Por Sergio Ortiz:
Las PASO significaron una dura derrota para Macri y todo
sugiere que ocurrirá otro tanto en octubre. Y allende las fronteras sus
políticas también fracasan, como sus acuerdos con Bolsonaro. Un proyecto en
llamas.
El resultado de las PASO fue “un palazo”, admitió el jueves
22 Mauricio Macri en un amigable reportaje de periodistas de Clarín en el
Seminario “Democracia y Desarrollo” en el Malba. Once días después de producido
el desastre electoral, el candidato admitía con una dosis de realismo parte de
lo ocurrido.
De allí no surgió una estrategia de retirada ordenada, como
le habían sugerido los que aconsejaron que se concentrara en su rol
presidencial antes que como candidato oficialista. Convengamos que ese
desdoblamiento es muy poco factible y que por eso propuestas como la de Jorge
Asís tendrían que haberse contemplado: Asamblea Legislativa para adelantar
elecciones y un pedido de licencia de Macri para seguir en campaña.
Claro que esa hipótesis era temeraria para el macrismo y el
país: ¿Gabriela Michetti jefa de Estado durante casi cuatro meses? Da miedo
sólo pensar en esa posibilidad.
Una de dos. O Macri sigue haciendo daño político y económico
hasta el 10 de diciembre, o esa Asamblea Legislativa elige un presidente
provisional, se adelantan las elecciones y a principios de octubre asume un
nuevo gobierno legitimado por las urnas, el de Alberto Fernández y Cristina.
Esta última probabilidad sigue existiendo aun cuando se
opongan a la misma, por distintos motivos, tanto Macri como los Fernández. El
primero se opone porque cree que puede dar vuelta una diferencia que el
escrutinio definitivo aumentó a 16 puntos con los ganadores del 11 de agosto. Y
éstos, los Fernández, desean alargar los plazos de su ingreso a la Casa Rosada
porque quieren que Macri pague los platos rotos del desastre y pida la
renegociación del acuerdo inconcluso con el Fondo Monetario.
Si dos no quieren el adelantamiento, cabe presumir que en
principio no lo habrá, y se mantendrán los plazos previstos. Salvo que la
crisis se agudice, con más inflación y volatilidad cambiaria y todo amenace con
irse al demonio, en cuyo caso echarán mano a recursos de emergencia, como los
bomberos.
En ese diálogo con sus amigos de Clarinete, el
presidente-candidato ratificó a su gabinete, en particular al vapuleado Marcos
Peña. Ligó la suerte de ambos como si fueran una misma figura. Con sólo arrojar
por la borda al poco carismático Nicolás Dujovne, alias “baldío acá y dólares
offshore”, no mejoran sustancialmente las chances de Macri para octubre.
Él cree que sí, que con algunos paliativos menores para un
sector de clase media y con discursos seudo republicanos como el del sábado en
Rosario, alcanzaría para revertir el desastre. Se entusiasmó en el balcón, con
una Plaza de Mayo menos que a la mitad. Ha recibido un palazo, pero aún no
entiende cómo, dónde ni por qué.
Puede ser goleada
Aunque Alberto sea fana del Bicho, el partido en juego tiene
parecidos con el que Ríver goleó 6 a 1 a la Academia. Pinta para goleada del
Frente de Todos, en parte por algunos aciertos suyos, pero sobre todo por las
fallas garrafales del macrismo.
Un ejemplo de éstos es que el gobierno nacional quiere
financiar el paquete de subsidios y paliativos con disminuciones al impuesto a
las ganancias y el IVA, dos impuestos coparticipables. En consecuencia, esa
medida no consultada con las provincias, van a desfinanciarlas en buena medida,
por más que el monto exacto sea motivo de polémicas.
De ese modo la coalición oficialista está empujando los
peces hacia las aguas profundas, a los gobernadores en bloque, buscando cobijo
cerca del Frente de Todos y no sólo a los que son del palo justicialista.
Alberto Fernández queda casi como el padre o hermano mayor de todos esos
mandatarios cuando más de uno anduvo años comiendo de la mano del gobierno
amarillo.
El flamante ministro de Hacienda, Hernán Lacunza, tuvo que
admitir en su primera conferencia de prensa que la inflación de agosto y septiembre
será más alta. No se le preguntaron los motivos porque eran obvios: el dólar
rozando los 60 pesos se irá trasladando a precios mayoristas y minoristas.
Semejantes golpes al bolsillo de la gente tendrán
seguramente efectos sobre la cosecha macrista, en línea con lo sucedido en las
PASO.
Está bien que la consultora Radar es de una economista K,
pero sus números sobre la merma del empleo industrial no han sido refutados por
las agencias gubernamentales y medios amigos. Afirmó que desde 2015 hasta la
fecha de 2019 en la industria se han perdido 200.000 puestos de trabajo. Esto
no es un “relato kirchnerista”, sino un relevamiento de la realidad del país y
tantísimos argentinos pueden dar fe de ello.
Visto en clave electoral esas estadísticas suponen casi un certificado
de defunción para Juntos para el Cambio. No son datos de un mes, un semestre y
tampoco de un año. Es el balance de lo sucedido en casi cuatro años. ¿Qué
elementos válidos hay para siquiera sospechar que, si Macri y Pichetto son
elegidos, tal tendencia al crac del país se pueda invertir?
El descrédito de Macri va en línea con el de su aliado Jair
Bolsonazi, cuestionado por los incendios del Amazonas.
Un factor que ilustra la posibilidad de goleada es la
actitud de periodistas, por llamarlos de algún modo, que durante todo el ciclo
tuvieron la camiseta amarilla y ahora, de modo abierto o avieso, se la están
sacando. Deslizan críticas al gobierno que nunca antes hicieron. Los panqueques
de harina y huevo son riquísimos; los panqueques de Lanata, Majul y Fantino son
de muy mal gusto. Sólo tienen de útil que indicar un velorio en el oficialismo,
donde muchos se alejan en puntas de pie y sin saludar ni persignarse.
Otro dato similar viene de la cloaca de Inodoro Py, donde
algunos fallos trasuntan parecido cambio de camisetas sobre el fin del partido,
cuando se vislumbra la goleada. Por ejemplo, se anularon prisiones preventivas
contra exfuncionarios K por el soterramiento del Sarmiento y quedó abierta la
posibilidad de juicio contra Oscar Aguad en la causa del Curreo.
¿Con Clarín o la verdad?
El candidato presidencial del Frente de Todos viene ganando
ampliamente el partido y se entiende su táctica de ganar tiempo, tocar para los
costados, desgastar el rival y esperar el silbato.
Pero como esto es política, y no fútbol, en algún momento va
a tener que definir determinadas posiciones, sin quedarse a esperar que el mero
trascurso de la recesión económica producida por su rival le entregue la copa
del poder político.
Puede ser antes o bien a partir del 10 de diciembre, pero AF
deberá tomar decisiones, con sus pros y sus contras, porque no se puede estar
bien con todos en las cuestiones más importantes.
Por ejemplo, en la ronda de conversaciones convocada por
Lacunza envió a Guillermo Nielsen como su representante, excandidato de Roberto
Lavagna. Una clara señal de conciliación con el establishment.
Ayer llegó la enésima misión del FMI para revisar el acuerdo
firmado con Macri y seguro que le pedirán una reunión a AF o a sus asesores económicos.
¿Les dirá lo mismo que a los periodistas de Clarín en el ciclo del Malba, donde
fue el segundo orador? En la ocasión declaró que la deuda externa había que
pagarla, que había sido contraída por un gobierno democrático y no tenía lugar
pedir una quita de la misma.
Para la mayoría de los compatriotas esas cuestiones de la
economía, el trabajo, nivel salarial, tratamiento de la deuda externa, etc, son
las más importantes. Según como se encaren darían lugar a un proceso de mayor
bienestar e independencia nacional, o por el contrario, a una crisis continuada
aún con formas atemperadas, en un país que no rompería las ataduras del
imperio.
Pero hay otras materias vinculadas y también decisivas, como
la relación con los poderes concentrados a la economía y los medios. En el
reportaje de Página/12 fue preguntado: “existe una concentración muy grande de
los grandes medios con las telefónicas, ¿se va a revisar?”.
Contestó: “si defiendo el estado de derecho tengo que
defender los derechos adquiridos. Lo que sí creo es que ellos tienen que
respetar las leyes antimonopólicas: la ley de la Competencia, la ley de Defensa
del Consumidor y y si no lo cumplen deberían adecuarse”.
O sea que Clarín no va a ser perturbado en sus 237 servicios
de cable (distribuidoras de señales), 16 licencias de radiodifusión abierta
(canales de TV y radios) y 9 señales de cable (TN y Metro), a las que se
pretendió poner límites razonables con la ley de medios.
El pulpo Cablevisión-Telecom, dominado por Clarín, tuvo
ganancias por $6.333 millones en el primer semestre de 2019, justo el de
mayores pérdidas para la mayoría de los argentinos.
¿Qué hará el futuro gobierno con el monopolio Clarín? Si es
por aquellas palabras y gestos de Alberto Fernández, nada. Sería muy grave.
Volviendo al fútbol, sería dejar la pelota picando. Sería admitir un referí
comprado. Sería confiar en la mafia de la AFA, Conmebol y FIFA. Sería
convalidar que los goles sigan secuestrados cada domingo.
Aunque uno gane hoy por goleada, si convive y pacta con esos
monopolios, al final éstos nos mandarán al descenso. El pluralismo no es
venganza ni revancha: es justicia.
ortizserg@gmail.com
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