Por Humberto Trompiz Valles:
En la segunda semana de marzo-2020, fuimos sorprendidos por
la petroguerra entre La Federación Rusa y el reino de Arabia Saudita. La
negativa de Rusia a aceptar el recorte de producción petrolera propuesto por
los saudíes, fue el detonante de semejante desbarajuste planetario. Varios
analistas han señalado que detrás de este desencuentro petrolero, estaría la
mano de Washington, intentando desalojar a las petroleras rusas del mercado
mundial. Otros investigadores contraviniendo esta opinión, ven en la decisión
saudita, el intento del país árabe, tendiente a desalojar a la competencia del
esquisto norteamericano del mercado energético. En lo que sigue, intentaremos
fundamentar la tesis de que detrás de la petroguerra ruso-saudí, se esconde una
jugada geopolítica-petrolera maestra del líder ruso Vladimir Putin.
A partir de la caída de la Unión Soviética en 1991, el
gobierno mundial del capital dio la orden de apoderarse de todas las riquezas
materiales del fenecido proyecto histórico. A tal efecto, ese mismo año en La
Haya se creó el Tratado de la Carta de la Energía, cuyo fin fundamental era
brindar al capital occidental europeo, todas las condiciones favorables para
apoderarse de los recursos energéticos de las ex repúblicas soviéticas. Al
mismo tiempo, la OTAN dio inicios a una agresiva política de cerco militar a la
naciente federación rusa. Las sanciones yaquis a las empresas que laboren en la
construcción del gasoducto ruso-UE, forman parte de la caja de herramientas de
occidente para domesticar a los rusos.
La globalización propuesta por occidente aspiraba a engullirse la
expatria del socialismo real.
Sin embargo, lo que los estrategas occidentales perdieron de
vista fue el devenir histórico que hizo de Rusia la gran potencia del siglo
veinte. La Rusia de Lenin y Stalin era una construcción histórica de la
dinastía de los Romanov, encabezada por Pedro El Grande. Este monarca se
propuso la erección de un imperio, a través de la occidentalización de su
reino. Más tarde, la tesis estaliniana del “Socialismo en un solo país”, fue la
continuidad geopolítica del reinado de los Romanov.
Una vez fenecido el proyecto socialista, los medios de
producción acumulados durante el periodo soviético fueron a parar manos de la
nomenclatura ex comunista, devenida ahora en una agresiva burguesía nacional de
vocación imperial. Como toda burguesía naciente, esta burguesía rusa va a
utilizar su estado para afianzarse interiormente y luego, por los imperativos
del proceso de acumulación, necesariamente, iría por su tajada del mercado
mundial capitalista. Seria cuestión de tiempo para que el oso burgués ruso
retara geopolíticamente al imperialismo estadounidense.
Para erigirse en primer actor de la política mundial, la
burguesía rusa cuenta con una serie de legados que hacen palidecer de envidia a
sus oponentes, entre otros:
1.-La vocación imperial milenaria de los Romanov
2.-Un descomunal desarrollo de las fuerzas productivas
precedente.
3.-El arsenal tecnológico-militar-atómico heredado de la
URSS
4.-Un ejército vencedor de los nazis en la Segundo Guerra
Mundial
5.-Un aparato de inteligencia -la KGB-, capaz de penetrar
los centros de decisión del capitalismo occidental.
6.-Una escuela diplomática probada en los avatares de la
Tercera Internacional y la Guerra Fría.
7.-La relación amistosa con los pueblos del Tercer Mundo y/o
países no alineados
8.-Una sideral reserva de recursos naturales (sobretodo
petróleo)
9.-Rusia es el país más extenso del mundo con una superficie
de 17.098.242 km²,
Con este acerco geohistorico, Vladimir Putin se ha propuesto
destronar la hegemonía política mundial del capital euro-yanqui, y a tal
efecto, la última jugada del monarca saudí, le ha venido como anillo al dedo,
pues de esta manera, el nuevo Zar se propone alcanzar los siguientes objetivos
geopolíticos:
A.-Liquidar el petróleo de esquisto norteamericano utilizado
por USA para quebrar a la OPEP y Rusia.
B.-Resquebrajar la unión de USA con Arabia Saudita
C.-Sometiendo a Arabia Saudita, Putin toma el control de la
OPEP y dictará los nuevos precios del petróleo.
D.-Eliminar la colaboración petrolera entre USA y las ex
naciones soviéticas como Bielorrusia.
E.-Destronar el petrodólar a través del control de la OPEP e
imponer una nueva moneda y un nuevo sistema de pagos internacionales.
F.-Lograr el sometimiento definitivo de la Unión Europea a
los dictados energéticos de Moscú.
G.-Auxiliar a China en la reconstrucción de su economía con
petróleo barato
H.-Provocar una Crash bursátil en occidente que facilite la
transición hegemónica hacia el mundo euro-asiático.
I.-Consolidar la presencia rusa en el Medio Oriente,
desestabilizando a Arabia Saudita e Israel como brazos armados del imperialismo
occidental.
J.-Bajarle el morro al capital financiero, entronizando el
predominio del capital productivo asentado fundamentalmente en China.
En atención a lo expuesto, podemos afirmar que Arabia
Saudita le ha facilitado a Putin, la concreción de una enorme jugada en la
geopolítica petrolera, indicativa que un nuevo orden internacional está
asomando su cara euroasiática en estas primeras décadas del siglo XXI. El
sector energético transversaliza todo el modo de producción capitalista, y
hacia allí se dirige el Zar Putin para ponerle fecha a la hegemonía occidental
del capital.
htrompizvalles@gmail.com
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