Por Omar Aguilar Maradiaga:
¿Por qué seguís al sandinismo, no crees que ya pasó de moda,
que es más de lo mismo, que es aburrido? Esta es la pregunta de un amigo, pues,
aunque estemos en diferentes aceras y tengamos diferentes formas de pensar; no
deja de ser mi amigo. La suya es una de
las tantas historias de personas con ceguera política o quizás engañadas, de
esas que ven al sandinismo como un monstruo que devora cerebros, que adversa a
los ricos por ser ricos, que atenta contra la libertad de pensamiento y todos
aquellos dislates que nos atribuyen; haciendo eco a lo que los yanquis han
venido repitiendo desde que Sandino levantara la bandera rojinegra y declarara
su antiimperialismo en las montañas segovianas. Ni siquiera se detienen a
analizar que es el Sandinismo, que hace, que persigue, que ha logrado.
He aquí mi respuesta…….
Sabemos amigo, que la sola palabra “sandinista” es para
ustedes una mala vibra, es un adjetivo que causa un uyuyuy infundado y un temor
que rayan en lo inverosímil, acaso en la idiotez y chabacanería. Y aunque esos
macabros pensamientos permean solo a un minúsculo grupo, no dejan de causar
pesar por aquellos hermanos humildes como vos, que desde la más profunda
necesidad; empeñan su ideología de clase por unas pocas prebendas. Otra cosa
son los demás miembros de esos minúsculos grupos, los que no empeñan su
ideología de clase (porque esa es la que es, la ideología burguesa y pequeña
burguesa); sino que empeñan la propia patria a costa de su desvergüenza y el
más rastrero de los entreguismos. Aunque es claro que por más que se empecinen
en empeñar la patria, lo único que lograrán es despeñarse por el abismo que
lleva irreversiblemente al mundo de los condenados y señalados. Estas rémoras
que viven pegadas al trasero del “tiburón imperialista” en una especie de
comensalismo político, van reduciéndose cada día más y pronto solo serán parte
del libro negro de la historia; profundizando lo que ya son: “desahuciados
políticos”, “desteñidos panfletos”, despojos humanos; mantenidos solo por las
sondas y el oxígeno contaminado del imperialismo y de medios y periodistas
igualmente desahuciados y en desuso.
Las ideas del sandinismo, sus fundamentos y sus principios
no nacen por moda ni abrazan una ideología extranjera o una corriente
filosófica específica. El sandinismo surge de forma espontánea a partir de la
lucha de Sandino y su ejército, que, sin proponérselo, creó un movimiento que
ahora tiene vida propia, una estructura monolítica y que se guía por sus
propios principios y valores. Esos valores, claro está, son coincidentes con
otros movimientos e ideologías revolucionarias que luchan por la equidad
social, por la reivindicación de los derechos, por la erradicación de pobreza y
por un mundo para todos y todas; solo que, respetando nuestra propia realidad,
nuestro propio tiempo y espacio. Esto lleva indefectiblemente a que haya una
coincidencia plena, entre ser revolucionario y ser sandinista y a la conclusión
de que, si eres sandinista, eres parte de los revolucionarios del mundo y si
eres del mundo revolucionario, eres sandinista o afín al sandinismo.
La convicción, el conocimiento y el convencimiento pleno de
estos valores hacen que ames cada vez más ser sandinista, porque serlo equivale
a ser justo, humilde, sencillo, humanista, entregado, desprovisto de egoísmo,
leal, sincero, solidario y con alto compromiso con los más desposeídos. Esto mi
querido amigo, no está pasado de moda, por el contrario, el mundo actual
necesita de estos valores y principios; en un contexto en el que la humanidad
está en peligro de extinción, ya sea por temas de salud, por temas bélicos, económicos
o ambientales. Para los pueblos africanos la pandemia actual solo se suma a los
enormes problemas de pobreza, hambre, discriminación y violación de sus
derechos. Para los pueblos indígenas de américa del sur, de Honduras, El
Salvador o Guatemala, los problemas de la pandemia se suman a los problemas de
expropiación de sus tierras, a la falta de acceso a educación, al desempleo y a
la indigencia en que viven. Independientemente de que sea lo pone en peligro la
supervivencia del ser humano en una determinada coyuntura, si no somos
solidarios, humanistas y defensores de la vida; seremos parte de su extinción.
Cuando un ser humano, una organización familiar, productiva,
gremial o política olvidan sus orígenes y reniega de su historia, se desfigura
y se convierte en una especie de bufón que con sus chocarrerías causa risa y es
a la vez el hazmerreír. Los líderes de esas organizaciones se han graduado en
la academia de los apátridas, de los entreguistas, de los que besan la mano del
invasor extranjero y escupen la cara de sus connacionales. Son los históricos
verdugos de los que se han servido los poderosos para aplacar la rebelión de
los que claman por sus derechos; una especie burda de mimo que repite con señas
y muecas el guion que le dicta el yanqui intervencionista. Son en lenguaje de
Cortázar - una especie de cronopio, un dibujo mal hecho- o un plato de comida
descompuesta, ya sin caldo ni sazón.
El sandinismo, por el contrario, es una fuerza política, un
movimiento de masas en constante evolución y cambio que nunca ha perdido su
historia, ni ha olvidado sus orígenes y ha aprendido de lo bueno y lo malo, de
sus victorias y derrotas, de sus aciertos y errores. Esto ha permitido que, en
esta segunda etapa, ya sin guerra y sin bloqueo directo se materialicen
proyectos y programas que reivindican los derechos del pueblo nicaragüense, que
estemos construyendo una Nicaragua moderna y conectada con el mundo, con un
desarrollo tecnológico importante, con una infraestructura de avanzada y con
indicadores sociales y económicos positivos. A pesar de todos estos logros, de
la apuesta que hemos hecho por una Nicaragua incluyente, despolarizada y en la
que reine la paz y la concordia; hay quienes se empecinan en deslegitimar estos
logros y mantienen las mismas actitudes guerreristas, desestabilizadoras y
entreguistas.
Los personajes que en el pasado clamaban la invasión yanqui,
los que agitaban desde los púlpitos la guerra de agresión, los que pedían
sanciones para el gobierno revolucionario; vuelven a sonar sus cantos de
sirena, a pedir aberrantes sanciones económicas, a despotricar contra un
gobierno que no agrede a nadie y cuyos únicos errores son trabajar por los
pobres, por los desposeídos, no lamer la bota extranjera y no empeñar la patria
y sus recursos naturales. Esto estimado amigo, es egoísmo a ultranza, es ser un
servidor del pasado en copa nueva, es pretender retornar a siglos pasados en
los que unos pocos privilegiados avasallaban a la mayoría desposeída. Todas
estas gárgolas que, con su fisionomía polimórfica, sus diversos disfraces y sus
discursos apocalípticos se esgrimen como salvadores de los pobres; son los que
siempre les han orillado, despreciado y los ven como homúnculos.
El sandinismo lejos de desgastarse, de desteñirse o de
perder el sabor, se ha fortalecido, ha adquirido más brillo y como al buen vino
se le siente más sabor. El sandinismo es un partido moderno, de nueva era,
ajustado al tiempo actual y listo para evolucionar y adecuarse a los tiempos
venideros. El sandinismo es un partido alegre que rejuvenece a los veteranos y
traslada a los jóvenes el aprendizaje experiencial. Ni veteranos ni jóvenes
somos meros observadores, sino que cada cual juega su rol, cada uno es clave,
es importante. Los veteranos somos la fuerza moral, los jóvenes son la fuerza
motora. Esta amalgama, permite combinar
una férrea disciplina y una conciencia histórica con una energía permanente,
con una savia joven que mantiene los órganos vivos y el corazón ardiente. El
sandinismo mi amigo, no es un partido de momias, ni de viejos renegones y
malcriados; es un partido de veteranos joviales y de jóvenes en constante
aprendizaje y maduración. Juntos escribimos la historia y nos aseguramos que
los que vienen detrás de nosotros, tengan un mundo mejor y puedan escribir su
propia historia.
Sobre el tono en que fue hecha la pregunta, hablaremos en
otra ocasión…
#VencemosVenceremos
oaguimar28@yahoo.com
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