Por Tony López R:
En mi anterior artículo afirmé que los Estados Unidos y la
oligarquía liberal-conservadora colombiana, tenían mucha paciencia y
concibieron un plan de largo plazo, hábilmente conducido con el objetivo de
desarmar a la guerrilla, con especial atención a la FARC-EP. Movimiento guerrillero que llegó a sobrepasar
los 20 mil hombres armados y controlar cerca de 300 municipios de los 1050 que
tiene el país.
El plan, cada uno con sus característica y condiciones, tal
como lo describe el ex presidente Juan Manuel Santos Calderón en su libro “La
batalla por la paz”, se ha venido cumpliendo por etapas y ha tenido una
duración de 16 años para concretar su objetivo, el que, por cierto, no puede
calificarse de exitoso, porque si bien desarmaron a una parte de las FARC-EP,
no se puso fin al conflicto social y armado.
Lamentablemente, el gobierno de Duque ha incumplido y
violado los acuerdos y protocolos internacionales como es el caso del ELN, todo
agravado, por la ola de crímenes de dirigentes sociales y ex combatientes
desmovilizados, desplazamientos, represión brutal a las protestas sociales,
corrupción. desmoralización en las Fuerzas Militares y en sus altos mandos, por
sus vínculos y complicidad con el narco paramilitarismo denunciados por sus
propios subordinados, graves violaciones de niñas por militares colombianos y
como colofón la total violación del Estado de Derecho de un gobierno, ahora
señalado de ilegitimo y comprado por el dinero del narcotráfico. Los sueños prometidos han terminado en una
negra pesadilla.
Los Acuerdos de La Habana, firmados el 27 de septiembre del
2016 en Cartagena de Indias, en presencia del Secretario General de la ONU Ban
Ki- moon, y varios Jefes de Estado, fueron modificados después del triunfo del
No a la Paz, en el plebiscito del 2 de octubre, y aunque este no era
vinculante, el ex presidente Uribe Vélez exigió revisar y cambiar contenido de
lo ya acordado. Para algunos un paso en falso del gobierno de Santos, que
provocó no pocas incomprensiones en el seno de las FARC-EP, y que hoy
observamos como se manifiesta en las diferencias y divisiones dentro de lo que
fue, este movimiento. El debate sobre modificaciones y cambios duró dos meses y
finalmente los Acuerdos definitivo se firmaron en Bogotá, el 24 de noviembre
del 2016.
Pero si bien esa entrega de armas y concentración de las
fuerzas de las FARC que respaldaban sus posiciones a favor de la paz, sin que
se pusieran en práctica y se aprobaran las leyes que debía poner en ejecución
el gobierno de los puntos principales de los Acuerdos de La Habana. No hubo
reciprocidad del gobierno de Santos, que en el tiempo que le quedaba de mandato
de noviembre del 2016 al 6 agosto de 2018, (1 año y 7 meses) pudo haber dejado
aprobadas varias leyes y en ejecución la implementación y cumplimiento de la
mayoría de los acuerdos, entregando la presidencia a un mandatario y partido,
que fue y es el mayor opositor y jurado enemigo de la paz en Colombia.
Resulta evidente, que ese escenario era el más conveniente
para ejecutar el plan de derrotar a las FARC-EP y así ha sido. Esto explica la
negación del gobierno de Santos a que los Acuerdos de La Habana, fueran
sometido a una Asamblea Nacional Constituyente Corporativa, sin ese instrumento
aprobado por el soberano, los Acuerdos quedaban a merced del Congreso y de la
Corte Constitucional, por cierto, nada favorables para la insurgencia. Mientras que por otra parte y al finalizar el
mandató, quedaba en manos de un gobierno y un poder legislativo a fines a los
intereses de la oligarquía liberal conservadora y totalmente subordinado a la
política de Estados Unidos. Los hechos están allí y son irrefutable.
Según el ex presidente Santos en 1997 medio centenar de
colombianos representantes de “todos los sectores de la sociedad debatieron e
imaginaron cuatro escenarios posibles para el futuro del país y que estos
imaginados escenarios fueron proféticos”. (1)
El primer escenario le llamó “amanecerá y veremos” este era
el que se presentaba en el gobierno de Samper, que condujo a la perdida de
autoridad estatal, el recrudecimiento de la violencia y al incremento de la
pobreza y la inequidad social. Situación real heredada de los gobiernos
anteriores y campaña en su contra liderada por el embajador Myles Frechette,
quien con mucha habilidad desconocía la autoridad presidencial y militar, luego
de ilegitimar al gobierno de Samper por
el ingreso de dinero a su campaña presidencial del Cartel de Cali, información
proporcionada por la DEA, a través de la
Inteligencia de la Policía a Pastrana, quien hasta hace muy poco ocultó esa
información, una clara conspiración, contra el gobierno de Samper, quien se
proponía una política exterior y económica
independiente de EE:UU.
Ese estado de cosa era el que beneficiaba las posibilidades de lograr el segundo
escenario, un debilitamiento del poder ejecutivo y de las Fuerzas Militares,
que provocó que Estados Unidos suspendiera el apoyo a los militares y se lo
proporcionara a la Policía Nacional, supuestamente abanderadas de la lucha
contra el narcotráfico, un crecimiento y
fortalecimiento de la insurgencia,
también del narco-paramilitarismo y una
acrecentada corrupción en el poder legislativo y judicial, fue la coyuntura
propicia para pasar al segundo escenario, luego de las elecciones de 1998.
El segundo escenario, según Santos, la denominaron “Mas vale
pájaro en mano” y señala: “aludía a las concesiones ofrecidas a los grupos
armados con tal de iniciar un proceso inmediato de reconstrucción de la
democracia y de frenar el ciclo ascendente de muerte y violencia”. “Ya se verá
cómo ese escenario – que equivale al proceso de paz del Caguán del gobierno de
Pastrana, fracasó”
Este segundo escenario, fue el que se utilizó, para
lograr la “reconstrucción de la
democracia y de frenar el ciclo ascendente de muerte y violencia” entiéndase
ganar tiempo para recomponer a las
Fuerzas Militares y reactivar las relaciones y apoyo de Estados Unidos, no para
llegar a un acuerdo de paz con la insurgencia, se trataba de parar
“el ciclo de ascendente de muerte y violencia” era la manera perversa de
presentar este segundo escenario, para no aceptar, que se trataba de evitar el
triunfo de una Revolución que sí
produciría profundos cambios estructurales políticos, económicos y sociales.
Para lograr ese objetivo, había que buscar el diálogo con
las dos fuerzas guerrilleras más importantes del país, especialmente con las
FARC-EP, porque equivocadamente la oligarquía colombiana, siempre ha pensado
que neutralizada o derrotada las FARC, el ELN por la supuesta debilidad que le
endilgan, sería más fácil acabar con ella.
Por esa razón con el proceso del Caguán, se buscaba sí una solución
política, pero el gobierno de Pastrana, había aceptado y firmado 12 puntos,
que, aunque no cubría todos los intereses de lo que puede considerarse una
Revolución radical, sí, conllevaba a cambios estructurales profundos en temas
económicos, políticos y sociales, que el establishment y Estados Unidos no
podían permitir.
Fueron tres años y dos meses, de conversaciones en el Caguán
con un apoyo de la comunidad internacional muy importante, y a petición de las
partes se crearon dos Comisiones de Facilitación
de Paz, conformadas por diez países, para el proceso de las FARC-Gobierno
y la Comisión de Amigos, integrada por cinco países para el ELN, está última pudo
funcionar muy poco, porque no se logró concretar la llamada Zona de Encuentro,
porque el lugar escogido en el departamento de Santander, estaba prácticamente
por el paramilitarismo y el Gobierno no busco alternativa. Aunque se le pidió
apoyo al gobierno de Cuba en su condición de miembro de la Comisión de Amigo,
desarrollándose varias reuniones de delegados del Gobierno con el ELN en la
Habana.
En esos tres años y dos meses en el Caguán, la Mesa de
Dialogo de Paz, no pudo tratar a fondo ni el primer punto, que estaba
relacionado con la Reforma Agraria Integral y Económica, ese punto planteaba
fortalecer la industria nacional, así como la preservación minero-energética en
favor del Estado y apoyar la inversión extranjera que no dañara al sector
productivo nacional y una defensa irrestricta a los intereses económicos
nacionales.
Tampoco pudo tratar el tema de la Reforma Política que
conllevaba a un cambio en el sistema electoral, las garantías para los partidos
y organizaciones políticas; Reforma Judicial, cuyo principio era que jueces y
magistrados fueran elegidos por elecciones del gremio judicial y que las Altas
Cortes no dependiera de la terna que escogía el presidente. Así como reforma en
la política militar, que modificara la actual estrategia y que estos se
concentraran en la defensa contra amenazas externas y fortalecer una Policía
Nacional de defensa y preservación del orden público interior. Y no como ha
venido sucediendo desde hace años que es el Ejército junto con la Policía el
que se encarga del orden público interior.
También el combate al cultivo ilícito, cuyos instrumentos
estarían vinculados a la Reforma Agraria Integral que favorecería al
campesinado, que no tendrían que depender de los cultivos ilícitos y no usar la
aspersión aérea con el glifosato, un peligroso veneno que acaba con la fauna,
la flora y muy grave para los pobladores expuestos a esa criminal
práctica.
Esta era la manera más efectiva de combatir el narcotráfico
y exigir a los países consumidores que ejecuten una política de reprimir y
eliminar los Carteles de la Drogas en sus territorios, de los que, por cierto,
nadie habla. Por último, una política exterior independiente y soberana del
país y favorecer el principio bolivariano de la integración latinoamericana.
Nada de estos puntos pudo discutirse, que de haberse logrado
hubiera provocado un vuelco sustancial al sistema imperante de explotación,
miseria, violencia e inequidad y se hubiera establecido una justicia jurídica y
social lejos de la corrupción y con una verdadera defensa de los intereses del
pueblo y de la nación colombiana.
Lamentablemente durante todo ese tiempo, se produjeron
errores graves de ambas partes, acciones violentas que sindicaban a la FARC-EP
con hechos falsos, atribución de acciones terroristas como la bicicleta bomba,
el collar bomba, la bomba del Nogal, atribuidos a las FARC-EP y con el tiempo
se ha conocido que fueron acciones cometidas por los Carteles de la Drogas por
sus luchas internas.
El intento del golpe de estado o el ruido de sable, por
parte de lo militares en mayo de 1999, con la renuncia del ministro de Defensa
y de altos mandos militares, sofocado por la intervención del embajador de los
Estados Unidos y de una muy prudente y patriótica conducta del general Fernando
Tapia. Acciones brutales y masacres de los paramilitares con la complicidad de
las Fuerzas Militares, como los cerca de 200 campesinos asesinados entre el 8
al 20 de enero de 1999 ordenado por Carlos Castaño, acusados de colaboradores
de la guerrilla, que provocó el primer congelamiento por parte de las FARC-EP
del proceso de paz en protesta por dichos crímenes.
La retención de los técnicos alemanes por las FARC y de otras muchas personas llevadas a la zona
de distención, unas secuestradas y otras con intención de sumarse a la
guerrilla, unos con sanas intenciones de
incorporarse a la lucha, pero otros orientados por la Inteligencia Militar, no
se podía pensar que un aparato con tanta
experiencia, no aprovecharía el momento para llevar a cabo un plan de
penetración para buscar información y tratar de escalar posiciones y desde
adentro, sugerir y desarrollar acciones que representaran acciones repudiadas
por la opinión pública y repercutieran negativamente contra las FARC-EP.
El asesinato por el décimo frente de las FARC-EP de los tres
indigenistas estadounidenses, en momentos que se había abierto conversaciones
entre las FARC-EP y altos funcionarios del Departamento de Estado de Estados
Unidos en Costa Rica provocó la ruptura de dichos diálogos. O el secuestro de la excandidata presidencial
Ingrid Betancourt, una desconocida y fracasa dirigente política,
colombo-francesa, cuyo plagio la convirtió en un personaje mundial. Las FARC que había tenido un exitoso trabajo
en Europa, lo perdió y la campaña interna en su contra le creo un efecto
políticamente negativo, que se acrecentó con la llamada Operación Jaque, que
benefició la popularidad de Álvaro Uribe y de su ministro de defensa Juan
Manuel Santos. Solo hay que preguntarse ¿A quiénes favoreció esas acciones?
Todos esos graves errores fueron factores utilizados por los
enemigos de la paz para desarrollar una fuerte campaña contra ese proceso del
Caguán, de nada sirvió el gesto de paz cuando las FARC- EP liberó a casi 300
militares y policías prisioneros de guerra y que la prensa llamaba
secuestrados. Los militares que caen en
manos de su adversario en el marco del conflicto son prisioneros no
secuestrados. Prisionero implicaba reconocer el conflicto armado interno y el
estado de beligerancia sujeto a las convenciones internacionales, pero los
gobiernos colombianos, y especialmente, el de Uribe Vélez, no reconocía el
conflicto armado y denostaba a la insurgencia tratándolos de bandoleros o,
siguiendo la orden de Washington, los calificaba de terroristas.
Por su parte frente al gesto de las FARC, el Gobierno de
Pastrana se había comprometido en liberar a 70 presos políticos de una lista
entregada por las FARC-EP, entre ellos el comandante en jefe del EPL, Francisco
Caraballo, prisionero en la cárcel de Itagüí, que el propio comandante
Marulanda lo había incorporado en dicha lista, de ellos, solo liberaron a 14,
la mayoría líderes comunales y sociales, acusados de colaboradores de la
guerrilla, Caraballo siguió preso en Itagüí por varios años.
Esta es una breve y resumida historia de lo que ha
significado este 56 Aniversario de la Fundación de las FARC-EP, aún faltan por
dar a conocer lo interno de la brusca ruptura del proceso del Caguán y del
tercer y cuarto escenario que, en 1997, se fijaron medio centenar de
colombianos, representantes de diversos sectores. En este taller del Recinto
Quirama, en Antioquia y que según el ex presidente Santos, se llamó “Destino
Colombia”. Espero hacerle llegar muy pronto el sexto capítulo de está doloroso,
pero apasionante historia.
(*) Periodista, politólogo y analista internacional.
Bibliografía utilizada.
1) La batalla
por la paz. Edic. Planeta Colombia. 2019 1ra Edic. Pág. 75-76.
Autor. Juan Manuel Santos Calderón
jorgarcia726@gmail.com
La situación de Colombia con las Narcoguerrillas, se solucionará definitivamente, cuando este grupos de forajidos y deli9ncuentes sean arrasados. No cabe otra discusión. El haberse aliado al narcotráfico, les resta cualquier viso de legitimidad.
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