Por Diego Olivera Evia:
Que han servido para construir un entramado político,
económico, jurídico y cultural, a escala global, del que las grandes
corporaciones han resultado ser las principales beneficiarias.
Las compañías multinacionales han pasado a controlar la
mayoría de los sectores estratégicos de la economía mundial: la energía, las
finanzas, las telecomunicaciones, la salud, la agricultura, las
infraestructuras, el agua, los medios de comunicación, las industrias del
armamento y de la alimentación la crisis capitalista que hoy vivimos no ha
hecho sino reforzar el papel económico y la capacidad de influencia política de
las grandes corporaciones, que tan pronto hacen negocio con los recursos
naturales, los servicios públicos y la especulación inmobiliaria, como con los
mercados de futuros de energía y alimentos, las patentes sobre la vida o el
acaparamiento de tierras.
Las enormes ganancias acumuladas por las empresas
transnacionales tienen su origen en los mecanismos de extracción y apropiación
de la riqueza económica que están en la base del funcionamiento del
capitalismo. La creciente explotación de trabajadores y trabajadoras y la
constante devaluación salarial, la presión ilimitada sobre el entorno en busca
de materias primas y recursos naturales, la especulación financiera tanto con
el excedente obtenido como con todo aquello que pueda ser comprado y vendido,
la mercantilización de cada vez más esferas de las actividades humanas y la
absoluta prioridad de la que gozan los mecanismos de reproducción del capital
frente a los procesos que permiten el sostenimiento de la vida han servido,
efectivamente, para que los principales directivos y accionistas de las grandes
corporaciones se conviertan en multimillonarios.
Pero, del mismo modo que Amancio Ortega es el tercer hombre
más rico del mundo a la vez que Inditex produce sus prendas en fábricas
textiles con pésimas condiciones laborales en Bangladesh y en talleres que
utilizan trabajo esclavo en Brasil y Argentina, estos extraordinarios
beneficios empresariales no serían posibles sin la generación de toda una serie
de impactos socioambientales que afectan directamente a las poblaciones y los
ecosistemas de todo el planeta.
Dice David Harvey que, en el nuevo imperialismo, “para
mantener abiertas oportunidades rentables es tan importante el acceso a inputs
más baratos como el acceso a nuevos mercados”.
Caracterizando los impactos socio ecológicos de las
multinacionales
Las escuelas de negocios y los think tanks vinculados a las
compañías multinacionales, por su parte, han elaborado estudios y análisis para
vincular la presencia internacional de las empresas transnacionales con el
logro de los objetivos de desarrollo y bienestar que se prometieron para justificar
su llegada a los países periféricos. Ante el aumento de la pobreza y las
desigualdades a nivel mundial y el creciente rechazo social que han ido
generando, las grandes corporaciones pretenden construir un relato con el que
no pueda cuestionarse su centralidad en la economía global:
En términos
generales, las empresas, más que los gobiernos y la sociedad civil, están mejor
preparadas para ser catalizadoras de innovación y transformación hacia un mundo
sostenible”, afirma el presidente del BBVA
Así, con objeto de aumentar su legitimación social y posicionarse como
un actor imprescindible para “salir de la crisis”, presentan teorías revestidas
de objetividad y neutralidad que pretenden demostrar los impactos positivos de
sus actividades en aspectos como la transferencia de tecnología, la mejora de
la provisión de bienes públicos y privados, el incremento del empleo, el acceso
de las mujeres al mercado de trabajo y el fomento de la inversión como motor de
desarrollo.
Primero, que las empresas transnacionales no han contribuido
a una mejora de la cantidad y la calidad del empleo, ni tampoco de la
prestación de los servicios que ofrecen, prácticamente no han realizado
inversiones en mantenimiento, apenas han favorecido los procesos de
transferencia tecnológica y, al fin y al cabo, no han traído de la mano el
progreso y el bienestar para las poblaciones de la región, que era lo que se
prometía con su llegada después de las privatizaciones y las reformas
neoliberales de los años ochenta y noventa.
Segundo, que junto con las consideraciones económicas hay
toda una lista de graves efectos sociales, políticos, ambientales y culturales
que van asociados a la internacionalización de los negocios de estas empresas.
Y, en tercer lugar, que quienes han salido ganando con ello no han sido
precisamente las clases trabajadoras y las mayorías sociales, sino los dueños
de esas compañías, los beneficiarios de las rentas del capital y los políticos
y empresarios que se han hecho de oro atravesando las puertas giratorias que
conectan el sector público y el mundo empresarial.
Tribunal Permanente de los Pueblos
A la hora de avanzar tanto en la denuncia de los abusos
cometidos por las empresas transnacionales como en los procesos de movilización
y resistencias que permitan construir alternativas al dominio de las grandes
corporaciones, una de las experiencias más interesantes es la que, en los
últimos años, se ha venido articulando en torno al Tribunal Permanente de los
Pueblos (TPP). Y es que las distintas sesiones de este tribunal de opinión que
se han dedicado a juzgar los impactos de la presencia de las compañías
multinacionales en América Latina han contribuido a fomentar la investigación y
la sistematización de los efectos negativos producidos por estas empresas.
Los ejemplos van desde las consecuencias de la extracción a
toda costa de los recursos naturales, puestas de manifiesto con los casos de la
minera Gordor en Guatemala, la papelera Botnia en Uruguay o la petrolera Repsol
en Argentina, Bolivia, Colombia, Perú y Ecuador; hasta los efectos ambientales de
la construcción de grandes infraestructuras, ilustrados con el caso de la
empresa alemana Thyssen Krupp y su macro complejo industrial para la
exportación de acero en Río de Janeiro; pasando por la financiación del
Santander y BBVA a proyectos muy agresivos socioambiental mente en Brasil y
Perú, junto a los efectos de la privatización de los servicios públicos, con
Aguas de Barcelona en México, Proactiva-FCC en Colombia y Unión Fenosa en
Colombia, Guatemala y Nicaragua. Y todos estos casos, según la sentencia final
del TPP, “deben ser considerados no simplemente por sus elementos de unicidad,
sino como expresión de una situación caracterizada por lo sistemático de las
prácticas”
A través de las dinámicas de lucha y resistencia que se
expresan en la realización de las citadas audiencias del TPP y las campañas de
movilización que las han acompañado, otros centros de estudios, observatorios y
organizaciones sociales an venido trabajando en esta misma línea y, de este
modo, han desarrollado diversas herramientas para la caracterización de los
conflictos socio ecológicos generados por las multinacionales
La realidad de las economías del Cono Sur
La leve recuperación económica de América Latina este año
será contrarrestada por una creciente presión fiscal en medio de una
desaceleración económica global y riesgos políticos.
Se espera que la región crezca 1,7%, frente a 0,8% en 2019,
según la agencia de calificaciones Fitch. Las tres principales economías
latinoamericanas: México, Brasil y Argentina, debieran recuperarse este año,
con una contracción en Argentina inferior a 2% (en contraste con la baja de
casi 3% en 2019) y con avances en Brasil y México de más de 2% y 1%,
respectivamente. Se espera que el crecimiento de 2019 haya sido de 1% y 0%.
Los factores clave que podrían hacer que Chile pierda el
grado de inversión incluirían una desaceleración más larga de lo previsto
(Fitch cree que el crecimiento se recuperará a partir de 2021), un déficit
fiscal más alto de lo esperado o una relación deuda/PIB que aumenta demasiado
rápido. Otra alarma sonaría si Chile aprovechara su fondo de estabilización
económica y social, un amortiguador construido con los ingresos del cobre que
protegen al país de golpes repentinos.
"Si la respuesta política a los disturbios no es la
correcta, esto podría dañar la credibilidad ganada [por Chile]. Hay que tener
en cuenta que la popularidad presidencial es muy baja, menos del 10%, y ha
habido una fuerte caída en el apoyo a todas las instituciones del país, por lo
que claramente existe un riesgo allí”, manifestó Francis.
En Uruguay, la agencia de calificación considera positivo un
plan de la nueva administración para asumir el cargo en marzo y reducir los
gastos anuales de US$900mn. "Si es alcanzable y de antemano, eso podría
ser muy positivo para la calificación de Uruguay", dijo el analista Todd
Martínez. Pero eso podría resultar difícil, ya que la ley uruguaya rige el
gasto de manera estricta. Otro punto de discusión es si los ahorros se
mantendrían o se asignarían a otras prioridades del gobierno de Luis Lacalle
Pou, como una mayor seguridad.
Una mejor perspectiva será posible una vez que el nuevo
gobierno publique su proyecto de plan presupuestario quinquenal a mediados de
2020. El presupuesto de US$14.200mn para 2018 se centró en seguridad social,
educación, atención médica, gestión financiera, servicios públicos, seguridad
pública e incentivos a la producción, según el Ministerio de Hacienda de
Uruguay.
Pero es bueno analizar los objetivos trazada por los 6 ejes
trazados por
1. Entorno propicio para la creación y desarrollo de
empresas sostenibles.
2. Desarrollo productivo y empleo.
3. Calidad del empleo y formalización laboral.
4. Protección social y seguridad y salud en el trabajo.
5. Derechos fundamentales en el trabajo y diálogo social. 6.
Cultura del trabajo para el desarrollo y futuro del trabajo. Este informe
presenta en forma abreviada las principales actividades llevadas a cabo entre
2015 y principios de 2020 en cumplimiento del mencionado acuerdo marco y sus
seis ejes de trabajo prioritarios.
El equipo de trabajo de la OIT desea manifestar su
reconocimiento a los constituyentes tripartitos de Uruguay por la confianza
depositada en la Oficina para implementar el programa de actividades y valorar
su compromiso y colaboración para dar respuesta a las necesidades y
expectativas de trabajadores y empresas por más y mejor trabajo
(*) Periodista, Historiador y Analista Internacional
diegojolivera@gmail.com
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