y soberanía de Cuba y sembró la esperanza en la región y su
ejemplo a influido favorablemente en el movimiento revolucionario y social de
nuestro continente.
De igual modo lo fue la Revolución Sandinista en Nicaragua
en 1979 y la Revolución Bolivariana en Venezuela iniciada en 1999. Y por esas
razones el imperialismo les ha declarado la guerra, a estas tres naciones, como
lo anunció el ahora derrotado presidente Trump.
Los pueblos tomaron conciencia y despertaron de la
desesperanza que les envolvía la neo-colonización estadounidense, bajo la
política Macartista del anti comunismo, se fomentaron y crecieron numerosas
organizaciones y movimiento revolucionarios y sociales en este hemisferio. El
escenario de abandono social, miserias, insalubridad, analfabetismo, desempleo,
incultura, hoy más agudo y profundo por el fracasado modelo neoliberal en toda
América Latina.
Esta crisis no ha sido originada por Cuba o por el
castro-chavismo, como lo señala el uribismo en sus campañas políticas en
Colombia, error, la grave crisis ha sido causada por la total injerencia
económica, política, militar diplomática y social, de los gobiernos de Estados
Unidos, los que han fomentado este deplorable estado de miseria y
desigualdades, al imponer no solo en Colombia, sino en la región el
antidemocrático modelo neoliberal.
La vía armada en Colombia nació a fines de la década del 40,
se incrementó en la del 50 con las guerrillas liberales y comunistas y luego de
un periodo de seis años (1958-64) de tranquilidad, este fue interrumpido cuando
la oligarquía liberal conservadora se preocupó con el avance del movimiento
campesino que el Partido Comunista había logrado en la zona de Chaparral, el
Sumapaz y muy especialmente en Guayabero, Pato, Rio Chiquito y Marquetalia.
Frente a ese movimiento, el entonces senador Álvaro Gómez
Hurtado, vocero de la derecha conservadora los acusó de subversivos y las
calificó de “republiquitas independientes” y llamó a exterminarlas. Así fue, el 27 de mayo de 1964 fue atacada
Marquetalia por el ejército, con el apoyo y asesoramiento de las fuerzas
militares de Estados Unidos, enfrentando al comando de autodefensa de 48
hombres, capitaneados por Manuel Marulanda, así surgen las FARC. Ese batallón
del ejército no pudo derrotar a ese valiente grupo de campesinos, que se
convirtieron en guerrilleros, tampoco los 16 mil soldados que desplegaron en la
zona, bajo el amparo del llamado Plan LASO.
Los movimientos surgidos en la década del 60 como el ELN el 4 de julio de 1964 y el Ejército Popular de Liberación (EPL) de tendencia maoísta, en 1964, se fortalecieron y están vigentes. Todas permanecen combatiendo por sus ideas, como las FARC-EP Segunda Marquetalia, ELN, las FARC-EP y él EPL.
Todas en disposición de dialogar con un gobierno serio y que
cumpla lo que se acuerde fielmente y reiteradamente condenan lo que ha hecho el
presidente Duque y Uribe en su condición de presidente del Partido Centro
Democrático de desconocer los Acuerdos de La Habana y hundir esos acuerdos.
Diferente a lo sucedido con el otro sector de las FARC, que
rindió sus banderas de lucha, renunció a sus principios políticos
marxista-leninista-bolivariano y asumieron una política alejada de la lucha
revolucionaria, cambiar su nombre por Partido del Común, y escoger libremente
la respetable vía electoral y tradicional en Colombia. El nuevo Partido se
simboliza con una Rosa, muy semejante a la de la socialdemocracia europea.
El ELN espera pacientemente en La Habana que el gobierno de
Duque cumpla con abrir los diálogos. La opinión pública debe saber que entre
las dos tendencias de las FARC-EP,
alzadas en armas, según lo publicado por las FF.MM, cuenta con cerca de 6000
mil guerrilleros armados. Si con todas estas fuerzas, no se logra abrir un
proceso de diálogo y negociación y combatir y liquidar el paramilitarismo, será
muy difícil alcanzar la paz en Colombia.
Los Acuerdos de La Habana, han sido incumplidos y solo de
ellos, queda el de la Justicia Especial de Paz (JEP) que por cierto el
presidente Duque y Uribe quieren acabarlos. Y no podemos seguir creyendo que se
ha logrado la paz. Dolorosamente a esa
conclusión están llegando los pueblos y comunidades colombianas que día tras
días ven caer bajo las balas de las criminales bandas de paramilitares a ex
combatientes, que firmaron esos traicionados acuerdos, y líderes y lideresas
comunitarias, étnicas y afrodescendientes.
Siguen saliendo nuevas informaciones sobre la vinculación de
las FF.MM con los falso-positivos y los miles de víctimas inocentes, en un
conflicto cuyo proceso de dialogo y paz, ha sido traicionado.
Muy claro lo expreso el ex presidente Andrés Pastrana
Arango, a la periodista Vicky Dávila, en su libro Enemigos, (pag.126-127),
cuando le dijo: “lo he dicho y siempre lo he reiterado. Uribe nunca estuvo de
acuerdo con la paz y eso no fue justo con el país y no fue justo en mi Gobierno
y no ha sido justo con el Gobierno del presidente Santos, porque inclusive el
hizo un proceso de paz con los paramilitares, pero porque es bueno hacer un
proceso de paz con los “paramilitares” y malo como lo que hice yo con las FARC
o que lo haga Santos”. Y remató el ex presidente Pastrana con estas palabras:
“Uribe nunca le ha dado la oportunidad de la paz a Colombia”
En la tercera parte y final le continuaré precisando
aspectos sobre el conflicto social y armado que se escenifica en Colombia y que
evidentemente mientras la oligarquía liberal conservadora, no acepte un
verdadero sistema democrático y se logre un serio, genuino y real dialogo entre
todas las partes en conflicto y los acuerdos que de allí emanen, sean sometidos
a una Asamblea Nacional Constituyente Corporativa y estos formen parte de la
Carta Magna.
(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
La Habana, 26 de febrero del 2021. 20.30 hrs.
jorgarcia726@gmail.com
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