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Por Sergio Rodriguez Gelfenstein:
Estaba preparando mi artículo semanal. Pensaba escribir
sobre las elecciones en Estados Unidos cuando me sorprendió la triste noticia
del fallecimiento en Puerto Rico de Rafael Cancel Miranda, uno de los hombres
más extraordinarios que he tenido la suerte de conocer.
Llegué a su humilde casa en Cabo Rojo al occidente de Puerto
Rico acompañado de mi amigo Antonio Gaztambide-Geigel cuando preparaba mi tesis
de maestría en la que me propuse demostrar que el status colonial de la isla
borinqueña era incongruente con el mundo de fines del siglo XX. Eso fue el 26
de julio de 1998. El día anterior se había cumplido el primer centenario (y
espero que el último) del inicio de la ocupación de Puerto Rico por Estados
Unidos.
En Guánica (lugar del desembarco yanqui) hubo dos eventos,
el de los independentistas, masivo y contundente rechazando la invasión, y el
de los anexionistas -mucho más disminuido- conmemorando de forma exultante la
llegada de los estadounidenses. No entendía porque ese fervor independentista
no se manifestaba en las elecciones. En su discurso, el entonces gobernador
Pedro Roselló expuso que llamaría a un plebiscito para que los puertorriqueños
opinaran sobre el status del país.
Sobre esto hable con Rafael quien se negó a que lo tratara
de usted exigiéndome que lo hiciera por su nombre. Así, se originó una larga y
portentosa entrevista -que permanece inédita- de la que he extraído algunas pocas
ideas, muy pocas en realidad, para rendir homenaje –con sus propias letras- a
uno de los más grandes revolucionarios del siglo XX en Nuestra América
irredenta. He aquí las palabras de Rafael Cancel Miranda:
Primero, visualizo lo de ayer como un triunfo moral por
parte de las fuerzas independentistas, había que ver a los miles que estuvimos
ahí en defensa de la independencia y en contra de la invasión de nuestro país.
Para mí, esto demostró un triunfo moral sicológico del pueblo puertorriqueño,
que pese a 100 años en los que ellos [Estados Unidos] han usado todos los
medios para controlarnos, manipularnos, engañarnos, despersonalizarnos y
desnaturalizarnos, todavía haya miles de puertorriqueños y puertorriqueñas que
confiamos en nuestra capacidad a ser libres.
Reafirmamos nuestra identidad como nación y como persona
puertorriqueña, caribeña, indo-afro-latina. Para mí, sí solo hubiesen habido
100 puertorriqueños, 10 puertorriqueños o puertorriqueñas, o un conjunto de
ambos protestando ahí después de cien años igual habría sido un triunfo de un
pueblo que no se ha dejado vencer, que ha podido resistir la tecnología porque
hoy en día ellos tienen los instrumentos para programarnos a través de los
medios de comunicación, incluso para decirnos a quienes debemos odiar, ellos
tienen la capacidad de hacerlo.
Para mí, fue una victoria ver tantos miles, sobre todo
jóvenes que son tan vulnerables a la propaganda de la asimilación y de la
negación del ser. Fue aleccionador ver tantos jóvenes con expresiones
verticales y hasta agresivas de su puertorriqueñismo, de que no vamos a morir,
que estamos de pie. Para mí fue un triunfo estar allí, recordando cuando yo de
niño – en esta fecha- iba con mi papá a Guánica y los que estábamos ahí
cabíamos en un carro. Ayer, el pueblo puertorriqueño obtuvo una victoria de su
espíritu.
Ese es el lado del puertorriqueño que no ha perdido su
identidad y su ser, que no lo han podido deformar. A muchos sí los han
deformado, podía ver a unos cuantos metros de nosotros a las fuerzas anexionistas.
Cualquier pueblo del mundo que haya pasado por el estado de coloniaje que
vivimos los puertorriqueños, es natural que existan esas fuerzas: las fuerzas
patrióticas que reafirmen su ser, la fuerza que se asimila y se rinde ante el
invasor y su poder y las fuerzas ambivalentes que no están “ni con Dios ni con
el Diablo”, que quieren estar con los dos. Esto sucede en cualquier país del
mundo que haya sido una colonia, no solo en Puerto Rico.
Hay que entender el coloniaje para entender cómo funciona la
mente de ese pueblo, de esa colectividad, de esa comunidad, de esa nación. Hay
que entender eso para comprender lo otro. Mientras no se perciba eso, no se
puede entender porque algunos proclaman “¡qué viva el plebiscito!”, “¡Eso es
democracia!”. Clinton se llena la boca hablando de plebiscito, él sabe
perfectamente lo que está diciendo, él sabe que es un engaño, no es un idiota,
él no está ahí por idiota, está ahí por servir a los intereses del poder, al
verdadero poder de Estados Unidos, que no es el de Clinton. Él está ahí solo
para firmar los documentos.
Pero el llamado poder invisible, ese que siempre está ahí,
el de las multinacionales, el del complejo militar industrial que son los que
controlan el poder en Estados Unidos, son los mismos que controlan a Puerto
Rico. Son ellos los que hablan de plebiscito, entonces el que observa desde
afuera dice: “¡Que gente más democrática, linda hablando de plebiscito, para
que el pueblo decida”. Lo que no se dice es que ellos controlan todo en nuestra
nación.
Y esa es la situación que hay que entender, va más allá del
llamado derecho internacional, porque aunque sea difícil de entender “la ley en
Puerto Rico no tiene legalidad”. Nuestra ley tendría que ir más allá de lo que
decida una corte norte-americana porque ellos no tienen derecho a estar en
Puerto Rico. ¿Tendría derecho alguna corte norteamericana a estar en
Venezuela?, ¿encarcelando y enjuiciando venezolanos porque según ellos violan
las leyes norteamericanas? Eso está pasando en Puerto Rico, todos lo n como una
cosa natural. ¿Quién controla la aduana de Puerto Rico?, ¿Quién fija precios?,
¿Por qué el puertorriqueño no puede controlar su comercio?. La aduana
norteamericana es la que tiene el control aquí. ¿Quién controla el mar, el
aire, las comunicaciones? Nos obligan a ir a guerras que no son nuestras.
¿Quién controla todo esto? Yo te puedo hacer ahora mismo una lista casi
infinita de situaciones que son controladas por ellos.
Si tú quieres venir a Puerto Rico, ¿a quién tienes que
pedirle la visa?, ¿a los puertorriqueños, a mí, a ti, a Pedro Pérez? No, a los
yanquis. Y cuando entras por el aeropuerto, ¿quién está?: La Inmigración de
Estados Unidos es la va a fiscalizar tu entrada en nuestro país. Incluso los
puertorriqueños tenemos que pasar por su inspección para entrar o salir de
nuestro propio país. Yo no te puedo
invitar a mi propio hogar. Ellos, los gringos son los que tienen que dar el
permiso. Bajo este control total es que se realizará el plebiscito por eso es
falso, porque si ellos tienen ese control total y absoluto, pueden incluso
someter la psiquis de miles de puertorriqueños.
Ningún puertorriqueño sabía quién era Saddam Hussein. De
pronto, los gringos tenían problemas petroleros, unas compañías norteamericanas
que tenían el dominio en Kuwait y robaban el petróleo de Irak, tuvieron un
problema. Se metieron en una guerra de intereses porque George Bush que era
presidente, obtenía beneficios del negocio petrolero. Así mismo, el que era
secretario de Estado conseguía lucrar de cuatro compañías petroleras, entonces
desataron una guerra en salvaguarda de sus intereses y obligaron al hijo de
Pedro Pérez y María González a morir en el Golfo Pérsico. Nadie sabía quién era
Saddam Hussein. En una semana hasta las cucarachas puertorriqueñas odiaban a
Saddam Hussein. Todo el mundo quería que muriera Saddam Hussein.
El diablo encarnó en Saddam Hussein, porque adoctrinaron al
pueblo -a través de los medios de comunicación- señalando que había que odiar a
Saddam Hussein para así usar a los hijos del pueblo puertorriqueño en esa
guerra, los enviaron a morir en el Golfo Pérsico. Es como si murieran
venezolanos en Bosnia, obligados por el ejército norteamericano o por la
miseria de muchos porque aquí, en esa “gloriosa convocatoria” más de 50% de
nuestra gente se vio obligada a acudir so pena de dejar de recibir los cupones
de alimentos que da el gobierno de Estados Unidos a los más humildes, como
mecanismo de coacción y control.
Eso no es culpa del pueblo puertorriqueño porque desde el
año 1898 no controlamos nuestra economía. Somos el rabo de la economía
norteamericana. El trabajo de los puertorriqueños para los yanquis tiene varias
funciones: multiplicar el capital en sus industrias a través de la explotación
de nuestro trabajo, multiplicar su capital comercial consumiendo lo que ellos
producen. Ellos han matado nuestra agricultura para que nos veamos obligados a
comprar esos productos en la Florida, cuando en Puerto Rico se pueden sembrar y
cosechar. Multiplicar el capital financiero trabajando para ellos. Las empresas
norteamericanas se llevan más de 10 mil millones de dólares al año de Puerto
Rico. Multiplicar el capital como un mercado. Somos un mercado muy grande,
estamos obligados por la fuerza a asumir ese rol porque tenemos que comprarles
cuanta porquería vendan al precio que ellos ponen.
Morimos y matamos para proteger ese capital. Esa es la
función que Estados Unidos le ha asignado a Puerto Rico. Usan nuestro
territorio para agredir a países hermanos. Desde aquí agredieron a Granada, a
Santo Domingo, aquí estaban preparando y entrenando comandos para atacar en
Nicaragua junto a la contra. Mientras Puerto Rico sea una fortaleza militar
norteamericana, donde ellos controlan no solo política y económicamente, sino
incluso la mentalidad de los ciudadanos, tu país y toda América Latina y el
Caribe estará amenazada.
Venezuela está amenazada, Perú, Cuba, Colombia. Todos
nuestros pueblos porque desde nos usan para eso, por ejemplo, Vieques es donde
vienen a entrenar marinas extranjeras junto a las norteamericanas. En Vieques
ahora mismo se estaban produciendo detonaciones que hacían temblar las casas de
sus habitantes. Mientras se produce esta situación, en que cada vez militarizan
más nuestro país, los payasos politiqueros traidores de aquí están jugando con
el “tonto dulcecito” del plebiscito, que no va a resolver absolutamente nada.
sergioro07@hotmail.com
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