Reportaje al profesor Jhonny Peralta Espinoza, boliviano,
economista egresado de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA). Analista
político. Ex integrante de las Fuerzas Armadas de Liberación Zárate Willka.
Preso político durante 15 años en el Penal de Máxima Seguridad de Chonchocoro.
En noviembre de 2019 se produce en el Estado Plurinacional
de Bolivia un golpe de estado que genera violencia y represión en los sectores
populares, y un quiebre institucional que crea una fuerte contradicción con el
sistema democrático y con el estado de derecho que existía hasta la fecha en el
país. ¿Cuáles han sido las consecuencias en los sectores productivos y
sindicales desde la instauración de esta aventura golpista?
Antes que nada, agradecerte por la entrevista, saber que
otros pueblos están queriendo conocer la realidad boliviana es esperanzador
porque nos alienta a seguir en la lucha.
Para responderte voy a contextualizar el problema de las
consecuencias del golpe de estado en la economía y en las organizaciones
sindicales. Por un lado, la violencia y la represión de parte del régimen
golpista se ha centrado principalmente en el pueblo boliviano, debido a
que después del golpe de estado, fueron
las mujeres y hombres anónimos que salieron en defensa de la democracia, de la
whipala; no hubo una resistencia organizada política e ideológica y esto
refleja que durante 14 años de proceso
de cambio apostó a un sobredesarrollo de la corriente sindicalista de las
organizaciones obreras y también indígenas, una línea sindicalista que nunca
tuvo una ideología hegemónica, o sea un conjunto de ideas, creencias que nos
digan que la gente está dispuesta a luchar por otro orden social, o al menos ,
defender el proceso de cambio.
Reconocemos que en la historia boliviana jugó un rol
importante el movimiento sindical, pero nunca llegó a un grado político
superior, excepto en los años 70 con la asamblea popular, por lo tanto si
tomamos en cuenta que durante 13 años de proceso de cambio, el movimiento
obrero boliviano tuvo experiencias económicas, políticas, culturales, sociales
que tendrían que haber producido una conciencia de clase, o sea que el
movimiento obrero, en particular, tendría que haber atravesado el proceso de
clase en sí a la clase para sí, pero eso no sucedió. Entonces lo que tenemos
ahora son sindicatos, comenzando por la Central Obrera Boliviana, con la misma
cantaleta de reivindicación economicista, su objetivo central es el incremento
salarial.
Por tanto, desde la instauración del neoliberalismo, el
pueblo anónimo cuenta a sus muertos y los movimientos sindicales obreros son
los que, junto al pueblo, los grandes afectados a nivel económico-productivo. Y
aquí vinculamos el tema económico. El régimen golpista ha vuelto al redil de
los organismos internacionales mediante la deuda externa, en 14 años de
gobierno de Evo la deuda era de 5 mil millones de dólares, pero en 6 meses el
gobierno golpista contrajo una deuda de más de 2 mil millones de dólares. He
aquí la paradoja para el movimiento obrero sindical, que fue una instancia que
en su momento pidió la renuncia a Evo, y que ahora debe enfrentarse a una
política económica que exigirá reducir el gasto público, o sea menos política
social, así como también despidos o salarios sin incrementos para controlar la
inflación, todo para abaratar costos de producción; es ahí donde los sindicatos
están en la obligación de pasar de la reivindicación per se a la movilización
en las calles. No le queda otro camino.
Como vemos el
gobierno de Añez o cualquier gobierno de la derecha que venga, se va a proponer
la restauración de una política económica neoliberal, algunos jerarcas del
gobierno ya expresaron sus intenciones
de participación de la inversión privada en el teleférico, privatizar empresas
estatales con el pretexto de que son deficitarias, subastar el litio a empresas
yanquis, freno a los proyectos de industrialización como la planta de fertilizantes,
boicot al transporte del tren eléctrico, de la planta de medicina nuclear; y
por otro lado la ampliación de la frontera agrícola con el incentivo de las
semillas transgénicas, que provocará la expulsión de familias enteras de las
zonas rurales.
Para redondear la respuesta, la violencia y las masacres las
pagó el pueblo boliviano, las consecuencias productivas y sindicales serán de
desnacionalización de la economía con graves consecuencias para el pueblo y de
recorte de conquistas sociales para el mundo sindical, lo más probable es que
ocurran levantamientos populares de resistencia y si el campo popular no está
preparado en cuanto a organización, politización y unidad, quizás, el golpe sea
demasiado fuerte e impida una recuperación por muchos años.
Si bien la correlación de fuerzas político – gubernamental
en los últimos cinco años se ha modificado hacia la derecha en el cono sur,
llama poderosamente la atención que al golpe de estado en Bolivia a nivel
internacional no se le haya dado la gravedad que tiene desde el punto de vista
político y simbólico ¿cuál es su apreciación al respecto?
El conocimiento práctico después del 20 de octubre nos
muestran dos hechos concretos, primero, que los preparativos con métodos violentos de la derecha
reaccionaria y racista se venía fermentando desde hace mucho tiempo, y dos, que
hubo una estrategia yanqui que no solamente se propuso echar a Evo, querían
entrar ellos y para lograr este fin no les importó pisar la Constitución, destrozar la
institucionalidad mediante la quema de instituciones, secuestrar y torturar de
dirigentes sociales, matar al pueblo con el uso de sus aliados estratégicos,
los militares y policías, donde Camacho, Mesa, Tuto, Ortiz, Pumari y demás
personajes cumplían sus roles.
Entones a pesar de la intromisión yanqui, no hubo una
repercusión simbólica a nivel internacional del golpe de estado. Pienso que las
razones están en que, el gobierno de Evo fue nacionalista, progresista, con una
base social que descansaba en los movimientos sociales, que recupero el rol
social del Estado y que esto le permitió distribuir el excedente económico
mediante políticas sociales que favorecieron en reducir la pobreza, ampliar los
años de escolaridad, atender el tema de salud, ampliar una red vial de caminos
que en el fondo es una medida burguesa para facilitar la rotación de los
capitales económicos; entonces lo que quiero decir es que el gobierno de
Morales, como el de Kirchner, o Correa o Dilma, más allá de que han sido
destituidos por golpes de estado o elecciones o golpes judiciales, nunca fueron
un peligro para el sistema. Y que, si
algún líder fue destituido dentro o fuera de los marcos democráticos, son los
medios los que le dieron la importancia que tuvieron a nivel simbólico.
Entonces creo que el impacto, la importancia a nivel mediático simbólico, no es
tanto lo importante, lo que nos debe interesar es la presencia de los
movimientos populares organizados en una defensa intransigente, de lucha
popular, organizada, movilizada y politizada que defienda derechos, proyectos,
en los cuales está en juego su vida, sus proyectos colectivos. Es esto lo que
debe interesarnos, y esto no sucedió. Y es aquí donde debemos interesarnos en
el fondo de su pregunta, sobre la gravedad que tiene el golpe desde el punto de
vista político.
En este sentido, ahora la derecha, el imperialismo yanqui,
tienen un espacio más para seguir con sus planes de expansión ideológica y
política, en el caso boliviano ocurrió algo que nadie se lo imaginaba hace
nueve meses, que la derecha hoy tenga el gobierno, las instituciones, los
medios de comunicación, los dineros públicos, etc. Esta es la gravedad política
del golpe.
Un golpe de estado que se explica a partir de que la clase
media tradicional durante 13 años de mandato de Evo, aguantó como un goteo
incesante en la frente la presencia del indio, y que terminó por hartar la
paciencia de esa clase media y de la oligarquía. Porque con cada elección que
ganaba Evo llevaba al país hasta lo que estamos viviendo hoy en día, esa
oligarquía que tiene la cara visible en Camacho, Tuto, Mesa, se cree que tiene
el derecho naturalizado de tener el poder, primero, y de gobernar el país;
acaso no repetía esta derecha eso de que
“los salvajes ya no pueden volver al poder”, y es que antes de las elecciones del
año pasado, había gente que ingenuamente pensaba que la victoria de Evo también
se basaría en el enriquecimiento de los grandes empresarios cruceños conseguido
durante el proceso de cambio, así como también se pensaba que habría apoyo de
una clase media que era el funcionariado, que mejoró sus ingresos y que quería
mantener su puesto de trabajo, iba a apoyar en las elecciones. Esa clase media
que se le llamo emergente. Nada más falso.
Más allá de los cambios importantes que hubo, de la visión
modernista que se impuso para transformar el país, de una política
extractivista que se impulsó para modernizar el país, porque no había otra, y
que después iba a venir la industrialización de los recursos naturales; durante
14 años no se vislumbraba un programa o un proyecto que tarde o temprano afecte
los intereses del latifundio, de los grandes industriales, del gran capital,
que dé inicio auténtico a procesos de igualación de derechos, no de beneficios,
económicos, políticos, culturales, procesos de transformación de las
instituciones heredadas del colonialismo, neoliberalismo, procesos de
transformación del sistema de creencias. Si esto hubiera sucedido, ten por
seguridad que el final de las batallas de octubre y noviembre otro hubiera
sido, y las repercusiones hubieran sido distintas a nivel internacional, más
allá del resultado.
Como vemos el gobierno lo perdimos, no porque fuéramos
buenos en la gestión económica, no porque supiéramos administrar los
excedentes, o porque se hicieron los cambios importantes en el país, lo
perdimos porque no tuvimos organización, militancia, politización, batalla de
las ideas, cuadros políticos, y esto me recuerda a lo que en una reunión lo
expresó un dirigente provincial de la federación Túpac Katari “que en 14 años
no habíamos construido lo orgánico, porque en 3 ó 4 días nos habían
destrozado”. Este es el daño, la gravedad política que debe interesarnos y que
debemos hablar, el ceder espacio político al imperialismo y a la derecha
reaccionaria, y haber perdido tiempo valioso en no haber atravesado niveles
políticos que crean conciencia, organización, unidad, politización, poder
popular.
Desde hace unos meses se habla de posibles elecciones
generales en Bolivia ¿No parece un contrasentido que quienes usurparon el poder
hablen de volver a la vía democrática por un proceso electoral garantizado por
ellos?
Comencemos agarrando las cosas de raíz. Fue un enorme error
permitir que la OEA, ese organismo carcomido desde sus entrañas por el
imperialismo yanqui, se constituya no solo en veedor, que lo hace en diversas
elecciones, sino que sea el juez que de un veredicto de las elecciones
bolivianas. Eso en primer lugar. Otro error fue no usar en su momento, las
fuerzas policiales en el desarme de los grupos paramilitares durante las
jornadas violentas de octubre, para develar el rostro antidemocrático de la
derecha, y en los días cruciales no destituir a los comandos militares y
policiales por el delito de deliberación política al plantear la renuncia de
Evo, para demostrar que había un golpe de estado planificado por la embajada y
los sectores más antidemocráticos del país.
Ahora todo eso pasó y lo demócratas son ellos, se presentan
como los defensores de la democracia, tienen el descaro de usar las siglas de
CONADE un instrumento que se formó en la década de los 80 justamente para hacer
frente a los golpes militares fascistas de Natusch Busch y García Meza, y es
esta derecha reaccionaria la que tiene el mango de la sartén de la organización
de las elecciones. En última instancia la derecha tiene la iniciativa política
mediante una estrategia que se basa en la violencia y el racismo, que no está
dispuesta a dejar nuevamente el gobierno y que este nuevo orden se vincula a
los intereses yanquis de someter a todo el continente y saquear los recursos
naturales.
Ahora la derecha que en estos seis meses demostró
autoritarismo, corrupción, incapacidad, nepotismo, masacre impune, entreguismo,
manipulación de la justicia, compra y manejo de los medios de comunicación,
quiere dar lecciones de democracia y va a convocar a elecciones; frente a esto
el MAS propone un binomio electoral que en este momento tiene un buen
porcentaje de preferencia electoral, la pregunta que debemos hacernos es ¿la
derecha estará dispuesta a entregar el gobierno, en caso de victoria electoral
del MAS?
En términos electorales ese es el hiato a resolver. Primero
cómo ganar con contundencia, cómo demostrar que el pueblo democrático es más
que su careta seudo democrática, la respuesta está en la organización y más
organización del pueblo, construyendo contra el reloj militancia activa y
comprometida, planteando un programa renovado que recoja las ideas fuerza que
palpita en el pueblo, cero corrupción, salud y educación de calidad,
refundación seria de la justicia, combatir los feminicidios, dar el lugar que
corresponde a la gente que ha luchado y a las mujeres, proyecto de vida para
los jóvenes y autonomía indígena, entre otros. Solo así podremos retomar la
iniciativa política, ganar con contundencia y que nos entreguen el gobierno y así
desechar, descartar posibles desenlaces cruentos.
La irrupción militar-policial en contra del Estado de
derecho y la injerencia de la embajada de Estados Unidos en el evento, marcan
el comienzo de una escalada antidemocrática mucho más fuerte de la que se
vislumbra. ¿Existe en las fuerzas de la resistencia un debate sobre el alcance
estratégico que este fenómeno representa para el futuro del Estado
Plurinacional?
El 2008 la derecha intentó dividir al país, años antes de
las elecciones de octubre del 2019 venía reclamando quién o quiénes defenderán
en las calles el proceso de cambio, la historia nos demostró que no había la
militancia orgánica que defendiera el gobierno de Evo, por tanto, la política
para la derecha no se resolvió en la contradicción reelección o alternatividad,
sino en la contradicción revolución o contrarrevolución. Aquí recuerdo que
antes de esas elecciones Evo reclamaba diciendo, "Ayúdenme a seleccionar
nuevos asambleístas… con capacidad de debate, porque es una batalla ideológica,
una guerra de ideas". He escuchado voces, los menos, decir que hubo
cuadros en el proceso de cambio, que después fueron llevados de sus
organizaciones a la administración pública. Esta idea se hace añicos y se cae
por los suelos.
La clase media del MAS que formó parte de la maquinaria
estatal, y los supuestos cuadros que se sumaron al Estado como funcionarios,
tenían otra forma de entender y hacer política, que poco o nada tenía que ver
con la gente que estábamos fuera de esos
límites institucionales; el tema de la formación política que era algo
fundamental, ellos hacían política y tomaban decisiones en un contexto totalmente diferente,
institucional, y que se caracterizaba por una falta de pasión política tan
necesaria. Entonces esos supuestos cuadros se dejaron comer por la maquinaria
estatal llena de normas y procedimientos, donde la política no es un atributo
esencial del ser humano, por tanto en ese mundo de la institucionalidad para
tomar decisiones no hace falta formación político-ideológica, porque es más una
gestión; y así se crea una paradoja de que esa gente del MAS, que son
funcionarios creían que estaban sobrepolitizados por estar rodeados de política
y de políticos, pero que en el fondo eran de otra pasta porque estaban metidos
en los vericuetos de la administración pública.
Por un lado, esa es la militancia entre comillas que tenía
el MAS y que ahora una mayoría está fuera del Estado, y digo una mayoría porque
hay gente que se suponía que eran cuadros y ahora prestan sus servicios a esta
derecha antinacional. Esta gente de clase media, últimamente ha salido con
fuerza en las redes sociales, en debates sobre la coyuntura política, pero por
su carencia de formación no están debatiendo en términos estratégicos el
problema del poder, de la construcción de un proyecto pos capitalista, de la
defensa militante y activa de la democracia para después profundizarla. Ahí hay
que remar contra corriente y dar pasos agigantados, y quizás torpes y errados,
para hacer frente a la derecha.
Por otro lado, hay grandes sectores sociales indígena,
interculturales, campesinos y de los barrios periféricos o marginales que, por
memoria histórica, por carencias estructurales que están sufriendo, han
organizado y están organizando la resistencia, allí hay un debate sobre los alcances
y fines de la injerencia yanqui y los planes que tiene la derecha para con
nuestro país. Es con estos sectores donde el MAS ha consolidado un voto duro,
esto es así porque el régimen golpista se ha ensañado con fuerza, masacres,
persecuciones, detenciones, allanamientos, han hecho mella en esos sectores
sociales que los han llevado a una mejor toma de conciencia de lo que sucede.
Hemos llegado a esta situación porque hemos actuado de forma
espontaneísta y esta forma de actuar durante los últimos años nos ha conducido
a este desastre de perder el gobierno sin luchar, entonces solo nos queda un
camino, preparar y emprender la lucha, porque lo que hagamos y decidamos en
esta coyuntura, tendrá efectos en el futuro y le dará sentido a nuestro
accionar político. Esos sectores están conscientes que es un acto de
sobrevivencia política existencial lo que están haciendo, todo para no repetir
el error del pasado que fue de predisponer a los movimientos sociales en contra
de la defensa movilizada activa del proceso de cambio.
rotundointernacional2020@gmail.com
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