Por Mariano Sierra:
En la historia humana son muchas las instituciones que, por
culpa del hombre, por su poder, por sus antagonismos, están en decadencia, o
como se dice son organismos que están en vías de extinción, o están en estado
terminal salvo que se les practique una quimioterapia social y política. Porque
se sostienen en un mundo donde lo que se busca son organizaciones de sentido
humano cuya misión sea darle sentido a la vida, dentro del plano de la
igualdad.
La irracionalidad, el poder, los antagonismos, la doble
moral y las contradicciones siguen manteniendo la existencia en estas
instituciones religiosas, políticas y tantas más. El evangelio de Jesús nos
cuestiona y en ese discurrir nos hacen ver como fariseos o republicanos debido
a nuestro comportar que estanca nuestro espíritu como el de los dirigentes de
esas masas orgánicas perversas al son de pasiones maniqueístas, toxicas cual
agujeros negros que todo lo quieren succionar.
Todas las
instituciones frente a la problemática contemporáneas se sumergen en otras
situaciones de confrontaciones vanguardistas en vez de corregir y transformar
sus instituciones que permitan un nuevo rumbo según su naturaleza, donde la
comunidad es la esencia, pero que las mantienen invisible y solo importa cuando
les conviene.
Una verdadera transformación evoca decantar con humildad y
libertad los errores que han persistido conformando nuevas misiones, nuevas
formas sociales que proclamar. Desafortunadamente las instituciones políticas,
religiosas y demás del orden social y constitucional no han sido plenas para
atender las causas reales del hombre, de su problemática como lo son resolver
las desigualdades, proponiendo una evangelización religiosa y política desde
adentro con ardor hacia afuera. Siempre ellas han renunciado a su naturaleza
poniendo por encima, poderes, ambiciones, desencanto, y las estructuras
mantienen el mismo disenso.
Por ello con premura deben transformarse ante un mundo que
exige justicia social. Las culturas pueden ser disimiles, pero su naturaleza
no. Las reformas exigen una genealogía del saber humano. De sus fundamentos
sociales, deben abrirse a todos dejando por fuera las viejas tradiciones
institucionales y doctrinales, despejando todo ocultismo, toda practica ibidem
para la praxis renovada que exige el mundo, prácticas que legitiman
abiertamente con posturas adversas.
Toda institución si no están bien cimentadas convierten al
hombre en un esclavo. Política, religión y toda otra expresión como la
politiquería asumen su esencia cuando obran con responsabilidad, sin ningún
contexto de maniobras o de manipulación. El pensamiento libre es el devenir de
toda institución, obrando en espacios de respeto, donde cunda el dialogo, la
opinión abierta, la expresión personal en medio de toda diferencia, de todo
cuestionamiento. Y no puede haber expresión contra todo deseo de cambio.
Las diferencias doctrinales, ideológicas, programáticas han
creado confusas teorías corriendo quizá riesgos, errores, contradicciones cuyo
resultado ha sido el retiro de los integrantes afectando la estabilidad de las
instituciones, la simpatía y la confianza. Ante un convulsionado mundo, no
bastan las buenas intenciones Hay que predicar que somos para servir y no
pueden convertirse en expresión de sus propios deseos. Cuando una sociedad
reclama, exige derechos, abriéndose hacia su libertad de praxis y de expresión
en la realidad y en conciencia, en expresar su condición y naturaleza que nadie
puede doblegar ni manipular.
El cambio de mentalidad en las instituciones se aviene en un
mundo que necesita apertura humanista, apertura social con propiedad vitalista
con prácticas de cambio que conlleven a comprender el mundo edificando una
sociedad humana digna. Las instituciones
dentro de un mundo pluralista deben extender sus planes programáticos
desterrando el oscurantismo y la negación de los tiempos pasados y ventilen
conceptos con los que se puedan cerrar las brechas de injusticias entre pasado
y futuro.
Replantear los usos de templos casi siempre cerrados y otros
claustros, en lugares para conferencias, bibliotecas, alfabetización, y otras
formaciones sociales, así como las funciones pastorales, implica ejercer una
progresiva transformación, es decir, llevar a la iglesia donde convive la grey,
donde se viven y se sienten las necesidades materiales y espirituales, esto es,
vivir el evangelio en el campo. Así, se pone en ejecución que si la montaña no
viene a mi yo voy a la montaña. La
sociedad proclama una iglesia de pastoreo, por fuera de los claustros, que
deben ser de puertas abiertas, donde se proyecten nuevos modelos de formación y
de verdadera evangelización.
Al presentar estas reflexiones, se está aseverando que la
gente es el centro social, político y espiritual de todo organismo comunitario,
es la nueva historia de evolución social que responde al auto gobierno, al auto
control de la las gestiones públicas. Instituciones para la gente es una nueva
forma de relacionarnos. Hoy las instituciones no ejercen con la comunidad
comunicación directa ni eficaz, solo meros dogmas y apreciaciones mágicas que
distorsionan todo postulado de adherencia y de creencia, no ejercen el ser
baluartes de una nación para servir, para el desarrollo y el bien común-
El gran hombre social será quien visualice organismos
institucionales política y religión para la gente. Este hombre es producto de
la evolución social, de la simiente de un espíritu rebelde que ordena su vida
contra las desigualdades. Política y religión para la gente manifiesta como el
poder social frena todo despropósito institucional como los totalitarismos y
otros vejámenes de gobierno y de la nación. Transformar el actuar político,
social y religioso al decir de diversos pensadores, no es otra cosa que
recuperar el humanismo, luchar contra toda diferencia social, contra los
horizontes posibles a pesar de las impotencias humanas.
Ninguna institución puede seguir conviviendo con herencias
trasnochadas o privadas. Hoy el mundo requiere formación, orientación,
conocimiento, y hacia allí se debe perfilar todo tipo de institución humana que
albergue seguidores. Toda doctrina o ideología que exista debe tener
esencia. La transformación es tránsito a
nuevos pensamientos, espacios nuevos que necesita el hombre social, político y
religioso. Sobre la nada social no se puede tener un libre pensar, una crítica,
no puede haber entendimiento ni revisión. , salvo nuestra posición
de pensar y cuestionar.
La cultura que la religión y la política ha profesado en el
tiempo es de terror, miedo, confusión, desconfianza, contradicciones,
incoherencias, dando pie para que se genere un alejamiento de las bases. Pero
también hay que agregar que las bases ante tantos despropósitos viven
narcotizadas, es decir, no ejercen acciones de rechazo, aceptando sin medida la
forma como estas instituciones proceden en sus respectivos fines.
Fe, política o
sociabilidad no deben ser centros de consumo, sino unos estamentos para el bien
común. El objetivo, la misión pastoral debe darse en campo, en lo urbano, en
todo lugar periférico. En otras palabras, políticos y religiosos son de la
calle primordialmente pues como instituciones públicas deben llevar a cabo su ejercicio con la gente y para la gente,
donde se ejerzan encuentros directos con la comunidad reconociendo a los
invisibles, sin tanto protocolo.
Al interior de lo político, social y lo religioso se viven
mundos descompuestos que no armonizan los compromisos, por ello el pensar laico
se impone para exigir gobiernos que comprendan la realidad y no ejerzan su
gestión pública al margen del hombre que destila por una calidad de vida.
Toda transformación
religiosa pretende arrimar realidades como el celibato y el sacerdocio laico-,
para lo cual se tendrá en cuenta principios humanistas éticos e investigaciones
considerando la experiencia que está viviendo la iglesia. Impera la obligación de reconstruir toda
plataforma que posibilite el despertar de conciencias para que la sociedad
cuente con organismos que les brinden garantías y el cumplimiento de sus
necesidades y no sean parásitos de un sistema ineficaz.
De esta manera la
sociedad exige contar con instituciones modernas, que estén asociadas a nuevos
esquemas de política, de evangelización, y de procesos sociales humanitarios y
de justicia social evitando que se sigan estructurando universalidades
hostiles. Urge que toda institución conformada para la gente cumpla sus
postulados con sentido humano y legal, porque justicia, responsabilidad y ética
han perdido vigencia o nunca lo han tenido por la existencia de privados
intereses.
Estas reflexiones que estamos exponiendo expresan un gran
salto universal, anuncian una gran revolución en las estructuras de los
partidos, la política la religión y demás organismos sociales y
constitucionales pues están en mora de producir reformas, salir del ostracismo
para presentar al mundo un nuevo horizonte sin ritos ni ceremonias, sin altas
jerarquías inoperantes., sin tanto protocolo sin pretender que queramos
vivencias ateístas o antipolíticos, Todo lo contrario, simbolizan estos
instrumentos sociales renovar el orden a gobernar sus respectivos objetivos,
acordes de una civilizada concepción.
Urge un giro programático dentro de un mundo pluralista
dejando atrás todo tipo de polarizaciones que desvían la esencia de sus
respectivos ordenamientos. Jesús. Fue claro en su política evangélica llevando
a cabo un pastoreo sin discriminaciones y por muchos lugares, donde pregono el
amor y el servir. También se han dado los casos de patriotas, hombres
forjadores de gobiernos justos que con sus acciones y palabras de liberación
proclamaron y dieron lugar a conformar movimientos y leyes en pro del pueblo.
Hoy surgen líderes sociales, instituciones de hombres que luchan por unos
ideales, que también están en decadencia ante la impavidez de un estado que
permite sean masacrados.
En la iglesia no
podemos ignorar la entrega heroica de pastores con gestos de vocación de
servicio, de lucha incansable, poseedores de un espíritu por demás sólido. Pero
así también se dieron y se dan profanadores de la fe y la política con actos execrables
que ordenan depredación con usos de elementos de muerte a la naturaleza, con
usos de armas arrasadoras de la especie humana cuyo fin es la acumulación de
riquezas y de poderes utópicos.
La evolución de la historia y del hombre, enseña que todo evoluciona,
todo se renueva con un permanente fluir, nada es estático. Todo en la vida gira
dando pie a grandes transformaciones, de allí que Mars lo dijera... La
naturaleza es para transformarla. La
adaptación, son procesos para ser sometidos a diversos fenómenos que van
creando fenomenologías diversas. En este proceso todas las fuerzas vivas,
forjan muchos hechos como violencia, pederastia, homosexualismo, corrupción de
diversas formas, competencias, miedos, tecnologías, desigualdades, crisis, que
pueden llevar a la decadencia sin que se vislumbren cambios radicales.
Todo lo que gira conforma vida para sobrevivir en el bien
común o en la decadencia haciendo resistencia y trazabilidad según lo exijan
las realidades. Las decadencias hoy vienen siendo atendidas con fármacos o
tratadas con procedimientos mentales, o hechos de gobierno con sentido
político- La naturaleza humana se encuentra cansada con el alma afligida, por
lo tanto, la tendencia es ser gobernados por instituciones cuyas decisiones no
responden al contrato social, sino a modelos sin alternativas, que manejan los
mensajes con agresividades, todo debidamente establecido por leyes impopulares
por unos legisladores que desconocen el humanismo, carentes de virtudes.
La historia no calla. En reciente obra...Educación,
desigualdad y violencia acerca de actos de la iglesia señala su influencia en
dominación ideológica y cultural, destacando también los vínculos con los
partidos políticos, que en la época fueron generadores de violencia, con
discursos incitadores de terror y miedo. Pero también legitimando con la
enseñanza se gestaron actos de sumisión y obediencia a dogmas religiosos sin
ninguna orientación, dejando entrever como fueron instituyendo
el llamado
oscurantismo religioso que aún perdura, pues el velo para ciertas verdades no
se ha corrido, siguen vedados para muchos creyentes. Las instituciones todas se
llenan de poder, abusan a través de politiqueros y mandatarios, que al decir de
politólogos... El mantener el poder y el abuso depende del deseo que tengan el
pueblo de lograr la igualdad de condiciones.......
El pasado frente a instituciones de todo orden y naturaleza
y su nefasta como perversa gestión para no escudriñar tanto, nos entrega
rompimientos de tradiciones de siglos deplorables por hechos como la reforma
luterana que descorrió el velo de prácticas escabrosas en lo litúrgico como en
el gobierno papal vaticanista que la historia registra con todo furor, y en lo
político Carlos Marx, también desplazo su arsenal contra el manejo y la interpretación
política de la época. Estos personajes como tantos otros llevaron a la razón
publica lo que estaba vedado que era solo del resorte privado dejando al
descubierto para bien del futuro, el contubernio y la connivencia que llevan a
la práctica estas instituciones.
Las instituciones en su generalidad tienen una plena
importancia, al tenor que participan en asuntos públicos que se hace evidente
en el arte de gobernar. . Estos eventos, están en línea contra mutaciones que
quieren imponer condiciones tendenciosas y agresivas- El mundo está sometido a
códigos, leyes, protocolos que disocian la convivencia por la voluntad de
instituciones que esclavizan, instituciones que están plagadas de corrupción y
politización que desvían los propósitos del ente.
Trazar transformaciones es el lineamiento que quiere imponer
la voluntad popular, haciendo eco a resistencias y rebeldías sin visos de
violencia, donde la sensibilidad humanista borre toda huella, respetando
diferencias, impidiendo poderes castradores y violatorios de derechos. Toda
transformación institucional si no tiene sello social será inútil y deben
propugnar que mundo proponen vivir.
La nueva iglesia debe ser aquella donde sus pastores se
destinen para acciones evangélicas, dejando de lado pasiones jerárquicas,
siempre con la verdad teológica de la liberación, saliendo al encuentro del
rebaño, no esperando que este venga a ellos, vislumbrando sencillez, firmeza y
el don de servir y orientar, de escuchar, de
testimoniar, de sembrar y cosechar, de anunciar Una nueva política
institucional debe ser recta, con liderazgo de gestión, dejando por fuera la
promesa que no se puede cumplir, obrar con justicia y con la verdad, ser
coherente, entregada a la causa del bien común, sin recibir ninguna prebenda,
donde lo corrupción no sea campo de acción, de contacto y dialogo
Hoy, después de tiempos de horrores y errores, el ambiente
se llena de espacios para renovar con capacidad de transformar estas
instituciones para cerrar tantas heridas, tanto dolor, tanta desconfianza,
tanta hipocresía. Los ecos de estas
condenas por ahora siguen resonando en medio de una democracia institucional
que se encuentra en declive. Evoquemos estas crisis con voluntad, fe y
esperanza.
marsblawyer@gmail.com
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