Por Sergio Rodríguez Gelfenstein:
En marzo del próximo año se cumplirán tres años desde que el
presidente Donald Trump desatará la llamada “guerra económica” contra China.
Los resultados están a la vista y no son halagadores para Estados Unidos. El
fracaso del gobierno es ostensible.
Esta “guerra” que ha sobrepasado lo estrictamente comercial
para adentrarse en un espectro más totalizante que incluye las áreas de
desarrollo científico, militar y tecnológico, oculta en realidad el trasfondo
político e ideológico que conlleva y que es expresión de un choque de modelos
de sociedad de carácter antagónico.
Por otro lado, el análisis de los énfasis y las prioridades presupuestarias en Estados unidos y China son expresión de la orientación más general que le quiere dar cada país a su economía y en último término, de su proyección al futuro. En este sentido, mientras el gasto militar anual de China en 2019 fue de $178 mil millones, el de los Estados Unidos fue de $658 mil millones.
A comienzos de este año, se verificó una fuerte disputa en
el Congreso de Estados Unidos para dirimir el proyecto de ley para el gasto del
Departamento de Defensa en 2021 que pretendía ser reducido por un sector
demócrata mientras que una alianza de otro grupo de demócratas con republicanos
y liderada por estos últimos se proponía incrementar el gasto para “mantenerse
competitivos” ante las aparentes amenazas de Rusia y China.
Al final, el 21 de julio, la Cámara de Representantes con
mayoría demócrata aprobó su versión de la Ley de Autorización de la Defensa
Nacional (NDAA por sus siglas en inglés) del año fiscal 2021, con un incremento
en el gasto en defensa que pasó de $738 mil millones en 2020 a $740 mil
millones para 2021. El Senado bajo control republicano apoyó la medida el 23 de
julio. Como referencia, en 2019 Estados Unidos gastó más dinero en su ejército
que los nueve países combinados que le siguen. Mientras eso ocurre, en el
presupuesto general del país se produjo un drástico recorte del gasto social.
Por otro lado, mientras Estados Unidos se enfrenta a un
rebrote de la pandemia de Covid-19 que se manifiesta en cifras récords de
contagio, China camina en sentido inverso tras haber controlado al virus, lo
cual le ha permitido tomar rápidas medidas para el restablecimiento del
funcionamiento económico del país. En su informe “Perspectivas de la Economía
Mundial” de octubre, el Fondo Monetario Internacional (FMI) proyectó que la
economía mundial se contraerá drásticamente en un 4,4% este año. Al mismo
tiempo, estableció que la economía de China crecerá 1,9%, 0,9% por encima de su
pronóstico de junio. A este respecto, el influyente periódico londinense The
Times opinó que: “Después de relajar sus confinamientos durante el verano, los
rivales occidentales están luchando para proteger sus economías de una segunda
ola del virus. Sin embargo, China implementó un confinamiento severo y un
sólido régimen de pruebas para contener el virus la primera vez”, agregando que
no obstante que “su economía se contrajo a un ritmo récord a principios de año,
la recuperación posterior aún no se ha visto amenazada”.
La centenaria publicación británica informó que los
proyectos de infraestructura y las exportaciones contribuyeron al crecimiento
económico del país. En este sentido, resalta el impulso otorgado por el Estado
a la realización de nuevos proyectos de infraestructura como “carreteras y
líneas de trenes de alta velocidad que han conducido a un fuerte repunte de la
producción industrial”. Por otra parte, señala que las exportaciones han
ampliado su espacio en el mercado mundial aprovechando que las restricciones
globales por la pandemia han obstaculizado la producción y el transporte.
Sin embargo, en este contexto, China ha adoptado una serie
de medidas para estimular aún más la economía y enfrentar los efectos de la
guerra comercial y la pandemia. En primer lugar, además de haber aprobado una
nueva normativa que comenzó a tener efecto
el 1° de enero de este año, a fin de regular de forma integrada las
inversiones extranjeras, China está considerando un plan piloto de reforma para
su programa de Sociedad Limitada Extranjera Cualificada (QFLP) para relajar aún
más las reglas para la inversión extranjera, según lo afirmó el pasado 23 de
octubre el subjefe de la Administración Estatal de Divisas
(SAFE).
En fecha más reciente, se ha aprobado la política de
"doble circulación” como nueva estrategia económica que marca un giro casi
total de la economía china y que tendrá importantes efectos en la economía
mundial.
A través de esta política, el país –sin cerrarse a las
inversiones occidentales o renunciar a las exportaciones- ha decidido poner el
énfasis de manera integral (producción, distribución y consumo) en su mercado
interno con el objetivo de reducir su dependencia de la tecnología y de los
mercados financieros exteriores.
Al mismo tiempo, China incrementará las importaciones y
dejará de buscar un superávit alto, para balancear el comercio exterior
mientras aplica esta nueva estrategia de desarrollo, en la que –como se dijo
antes- tendrá más peso el consumo doméstico, según afirmó Huang Qifan,
vicepresidente del Comité de Asuntos Económicos y Financieros de la Asamblea
Popular Nacional de China. De esta manera, China se propone acelerar las
negociaciones y promover el uso del yuan en transacciones globales. A juicio de
este funcionario: “…la meta de convertirse en un Estado autosuficiente en
materia tecnológica será beneficiosa para estimular la innovación nacional y
fortalecer al mismo tiempo la cooperación en ese terreno con otras naciones del
mundo”. Según estimados oficiales, el país asiático podría importar al menos 22
billones de dólares en la próxima década, porque necesita satisfacer las
crecientes demandas de una clase media compuesta por al menos 400 millones de
individuos, que además está creciendo.
Por otra parte, el anuncio estadounidense de desacoplamiento
de China no parece viable porque los beneficios mutuos de economías
interconectadas son mucho mayores que las diferencias. En este sentido, se
podría argumentar que Estados Unidos necesitará a China más que nunca en la era
posterior al COVID-19 toda vez que su economía en crisis, que se espera que se
contraiga en más del 5% en 2020, requerirá un reinicio en la relación entre
China y Estados Unidos si éste espera lograr un crecimiento positivo en 2021 y
más allá. Así mismo, China tendrá una mayor incidencia en la economía
estadounidense toda vez que si se cumplen las predicciones del FMI, el gigante
asiático crecerá 8,2% en 2021.
En un marco más amplio, la semana pasada se hizo público el
lanzamiento de La Asociación Económica Integral Regional (RCEP, por sus siglas
en inglés) que agrupa a los 10 miembros de la Asociación de Naciones del
Sudeste de Asia (ASEAN) así como a Australia China, Corea del Sur, Japón y
Nueva Zelanda. India se retiró de las conversaciones en noviembre del año
pasado, pero los firmantes han dejado la puerta abierta en caso de que decida
unirse. La RCEP significa el 30 % de la
economía mundial y el 30 % de la población llegando a alrededor de 2.200
millones de consumidores, convirtiéndose en
el mayor tratado de libre comercio del mundo, un bloque con China a la
cabeza, que deja fuera a Estados Unidos aunque incorpora a algunos de sus
principales aliados de Asia y Oceanía
Este acuerdo entre países asiáticos y oceánicos podría poner
en una posición de desventaja a las empresas estadounidenses que se encuentran
fuera de esta zona de libre comercio, en especial tras la salida del país
norteamericano del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP)
decidida por el presidente Trump en
2017. De la misma manera, hay que resaltar la trascendencia resultante del
hecho de que potencias rivales de estas dos regiones, además de otros países de
la ASEAN que tienen conflictos políticos y de delimitación fronteriza con China
participen en un mismo acuerdo de libre comercio. Hay que valorar que es la
primera vez que China y Japón alcanzan un acuerdo bilateral de reducción
arancelaria.
En el plano político interno, China ha avanzado hacia la
institucionalización de estas medidas tras la realización entre los días 26 y
29 de octubre del el 5to. Pleno del XIX Comité Central del Partido Comunista de
China (PCCh).
El pleno realizó una evaluación del quinquenio que concluye
(2015-2020) destacando entre las principales metas logradas que el próximo año
-tal como se lo propusieron- el pueblo chino podrá considerar que ha conseguido
construir una “sociedad modestamente acomodada”. En el período, 55.75 millones
de ciudadanos salieron de la pobreza, eliminando ese flagelo del país. Este
año, el PIB del país alcanzó aproximadamente 16 billones de dólares. Así mismo,
fueron creados 60 millones de nuevos puestos de trabajo y la producción anual
de cereales va a cerrar en 650 millones de toneladas. De la misma manera es de
resaltar que hoy, 1.3 mil millones de ciudadanos tienen acceso al seguro médico
básico y mil millones al seguro básico de pensiones.
El nuevo Plan Quinquenal (2021-2025) se plantea el objetivo
de reducir la dependencia del comercio exterior y aumentar el consumo interno
para lograr una mayor autonomía de la coyuntura externa previéndose una tasa de
crecimiento inferior al actual período. Hay que mirar estas cifras en
perspectiva estratégica, el PIB per cápita de China era de 128 dólares en 1978,
este año cerrará en alrededor de 10.400, dólares y se proponen llegar a un poco
más de 20.000 dólares en 2035.
Finalmente, si intentamos comparar las dos mayores economías
del mundo deberíamos considerar que -como afirman los analistas económicos Max
Keiser y Stacy Herbert- estamos asistiendo al inevitable “hundimiento
geopolítico" de Estados Unidos en favor de China ya que "todos los
imperios acaban así", por sus "propias decisiones erróneas".
Al citar medios
especializados Herbert señala que a raíz de los estímulos económicos que el
gobierno estadounidense ha entregado a sus ciudadanos por la pandemia del
coronavirus, "se han disparado" los envíos de productos de China a
Estados Unidos con lo cual el gigante asiático "va a salir
beneficiado" de esta crisis ya que el volumen de mercancías que envía al
país norteamericano "se sitúa en niveles récord, lo cual hará que la
balanza comercial se desequilibre aún más”, generando un efecto contrario al
que se proponía el presidente Trump al imponer las sanciones y elevar los
aranceles.
Herbert recuerda que: "Antes de la pandemia, China y Estados Unidos mantenían una relación de simbiosis en la que la primera aportaba los puestos de trabajo y la capacidad productiva, mientras que el segundo los consumidores y el crédito, lo cual hacía que ambos salieran beneficiados. Pero ahora, Pekín ha decidido romper con Washington, al que no cree ya necesitar para hacerse con el dominio económico del planeta".
Distinguido analista Sergio Rodríguez Gelfenstein:
ResponderEliminarLe felicito por este ilustrativo articulo que nos explica la caida como hegemon mundial de Estados Unidos.
Cordialmente,
Dr. Carlos Perezn Morales
Historiador
Puerto Rico carlosperezmorales@hotmail.com
Distinguido analista Sergio Rodríguez Gelfenstein:
ResponderEliminarLe felicito por este ilustrativo articulo que nos explica la caida como hegemon mundial de Estados Unidos.
Cordialmente,
Dr. Carlos Perezn Morales
Historiador
Puerto Rico carlosperezmorales@hotmail.com
Distinguido analista Sergio Rodríguez Gelfenstein:
ResponderEliminarLe felicito por este ilustrativo articulo que nos explica la caida como hegemon mundial de Estados Unidos.
Cordialmente,
Dr. Carlos Perezn Morales
Historiador
Puerto Rico carlosperezmorales@hotmail.com