Por Oscar Bravo:
En estos primeros días del mes de diciembre, hemos observado
con una especie de “expectativa moderada” , sobre una importantísima
información presidencial, que indica su autorización para la creación de dos nueva universidades, a una
le van a llamar La universidad de la Comunicación y la otra es La Universidad
Teológica Evangélica de Venezuela…y viene la gran pregunta estratégica: ¿es necesario seguir creando nuevas
universidades?...si reflexionamos a partir de la base de la justicia social,
cuando nacen nuevas universidades, se están potenciando mayores oportunidades
de estudios para que ingresen a la educación universitaria, todas aquellas personas que han culminado el bachillerato o
la educación media general, y a su vez se van ampliando las diversas
disciplinas del conocimiento, aumentando el abanico de la relación
instituciones - oportunidades…y desde
ese punto de vista, no hay desacuerdo porque “se sigan fundando” más
universidades…
El detalle gira alrededor de la pertinencia y los costos
operacionales de la inmensa cantidad de universidades que en los últimos años
han ido naciendo…hay algunas preguntas que salen a la superficie: ¿para que una
universidad sobre la comunicación, es que no existen universidades nacionales
que tienen la carrera o programas de formación de grado sobre la comunicación
social?...¿porque no se actualizan y fortalecen las que ya existen?...¿no se
solidifica a una burocracia universitaria?...¿ tenemos suficientes profesoras y
profesores preparados para trabajar en éstas nuevas universidades?...¿se han
evaluado en profundidad los programas y contenidos?
Y en el caso de una “universidad para evangélicos”, la
pertinencia aparece más difusa y ambigua, desde el punto de vista ideológico,
sabemos que en ésta religión, se apoyan en un dogmático pensamiento conservador
y anticomunista…y desde ese aspecto, no se entiende el porqué , el Estado
promueve su creación, y desde el punto de vista legal, debemos remitirnos al artículo
7 de la ley orgánica de educación, cuando señala que una de la característica
de nuestro sistema educativo es defender
a “una educación laica”…al expresar de manera taxativa: “El Estado mantendrá en
cualquier circunstancia su carácter laico en materia educativa, preservando su
independencia respecto a todas las corrientes y organismos religiosos”.
¿Qué sucedería si las demás religiones que hacen vida en el
país, le solicitan al Estado, que también merecen tener cada una de ellas, su
propia universidad?
Politólogo.
bravisimo929@gmail.com
Un absurdo absoluto, particularmente el de la "Universidad para Evangélicos" que no es otra cosa que una Universidad para lavar cerebros y fabricar fanáticos religiosos pro Sionistas.
ResponderEliminarMientras se crean nuevas universidades,las Universidades Autónomas han perdido su capacidad de seguir formando profesionales con alta formación científica, como ha sido tradicionalmente en Venezuela.Es indudable que esta situación se ha producido por que las mismas han asumido una posición contraria a la Revolución Bolivariana, ya que en ellas se han refugiado profesores representantes de la oligarquía venezolana, ampliamente comprometidos con la "Democracia Neoliberal". Pero el Gobierno Nacional, en vez de enfrentarlos con los instrumentos jurídicos a su disposición, ha optado por dejarlos quieto y proceder a crear nuevas universidades sin autonomía, cuya autoridades son nombradas por el Ejecutivo.Se produce entonces la proliferación de Universidades donde si dictan carreras que ya existen en las Universidades tradicionales,con el agravante que su preparación académica es inferior a la que se obtienen en las tradicionales.
ResponderEliminarCreo que dada la dificil situación económica del país, como consecuencia del genocida bloqueo del imperialismo contra nuestra Patria, los recursos que se están empleando en nuevas universidades, que en nada nos van a ayudar a enfrentarla, deben dirigirse a potenciar el aparato productivo, de tal forma que al crearse nuevas unidades productivas se aumente el empleo de los recursos profesionales que egresan de nuestras universidades, y no siga produciéndose la salida al exterior de nuestros profesionales, al no poder conseguir empleo en el país.