Por Carlos Luna:
A medida que transcurren los días y de que aparecen más
detalles de los hechos ocurridos en la costa venezolana de La Guaira, en
Macuto, y un poco después en Chuao, Aragua, se comienza a esclarecer esta nueva
fase de la trama de conspiración e intento de derrocamiento contra el gobierno
de Venezuela teledirigido por Trump y su gobierno, utilizando a la DEA,
“contratistas militares”, exmilitares venezolanos y por supuesto al inefable
Juan Guaidó.
El fracaso de la “Operación Gedeón”, que podemos concluir
murió antes de nacer, ocurrió con la develación del plan. Cuando Cliver Alcalá,
apareció develando ante el mundo el plan que se tenía de la incursión de
paramilitares a Venezuela, en marzo, ya estaba condenando la operación a un
estruendoso fracaso. La pregunta que cabría es ¿por qué se mantuvo esta
operación a pesar de haber sido debelada, con un poco más de un mes de
anticipación, antes de su ejecución?
Es clarísimo que Trump y su gente tiene las manos metidas en
su campaña permanente por derrocar a Maduro. Nadie puede olvidar que el 26 de
marzo, el Fiscal General de Estados Unidos William Barr anunció la presentación
de cargos en tribunales de su país contra el presidente venezolano, así como
otros altos dirigentes del gobierno de Maduro. Acusando a Nicolás Maduro de
narcotráfico y ofreciendo 15 millones de dólares de recompensa por el
presidente.
Ha quedado develado que el autoproclamado “presidente
interino”, Juan Guaidó contrató los servicios de seguridad de la empresa
estadounidense Sirvercorp, para llevar a cabo el entrenamiento de
“paramilitares” que tendrían como objetivo final derrocar al gobierno de
Nicolás Maduro.
Trump, inicialmente negó la participación de su gobierno en
la llamada Operación Gedeón, pero en declaraciones más recientes ha confirmado,
con su típica arrogancia, que, si deciden intervenir en Venezuela, lo harían a
través de una “invasión militar”.
Las confesiones de los exmilitares estadounidenses,
capturados en las costas venezolanas, que le han dado la vuelta al mundo,
evidencian que el país se está llegando a una fase superior de la “guerra de
cuarta generación” que ha impuesto el imperio al país.
Mientras tanto la dirigencia revolucionaria, además de
ensalzar la gesta épica de los pescadores de Chuao, debe empeñarse en preparar
de veras al país para la nueva escalada del conflicto que parece que se aceleró
con pandemia de coronavirus incluida.
No subestimemos las capacidades que tiene el imperio para
seguir llevando a nuestro pueblo a peores condiciones de carencia y escasez de
alimentos y de servicios.
No olvide Maduro, y quienes le acompañan en la tarea de
gobernar, que como dijo Fidel Castro, internamente puede lograrse lo que no
pueden hacer desde afuera, dar al traste con la revolución.
Lo que no ha podido lograr Trump, el Departamento de Estado,
los contratistas militares gringos, la DEA, los mercenarios militares
descontentos, Guaidó y su gobierno paralelo y los reaccionarios, lo puede
lograr un pueblo si llega a perder la esperanza y la fe en sus dirigentes.
Así como el gobierno ha sido serio contra la pandemia del
COVID19, que el gobierno diseñe y ejecute un plan para avanzar en la derrota de
la economía inflacionaria que tiene contra la pared al pueblo que sigue soñando
y manteniendo vivos los ideales de Chávez.
carloslunarvelo72@gmail.com
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