Por Lic. Roberto Chiazzaro:
Desde el momento en que se hicieron públicos los resultados
de las PASO (elecciones Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias), en la
República Argentina, Jair Bolsonaro y dos ministros de su Gabinete, los de
Hacienda y RR. II, manifestaron públicamente, que, de resultar electo, en la
República Argentina, el candidato Alberto Fernández, la República Federativa
del Brasil, abandonaría el Mercosur.
El argumento esgrimido para lanzar tamaño exabrupto, que
sorprendentemente no fue cuestionado por la Cancillería argentina, fue que las
políticas aplicadas, oportunamente, por los gobiernos kirchneristas,
entorpecieron la celebración del Acuerdo con la UE, el cual recientemente ha
sido negociado. Por otra parte, durante la campaña electoral, Alberto Fernández,
en más de una oportunidad, manifestó, que si resultaba electo presidente de la
República Argentina, revisaría los contenidos del mismo.
El Acuerdo aún no está firmado, falta que se proceda a la
revisión legal del texto y que se efectúen las traducciones correspondientes,
para que los Cancilleres estén en condiciones de firmar los textos del Acuerdo
y remitirlos a sus respectivos Parlamentos, para su aprobación. Resulta
evidente que estos eventos se llevarán a cabo cuando asuma el próximo Gobierno
argentino, el cual será, de neto perfil kirchnerista.
El Acuerdo Mercosur UE consta de tres pilares, el económico,
el político y el de cooperación; los pilares políticos y de cooperación, por
sus características y contenidos, son de naturaleza intergubernamental, por lo
cual, requieren que cada uno de los miembros de la UE deban aprobarlos en forma
individual, lo cual implica un proceso sumamente lento y engorroso. Por el contrario, el pilar económico –
comercial es supranacional, por lo cual entra en vigor luego de la revisión
jurídica y la aprobación por parte de la Comisión Europea y del Parlamento
Europeo (ambos organismos supranacionales de la UE). Este pilar es el más
relevante para los integrantes del Acuerdo, y su aprobación implica un trámite
más simplificado.
De acuerdo a información proporcionada, se entiende que si
un país decide no firmar el Acuerdo, que ya está negociado, los demás pueden
decidir seguir adelante, o sea se podría obviar la supuesta oposición de la
Argentina
La única limitación
que existiría es la Res 32/00 del Consejo Mercado Común , la cual en su Art 1 dice que los miembros del
Mercosur reafirman el compromiso de” negociar en forma conjunta los Acuerdos de
Naturaleza Comercial con terceros países o agrupaciones de países extrazona en los
cuales se otorguen preferencias arancelarias” Dado que, si bien es cierto que
el Acuerdo no ha sido firmado, pero si negociado, cada uno de los miembros del
Mercosur puede firmar y ratificar, individualmente el mismo.
Lo relevante de esta interpretación de la Res 32/00 del CMC
es que, seguramente, las Cancillerías de Uruguay, Paraguay y Brasil, estén de
acuerdo con la misma, lo que implica apostar a la flexibilización del
Mercosur. Esta apuesta genera la
posibilidad, para los miembros del Acuerdo, de negociar a diferentes
velocidades, lo cual, como ya lo hemos dicho, elimina la posibilidad que una
Argentina kirchnerista se oponga a la puesta en práctica del Acuerdo Mercosur
UE.
El exabrupto de Jair
Bolsonaro, al proferir la amenaza de abandono del Mercosur, apunta a concretar
un giro de 180° en lo que respecta a las definiciones estratégicas asumidas en
la Declaración de Foz de Iguazú firmada el 30 de noviembre de 1985 por los
presidentes de Argentina, Raúl Alfonsín y por el presidente de Brasil, José
Sarney. Acuerdo estratégico este, que
nacía al unísono del restablecimiento de la Democracia en ambas Naciones, el
cual, dejando de lado la hipó tesis bélica, sentó las bases de un proceso de Integración
Regional, que tendrá su momento culmine
cuando se produjo el nacimiento del Mercosur. La Argentina y el Brasil sellaban
así una Alianza estratégica que hasta el día de hoy no se ha visto erosionada.
Dos son los motivos que impulsan a Bolsonaro a dar este
paso, el primero de ellos es otorgar un respaldo a Macri en su disputa
electoral con Alberto Fernández, una victoria de éste, unida a la de AMLO y a
las muy probables del Frente Amplio de Uruguay y de Evo Morales en Bolivia,
podrían llegar a interpretarse como la continuidad y la vigencia de los Gobiernos
Progresistas en América del Sur y una temprana y estrepitosa derrota del
macrismo neoliberal.
El segundo motivo amerita llevar a cabo un análisis previo
del proceso que llevó a que se generase a nivel mundial un nuevo sistema de
producción global, que tiene su origen en la crisis del petróleo acaecida a
medidos de los años 70 y que impactó fuertemente en la estructura económica
mundial. Las grandes Empresas Transnacionales buscaron los medios para
recuperar la rentabilidad perdida, lo cual trajo aparejado el desarrollo de un
nuevo sistema de producción global y la paulatina pérdida del “Estado de
Bienestar” que se había desarrollado a lo largo de los Años Dorados, en el seno
de los países desarrollados, en aquel entonces, como suele suceder, el peso de la
crisis lo pagaron los trabajadores.
Es así que vamos a
asistir al proceso de deslocalización de la producción de los países centrales
hacia la periferia, fundamentalmente hacia los países asiáticos en donde hay
abundancia de materias primas y mano de obra barata.
En esta llamada Nueva División Internacional del Trabajo,
las potencias centrales mantuvieron esencialmente las tareas de innovación,
diseño y comercialización, mientras deslocalizaban las tareas más simples de la
manufactura. Con el tiempo se comenzaron a deslocalizar tareas cada vez más
complejas, no obstante, la lógica central de esta nueva división del trabajo
seguía siendo la misma.
Este proceso permitió la acumulación de grandes ganancias a
las Transnacionales de los países centrales, pero generó en los mismos la
fragmentación de la clase trabajadora. Se dio un proceso por el cual los
trabajadores más calificados se especializaron en tareas de innovación y
diseño, ganando, por lo tanto, elevados salarios. Los que no tenían estas capacidades,
como consecuencia del proceso de deslocalización, perdieron sus puestos de
trabajo y tuvieron que emigrar hacia el sector de servicios, percibiendo bajas
remuneraciones.
El sector financiero fue otro de los ganadores en este
proceso de la deslocalización de la producción, grandes flujos de dinero
ingresaban a los EUA producto de la remisión de utilidades e inversiones los
cuales proveían crédito para los consumidores, capitales para la inversión
directa en corporaciones estadounidenses o alimentaban la adquisición de deuda
pública de los EUA.
La caída del Muro de Berlín y la implosión de la Unión
Soviética produjo una transformación del mundo bipolar al unipolar, la
hegemonía de los EUA, en todos los aspectos, resultaba, en aquel entonces,
incuestionable.
“Sin embargo los hechos parecen demostrar que esa hegemonía
estaba, muy lejos de ser eterna, más allá de la capacidad de los medios de
comunicación para elaborar una “pos verdad”, en la actualidad, nociones como el
éxito del capitalismo, la invencibilidad de los EUA, su superioridad científica
y tecnológica, las óptimas condiciones de vida de su sociedad, su hegemonía
militar, etc. resultan ser absolutamente cuestionables. Es que, el orden
mundial, una vez más, ha sufrido una mutación, el mundo unipolar se ha
transformado en un mundo multipolar, manifestándose en una cierta superioridad,
económica, científica, tecnológica y militar de China y Rusia, en múltiples
aspectos, siendo este el eje principal de la conflictividad global actual.”
El declive de la potencia hegemónica, lleva a esta a
modificar su estrategia en materia de política exterior, extremando su
agresividad, y provocando una alteración en la estabilidad del sistema
internacional. Se generan multiples tensiones, fundamentalmente con China y Rusia,
pero también con sus aliados de la UE, con Canadá, México, Turquía, Irán,
Siria, Cuba y muy especialmente con Venezuela.
Esta estrategia desarrollada por los EUA, explica la llegada
de un Donald Trump, a la presidencia, debido a la necesidad de enfrentar los
nuevos desafíos a la que se encuentra sometida la hegemonía estadounidense.
Desata una Guerra Comercial con China, bloquea
económicamente a Rusia e Irán, y desembarca una vez más en su “Patio Trasero”,
nuestra América Latina, desempolvando la vieja doctrina Monroe, “América para
los americanos” del norte agrego yo, intentando desplazar a China y Rusia de la
misma.
Esta tarea se ha visto favorecida por el acceso de las
derechas sudamericanas a los gobiernos y que apuntan a dejar de lado el tipo de
integración regional que avanza más allá de lo meramente comercial, estando en
un todo de acuerdo con la estrategia esbozada por Donald Trump, quien ha
señalado expresamente, que los EUA privilegian la negociación bilateral y
asimétrica.
Desplazar la presencia de China y Rusia de la Región no será
por cierto una tarea fácil, China es el primer cliente comercial de
prácticamente todos los países de la región y es la mayor consumidora de las
commodities que producen en la misma. Es también, actualmente, el mayor
proveedor de Inversión Extranjera Directa, de insumos de bienes de capital y de
consumo, desplazando en la Región la presencia norteamericana en casi todos
estos escenarios.
Como bien lo señala
Diego Hernández Nilson surge en la Región un Nuevo Panamericanismo que no solo
reacciona contra el “giro a la izquierda” y al “regionalismo pos hegemónico
latinoamericano” liderados por Brasil, la Argentina de Macri, Chile y Colombia,
buscando un realineamiento continental tras los EUA, cuyas expresiones más ostensibles
han sido la propuesta de Prosur o el aval interamericano a los atropellos al
Estado de derecho en Paraguay, Honduras y Guatemala.
Regenera además, este nuevo Panamericanismo, el antiguo
bloque continental hegemónico en el que convergía la oligarquía terrateniente,
los intermediarios financieros, las elites políticas y los ejércitos de la
doctrina de la seguridad nacional; en su nueva versión donde se agrega un nuevo
sector financiero ligado al lavado de activos y las iglesias evangélicas.
Este realineamiento panamericano adquiere un significado
mayor a la luz de las transformaciones recientes del sistema internacional: se
abandona el multipolarismo esbozado en la última década (un mundo de regiones),
para pasar a una nueva estructura bipolar que divide al mundo entre los
renovados bloques occidentales y euroasiáticos (guerra comercial incluida).La
tensión mundial hace que para Estados Unidos sea fundamental contar con el
alineamiento continental, como sucedió en otras coyunturas similares.
En la actual disputa hegemónica mundial, el bloque
occidental abandona el liberalismo político, asumiendo un discurso
occidentalista, asociado a la aparición de la nueva derecha conservadora y
autoritaria (Trump, Brexit, Vox, Orbán y el propio Bolsonaro), que no solo
rechaza al socialismo y a la social democracia, sino también al liberalismo y
el institucionalismo. De esta forma, además del alineamiento geopolítico de
países, los aspectos ideológicos asumen una renovada importancia. Hay una
derecha conservadora que tensa la posición de occidente en la disputa.
Brasil y su oligarquía conservadora son un jugador activo e
importante en la actual disputa. Como bien decía Henry Kissinger: Hacia donde
vaya Brasil, irá América Latina” y en tal sentido resulta sumamente significativa
la declaración llevada a cabo por el Ministro de Economía de Brasil, Paulo
Guedes:” Oficialmente estamos en negociaciones con Estados Unidos para un
Acuerdo de Libre Comercio”, y queda claro entonces cual fue el segundo motivo
para anunciar el posible abandono del Mercosur. Si la Argentina kirchnerista
pone trabas a la celebración de un TLC con los EUA, Brasil abandona el Mercosur
y lo negocia, como Trump prefiere, bilateralmente.
Los EUA priorizan un TLC bilateral con Brasil, el país con
mayor territorio y población de América del Sur, con un importante mercado
interno y una enorme reserva de recursos energéticos y naturales.
Sin dudas Trump desea recuperar Brasil de la influencia
china, no fue casual la visita del Secretario de Comercio de los EUA Wilbur
Ross, proponiendo, ante la implosión de Oderbrecht, cuantiosas inversiones en
infraestructura, y ante la liberalización de las reservas de hidrocarburos del
Pre-Sal, debido a la desarticulación de Petrobras, manifestó el interés de las
grandes petroleras norteamericanos de participar en la explotación de las
mismas.
La competencia que están llevando a cabo los EUA en Brasil,
buscando desplazar la presencia de China implica reforzar los vínculos
militares entre ambas naciones,
En ese sentido han sido múltiples los ejercicios militares
llevados a cabo entre los ejércitos de ambas naciones y finalmente Brasil ha
accedido a la firma de un acuerdo por el que liberará el uso de la Base de
Alcántara por los EUA. De eta forma la Nación del Norte obtiene una base de
lanzamiento de satélites que permite un acceso privilegiado a la órbita
geoestacionaria.
Los EUA han logrado la sumisión de Brasil, el Gobierno de
Bolsonaro le ha permitido lograr el mayor éxito geoestratégico de las últimas
décadas. Lejos están aquellas iniciativas de Brasil para crear un bloque sólido
en América del Sur con tendencias hacia un progresismo de izquierda. En lugar
de ello todo indica que vamos camino a la celebración de múltiples Acuerdos
Bilaterales con la potencia hegemónica, van quedando sepultados los sueños de
una integración regional profunda y las aspiraciones de construcción de una
Patria Grande, libre y soberana.
Documentos de consulta:
Política Exterior del Uruguay en el actual contexto Regional
e Internacional
Roberto Chiazzaro
El Brasil de Jair Bolsonaro
Diego Hernández Nilson
América Latina en la Reconfiguración de la Economía Mundial
Sergio Martin Carrillo y Pablo Quiñonez Riofrio.
chiazzaroberto@gmail.com
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