Por Bruno Lima Rocha:
Raras veces en la historia de la humanidad sale algo de
positivo a partir del centro nervioso del capital financiero y de los parásitos
especulativos. La idea de los BRICS puede ser una rara excepción en este
sentido, al menos en el plan discursivo. El acrónimo fue formulado por Jim
O’Neill, entonces economista-jefe del banco de inversiones Goldman Sachs (la
misma institución de Henry Hank Paulson, central en la burbuja inmobiliaria de
2007 y 2008, en los balances fraudulentos y en la transición negociada con el
Partido Demócrata cuando Obama fue elegido), en estudio de 2001, intitulado
“Building Better Global Economic BRICs”. A La época, aún llamados de “mercados
emergentes”, los tres grandes países del eje eurasiático (Rusia, India y
China), en compañía de Brasil, eran vistos como un universo de oportunidades
para la expansión capitalista.
El término-concepto BRICS se ha fijado como categoría del análisis en los sectores más relevantes de los medios económico-financieros, empresariales, académico y comunicacionales (http://brics2019.itamaraty.gov.br/sobre-o-brics/o-que-e-o-bricsver).
La agrupación en sí, surge en 2006, incorporado a la
política externa de Brasil, Rusia, India y China. Sudáfrica adentra en 2011,
por ocasión de la III Cúpula, cuando se adoptar la sigla BRICS en definitivo.
Lejos de ser una alianza formal, el fato de que grandes países se agrupen para
observar intereses comunes y traigan consigo parte de las regiones donde
ejercen influencia directo, puede significar mucho en el gran juego.
En noviembre de 2020, el presidente brasileño Jair Messias
Bolsonaro participó de la 12ª Cúpula de los BRICS, la primera realizada de
forma virtual. Como en todos los pasos en falso de su política externa, el
canciller Ernesto Araújo, el asesor especial para asuntos internacionales,
Filipe Martins y el hijo, diputado federal Eduardo Bolsonaro (PSL-SP),
siguieron los caminos erráticos e irresponsables. Nótese que todos los citados
son fans declarados del auto intitulado filósofo Olavo de Carvalho (cuya única
especialización es como astrólogo). El supuesto gurú es entusiasta de una
“guerra cultural anti-globalista” y defensor del Occidente contra las demás
“civilizaciones”. No puede salir nada de positivo con ese tipo de influencia en
la política externa nacional.
En esa reunión de cúpula, Bolsonaro insinúa una aproximación
con a Rusia a partir de su idolatría por “hombres fuertes”, en el caso,
intercambiando de héroe imaginario, sale Trump y entra Putin. En la misma
reunión, la posición de China fue discreta y distante, siendo que el Estado
confucionista es el mayor compañero comercial de Brasil. La semana siguiente,
el hijo que estuvo cotizado para ser embajador brasileño en los EUA defiende la
propuesta de Mike Pompeo para la implantación de un sistema de
telecomunicaciones 5G, con tecnología bajo el control de Estados Unidos. El
incidente diplomático prosigue, minando las oportunidades de una posición
madura, altiva y activo de Brasil en el Sistema Internacional
(https://noticias.uol.com.br/colunas/reinaldo-azevedo/2020/11/25/china-reage-a-ataque-bocal-de-eduardo-e-acena-ate-com-retaliacao-comercial.htm).
Infelizmente, los pasos desalan diplomacia basada en la
ficción van por el contramano de las potencialidades del país. Una de las salidas
para lo Brasil, en escala internacional, es ampliar la participación en
proyectos estratégicos y afirmar asociaciones en ese sentido. Un apuntamiento
básico es fortalecer la posición del Nuevo Banco de Desarrollo (Banco de los
BRICS, ver www.ndb.int) y, así, retomar las actividades del Banco del Sur como
instrumento de los países suramericanos a través de la también vaciada Unión de
los Países del Sur (Unasur).
Con eso conseguiríamos financiar proyecto conjuntos de
envergadura – como en la explotación de la Pre-Sal brasileña – e interconectar
nuestros territorios, desde que respetando la soberanía popular y el derecho
ancestral de los pueblos tradicionales y originarios. A la vez, fortaleceríamos
posiciones evidentemente anti-imperialistas en nuestro continente, como las de
Venezuela, así como ocurre con el Irán, que sufre bloqueo económico y atentados
terroristas del Mossad.
Como se sabe, la presencia de Brasil en el escenario
internacional a través de una Política Externa Independiente (PEI) debe ser
acompañada de una gran alianza con los países suramericanos, latino-americanos
y caribeños. En la proyección brasileña, a través de Atlántico Sur, podríamos
tener una obvia aproximación de varios países africanos, tanto los de lengua
portuguesa, como la aliada Sudáfrica, como otros Estados africanos que tienen
el importante apoyo de la Agencia Brasileña de Cooperación (ABC, ver:
abc.gov.br).
Así como en el dominio interno es necesario nos libremos de
la hegemonía del capital financiero, su control de los puestos-llave del Estado
brasileño y sobre la autoridad monetaria, el mismo debe darse en nivel
internacional. Lo Brasil consigue operar como un pívot geopolítico y tener
algunas proyecciones geoestratégicas, desde que haya en el escenario doméstico
algún consenso en ese sentido. La formación de alianzas regionales y el impulso
en los BRICS pueden ser fundamentales para reforzar la cooperación económica
entre pares (y no sólo como una gigantesca mina a cielo abierto o una
plantación de granos), creando un impacto económico global para promover los
intereses de Brasil (nuestros aliados continentales) y del restante del grupo.
También parece evidente la necesidad del país prepararse
para la fase posterior al control económico de los EUA del mundo como la primera
economía del mundo y su sustitución pela China. Tenemos espacio para
negociaciones dentro de la disputa campana-americana y podemos condicionar la
compraventa o instalación de servicios y cadenas de alto valor agregado o
conocimiento sensible, intentando conseguir transferencias de tecnologías e
instalación de parque industrial, siguiendo el mismo criterio de la compraventa
de equipamiento militar (cuando tan relevante como el arsenal adquirido es
incorporar el conocimiento agregado).
Los BRICS también pueden venir a fortalecer la actuación de
Brasil para liderar los esfuerzos internacionales en la defensa de la
democracia, libertades fundamentales y derechos humanos. En este sentido, formaría un espacio importante
para superar la relación hipócrita con el Apartheid colonial promovido por
Israel y el apoyo incondicional de Estados Unidos a los crímenes contra Gaza y
Cisjordania. ES importante quitar la “bandera de los derechos humanos” del país
que es el mayor violador de estos derechos, manteniendo varias prisiones
ilegales, incluyendo la absurda mazmorra de Guantánamo, que ocupa de forma
ilegal el territorio soberano de Cuba.
ES preciso aumentar la influencia del Grupo de los BRICS en
el enfrentamiento de las diversas interrogaciones de seguridad y combate al
terrorismo en nivel internacional, frenando los intentos de aventuras con
agresiones imperialistas frecuentemente cometidas por los países miembros de la
OTAN. Lo Brasil podría cumplir un papel estratégico en este sentido, evitando
carreras de tipo realismo regional (conflictos potenciales entre países
vecinos) y contraponiendo la presencia hegemónica de las fuerzas estadunidenses
y británicas en el llamado Escudo Atlántico. Para tal, es preciso establecer
convenios militares con los países que cohabitan del Océano Atlántico en su
mitad sur, aumentar la actividad de la Zona de Paz y Cooperación de Atlántico
Sur (Zopacas), una iniciativa de la ONU en 1986 y que tiene en nuestro país su
mayor propulsor (ver: https://www.gov.br/defesa/pt-br/assuntos/relacoes-internacionais/foruns-internacionais-1/zopacas)
Considerando que lo Brasil tiene cerca de 16 millones de
ciudadanos con origen árabe, y Rusia, China e India tiene una gran cuota de su
población islamizada, evidente que los BRICS deben proyectar un papel efectivo
en las interrogaciones de los países miembros de la Aleación Árabe y Mundo
Islámico en todos los aspectos. Lo Brasil, en específico, tiene vínculos
históricos con Líbano (nuestra mayor cuota de colonia árabe) y Siria, y debería
estar presente en los aciertos de seguridad regional y de la UNIFIL, para
precaver los dos países soberanos de las constantes agresiones del Estado
Colonial de Israel. El mismo se da en la defensa de un Estado Palestino libre,
soberano y plenipotenciario, implicando recursos hídricos y extensión
territorial. Por fin, los BRICS pueden jugar un papel fundamental en el Grande
Oriente Medio, tanto en términos de seguridad, con la presencia naval en el
Mediterráneo, Mar Rojo y Golfo Pérsico, como en la garantía de reservas estratégicas,
superando los índices especulativos anglo-sajones del Brent y del WTI.
Artículo originalmente publicado en el Monitor del Medio Oriente (monitordeoriente.com)
blimarocha@gmail.com
(Bruno Beaklini - @estanalise)
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