Por: Julio Sergio Alcorta Fernández:
Era muy de esperar que Donald Trump, presidente del imperio
más poderoso del mundo, tropezara, probablemente sin darse cuenta, con muchas
de sus mismas barrabasadas, villanerías y estupideces.
Lo que sí me parece sorpresivo que, tratándose de una nación
que se sustenta en sus normativas y leyes, lo que no puede negarse, y conforman
un conjunto apreciable de principios y regulaciones que encaminan a su
sociedad, haya emergido una especie de troglodita que se alce con la primera
magistratura, transite libremente durante 4 años en su cargo, se fugue de los
elementos legales tan eficaces en esa nación, y llegue hasta preocupar a la
democracia, con peligros tan catastróficos como la advertencia de posibles
golpes de estado y leyes marciales.
Aunque parecía que se iba a lograr una especie de contemplación apática por ese pueblo permitiendo el libre paso de la caravana de ese despreciable monarca, proclamando a todos los cielos sus virtudes para hacer “América más fuerte”, y advirtiendo desvergonzadamente su seguro retorno dentro de 4 años para finalizar su devota labor, como buen fascista que es, ordenó a sus huestes una última infame tarea antes de entregarle el poder, o no, al que oficialmente había logrado la victoria en las elecciones del 3 de noviembre de 2020:
LA MARCHA FASCISTOIDE HACIA EL CAPITOLIO DE LA NACIÓN, para
seguir amenazando a los congresistas del enorme fraude, según él, que había
sido objeto por el Partido Demócrata, y tratar de anular la declaración oficial
de presidente de Joe Biden.
Como todos conocemos, sucedió el amargo, inconcebible y
criminal asalto al máximo exponente de la democracia estadounidense: EL
CAPITOLIO NACIONAL, dando lugar a su última abominable acción dentro de sus correrías
políticas, todo lo cual seguramente debía dar lugar a un enjuiciamiento
inculpándolo de insurrección y sedición; acciones que son duramente condenadas
por esa nación.
Ahora bien, como es natural, posteriormente a estos hechos,
en todo el andamiaje noticioso está prevaleciendo en las mentes de la mayoría
de los habitantes de este mundo, sólo el nombre de Donald Trump, y seguramente
permanecerá así durante varios días, semanas, meses y hasta años.
Aunque es normal que esto ocurra, considero que es necesario
resaltar que se pudiera estar cometiendo una indeseable distracción al
invisibilizar a todos los que, conscientemente, se estuvieron complotando con
el malhechor durante esos fatídicos 4 años; y muchas veces fueron los que
influyeron asesorándolo y mostrándole las vías sobre las que se
encarrilaran las inagotables , extensas,
criminales e ilegales sanciones y hechos que han dañado profundamente sobre
todo a nuestro país, a Venezuela y a Nicaragua, y otros que consideraron fuera
de su agrado.
Es por eso que en aras de nadie quede inmune a tantas
transgresiones, sería justo que algunos de estos sicarios fueron acusados
legalmente por su participación en los actos por los que se considera debe
condenarse a Donald Trump.
Por último, tampoco podemos dejar pasar por alto, pues de
otra forma seríamos indignos al ocultarlo, la parsimonia y frugalidad de los
que ahora enjuician a Trump en el Congreso de los Estados Unidos, pues nunca,
ninguno de ellos, tuvieron la valentía y la justeza de, por lo menos, declarar
su inconformidad con el inmenso daño que, con una constancia enfermiza durante
48 meses, fueron vilmente ejecutados, atosigando y acosando a nuestro pueblo y
pequeño país, hasta que se rindiera, lo cual les fue imposible, como siempre ha
sido en estas seis décadas de confrontación con el imperio más poderoso del
mundo.
jalcorta@nauta.cu
0 comentarios:
Publicar un comentario