Chile, 23 enero 2020
Los derechos esenciales del ser humano no tienen más límite
que la Ley y el ejercicio de los mismos derechos por los demás seres humanos
que forman parte de esa sociedad, de ese Estado.
El Estado no es sino la organización política de la sociedad
y por tanto su ley principal, que es la Constitución Política, debe establecer
como cuestión de fondo el listado de los derechos fundamentales que corresponde
a las personas y los mecanismos que garanticen el cumplimiento eficaz del
ejercicio de tales facultades.
Pero además debe establecerse los procedimientos necesarios
para que si se viola o desconoce el ejercicio de los derechos esenciales de la
persona humana, existan los caminos reparatorios y de sanción a quienes violan
tales derechos. Y en nuestro tiempo ese es el inmenso valor de la Jurisdicción
Universal.
En relación a lo cual, el juez Baltasar Garzón, con la
autoridad que tiene en la materia, en su más reciente libro titulado “No a la
Impunidad” incluye el subtítulo de “Jurisdicción Universal, la última esperanza
de las víctimas” y en la página 670
reafirma que “la jurisdicción universal representa el triunfo de las
víctimas frente a la impunidad. Es el reconocimiento de que existe un mecanismo
judicial de defensa de los derechos cercenados a las víctimas frente a los
sistemas de protección establecidos a favor de los perpetradores, válido tanto
en el ámbito de la Justicia ordinaria o retributiva como en el de la Justicia
transicional o restaurativa”
Dicho esto, nos referiremos a lo que ha sido la larga
historia de atropellos a los derechos humanos del pueblo chileno. Que no han
sido sólo los causados por la dictadura de Pinochet ni las violaciones
cometidas en nuestros días a partir de las movilizaciones sociales en curso.
Son parte de nuestra agitada historia.
Porque ¿Estábamos dormidos realmente como para afirmar que
“Chile despertó”?
¿O será simplemente que las iniciadas en octubre del 2019 no
son sino una más de aquellas movilizaciones sociales contra las injusticias de
un modelo de sociedad que a lo largo de los años caracterizan precisamente lo
que hemos sido como nación?
Porque hay quienes afirman falsamente que nuestro país ha
tenido un ejemplar “desarrollo republicano” a sabiendas que eso es
absolutamente falso. Nuestra historia real ha sido una sucesión de hechos de
extrema violencia signada por asesinatos y masacres perpetradas por la clase
dominante en contra del pueblo trabajador. Ciclos de luchas, represión, luchas.
Toda otra versión de la Historia de Chile no tiene nada que ver con la
realidad.
Ya a fines de 1880 se inició el genocidio en contra de
nuestros pueblos originarios, mapuches y luego contra los habitantes de Tierra
del Fuego. Y el siglo XX, está signado de comienzo a fin por decenas de
masacres en contra de los trabajadores, tanto portuarios como obreros
salitreros o del Cobre, o de Frigoríficos, o de campesinos o de estudiantes.
Los crímenes masivos de Antofagasta, Valparaíso, Iquique, Puerto Natales, San
Gregorio, La Coruña, Ranquil, Lonquimay, el Seguro Obrero, la plaza Bulnes, la
población José María Caro, el Salvador, Pampa Irigoin, a lo que deben sumarse
los crímenes de las dictaduras de Ibáñez y de González Videla confirman lo
dicho. Y vendría más tarde, el 11 de septiembre de 1973, el golpe militar
contra el gobierno legítimo y democrático del presidente Salvador Allende y la
instauración de la dictadura.
Esta y no otra es la verdad. No somos un pueblo de paz, sino
un pueblo que ha debido vivir luchando por sus derechos. Un pueblo que además
ha sido varias veces engañado por quienes aparentaban ser demócratas. Es nuestra
realidad y ha sido en general la de América Latina.
Sin duda las más graves violaciones tuvieron lugar cuando la
dictadura. Un tiempo oscuro en que miles y miles de chilenas y chilenos,
jóvenes, niños, ancianos, mujeres embarazadas, fueron hechos desaparecer o
ejecutados o torturados. Son los crímenes de lesa humanidad cuyos centenares de
procesos judiciales siguen hasta el día de hoy pendientes. Son ya 300 los
sentenciados por sus crímenes y cerca de un centenar los que efectivamente
están cumpliendo sus condenas. Ha sido exclusivamente el fruto de la lucha de
familiares y abogados desde la primera querella que junto a Gladys Marín
presentáramos el 12 de enero de 1998 y sin duda también fruto del proceso
abierto en España por el juez Garzón que permitió la larga detención del
dictador en Londres y que debió terminar con su prisión en España. Pero fue un
episodio frustrado por la acción vergonzosa de políticos cobardes que llegaron
a acuerdos con el dictador y con el gobierno inglés.
A propósito de lo cual llamamos la atención sobre lo que
sucede hoy en Bolivia. La violenta represión dispuesta por la usurpadora
Jeannine Añez llega a límites de violencia extrema. Lo personificamos hoy en la
situación de los prisioneros de distintas nacionalidades que sufren torturas en
diversos campos de concentración. Uno de ellos, el periodista Facundo Morales,
se encuentra en gravísimo estado de salud, prisionero en el campo de
concentración de Chonchocoro en La Paz.
Su padre, juez de paz de Argentina asiste a este Foro.
En el caso de Chile, la represión desatada por el gobierno
de Piñera ha sido condenada por diversas instituciones oficiales de DDHH, tanto
nacionales e internacionales y de la más inobjetable imparcialidad, incluida la
ONU. Esos informes dan cuenta de decenas de muertos, centenares de heridos,
miles de detenidos y torturados, 405 víctimas de daños oculares, 800 víctimas
de violencia sexual y más de Mil procesos judiciales en curso. A propósito de
lo cual correspondería que, si estos procesos judiciales no avanzan, vayamos a
la jurisdicción universal.
Lo que el pueblo exige hoy es la solución a las demandas
sociales principalmente en materia de salarios, educación, salud, vivienda,
previsión social, trabajo y la exigencia de una Nueva Constitución para Chile.
Ahora bien, lo que nuestro pueblo debe asumir es que lo
social ya Nueva Constitución no son exigencias diferentes. En el fondo de lo
que se trata es de recuperar el papel del Estado en la vida del país y para eso
se requiere precisamente una Nueva Constitución que ponga fin al actual modelo
impuesto por la dictadura, por los monopolios internacionales y el gran
empresariado nacional. Un modelo que entregó los recursos a los privados, a los
grandes empresarios y despojó de recursos al Estado. ¿Cómo se podría satisfacer
la demanda social con el actual Estado sin recursos y la actual Constitución
que no contempla esos derechos? Imposible. Por eso es que se necesita recuperar
lo que nos quitaron y levantar un Estado con los recursos suficientes para atender
las necesidades del pueblo. Y para eso es que se requiere una Nueva
Constitución Política. Sólo así se podrá resguardar efectivamente los DDHH en
nuestro país.
Recuperar nuestras riquezas naturales, estatizar los medios
de producción, como proponía el joven abogado Ricardo Lagos en 1961. El litio,
el Cobre, deben ser de todos los chilenos, del Estado. Hoy sólo el 5% del total
del agua de Chile es de uso público y en cambio sólo los derechos de agua
privados del actual ministro de agricultura permitirían abastecer a 17 millones
de personas. ¿Hasta cuándo soportaremos estas aberraciones? El camino es uno
solo: una Constitución nueva que cambie el modelo actual. Todo lo demás es
engañar al pueblo.
Ha de ser una Constitución que además garantice los derechos
de la mujer, de los pueblos originarios, de los y las personas de distinta
identidad sexual, de los migrantes. Normas jurídicas que impidan el desarrollo
de un neofascismo disfrazado como el que suele asomarse.
Nuestro tiempo no es idílico. Un presidente ausente, que
probablemente sea lo mejor. Una mayoría parlamentaria que aprueba leyes
represivas de las manifestaciones, un poder judicial que eterniza por décadas
la tramitación de los juicios por delitos de lesa humanidad y que ascendió a la
jueza Rosa Egnem, que ocultó los antecedentes de la brutal masacre de El Laja,
San Rosendo.
Finalmente, consignemos un asunto de fondo como es el Poder
real en la Política y en la vida de nuestro país. Hablamos del poder de la
Información y del poder de la Fuerza material. Los medios de comunicación y las
Fuerzas Armadas.
En cuanto a la Información, lo que los ciudadanos en Chile
escuchamos, vemos y leemos día a día es sólo lo que quieren trasmitirnos los
propietarios de los medios de comunicación. La inmensa mayoría vinculados
directamente a los grandes grupos económicos. Trasmiten lo que garantice su
poder y ocultan lo que pueda afectarlo. Así confunden a grandes sectores
sociales. Por ejemplo, a propósito de las manifestaciones iniciadas en octubre
se denunció la supuesta presencia de fuerzas extranjeras en el manejo de las
protestas. Falsa denuncia que también difundió Luis Almagro, el tristemente
célebre secretario de la desprestigiada OEA.
En cuanto a la fuerza material en la política, como
dolorosamente aprendimos en 1973, sigue aquí la presencia de unas Fuerzas
Armadas y una policía uniformada que responden a los intereses de la gran
burguesía. Negociados, especulaciones, y desprecio por ese pueblo que con
infinita inconciencia cada septiembre les aplaude en su desfile militar. En
menos de un año son más de 50 altos oficiales de Carabineros y más de 20 altos
oficiales de Ejército que han sido llamados a retiro por delitos económicos.
Hoy el Ministerio Publico chileno está pidiendo años de prisión para varios oficiales
comprometidos en la llamada “Operación Huracán”. La formación de oficiales de
estas instituciones en EEUU y los convenios existentes, así como el suministro
de armamento y equipos han creado vínculos de identidad y dependencia con la
política de las grandes potencias. Una expresión clara de aquello es la
violencia de la represión y la mantención de leyes y decretos antidemocráticos
y abusivos, como el Decreto 1086.
Estos son los asuntos de fondo que no pueden soslayarse si
de veras aspiramos a conformar una nueva sociedad y un nuevo Estado, con
democracia, pluralismo y pleno respeto a todos y cada uno de los derechos
fundamentales del ser humano.
Muchas Gracias.
Abogado, académico, periodista, ex Diputado, ex Embajador
eduardocontreras2@gmail.com
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