Por Jorge Aniceto
Molinari.:
Si bien hay muchos
hechos puntuales en la realidad actual, entendemos de un gran valor volver e
insistir sobre aquellos aspectos de la teoría que en su momento significaron y
significan de alguna manera, una guía para la formación de generaciones de
militantes de la izquierda y de la sociedad toda.
No hay mejor
antídoto para el proceso de derechización y fascismo que provoca en la sociedad
la crisis actual y la falta de respuestas programáticas frente a ella, que
analizar las experiencias que nos da la historia.
La revolución rusa
llegó a su cima con la conducción del Partido Bolchevique y el trabajo
ideológico formidable, fundamental de Lenin. Ha sido el único Partido en la
historia de la humanidad hasta hoy, que se construyó atendiendo a lo que estaba
elaborado en textos magistrales que analizando el capitalismo había dado toda
una guía para la acción política, y en lo que se destacaban los estudios de
Marx y Engels. Lenin no solo que no se apartó un ápice de ellos, sino que con
un espíritu crítico y a la vez analítico incorporó nuevos elementos que
hicieron de su aporte algo fundamental para entender lo que hoy está pasando.
Sus polémicas con
Plejanov en la formación del Partido y luego en la tarea de construcción en
revolución con Trotsky y Bujarin, son enseñanzas que hoy hay que tener
presente. No para tomar como una verdad revelada sino como una guía para
aprender a aplicar un método en el accionar social y político.
Lenin fue derrotado
en 1924 cuando su intento de separar de la dirección del Partido a Stalin
fracasó, la burocracia había dado un golpe y los textos de Lenin sobre estos
hechos se conocieron 30 años después.
El capitalismo con
sus liderazgos maltrechos salía de la tragedia de la primera guerra mundial y
reconstituía sus fuerzas en las que preferían en la pugna que significaba su
desarrollo y el egoísmo de clase, tener como rival a un capitalismo de Estado y
no al de las conquistas sociales por parte del proletariado en el mundo. Vivía
en medio de un peligroso equilibrio social. Más de uno de sus estadistas buscó
por medio de los seguros sociales (seguridad social, previsión social) ese
equilibrio.
El stalinismo
mientras perseguía y asesinaba a los bolcheviques, heredaba como ejemplo para
el mundo, las conquistas de la revolución de octubre.
A Trotsky mismo, no
fueron pocos los militantes que lo increparon por defender a la Unión Soviética
a pesar de Stalin. Su defensa era muy clara: “la Unión Soviética es una
conquista de la humanidad”.
Es como si hoy no
entendiéramos que la caída de Venezuela, o de Cuba significarían un gran
retroceso aún cuando pudiéramos señalar errores y hasta horrores burocráticos
que nada tienen que ver con lo que fue el stalinismo, aunque hay mucho de lo
que fue su origen.
El horror que significa
en el mundo actual la promoción y la derrota de la llamada “primavera árabe” en
la que participaron intelectuales europeos de izquierda, que no entendieron que
sin desarrollo de una base social que lo posibilite, es imposible hacer un
proyecto de sociedad nacional democrática.
Introdujeron la inestabilidad social y el caldo de cultivo para la
industria de la guerra, para la tragedia social actual y el padecimiento de las
migraciones.
El propio fomento de
los nacionalismos sin una base económica democrática a nivel mundial, tiene el
marco de intereses sectoriales que pugnan por un desarrollo capitalista propio
y en definitiva van en contra de la defensa misma de la razón de ser de las
nacionalidades, como lo analizaba Lenin.
Rodney Arismendi,
conductor del Partido Comunista uruguayo, constructor fundamental de la unidad
sindical y política en el país, hablaba para interpretar los acontecimientos de
la revolución de rusa de que Lenin había producido un escándalo en la ideología
pues había acercado los textos de los maestros a lo que estaba pasando con la
construcción del llamado socialismo real y originado la reacción de la
socialdemocracia europea, comprometida con los créditos para la guerra de sus
respectivas burguesías.
Permítasenos en
nuestra modestia de conocimientos, señalar que dentro de sus enormes valores y
aportes, esa fue una idea que aún sigue haciendo daño a la izquierda y es sobre
ello que queremos hacer algunas puntualizaciones para enriquecer el debate
importante que tarde o temprano se debe dar sobre la ideología.
Lo cual conlleva
nuestra propia autocrítica pues en 1971 muchos de estos temas nos eran confusos
y aún no teníamos una base ideológica suficiente como para entender porque el
camarada profesor Julio Rodríguez afirmaba que el stalinismo era el trotskismo
sin Trotsky, seguramente a su tiempo volveremos a examinar estos temas, ya que
con Batlle y Ordoñez, con el Dr. Carlos Quijano y con el propio Julio, creemos
haber aprendido a valorar a los maestros en una dimensión que antes no comprendíamos
y que en la etapa actual resulta fundamental para poder entender que está
pasando.
No hay texto,
análisis, desarrollo, en la obra de Marx, Engels y Lenin, donde se analice la
posibilidad de construir un modo de producción alternativo – no es otra cosa el
capitalismo de Estado- en competencia y confrontación con el capitalismo que es
lo que se propuso el stalinismo usufructuando las conquistas formidables de la
revolución de octubre. Capitalismo de Estado coyunturalmente necesario para
defender el propio aparato productivo en beneficio de la gente en cada una de
las crisis anteriores en el desarrollo y crecimiento del modo de producción
predominante.
Para esa defensa de
las conquistas, el ejercicio de la Dictadura del Proletariado, en contraposición
a la dictadura ejercida dentro del modo de producción capitalista por la
burguesía y sus formas imperialistas. Dictadura del Proletariado a la que se
recurre con las huelgas, con las ocupaciones, incluso con las revoluciones
cuando las masas se sienten ahogadas por la explotación como ocurre hoy en
muchos países y la burguesía trata de meterlas dentro del corset de su propia
dictadura.
Sabiendo que dentro
de esas conquistas están los derechos democráticos de las masas, el derecho a
la salud, a la enseñanza, el voto, el voto secreto, los derechos de la mujer,
de los niños, de los ancianos…….
Está fuera de esos
objetivos hacer de cada Estado centro de la economía en confrontación con el
desarrollo ecuménico de la misma.
El capitalismo como
sistema trató de circunscribir los problemas a cada país y los revolucionarios
fueron coptados por el aparato del Estado y llamaron a eso socialismo y sus
programas ya no tuvieron la dimensión universal con la que fueron desarrollados
en los textos de los maestros.
Estamos hablando a
principio del siglo 20 de crisis iníciales de un modo de producción
predominante, con situaciones de una gravedad tal que determinaron la
existencia de tragedias como las guerras, dos de ellas mundiales.
El modo de
producción capitalista se repuso y continuó su desarrollo, de un centro
inicial: el Reino Unido con su saturación, pasó a un centro que se desarrolló
con el encabezamiento de EE.UU. como nación emergente, fue en su momento el
nuevo “súper imperialismo”.
Hoy EE.UU. también
se ha saturado y su lucha interna que se extiende a lo que ha sido su
influencia en el mundo comandando en su momento el libre comercio y la
diversidad de monedas pero imponiendo la hegemonía del dólar; confronta con
complejos empresariales multinacionales que ya se van desplazando a hacia un
nuevo centro: China y su entorno. -
Mientras tanto
corrientes “nacionales” de capitalistas se amurallan para desarrollar lo que
queda del aparato productivo nacional, usando como estandarte a Trump y al ala
más conservadora del Partido Republicano. -
De aquel
imperialismo quedan “servicios” que actúan como gendarmes manteniendo y
aumentando sus características criminales en la defensa de una de las válvulas
de escape del sistema a la crisis: la industria de la guerra.
Hoy la crisis de la
predominancia del modo de producción capitalista es tal que se da esta
situación insólita e incompresible sin recurrir a lo que los maestros
analizaron en su momento.
El capitalismo no va
a ser sustituido por un sistema alternativo que lo derrote en una
confrontación, por el contrario su predominancia necesita morir en paz, para
evitar una tragedia mayor aún a la humanidad y eso que hoy hace que la tasa
general de ganancia haga cada vez más difícil su actividad productiva, va a
pasar a las manos de la organización democrática de la sociedad para que esta
determine no el fin del capitalismo como modo de producción sino que con una
nueva predominancia de la sociedad, esta planifique una actividad global que
atienda a las necesidades del conjunto de la sociedad humana.
Ocurrió con la
esclavitud, con el feudalismo, también ocurrirá con el capitalismo. De esa
nueva realidad resurgirán las ideas socialistas y el “hombre” nuevo será
producto de nuevas relaciones de producción a las que la sociedad podrá llamar
“socialista” por su carácter liberador del ser humano dando inicio a la
verdadera historia de la humanidad.
De aquel viejo
programa apoyado en estatizaciones para mantener el funcionamiento del aparato
productivo mientras desde el poder se defendían los derechos y conquistas de
los trabajadores, pasaremos a este que tiene como herramientas la medida
monetaria única y universal, y como modo de obtener fondos para el desarrollo
de la sociedad un sistema impositivo basado en la circulación del dinero, dando
muerte a los paraísos fiscales, y a los sistemas impositivos basados en el
consumo, los salarios y las pensiones.
Seguramente para
ello será necesario tomar la conducción de la economía mundial desde el Banco
Mundial y desde el Fondo Monetario Internacional como los medios más
importantes para imponer desde ellos estás líneas programáticas.
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