Por Pedro Echeverría V.:
1. El político
Noroña, el caricaturista Fisgón o la investigadora Anabel Hernández –de esa
calaña combativa y hasta confrontadora- debería estar a la cabeza del partido
Morena. Si pertenecen o no a Morena es un simple burocratismo medio mamón; lo
importante es que hayan estado en el movimiento social de oposición de
izquierda al capitalismo. Berta Luján, Yeldckol Polensky y Mario Delgado, con evidente ignorancia y
faltos de carácter, son más de lo mismo: burócratas al servicio de López
Obrador que apoyarán el rápido proceso de muerte del partido Morena.
2. Para resucitar al
partido Morena, después de más de un año de agonía imparable, debe cumplir con
el papel de partido: levantar y acompañar al pueblo en el logro de sus
demandas, sobre todo para aprovechar al gobierno de López Obrador que ha
repetido mil veces que “primero los pobres” y que no está dispuesto a permitir
más que el “neoliberalismo recupere el poder”. ¿Cómo permitir que cualquier
otro partido o personaje levante demandas del pueblo, demostrando así que el
partido Morena vale un carajo, que sólo es un apéndice del presidente AMLO?
3. El PRI y el PAN han demostrado hasta la saciedad, que
cuando han gobernado sus partidos sólo han sido simples paleros del gobierno.
En lugar de encabezar las luchas del pueblo, esos partidos sólo se han dedicado
a defender al gobierno y a calumniar todas las batallas de los pueblos. Por
ejemplo: en vez de enseñar a las mujeres en las calles y plazas a luchar por
sus derechos junto a los hombres, prefieren ceder más diputaciones y senadurías
a las mujeres y organizaciones más oportunistas para ganar sus votos. Muchas
mujeres creen ir adelante cuando van para atrás.
4. ¿Cómo el partido
Morena puede ayudar realmente a consolidar el gobierno de AMLO en beneficio del
pueblo? Apoyando todo lo que beneficia directamente al pueblo mayoritario y
criticando cualquier desvío de esta ruta. Dando a conocer –como partido- los
puntos en concreto que apoyamos del gobierno y criticando todas las pifias y
errores en que incurre. Todas las denuncias –y mucho más- que hace López
Obrador deben ser propagadas para profundizar la conciencia, pero muchas de las
que no puede hacer como presidente, debe hacerlas Morena.
5. El partido Morena
debe ser más fuerte que el gobierno de López Obrador porque en él el
pensamiento y las acciones son más libres. AMLO con ese “compromiso de servir a
todos por igual” tiene atadas las manos. Por el contrario, Morena tiene que
movilizarse para que “los pobres estén en primer lugar”; esta actitud es la que
demostrará que Morena es distinta, que no es más de lo mismo. Si acaso Morena
debe cambiar de nombre es dejar de ser partido y recoger el nombre de
Movimiento. Que se llame partido en el electoralismo, pero Movimiento en la
lucha social.
6. Morena no tiene nada que ver con la virgen católica
impuesta en México por los españoles. Morena es el Movimiento de Regeneración
Nacional (Mo-re-na) que reivindica en parte las batallas del anarquista Ricardo
Flores Magón (1873 Oaxaca -1922 EEUU) y su periódico Regeneración (1900-1918).
Pero Morena ni mínimamente se acerca al anarquismo que está contra todo gobierno
buscando la autogestión, el autogobierno. Morena es un partido electoral que
sólo tendrá vida si se organiza con las masas y logra la mayor igualdad posible
entre la población.
7. El presidente
López Obrador está en una especie de cuerda floja porque los grandes
empresarios y los partidos de derecha no dejan de amenazarlo, así como de
bloquear sus acciones. Debe olvidar sus 30 millones de votos e impulsar en todo
el país la organización del pueblo apuntalando sus demandas. Para ello sirve el
“partido” o el “movimiento” que hay que despertarlo con consignas
movilizadoras. Hay que exigir a AMLO que cumpla y que no esté dejando a medias
lo logrado: jueces corruptos, INE maniobrero, ley salarial incumplida, bloqueo
a petróleo y CFE. (30/IX/19)
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