Por Pasqualina Curcio:
No es del todo cierto que el covid-19 no distingue al
momento de atacar y sobre todo de provocar muertes. Es posible que
biológicamente no haya diferencias en cuanto a color de piel, edad, o sexo, en
todo caso son estudios que habrá que realizar con detenimiento una vez que se
tenga el detalle de los casos de contagiados y fallecidos, pero, diferencias y
desigualdades para combatir la pandemia y no morir en el intento, de hecho, las
hay.
No es igual el riesgo a contagiarse que asume el repartidor
de la empresa Amazon quien debe salir a trabajar diariamente porque de lo
contrario sus hijos irán a la cama sin comer, al riesgo que corre el dueño de
la misma empresa quien estando socialmente muy bien distanciado en su mansión
figura de primero en la lista Forbes con un patrimonio de 138 mil millones de
dólares.
No es igual sobrellevar la cuarentena siendo cajera de
Walmart, con todo el riesgo a contagiarse que ello implica y teniendo un
salario que no debe ser suficiente para pagar la prueba de despistaje del
covid-19, que sobrellevar el distanciamiento social siendo uno de los
accionistas de la empresa: el número 13 de la lista Forbes 2020 con 54 mil
millones de dólares de patrimonio.
No es igual combatir el coronavirus sin un trozo de pan que
comer porque, siendo asalariado y sin capacidad de ahorro, has sido despedido
debido a que la empresa transnacional donde trabajas debió cerrar por la
cuarentena, a ser el burgués dueño de la filial.
No es igual sobrellevar la pandemia viviendo en las calles,
sin refugio permanente, sin tener que comer, sin trabajo ni salario, que
perteneciendo al 1% de la población mundial que se apropia del 82% de la
riqueza (Oxfam, 2019).
El verdadero mal que hoy se extiende por todo el mundo y que
ataca a la humanidad es la desigualdad, a su vez consecuencia de un sistema de
producción y distribución depredador a través del cual la burguesía, dueña del
capital, con la complicidad de Estados que mínimamente participan en las
economías y “los dejan hacer”, se ha ido apropiando cada vez más del esfuerzo
del trabajador asalariado. Un sistema que, por lo tanto, genera cada vez más
pobreza y que hoy, en tiempos de coronavirus, se hace más evidente.
Sobrellevar los embates de la pandemia por coronavirus en
condiciones de pobreza obviamente resulta más difícil. Hoy, 3.700 millones de
personas en el mundo son pobres, o sea, la mitad de la población.
¿Nos hemos preguntado por qué hay tantos pobres en el mundo?
¿O es que vamos a creer el discurso hegemónico defensor del capitalismo que
cuenta que los pobres son pobres porque no trabajan lo suficiente, no se
esfuerzan, no son productivos, despilfarran su salario, y por lo tanto, ellos
mismos son los responsables de su condición de pobreza?
Vemos algunas cifras y desmontemos la mentira. La producción
mundial asciende a 85.9 billones de dólares (es la suma del producto interno
bruto de todos los países durante el 2018 según datos del Banco Mundial).
¿Quién se supone que produjo esa billonada? ¿los ricos? ¿los dueños del
capital? ¿La burguesía?.
Somos 7.594.270.356 de personas en el mundo, de las cuales,
según datos de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), 3.428.400.000,
es decir, el 45% de la población total, pertenecemos a la fuerza de trabajo
(estamos en edad productiva y en condiciones de trabajar). De estas 3.400
millones de personas que formamos parte de la fuerza de trabajo, estamos
ocupados 3.294 millones. Según la OIT, solo 83 millones son empleadores, o sea
solo el 2,68% son dueños del negocio, propietarios del capital, llámese
burgueses.
Eso significa que los 85,9 billones de dólares que se
produjeron en el mundo en 2018 son resultado del esfuerzo de 3.208 millones de
proletarios y 83 millones de burgueses.
Sin embargo, y siguiendo con las cuentas, según Oxfam el 82%
de los 85,9 billones de dólares que se produjeron fueron a parar a manos del 1
% de la población mundial (o sea 70,4 billones de dólares fueron apropiados por
tan solo 75 millones de personas). Cada uno de los de este grupito, que no son
precisamente de la clase obrera, obtuvo en promedio 927.630 dólares en 2018,
claro que unos más que otros.
El otro 18% de lo que se produjo en el mundo (15,4 billones
de dólares) se distribuyó entre el 99% de la población mundial restante (entre
7 mil quinientos millones de personas) tocándole en promedio a cada uno 2 mil
dólares al año, a unos más y a otros menos, a otros nada. Nos referimos a los
que viven al día, a los que si no salen a trabajar no comen a pesar de que son
los que producen los 85 billones. Léase los proletarios.
¿De verdad los pobres son pobres porque no trabajan? ¿Es en
serio?
¿No será que el sistema capitalista explotador en un mundo
globalizado y repleto de monopolios transnacionalizados, otorga el poder
omnipotente al dueño del capital para fijar, no solo los precios sino también
los salarios y por defecto la ganancia, subsumiendo cada vez más en la pobreza
a los asalariados? ¿No será que el producto del trabajo de miles de millones de
proletarios del mundo está cada vez más desigualmente distribuido? En plena
pandemia que azota a la humanidad ¿quiénes creen que se verán más afectados: el
2,68% que representa a la clase burguesa o el 97,32% de la clase obrera?.
Según la OIT, durante el primer trimestre de 2020 el número
de horas de trabajo disminuyó alrededor del 4,5%, lo cual equivale a 130
millones de empleos. Estiman que para el segundo trimestre serán 305 millones
de empleos. Por su parte, el Instituto Mundial de Investigaciones de Economía
del Desarrollo de la ONU estima que alrededor de 500 millones de personas
podrían sumarse a la pobreza mundial como consecuencia de la pandemia.
En estos tiempos de cuarentena en los que un enemigo
invisible nos hace tan vulnerables como humanidad, reflexionemos. No es
suficiente con superar el neoliberalismo, que constituye lo más salvaje del
capitalismo. Tampoco es suficiente con darle un poco más de participación al
Estado para que en el marco de un sistema explotador como lo es el capitalista,
fortalezca los servicios de salud universales y otorgue educación básica
gratuita.
Hay que cambiar el mundo de base, erradicar el origen de la
desigualdad y revisar el sistema de producción y distribución basado en la
propiedad desigual de los medios de producción. El mundo post pandemia debería
avanzar hacia un sistema justo e igualitario. Es necesario contener al
capitalismo y detener la propagación de la desigualdad y la pobreza que
exponencialmente este sistema genera.
Somos 3.345 millones de proletarios ¡Agrupémonos todos en
esta lucha! ¡Feliz día Internacional de las trabajadoras y los trabajadores,
especialmente a los que en tiempos de pandemia arriesgan sus vidas y la de los
suyos para salvar a la humanidad!
pasqualinacurcio@gmail.com
Clarísimo, Pasqualina. La importancia de tu trabajo deshollinador de cerebros es incalculable. Mi saludo afectuoso.
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