miércoles, 25 de septiembre de 2019

Neoliberalismo y quiebra de empresas en Chile



Por Eduardo Andrade Bone:

En Chile a partir del segundo gobierno derechista del empresario pinochetista, Sebastián Piñera y que en su campaña electoral cual populista y dmagogeo, prometió “tiempos mejores”, hasta el momento solo se ha demostrado un retroceso en la gestión económica, ofreciendo inestabilidad e incertidumbre económica en el ámbito empresarial y en el propio crecimiento económico, que se encuentra más bien a la baja.

En el buen entendido además, que uno de los principios básicos del neoliberalismo económico, es el saqueo desenfrenado de empresas y servicios públicos a través de la privatización de estas, además de la competencia y el estímulo desenfrenado e irracional del consumismo, a través de créditos diversos, es lo que lleva aparejado una serie de secuelas que se manifiestan de diversas formas y que no significan el mejoramiento de las condiciones de vida de los sectores sociales con menor poder adquisitivo.


Ahora el argumento del gobierno de los empresarios y la derecha chilena es que toda esta situación desconcertante de la economía chilena se debe a factores externos y no a la ineptitud e incompetencia que ha demostrado hasta ahora el gobierno de Sebastián Piñera y que se manifiesta en el cierre o quiebra de empresas.

Un ejemplo elocuente de lo anterior, ha sido la caída de diversas industrias, entre ellas las del rubro del calzado: Shoes&Shoes, Guante, Gacel, Albano y las tiendas Calzados Beba son algunas de las firmas que han cerrado o han debido reestructurarse adoptando la importación y afectando la producción local, lo que refleja que el capital neoliberal se encuentra en un proceso de decadencia cada vez mayor.

También ha ocurrido el cierre de industrias como IANSA en la ciudad de Linares, de la empresa danesa de transporte marítimo Maersk en San Antonio, de Pastas Suazo en Curicó, como el cierre de la fábrica de refrigeradores Fensa y Mademsa, de la sueca Electrolux, todo lo cual refleja que el proceso de desindustrialización en Chile continúa profundizándose.

Ya bajo el gobierno de Piñera en 2018, asistimos a la caída de Grifería Nibsa por nombrar algunas, se vieron en la obligación de realizar despidos masivos y reajustar sus procesos productivos. Hoy el sueño de los falsos tiempos mejores está llegando a su fin”. De esta manera también Peppermint Chile, reconocida empresa de venta de anteojos de sol en stands de centros comerciales, comunicó el cierre de los módulos establecidos en distintos puntos de la geografía chilena.

Bajo el imperio del modelo capitalista neoliberal, a agosto del presente año, 1.132 empresas en Chile han comenzado a realizar gestiones ante el síndico de quiebra, lo que se traduce en un aumento de un 30% si se compara con igual período de 2018. Las cifras han sido dadas a conocer por la Superintendencia de Insolvencias y Reemprendimiento (Superir), y difundida por la prensa nacional.

En lo que va corrido del año, empresas ubicadas en la ciudad capital (Santiago), además de la región de Bío Bío y Maule han sido las más afectadas: 558, 101 y 68 han solicitado la quiebra, en esos respectivos lugares; a lo que se suman 28 -también de esas regiones- que se han sometido a procesos de negociación de deudas. Al respecto, las empresas más afectadas están ligadas a las pequeñas y medianas empresas (Pymes) que bajo el neoliberalismo económico son las más vulnerables.  Además, hay actualmente 66.755 empresas que figuran como “morosas”, el 86% está catalogada como Pyme, las cuales corren el riesgo de tener que cerrar a corto plazo en el paraíso neoliberal.

La pésima gestión económica de la derecha política (Chile Vamos), rebota y perjudica además, sectores como los de la “construcción” y “comercio”, de allí que las noticias sobre el cierre de empresas se han tomado las portadas de los medios.
Otro aspecto que destaca la prensa nacional es la caída del comercio minorista que según cifras de agosto, el sector registró una caída de 0,9% en ventas, cerrando así su peor semestre en los últimos 10 años, con un avance de sólo 0,5% en 12 meses.

Lo cierto es que, a la luz de un gobierno empresarial de derecha, los sectores económicos del país no logran despegar. Pues de acuerdo con informaciones procedentes del Instituto Nacional de Estadísticas (INE), la producción industrial de junio del presente año se contrajo 2,9% en doce meses. Los sectores manufactureros más afectados han sido los ligados a la producción de electricidad, gas y agua.

Como "una muy mala cifra" calificó el líder del gran empresariado, Alfonso Swett, el 1,3% que se expandió la economía chilena en el mes de junio, revelado por el Banco Central. Frente a las débiles cifras, que habrían llevado al primer semestre a cerrar con una expansión en torno al 1,7%.

He incluso entidades bancarias como Scotiabank han insinuado la posibilidad de un “colapso” de la economía del país del cono sur latinoamericano. JP Morgan opina que Chile a duras penas lograra alcanzar un crecimiento económico del 2% anual (+-). Un alto ejecutivo del banco Itaú expresa que el crecimiento económico para lo que queda del año, estará determinado más por factores internos que externos.

Esto no hace más que confirmar los malos resultados de la economía nacional que crecerá muy por debajo de las expectativas del gobierno de los empresarios. Lo cierto, es que todo esto ocurre más que por razones externas, a factores de mala política de la gestión gubernamental, de allí que la economía chilena tiende a debilitarse aún más, en un país donde gradualmente se ha ido exterminando la industria manufacturera nacional, para depender cada vez más de las importaciones procedentes del sudeste asiático y de los Estados Unidos.

Cabe destacar además que la OCDE es un tanto escéptica con respecto a las previsiones de la economía chilena para lo que queda del año, que, desde el punto de vista de su crecimiento, se encuentra un tanto debilitada y se prevé incluso que es difícil que pueda alcanzar un 3% anual de crecimiento. Sosteniendo además que la económica del país sudamericano se manifiesta frágil y desconcertante, parecido al actual momento económico que vive la Unión Europea, más expuestas a los reflujos, que los boyantes flujos.

Lo cierto es que el mediocre mundo empresarial chileno, observa con incertidumbre los pasos dados en materia económica por su propio gobierno, mientras que otros empresarios, los menos, ven con cierto optimismo el crecimiento económico para el 2020, el cual estiman sería del 3% anual, sin tener en cuenta los factores externos, ante una de las economías más dependiente de lo que ocurre en materia económica y comercial a escala global.

En este sentido cabe destacar, además, que todas las secuelas del modelo capitalista y su expresión ultra neoliberal en boga, se expresa en el crecimiento del desempleo que según cifras oficiales alcanza al 8%, mientras que informaciones procedentes de instituciones que siguen el comportamiento económico del país estiman en alrededor de un 15% la cesantía real. Además, actualmente en el país de “los tiempos mejores”, el trabajo informal e inseguro, alcanza al 40%. Todo esto marcado además por la reducción del poder adquisitivo de la clase trabajadora, el aumento gradual de las desigualdades sociales, el no mejoramiento de las ya desastrosas pensiones que perciben los chilenos y las consecuencias nefastas para la gran mayoría de la clase trabajadora chilena.

Ahora todo esto hay que verlo en el contexto de que el 2020 presuntamente se desencadenará una nueva crisis financiera, que dará paso a una recesión de la economía global, según diversos expertos económicos internacionales. La próxima crisis y recesión podría ser aún más severa y prolongada que la anterior", refiriéndose a la crisis de 1929 y la del 2008, hay otras proyecciones que apuntan a una caída de la actividad dentro del lapso de dos años más. Si la primera economía del mundo (EE. UU) entra en recesión, la posibilidad de que otras naciones desarrolladas corran la misma suerte al año siguiente es de casi el 70%, según diversas fuentes económicas occidentales.

Se observa como si estuviéramos en un período de transición donde la nefasta guerra comercial de Trump genera irritación, desconcierto, afectando cada vez a los llamados países emergentes y en particular a la economía latinoamericana y por ende a Chile. Todo esto en el marco de los cambios geopolíticos inciertos que se están produciendo a escala global.
Comunicador Social
Analista Político

aindoamericanap@gmail.com

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