Por Carlos Luna Arvelo:
Después de todo un duro, difícil y largo año y de haber
superado mil escollos, el pueblo de Bolivia, vuelve a derrotar políticamente a
una derecha que desde el 2005, con Evo Morales a la cabeza, venía derrotando
sistemáticamente y con contundencia, sin dificultades aparentes.
Aún persistirán, quizás por mucho tiempo, miles de
interrogantes y dudas sobre cómo esta derecha golpista y fascistas logró abrir
esas rendijas que, después del legítimo triunfo electoral de Evo Morales, en
las elecciones por su reelección en 2019, fueron capaces de imponerse a través
de un cruento golpe que, además de desplazarlo del gobierno, casi le termina
quitando la propia vida a este comprometido revolucionario.
Esta terrible experiencia boliviana vino a mostrar al mundo, entre otras cosas, cuánto la derecha ha sido capaz de perfeccionar sus métodos de manipulación y cómo la coordinación internacional, enmarcada en estrategias imperiales, sin poner límites a sus despiadadas formas de hacer política, les permiten saltarse cualquier consideración de democracia, justicia, legalidad, etc., cuando estos dejan de favorecer sus fines y sus intereses.
También viene a mostrarnos cómo, después de 14 años
continuos en el poder, la experiencia de un gobierno de izquierda no fue capaz
de transformar el poder político real, el aparato jurídico, la policía y las
fuerzas armadas para impedir que intereses distintos a los populares y a los de
las mayorías se impusieran, en una determinara coyuntura, saltándose la
legalidad en la que se fundamenta el sistema.
El propio Evo Morales, presidente derrocado, llegó a
declarar desde su exilio en Argentina, en enero donde se encontraba entonces,
que había sido un error asumir la propuesta del pueblo y optar por una cuarta
reelección. En esa misma entrevista afirmó que dimitió para evitar “la
violencia que siguió, el fascismo y el racismo, no lo esperaba”.
Ya todos conocemos la mayor parte de los desmanes de la dictadura impuesta en Bolivia, encabezada por Jeanine Añez en alianza con poderosos sectores aliados de la oligarquía boliviana, valen interrogarse, ¿podrán gozar de impunidad quienes llevaron a un país al colapso en nombre de sus miserables ambiciones y mezquindades políticas y bastardos intereses minoritarios?,
La experiencia de este año en Bolivia será una lección a la
izquierda y a la revolución latinoamericana acerca de cómo por mucho que se
cuente con votos mayoritarios, siempre el sistema de “democracia burguesa capitalista”
le ofrece múltiples rendijas por donde podrán colarse, inesperadamente,
minorías poderosas.
Apostamos que esta victoria del MAS en Bolivia sea una señal
providencial inequívoca de que vienen tiempos para los pueblos latinoamericanos
de retomar las sendas de la liberación definitiva.
carloslunarvelo72@gmail.com
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