Por Bruno Lima Rocha Beaklini:
Es cada vez más común que observemos, en el occidente,
argumentos supuestamente “filosóficos” de base “mística”, en que la “tradición”
reinventada (o imaginaria) supera las formaciones concretas de las sociedades
reales y confunde camadas importantes de la opinión pública y de las sociedades
civiles de países enteros. El trumpismo, en la matriz del Imperio, no inventó
la mayor parte de las demencias de la extrema-derecha, pero las canalizó,
impulsándolas en la imaginación de una América “pura”, compuesta por herederos
de “puritanos peregrinos”
(https://www.uol.com.br/universa/colunas/maria-carolina-trevisan/2020/10/02/trump-nao-condenou-supremacistas-brancos-e-mandou-recados-a-extremistas.htm).
La estupidez de los “red necks” se suma a la manipulación
grosera de las legiones de electoras del cinturón bíblico y las distinguidas
formas de conservadorismo que defienden, de manera incondicional, el Apartheid
israelí y la presencia de Estados Unidos en el Grande Medio Oriente. Los
orígenes recientes del argumento de defensa de la “civilización
judaico-cristiana” se mesclan con la prepotencia imperialista en el Mundo
Árabe, con la islamofobia y hasta con el
moderno antisemitismo. En este artículo y en los siguientes haremos el debate
aportando una contribución para lo desmonte desalas mentiras.
El “vacío del occidente”
Desde el final de la Guerra Fría existe un “vacío” en el
occidente (https://www.facebook.com/monitordooriente/videos/848668545930550).
La disputa que culminó con la victoria de Estados Unidos,
sus aliados estratégicos (los países anglo-sajones) y los Estados miembros de
la Organización del Tratado de Atlántico Norte (OTAN, OTAN en la sigla en
inglés), habría establecido un parámetro de “una civilización universal” por
sobre las demás. Cuando el Imperio se denominaba como “mundo libre”, era la
“libertad de creer y emprender” que el bloque defendía, y demarcaba el límite
de matriz “civilizatoria” posible de ser definido. Otra afirmación común en el
Polvos-Guerra y décadas siguientes viña de la “libertad individual” como valor
absoluto por cima de las relaciones solidarias.
ES pura tontería la falsa contraposición entre libertad
individual y bien estar colectivo. Tal argumento opera sólo como una
justificación para la real ausencia de empatía en sociedades donde la correcta
afirmación de individuo e individualidad se confunde con individualismo y
“sálvese quien pueda”. Ese vacío generaría una sensación de, en primer momento,
tener la necesidad de desarrollar una tesis de avance civilizatorio como
contrapunto a la liberalización de la economía y la integración forzada de la
globalización capitalista.
En el segundo momento, en el polvo 11 de septiembre de 2001
y concomitante al avance de los “emergentes”, una cuota más extremada de la
derecha eurocéntrica se vio delante de una realidad
(https://www.reuters.com/article/otan-china-atencao-idbrkbn28a26r-obrwd?edition-redirect=uk).
La División Internacional del Trabajo (DIT), con la
constante y progresiva migración de la manufactura para el eje Asia-Pacífico,
sumada con la capacidad de crear excedentes de poder del Estado chino, más la
retomada de control de los recursos estratégicos por el aparato de seguridad de
Rusia, crearon las condiciones para un desarrollo eurasiático impensable en el
inicio de la década de 1990.
Rusia, Gran Bretaña y EUA.
A finales de la década de 1980 e inicio de la siguiente,
acompañando la crisis, decadencia y la dilapidación del patrimonio público bajo
el control estatal en la antigua Unión Soviética (URSS) y sus países satélites,
fue ascendiendo una difusión alucinada e irresponsable de “filósofos”, como
Alexander Dugin. La desesperación tomando cuenta de una sociedad, antes
ordenada y con formas de control colectivo, fue el combustible para que gente
desale calibre pudiera hacer un idilio idealizado de base “proto-ariana”, con
el alias de “tradicionalismo” (no confundir con el tradicionalismo gaucho, de
otro origen y sin relación alguna con ese citado).
Como agravantes, la primera Guerra de Chechenia (1994-1996),
los traumas de la derrota en la invasión a Afganistán y la geopolítica del
Cáucaso ayudaron en la propaganda de tipo cruzado bizantina
(https://dialogosdosul.operamundi.uol.com.br/brasil/59628/uma-breve-genealogia-da-era-da-sandice-que-assola-a-politica-brasileira)
y, de fato, islamofobia. Infelizmente, Dugin sigue sembrando una legión de
idiotas (confusos, perdidos y peligrosos) que, de forma intencional o
involuntaria, confunden sus posiciones con la política externa rusa en la Era
Putin. Cualquier semejanza con la demencia cínica de Steve Bannon y Olavo de
Carvalho no son coincidencia
(https://www.monitordooriente.com/20200506-bandeiras-de-israel-nos-atos-da-extrema-direita-um-debate-de-fundo/).
Mientras la “Trinidad Maldita” (FMI, Banco Mundial y OMC)
conforme la correcta designación del economista sur-coreano Ha Joon Chang nada
hacía para proteger las estructuras productivas en sociedades con pleno empleo
en el Este Europeo y ex-URSS, nos Estados Unidos y Gran Bretaña avanzaban dos
formas distinguidas de los temores de la globalización. En Reino Unido (que no
es objeto de debate de ese artículo), los múltiples herederos del degenerado
Oswald Mosley
(http://www.encontro2016.rj.anpuh.org/resources/anais/42/1470676707_arquivo_comunicacao-anpuhrio2016-hatebritain.pdf)
eran masa de maniobra del Partido Conservador, con sus creencias realistas
(loyalists) y desarrollando una creciente xenofobia islamofobia contra la
inmigración venida del Sur de Asia (persiguiendo especialmente paquistanís). La
masificación de esta forma de la extrema derecha británica ratifica de forma
que se diluye en el Brexit (la salida de Reino Unido de la Unión Europea en
referéndum de noviembre de 2015), complementando las privatizaciones de la Era
Thatcher y la destrucción del empleo formal, especialmente el industrial, en
los territorios de las islas bajo la tutela británica.
De común con la estupidez “duginista”, la defensa de los
tiempos de otrora y la idea de “purificación cultural”. En términos materiales
concretos, en el periodo de post-guerra hasta el gobierno conservador de
Margaret Thatcher, realmente a Inglaterra y los países de las islas bajo el
mismo reino vivieron una situación de bien estar social (con mitad del PIB inglés
estando en el mundo del trabajo) con la excepción de la provincia de Irlanda
del Norte. Ya la antigua Unión Soviética y sus países satélites alcanzaron una
excelente condición de distribución de renta, aunque no hayan realizado ese
hecho en la garantía de derechos y poder político.
El pleno empleo como derecho universal dio una sensación de
estabilidad. La “nueva era” trajo inseguridad, desempleo, desesperación y
millones de personas ávidas por la manipulación grosera y fantasiosa. La
islamofobia moderna en territorio europeo (incluyendo la parte europea de
Rusia) crece mucho en este periodo. La posición tanto anti-árabe como contra la
liberación de la Palestino ya estaban radicadas a través del accionar de los
grupos mediáticos occidentales.
La suma del peor de los mundos culmina con la invasión de
Irak en Kuwait con el aval de la embajada estadunidense en Bagdad. Trampa
lista, el obvio acontece. El Consejo de
Seguridad de la ONU condena la aventura militar de Saddam Hussein desesperado y
decadente. Los EUA lideran una coalición
financiada con promesas de contratos de explotación de petróleo y abundantes
recursos sauditas. En la justificación para la coalición, el fato de Estados
Unidos también es formado por “un pueblo del libro”. La dinastía de Saud,
además de apoyar el wahabismo sin pudor, también dio base para la profusión de
la alianza pentecostal sionista, reducto electoral del conservadorismo
masificado en todo el continente americano.
La década de 1990 asistió ese avance de sistemas de creencias
“tradicionales” en todas sus versiones. Hoy, el FBI anuncia el riesgo de
terrorismo doméstico supremacista como principal amenaza a la democracia y las
elecciones indirectas en el país. La base electoral de la extrema derecha
estadunidense sólo hizo crecer en los últimos treinta años, revelando el poder
de la falacia como forma de manipular las frustraciones advenidas de la
globalización capitalista.
Como dijimos antes, Donald Trump, Steve Bannon y Robert
Mercer (sus gurúes de la “guerra cultural”) actualizaron el lenguaje del odio y
delirio, impulsando las “tradiciones” imaginarias con la típica osadía de
viciados en juegos de azar y dueños de casinos
(https://istoe.com.br/steve-bannon-guru-da-extrema-direita-e-preso-por-fraude-2/).
Combatir y desmontar el conjunto de tonterías masificadas en América Latina – justamente a través de la colonización cultural eurocéntrica – va a llevar tiempo y costar trabajo. Tal como la liberación de la Palestina y la expulsión de los imperialistas del Grande Medio Oriente, se trata de una bandera incondicional e irreductible.
Artículo originalmente publicado en el Monitor de Medio Oriente (Brasil – www.monitordooriente.com).
Región del
artículo: Líbano, Palestino, Brasil, Chile
Link de la imagen
indicada: https://grand-bazaar.tumblr.com/post/53203651741/1920s-mount-lebanon
blimarocha@gmail.com
Desordenado, confuso y sibilinamente pro-anglo-sajón o sionista.Ocurre con los que huérfanos de coherente formación mezclan filosofía (o lo que creen filosófico) con la político (o lo que creen político). Recomiendo leer bien a Dugin antes de hacer juicio alguno sobre la base de lecturas panfletarias. Y de lo que se anuncia en el título, NADA. Le recomiendo una conveniente lectura de cómo escribir un artículo cuyo contenido guarde coherencia con su titular.
ResponderEliminar