Por Juan Pablo Cárdenas S.:
Culminan los Juegos Panamericanos de Lima y Chile obtiene un
muy discreto lugar en el medallero de esta competencia continental. Los méritos
de quienes obtuvieron oro, plata o bronce son fundamentalmente de los propios
atletas. De su sostenida vocación y esfuerzo personal, como del apoyo de sus
familias y algunas instituciones privadas. Muchas veces, también, de la
posibilidad de residir en el extranjero y acceder al apoyo que los deportistas
obtienen de aquellos estados que le asignan importancia a la actividad
deportiva. Es evidente que los recursos que se incrementaron para algunas áreas
del deporte vieron algunos positivos resultados, pero demostraron que son muy
insuficientes.
Pese a jactarse tanto nuestros sucesivos gobiernos de los
avances de nuestra economía, en realidad carecemos todavía de una política de
estado que le asigne los recursos convenientes al deporte, que construya
estadios, gimnasios y otros, además de incentivar adecuadamente el atletismo y
otras actividades durante los años de escolaridad. Por el contrario, lo que se
planteó fue la posibilidad de rebajar las horas de clases dedicadas a la
gimnasia, tanto como a la filosofía y la historia.
De esta forma, pareciera que nuestra única política de
estado radica en la necesidad de formar “emprendedores” y consumidores que
lleguen a expresarse fluidamente en inglés, después de que Sebastián Piñera le
ofreciera a Donald Trump nuestra bandera para asociarla como una estrella más
al pabellón norteamericano. Pero a las FF. AA, por cierto, se le aseguran
presupuestos estables y multimillonarios para sostener a sus contingentes,
muchas veces ociosos ante la ausencia de conflictos bélicos, garantizándoles,
para colmo, la adquisición de costosos y sofisticados armamentos que
rápidamente caen en obsolescencia y desuso.
Se habla de disponer de ingentes recursos para protegernos
del crimen y la delincuencia, pero no se hace lo primero de todo: ofrecerles a
los jóvenes la posibilidad de convertirse, por ejemplo, en buenos deportistas
para así prevenirlos de caer en las redes del narcotráfico y el delito
organizado. Así como tampoco las nuevas generaciones cuentan con apoyo para el
cultivo de las artes o la temprana afición por la ciencia.
A pesar de que algunos medios de comunicación se empeñan en
difundir los logros de algunos jóvenes talentos, lo cierto es que lo que existe
es muy poco y no da cuenta de los centenares de miles de niños y jóvenes
verdaderamente confinados en sus poblaciones, restringidos por el precario
poder adquisitivo de sus padres y la falta de infraestructura comunal para
apoyar el deporte y la sana recreación.
Países mucho más pequeños y pobres que el nuestro obtienen
en esta y otras competencias resultados asombrosos en comparación al mérito
cierto de nuestros atletas. Con la mitad de nuestra población, hay naciones que
nos superan por lejos e, incluso, se acercan al nivel de los países más ricos
del continente y planeta. Como se ha reiterado tantas veces, el caso de Cuba es
asombroso, pero también lo que han empezado a hacer otras naciones de la región
latinoamericana y del Caribe, como de África y Asia. Ejemplos en que se puede
comprobar, al mismo tiempo, sus innegables logros en el freno a la
delincuencia, el narco tráfico y el creciente consumo de estupefacientes de su
población.
Por supuesto que nuestro vergonzoso atraso es también el de
otros países enormes y ricos como Brasil que, sin duda, debiera alcanzar las
más solidas posiciones en este sentido, si se resolviera también propiciar
políticas públicas para incentivar el deporte y la cultura, en vez de
incrementar la represión en las favelas, acribillar los conflictos sociales y
practicar una cínica y criminal política de exterminio al interior de las
cárceles.
Pretensiosos periodistas y canales de televisión logran
altos y suculentos ingresos y rating con las transmisiones del fútbol y muy
eventualmente otras actividades deportivas como parte que son de la industria
consolidada al respecto y que ha pasado a ser una de las más lucrativas de
Chile. Basta ver en sus noticiarios cómo la actividad de algunos exitosos
futbolistas nuestros tiene invadida la información y desplazado el interés por
las noticias de otros ámbitos o del exterior.
Mucho más recurrentes son las imágenes los rostros y cuerpos
tatuados de nuestros futbolistas que cualquier información, por importante que
sea para el destino del país y del mundo. Cuando la más de las veces, se trata
de personajes ensimismados que no demuestran compromiso alguno con su país de
origen y los problemas del mundo, pese a los enormes caudales que han logrado
reunir en sus multimillonarios contratos con clubes extranjeros que los
arrancan a temprana edad de sus países y los convierten en la materia prima de
sus lucrativos negocios.
Da pena comprobar que estas figuras futbolísticas chilenas,
se den el lujo, incluso, de escandalizar con sus vidas dispendiosas y el consumismo
más fútil, lo que frecuentemente conspira contra sus propias carreras y nos
ocasiona tantas vergüenzas ante el mundo. Ellos, más que nadie, debieran
constituirse en ejemplos de vida y proponerse destinar recursos solidarios,
como se ha dicho, para el incentivo de otros deportistas, tan como los
demandara una joven voleibolista chilena en esta competencia continental del
atletismo.
En todo caso, lo importante sería que nuestra política
asumiera su deber de redireccionar los recursos de erario nacional a favor del
deporte y la implementación de una estrategia para el descubrimiento y
desarrollo de sus nuevos atletas. Cada peso que se destine para el deporte
puede ser mucho más productivo que invertirlos en bombas lacrimógenas y
municiones para reprimir el descontento social y la justa irritación de los
jóvenes que se sienten sin porvenir. Mucho nos gustaría también, por supuesto,
que abundaran los recursos para implementar bibliotecas e incrementar la
precaria actividad intelectual de nuestra población, en el que alguna vez se
nos identificó como el país de los poetas.
Sin embargo, pese a nuestros magros resultados es evidente
el interés nacional por el deporte, así como es asombroso que existan tantos
jóvenes que descubren vocación y talento por la gimnasia, el tenis, la natación
y tantas actividades además del fútbol. Pero, por desgracia, muchos de ellos
ven truncadas sus carreras por la falta de apoyo y recursos, como lo han
testimoniado casi todos nuestros atletas en Lima. Muchos de los cuales estuvieron
ilusionados en subir al podio de los ganadores, para después masticar su
frustración.
En la ramplonería intelectual de nuestros “servidores
públicos” en lo que sí demuestran interés los partidos políticos es en reclutar
a bullados deportistas y artistas para integrarlos a sus competencias
electorales. Ellos les proporcionan, como se sabe, más votos, sin que hasta
aquí se aprecie que al convertirlos en parlamentarios o concejales logren
compromisos ciertos del Estado en beneficio del deporte, la cultura y el arte.
Una vez instalados en los curules del Parlamento, de los
municipios o de los propios ministerios solo los hace convertirse en
sedentarios, ganar algunos kilos y muchos pesos de más hasta que ya no le sean
productivos a la obesa y elíptica clase política, altamente futbolizada, sin
embargo, como la mayoría de los chilenos y los medios de comunicación masivos.
juanpablo.cardenas.s@gmail.com
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