Por Homar Garcés:
A propósito de los estragos causados por la pandemia del
Covid 19 a nivel mundial (especialmente en el área económica) varios analistas
prevén el advenimiento de propuestas y de movimientos populares que, de una
manera u otra, influirán en la configuración de un nuevo tipo de sociedad,
diferente en mucho al existente regido por la lógica del capitalismo, la cual
ha favorecido considerablemente a las grandes corporaciones mundiales.
Una combinación armoniosa de acciones dirigidas y promovidas
por el Estado como por las comunidades organizadas, pasando (obviamente) por
todas aquellas instancias gubernamentales intermedias que pudieran contribuir a
su logro, harían posible la gestación, reproducción y consolidación de un
modelo y de unas nuevas relaciones de producción que tengan como objetivo
central el bienestar integral de las personas. En este caso, se debe garantizar
en todo momento la participación democrática, sin sectarismos que mermen u
obstaculicen el bien común.
Como lo plantea Christine Berry en su artículo “La nueva
izquierda y la pregunta por la propiedad. ¿Es posible una nueva democracia
económica?”, todo esto supone la creación de un ecosistema pluralista de
propiedad democrática donde prevalezca el interés colectivo por encima de los
intereses mezquinos del mercado.
Una de las primeras medidas que pudieran adoptarse al
respecto sería impulsar una creciente participación colectiva de los
trabajadores en la administración y en la planificación de las empresas. Otra
medida pudieran encabezarla los gobiernos municipales, a través de la
organización comunal.
En el caso de Venezuela se tendría como base de esta
propuesta a las comunas, los consejos comunales y los consejos locales de
abastecimiento y producción, dado que la Constitución y algunas leyes vigentes
contemplan la existencia de modelos de propiedad pública, comunitaria,
cooperativa y común, a nivel nacional, municipal y comunitario; con los cuales
se podrán promover y diversificar diferentes formas productivas y/o de
emprendimientos que permitan democratizar la riqueza generada a nivel local, lo
que permitiría, a su vez, crear una riqueza comunitaria autosustentable
mediante el establecimiento de circuitos económicos comunales y/o comunitarios.
No es simple ilusión alcanzar dicha democracia económica. La
propiedad común de los grandes medios de producción proclamada y defendida por
comunistas y socialistas se presenta como una opción válida frente al
capitalismo neoliberal globalizado, vistos los resultados de su afán de
ganancias, causando desequilibrios en la naturaleza que podrían llevar a la
extinción a todas las especies del planeta. Por eso, el hecho que la pandemia
del Covid 19 haya obligado a muchas empresas a cesar sus actividades y a muchos
trabajadores a replegarse en sus hogares está afectando seriamente la
estabilidad económica de una gran mayoría de naciones, sobre todo de aquellas
ubicadas en la franja del subdesarrollo. Este hecho, por otra parte, obliga a
personas, empresas y gobiernos a replantearse otra clase de economía, una vez
constatadas las vulnerabilidades de las que adolece el sistema capitalista
imperante. El desplome que esto ha significado -junto a la miseria, el
desempleo, la desigualdad y las diferentes carencias de los sectores populares-
debiera ser motivo suficiente para impulsar medidas de esta índole.
Al margen del alto porcentaje de muertes observado en todo
el planeta a causa del Covid 19, así como su impacto negativo en la actividad
económica y social de cada país afectado, sus derivaciones positivas apenas
comienzan a percibirse. En este sentido, sería un suicidio colectivo que la
humanidad persista en la manutención de un modelo económico, social y político
centrado en la hegemonía de unas minorías, cuya visión y valoración de la vida
no excede su ámbito estrictamente particular.
Habría que recurrir, por consiguiente, al concepto de
comunidad experimentado desde hace siglos por nuestros pueblos originarios como
alternativa inmediata al capitalismo y al modelo de sociedad que lo legitima.
El surgimiento de un nuevo sentido común -engendrado desde abajo por los
sectores populares- se opondría, así, a la dominación actual de los grupos
privilegiados y, por añadidura, a la mercantilización de todo espacio de la vida.
mandingarebelde@gmail.com
0 comentarios:
Publicar un comentario