Por Rubén Alexis Hernández :
A raíz de la crisis que vive el servicio público de
electricidad en Venezuela, debido entre otros factores a la falta de recursos
gracias a las sanciones y bloqueos, y a la ineficiencia, muchos han terminado
por convencerse de que los servicios prestados por el Estado de forma
subsidiada no tienen ni tendrán jamás la calidad de aquellos a cargo de
empresas privadas. En este sentido se advierte que la distribución de la
electricidad, del agua potable y del gas doméstico, por ejemplo, se debería
manejar en todas partes como un negocio capitalista en su totalidad.
Ahora bien, ¿la corrupción y la ineficiencia son delitos-vicios-deficiencias necesariamente inherentes a las instituciones públicas, tal como asumen fervientemente los defensores de que prácticamente todo en la vida pertenezca al ámbito privado-capitalista?.
La respuesta es un contundente no, pues, aunque en un
organismo estatal-público no se manejen abundantes recursos, no significa, pero
sé que no haya la voluntad, la capacidad, la ética, la disciplina, la
motivación y el deseo para que todo funcione bien, y mucho menos significa que
haya corrupción, dilapidándose el escaso dinero disponible. Un ejemplo de esto
lo tenemos en el criadero de perros Mucuchíes en Mérida (perro típico de
Venezuela por decreto oficial en 1964), adscrito a la Fundación Misión Nevado,
institución estatal dedicada al cuidado y bienestar de animales en situación de
riesgo.
En dicho criadero tanto las dos veterinarias (una de ellas es la coordinadora) como el analista, colaborador en la parte administrativa y en otros ámbitos, han hecho un trabajo notable, a pesar del insuficiente apoyo logístico y financiero por parte de la sede principal en Caracas. Destáquese por un lado que la coordinadora y su compañera de profesión han tenido que recurrir a la autogestión (vendiendo sacos vacíos de alimento, por ejemplo), e incluso aportar recursos de su propio bolsillo para solventar algunas carencias en el criadero en cuestión, asegurando que esto último lo hacen fundamentalmente por el amor que tienen a los peludos que hacen vida allí.
Mientras que por otro lado el analista se ha destacado por
su probidad, cuidando celosamente el alimento, las medicinas y otros insumos
necesarios para el bienestar de los ejemplares caninos. Más aún, éste ha
rechazado dinero y otras cosas ofrecidos a cambio de perrarina, arroz y
medicinas.
Entonces, ¿puede una institución pública ser eficiente y
libre de corrupción? La respuesta es un rotundo sí, y los servicios básicos
estatales en Venezuela serían de mejor calidad si contaran con una gran mayoría
de funcionarios eficientes, honestos y dispuestos a ser útiles, por encima de
intereses personales, económicos y politiqueros. Evidentemente es necesaria
cierta inversión estatal para el pago de salarios decentes y garantizar la
buena calidad en la prestación de tales servicios.
ruhergeohist@yahoo.com
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