sábado, 25 de abril de 2020

Un hombre de Pinochet



Por Eduardo Contreras:
Por estos días falleció en Chile un conocido político de las huestes ultra reaccionarias del país y por cierto  los medios de prensa del sistema y los líderes de la derecha y la centro derecha hicieron presente su pesar por la pérdida.

Se trata de Sergio Onofre Jarpa, agricultor, empresario, socio del lujoso Club de la Unión y de los no menos lujosos clubes de Polo y de Equitación. Para despejar toda duda nos parece necesario que se le conozca bien y por eso hago este recordatorio.


Fue en un programa de televisión del año 1973 en Chile, poco antes del golpe de Estado, que el entonces Senador derechista Sergio Onofre Jarpa, incapaz de defender sus ideas con argumentos, se levantó de su asiento y amenazó y trató de agredir a Orlando Millas Correa, Diputado y dirigente del Partido Comunista que argumentaba en favor del gobierno del Presidente Allende y la Unidad Popular. Fueron imágenes inolvidables, que dan cuenta del tiempo que se vivía, un símbolo de la época  y de lo que ha sido realmente la derecha chilena y el personaje en cuestión. 

Jarpa ha fallecido a sus 99 años; se ha ido uno de los personajes más característicos de las organizaciones antidemocráticas chilenas. Su pasado lo muestra nada menos que como Ministro del Interior del dictador Pinochet y líder del llamado Partido Nacional luego de su paso por otras tiendas políticas, incluido el Agrario Laborismo, cuya tendencia y muchos de cuyos militantes dieron cuenta de una indudable cercanía con el fascismo.

No fue raro entonces que figurara desde comienzos del gobierno popular de Allende en Chile en 1973 como uno de los principales conspiradores, fue toda una figura de la sedición. Por eso pareció normal que Pinochet, apenas el golpe, lo haya nombrado de inmediato su Delegado ante Naciones Unidas y más tarde, en 1976, embajador en Colombia y en 1978 en Argentina.

Pero su mayor participación en la tiranía y que marca su presencia en el campo de los violadores de derechos humanos, fue su designación por el dictador como su Ministro del Interior entre los años 1983 y 1985, un período de grandes jornadas de protesta del pueblo chileno y también de brutales represiones que causaron decenas de asesinados, desaparecidos y centenares de heridos. En el poder político era el número 2, inmediatamente después de Pinochet y, de consiguiente, era el número 2 de la CNI, el sangriento aparato represor de la dictadura.

Precisamente por esa responsabilidad penal en los delitos de lesa humanidad perpetrados en Chile es que el año 1999 el juez español Baltasar Garzón dictó una orden de aprehensión en contra de Onofre Jarpa. Una orden jamás cumplida.

Esta es la verdad que hoy no se muestra en el país. Esa y no otra es la condición y calidad del sujeto al que a estas horas mientras escribimos estas líneas un buen número de individuos le rinde honores. Honores a uno de los hombres de Pinochet, a uno de los gobernantes de la peor dictadura de la historia de Chile. “Ha muerto un grande” gimen los dirigentes del Partido Nacional

Finalmente, creo que tampoco debemos olvidar otro hecho relativo al personaje. Y es que, terminada la dictadura, Jarpa fue elegido de nuevo Senador. Era el año 1990 y, muy poco después habría de ser felicitado por el nuevo Presidente de Chile, el líder demócrata cristiano Patricio Aylwin, quien le agradeció su colaboración en distintos aspectos de la gestión del nuevo gobierno. Curioso……En todo caso ese cálido encuentro entre ambos políticos da cuenta de la conducta política del entonces Presidente y ratifica lo que desde sus inicios ha sido esto que han dado en llamar “transición a la democracia……..” en que se han dado la mano la ultraderecha, la derecha y la centro derecha.
eduardocontreras2@gmail.com

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