miércoles, 16 de diciembre de 2020

Luces y sombras en un primer año de gobierno

 Por Sergio Ortiz: 

El Frente de Todos cumplió su primer año de gobierno. Oficialistas, opositores y terceros en discordia hacen sus balances. La clave debería ser, despojados de electoralismo, ceñirse a los hechos y mirarlos con dos ojos.

Aunque el año tiene doce meses, una visión parcial suele poner énfasis sobre el último mes. El análisis debe abarcar el año transcurrido desde aquel feliz 10 de diciembre de 2019 en la Plaza de Mayo, con una multitud que alentaba al presidente y la vice, y bailaba al son de «Un día perfecto», de Estelares.

Después hubo algo más que imperfecciones, también varias cosas bien hechas y otras no tanto, en una realidad que se presumía amarga por el legado del macrismo y resultó peor por el Covid-19. Ese contexto debe ser tenido en cuenta en el balance, para ser objetivos.

Si uno se atiene a lo último, tiene para dos buenos brindis.

Uno, por el «Aporte Solidario y Extraordinario» de las grandes fortunas. Aunque la abrumadora mayoría de las minorías residentes en el país que tienen más de 200 millones de pesos se resistieron «como truchas fuera del agua» a pagarlo, eso se convirtió en ley después de una interminable dilación. 

El griterío ensordecedor de la Unión Industrial Argentina, Suciedad Rural y Asamblea Empresaria Argentina, entre otras corporaciones, se tocó a momentáneo silencio. Cada uno con sus contadores y abogados estará consultando el camino a seguir: no pagar y acudir a la justicia, pedir su inconstitucionalidad o garpar bajo protesta. Sin necesidad de acudir al polémico VAR, ese gol del gobierno fue válido, además de necesario por el destino social mayoritario adonde irán los 300.000 millones de pesos a recaudar.

La importancia de esa ley trasciende en mucho su importe monetario, modesto en relación a las necesidades del Estado en tiempos de crisis económica previa a la pandemia y posterior. Lo trascendente, y de allí la obstinada resistencia de los súper millonarios, es que reabrió un debate político sobre las tremendas desigualdades. En Argentina un grupo de aquellos tiene miles de millones de dólares y por otro lado hay 64,1 por ciento de niños y adolescentes que viven en hogares pobres.

Eso no lo publicó ningún Carlos Marx en un Manifiesto Comunista, sino el Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina, puntualizando que 2 millones de chicos pasaron hambre y otros 2,5 millones no completaron las cuatro comidas diarias.

Ahí quedó servida la mesa para el debate: ¿cuándo el Estado pondrá fuertes impuestos a la riqueza? ¿Ni voluntarios ni extraordinarios, sino obligatorios y ordinarios, todos los años?

La ley votada no recaudará este año sino el próximo, pero tiene el mérito de haber reabierto esa polémica. Hace falta una reforma tributaria progresista, mal les pese a los Rocca, Galperín, Magnetto, Bulgheroni, Eurnekian y demás miserables. ¿Se atreverá este gobierno a algo así? En principio no, ni en sueños.

Pañuelos verdes.

La otra medida muy positiva fue la media sanción a la ley de interrupción voluntaria del embarazo, votada en Diputados al cabo de más de 20 horas de discusión. Los 131 votos a favor y 117 en contra dan cuenta de una mayoría suficiente que que entendió la necesidad de un reconocimiento al derecho de las mujeres a disponer de su cuerpo y de su maternidad, además de que hay de por medio una cuestión de salud pública.

Los abortistas más flojos enumeraron esa necesidad al revés: arrancaron con el tema de salud pública (incluso enfatizan una mirada economicista de cuánto le cuesta al Estado atender abortos mal realizados en internaciones, remedios, etcétera). Y pusieron en segundo término el derecho político y humano de las féminas de disponer de su cuerpo, gozar, tener sexo y no necesariamente ser madres obligadas a parir por un mandato divino. Así le reclaman hombres laicos, obispos y curas, que también son hombres: en la moderna Iglesia Católica las mujeres no llegan a curas, no digamos a obispos y menos a Papa.

Más allá de esa flojera ideológica argumental, que desagrada a las pioneras del feminismo y también a hombres que se fueron deconstruyendo, lo importante es que Diputados le dio media sanción con Sergio Massa muteado.

La derecha reiteró la limitación de sus argumentaciones. Aunque esta vez no hubo una diputada como la que en 2018 comparó la situación con los perritos que se regalaban en vez de hacer abortar a la perra, pero los discursos celestes siguieron teñidos de fanatismo religioso.

¿131 versus 117 refleja la correlación de fuerzas a nivel de la sociedad? Uno cree que no. Que hay más gente a favor del derecho al aborto. Se estima que al año hay 450.000 abortos clandestinos, lo que indica la masividad de esa práctica. Eso se relaciona también con la resistencia de esas iglesias y sectores conservadores a implementar la Educación Sexual Integral (ESI) y el uso de métodos anticonceptivos.

Si a nivel social la diferencia es mayor a favor de la ILE y la ESI, eso hablaría que a nivel dirigentes y legisladores hay un atraso y no precisamente de menstruación. Atraso en sensibilidad social pues se sabe que las mujeres ricas abortan en clínicas con condiciones seguras y las pobres muchas veces mueren por abortos clandestinos.

En el Senado cada una de las posiciones contaría con 32 votos, con 5 senadores que no se han definido. Esa paridad hablaría aún peor del nivel intelectual, científico y ético del Senado, que por algo acá y en tantos países es la cámara más conservadora y reaccionaria. 

Ni siquiera les queda el argumento del «gasto» del Estado. Un aborto inseguro cuesta 80.000 pesos entre internación y remedios, en tanto una interrupción del embarazo con misoprostol, entre 6.000 y 9.000 pesos.

Lo esencial y lo importante.

La derecha macrista, con excepciones como Lospenatto y Negri, votó en contra del aborto con el oportunista argumento de que, en la pandemia, tratarlo era una nimiedad.

No es un tema menor. Eso es burlarse de 3.000 mujeres muertas en abortos clandestinos en los 37 años de democracia. Y de las angustias, dolores y heridas psicológicas de quienes pasaron por esa situación y sobrevivieron.

¿El gobierno impulsó ese proyecto con algún interés político y electoral, y en medio de caída de imagen? Puede ser, pero en caso que lo haya tenido, eso no quita la justicia de un derecho muy postergado aunque aún no se puede cantar victoria por la paridad que habría en el Senado.

La importancia del aborto no es igual a los grandes asuntos que hoy afligen a millones de argentinos, como el caso del 64,1 por ciento de niños y adolescentes en hogares pobres. 

Ahí aparecen las notas bajas e incluso algún aplazo de este primer año de gestión. Los adulones reivindican como logros extraordinarios la firma con BlackRock y fondos privados de un acuerdo postergando vencimientos de la deuda externa. La verdad es que se concedió casi al punto de máxima exigido por esos fondos; a partir de 2021 habrá que pagar una parte menor de intereses cada año y desde 2024 abonar todo lo que se postergó, más los intereses devengados.

Y peor aún, con el FMI ha comenzado una negociación por los 44.000 millones de dólares mal concedidos al gobierno de Mauricio Macri, que Fernández convalidó como deuda legal y legítima sin una auditoría previa.

Si la entidad regenteada por Kristalina Georgieva aceptara postergaciones se pagarán ahora menos intereses, pero a partir de 2024 se volverán a empinar, sumándose a los vencimientos de capital de aquel crédito fraudulento que fugó capitales.

Al igual que con los popes de BlackRock, pero peor aún, en la negociación el Fondo quiere imponer ajustes. Un pequeño anticipo se vio antes de la firma de un acuerdo Guzmán-Georgieva. Además de la supresión del IFE, en la fórmula de movilidad jubilatoria el ministro y AF habían aceptado actualización semestral y que el aumento de diciembre fuera a cuenta del previsto para marzo.

Esas dos características llevaban la marca del Fondo, para «achicar el déficit fiscal», la cantinela exigida desde el Bureau en Washington. Luego de protestas y críticas, la actualización será trimestral y el aumento no será descontado.

Quedó, muy preocupante para los jubilados, la negativa a tener en cuenta la inflación a la hora de actualizar jubilaciones y pensiones. No es una diferencia menor, teniendo en cuenta que el Presupuesto 2021 la prevé de 29 por ciento, en tanto bancos privados como Itaú pronostican 50 por ciento. 

Flirtear con el «Círculo Rojo» como hizo el presidente con los CEOs de multinacionales y esta semana Guzmán con Paolo Rocca, de Techint, celebrando acuerdos de gas para Tecpetrol, supone olvido y/o traición a los legados nacionales y populares.

Otro tanto en Derechos Humanos. Sería grave si llegan los brindis navideños y más de 40 presos políticos como Milagro Sala, Amado Boudou, Luis D’Elía, Sebastián Romero, Julio de Vido, etc, pasan su segunda Navidad presos o en prisión domiciliaria durante un gobierno peronista. Sería por la continuidad del lawfare y la Corte Suprema de Injusticia muy bien denunciados en la carta de CFK, pero sin propuestas ni soluciones a la vista. 

Esta no es una crítica liquidacionista, trata de ser ecuánime. Todo bien con los pañuelos verdes, del color esperanza, pero todo mal por andar a los besos y sin tapabocas con Rocca, BlackRock y el Fondo.

ortizserg@gmail.com

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