Por Sergio Rodríguez Gelfenstein:
La semana pasada esbocé algunos puntos de vista iniciales
respecto de lo que podría considerarse la doctrina militar de Trump. Un lector
me escribió para decirme que no se puede hablar de “doctrina militar de Trump”
toda vez que éste actúa por impulsos y emociones más que por decisiones con
sustento científico y político. El reciente pasquín propagandístico publicado
por John Bolton pareciera darle la razón a este lector.
Cuando hablo de doctrina militar lo sustento en el
“Diccionario Latinoamericano de Seguridad y Geopolítica” dirigida por el
brillante politólogo y educador argentino Miguel Ángel Barrios y publicado por
la editorial Biblos de Buenos Aires, que establece que este enunciado dice
relación con “el conjunto ordenado de leyes, reglas, procedimientos esenciales
que rigen el empleo del poder militar para alcanzar los objetivos políticos de
una nación por medios militares”.
En el caso de Estados Unidos como apuntaba el analista
español Andrés Ortega en un artículo publicado en abril de 2015 en “El
Espectador global”: “En la comunidad estratégica estadounidense hay una
obsesión con las doctrinas (Nixon, Kissinger, Carter, Reagan, Bush, etc.)”.
Esto podría ser tema para otro debate a fin de discutir
si en realidad lo que existe es una
doctrina militar propia de Estados Unidos que no debe llevar el nombre de uno u
otro presidente, o si puede serlo en tanto se hacen propuestas trascendentales
que amplían, modifican o suponen un cambio radical de lo que se ha venido
sustentando.
De ahí que para los sucesivos gobiernos imperiales, la
doctrina Monroe elaborada en 1823 siga teniendo vigencia para América Latina y
el Caribe. Algunas otras entre las que vale la pena mencionar por ejemplo, la
del presidente Woodrow Wilson en 1914, rompió con el aislacionismo y le dio el
soporte necesario a su país para que una vez iniciada su fase imperialista,
tuviera los argumentos para involucrarse en la primera guerra mundial.
La doctrina Truman, llamada de “contención” fue la justificación
para la guerra fría en la que la Unión Soviética era el enemigo principal.
Todas las que se crearon a continuación no fueron más que adaptaciones a las
condiciones propias de cada momento del mundo bipolar.
Finalizado éste, la doctrina Bush lanzada en 2001, llamada
en un primer momento de “agresión positiva” y luego de “guerra preventiva”
utilizó una falsa dicotomía de lucha contra el terrorismo para que Estados
Unidos, aprovechando que no tenía contraparte en el planeta, se propusiera
establecer un modelo unipolar para el sistema internacional.
Los propios analistas estadounidenses no se ponen de acuerdo
en torno a como enfocar la idea de si el presidente Obama fue portador o no de
una doctrina militar propia. Pero lo que si es cierto -y tal vez sea su mayor
proyección hacia el futuro- es que el primer presidente negro fue el promotor
de la consideración de Asia como pivote de la política de Estados Unidos y del
enunciado de que el siglo XXI sería el “siglo asiático” de su país.
Con esto vislumbró que en el porvenir de este siglo la
confrontación estratégica de Estados Unidos sería con China y que en la región
Asia-Pacífico se desarrollarían los conflictos fundamentales para definir tal
controversia. En este sentido los planteamientos del presidente Trump hechos el
pasado 13 de junio en la academia militar de West Point en los que anunció que
para Estados Unidos se había terminado la época de “guerras interminables” y
que su país no seguiría siendo “el policía del mundo”, sí podrían considerarse
cambios de carácter doctrinario que apuntan a involucrarse en toda su extensión
en la disputa estratégica que se propone encarar: el conflicto con China en pos
de mantener su hegemonía global.
Valdría la pena saber si en términos estrictamente
militares, Estados Unidos está preparado para una contienda de estas
dimensiones. Según fuentes del Departamento de Defensa citadas en mayo por el
diario británico The Times, la potencia norteamericana perdería una guerra
contra China en el Pacífico y sería incapaz de defender a Taiwán. Incluso la
fuente aseguró que la base militar de Guam ya está en peligro.
El análisis afirma que en unos ejercicios navales simulados
en el año 2030 el resultado muestra que la Armada de Estados Unidos “se vería
abrumada en un conflicto naval contra China”. El simulacro hizo patente que los
misiles balísticos chinos de alcance medio que ya están incorporados al arsenal
logístico del Ejército Popular de Liberación pueden alcanzar todas las bases de
Estados Unidos en la región y los grupos de batalla de los portaviones
estadounidenses en cualquier lugar de los océanos Pacífico e Índico en que se
encuentren lo cual es expresión de una extrema vulnerabilidad de sus
principales instrumentos de combate contra China. Vale decir que China además
posee misiles balísticos anti buque de largo alcance y misiles hipersónicos.
En esta perspectiva, un reciente informe publicado el pasado
21 de mayo por el Servicio de Investigación del Congreso de Estados Unidos (CRS
por sus siglas en inglés) advertía que si el país no aumentaba su capacidad
naval “el potencial de su Armada podría eventualmente ser alcanzado y hasta
superado por el de China”.
El mismo informe expone que las fuerzas armadas de China en
los últimos 25 años han mantenido una constante modernización que le permite
realizar operaciones navales “no solo en las zonas costeras de China, sino
también en lugares más distantes "incluidas las aguas más amplias del
Pacífico occidental, el océano Índico y las aguas de toda Europa", lo cual
a pesar de ser inexistente en la doctrina defensiva de China, expone la
preocupación del Congreso de Estados Unidos.
El análisis del potencial de la Armada es muy importante por
ser éste, el componente militar esencial de una doctrina militar ofensiva. Uno
podría preguntarse ¿dónde están los barcos de la Armada de China en Europa? Es
sabido que China tiene sólo una base militar fuera de su territorio ubicada en
Yibuti (país en el que también hay establecimientos militares de Estados
Unidos, Francia, Italia, Japón y Arabia Saudí) con la misión de apoyo logístico
para el mantenimiento de las vías de comunicación estratégicas y de ayuda a los
súper tanqueros chinos que transportan petróleo desde el golfo Pérsico. Además
la potencia asiática posee una pequeña base de observación y seguimiento de sus
navíos civiles en Sri Lanka.
El mencionado informe del CRS plantea que el control del
Pacífico occidental en tiempos de guerra es un gran desafío porque se pone en
peligro "el estatus de larga data de Estados Unidos como la principal potencia
militar en esa región en el Pacífico occidental". Cuando se menciona el
Pacífico occidental se está hablando de una zona muy alejada del territorio
continental de Estados Unidos pero que para China significan sus mares
adyacentes en los que debe establecer un férreo control para mantener su
seguridad.
En este contexto, el proceso de modernización de China tiene
un carácter totalmente defensivo, su único portavión circunda los mares
contiguos en la perspectiva de ejercer vigilancia aérea de su mar territorial,
alejando la posibilidad de que los aviones estadounidenses basificados en los
portaviones o en su bases militares de Japón, Corea, Filipinas y Guam puedan
tener alcance operativo para llegar al territorio continental chino. El
desarrollo de su Armada tiene esa clara perspectiva. En este objetivo se
proponen desarrollar misiles balísticos y de crucero anti buque, submarinos,
buques de superficie, aviones y vehículos no tripulados.
En esta región alejada casi 10 mil kilómetros de la costa
oeste de Estados Unidos, China ha ido avanzando en la búsqueda de un equilibrio
de poder naval cuya diferencia ha ido disminuyendo desde los años 90 del siglo
pasado. La preocupación del CRS es que “ si las líneas de tendencia actuales de
las capacidades navales estadounidenses y chinas no cambian, Pekín
eventualmente podría igualar o incluso superar a Estados unidos en la capacidad
naval general
Para superar esta situación, el CRS propuso pasar a una
"arquitectura de flota más distribuida", conjeturando acerca de si el
tamaño planificado de su Armada "será apropiado para contrarrestar el
esfuerzo de modernización naval de China en los próximos años". En una
visión global, la institución pone sobre el tapete de la mesa de operaciones
que en el momento de cumplir sus misiones, se debe considerar además el papel
que puedan jugar las fuerzas militares rusas, lo cual complejiza mucho más el
problema.
Con el objetivo de
esbozar los requerimientos para enfrentar a China en sus zonas cercanas, en
particular en el mar de la China Meridional, una de las más trascendentales
transformaciones que se propone el Pentágono es la reforma estructural de la
Infantería de Marina, el componente militar ofensivo de intervención por
antonomasia de las fuerzas armadas de Estados Unidos
En este sentido, según el think tank estadounidense “Center
for Strategic and International Studies”, el cuerpo de marines, de la mano de
su nuevo jefe el general David Berger, se circunscribirá al combate en el
litoral, resignando en el ejército la realización de las operaciones
terrestres.
Según Denis Lukyanov, periodista ruso especializado en temas
militares, en un artículo publicado en Sputnik el pasado 10 de abril, el
general Berger se plantea recurrir a las tropas de desembarco para confrontar a
China en las islas de sus mares adyacentes a fin de “evitar que los marineros
chinos actúen con éxito en las aguas que están en litigio. Para conseguirlo el
Cuerpo usará armas desde las islas que se encuentran bajo su control o bajo el
de sus aliados regionales” en un plan que se estará estructurando hasta 2030 lo
cual permitirá realizar los cambios que los ejercicios operacionales vayan
mostrando necesarios de realizar.
En lo inmediato, estos y otros cambios doctrinarios y el
escalamiento de la tensión con China, sobre todo a partir de la guerra
comercial, la injerencia creciente de Estados Unidos en los asuntos de Hong
Kong, Taiwán y Xinjiang y la supuesta responsabilidad china en el surgimiento y
desplazamiento de la pandemia de Covid19 han llevado a que el representante
republicano por Texas William “Mac” Thornberry que lidera el Comité de
Servicios Armados de la Cámara presentara un proyecto de ley en el Congreso con
miras a crear un fondo de 6.000 millones de dólares para reforzar el potencial
disuasorio contra China.
As mismo, el Departamento de Defensa ha dicho que desearía
cambiar su enfoque para poner el énfasis en el desarrollo y envío de mayor
cantidad de armas hipersónicas y misiles de crucero de largo alcance lanzados
desde tierra a la región de Asia-Pacífico, y armar a las unidades marinas a lo
largo de los mares de China con misiles anti buque. El propio presidente Donald
Trump anunció el pasado 15 de mayo que su país está trabajando en el desarrollo
de lo que llamó un "superdupermisil" cuyo objetivo sería superar las
armas hipersónicas en poder de China y Rusia.
Así, resultan patentes los cambios doctrinarios en la
política militar de Estados Unidos y su materialización en cuanto a
equipamiento, transformaciones operativas, prioridades presupuestarias y
preparación combativa de las tropas conducentes a confrontar a China en lo que
ya comúnmente se ha dado en llamar la segunda guerra fría.
sergioro07@hotmail.com
gracias ,
ResponderEliminarSergio muy buen o genial análisis