Por Eduardo Contreras:
La crisis sanitaria que se vive y que afecta al mundo entero
tiene obviamente una gran importancia para la vida de todos los pueblos y
produce consecuencias en el ámbito de la política.
La insólita situación que por este tiempo se vive nos
muestra la similitud de las causas y efectos del fenómeno, pero por otra parte
nos enseña la diferencia de sus consecuencias según sea la estructura política,
económica y social del país específico de que se trate.
No es la misma la situación en los países de estructura
capitalista, como el nuestro, Chile, con un Estado sin recursos ni facultades
en las más importantes áreas de la vida social, que en aquellos que optaron por
el socialismo o en aquellos en que, a lo menos, mantienen la existencia de un
Estado dotado de recursos y facultades amplias, importantes, fuertes, en áreas
como la Salud, la Educación, la Economía, el Comercio, la Previsión, el
Transporte.
Es decir, aquellas sociedades que son hoy tal como lo era
nuestro país, Chile, desde finales de los años 30 del siglo pasado hasta el 11
de septiembre de 1973. Aquel oscuro día en que el gobierno norteamericano, el
gran empresariado nacional y los altos mandos de las Fuerzas Armadas pusieron
fin a ese tipo de sociedad para instaurar un modelo absolutamente desigual,
Un modelo de acumulación de recursos en favor de unos pocos
grupos privilegiados, descartando absolutamente el apoyo estatal a las mayorías
nacionales precisamente en las materias esenciales como son la Salud, la
Educación, la Previsión, la Economía, etc…Y que sigue siendo hoy el mismo tipo
de sociedad en nuestro país. El de los Chicago Boys, el de Pinochet, el de
Jaime Guzmán, el del gobierno norteamericano, el de la derecha criolla y de
aquellos que, bajo una túnica de aparente progresismo han mantenido ese nefasto
modelo hasta hoy.
Nunca debemos olvidar que Pinochet no fue derrocado. Todos
sabemos que en momentos en que la lucha popular antifascista alcanzaba
importantes niveles de masividad, de combatividad y de fuerza, se produjo el
nefasto acuerdo entre la dictadura y los sectores opositores signados por la
ideología burguesa. Fue el acuerdo de esas fuerzas el que cambió la dictadura
por un régimen formalmente democrático y en consecuencias lo que vino después
fue el resultado de ese compromiso político entre los sectores y organizaciones
que fueron los golpistas del 73 y aquellos partidos políticos y fuerzas
sociales que optaron por negociar ante el riesgo cierto en esos años de un salida popular, realmente democrática y
partidaria de un nuevo modelo de sociedad.
Desde entonces, nada importante ha cambiado. Buen ejemplo de
los tiempos políticos que se vive es el llamado a acuerdos políticos que por
estos días hacen juntos José Miguel Insulza, supuestamente “socialista” y Mario
Desborbes, líder de la derechista Renovación Nacional. ¿?
No es el objeto de esta breve nota, pero por cierto para
conclusiones rigurosas no se debe prescindir del análisis objetivo de lo que
fueron los gobiernos de la Concertación. En síntesis, nuestra opinión es que
fueron la continuidad del modelo impuesto por la dictadura, pero sin la extrema
violencia de entonces.
En un contexto tal, no ha sido casual la magnitud y claridad
del llamado “Despertar” socio político iniciado en octubre del año pasado y que
no hay duda alguna que continuará. Con razón se dijo entonces “No se trata de
30 pesos sino de 30 años de injusticias”
Es el categórico ¡Basta! a una situación insoportable. Se
trata nada más ni nada menos que el firme propósito de poner fin a un modelo
ultra reaccionario establecido en favor de los poderosos grupos económicos
nacionales y extranjeros y en contra de los legítimos derechos del pueblo
trabajador. Por tanto, estos tiempos de pandemia - aun en las difíciles
condiciones que se vive y las limitaciones impuestas por los medios de
comunicación de los dueños del país – son y deben seguir siendo tiempos para el
debate de ideas, para la organización del descontento.
Cada sector ha mostrado su cara real, Ahí están los pseudo
“demócratas” que corren a firmar acuerdos con Piñera y su montonera gobernante.
Es la búsqueda incesante de la mantención de los privilegios. Es evitar a toda
costa que el Estado recupere su función rectora en la Economía nacional.
Han llegado a plantear que se ayude al salvataje de LATAM
usando recursos de las AFP, es decir los fondos de los pensionados y
pensionadas de este país para sostener y salvar al pequeño grupo de
empresarios, nacionales y extranjeros, que se han aprovechado de la
privatización, hecha por la Concertación de la que fuera una gran empresa aérea
del Estado.
A su turno, aprovechándose también de esta enrarecida
situación, varios de los condenados por sus brutales crímenes en dictadura han
presentado recursos ante el Juzgado de Garantía de Colina, Piden sustituir las
penas privativas de libertad por arresto domiciliario mientras dure la
emergencia sanitaria por COVID-19. Entre ellos figuran criminales de la talla
de Crisóstomo Ferrada Carrasco, de Pedro Espinoza Bravo de Raúl Iturriaga
Neumann. Y si bien esos amparos fueron inicialmente rechazados, los condenados
dedujeron recursos ante la Corte de Apelaciones de Santiago
Nada es como en tiempos sin pandemia. Pero en esencia todo
es igual en relación a los conflictos de clase, a las contradicciones
principales. Lo que se advierte es su agudización y la inminencia del rebrote
de descontento y de la lucha popular.
eduardocontreras2@gmail.com
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