Por Manuel Humberto Restrepo Domínguez:
La Señora Nobel de la Paz, Rigoberta Menchu, con su sola
presencia llena de alegrías los auditorios de la ciudad de Tunja, que el 6 de
agosto cumple 481 años de fundada y que ha servido de escenario central para
conmemorar desde las academias y el gobierno departamental y municipal, el
dialogo y el encuentro para celebrar el Bicentenario de la independencia de
Colombia. El mojón de derrota al colonialismo, que finalmente nunca se ha
materializado, fue la batalla del Puente de Boyacá, del 7 de agosto de 1819,
con la derrota del general Español Barreiro, propiciada por el ejército
libertador de Simón Bolívar. Hoy el país es otro, la nueva Granada de entonces,
que debería haberse convertido en la patria grande y libre de América, es solo
un recuerdo y un sueño todavía pendiente.
Los derechos traducidos por Nariño años atrás, nunca se
recuperaron de su condición de llegada, en calidad de ilegales, de afrenta al
rey y de hecho delictivo. Así siguen siendo todavía, ofenden al soberano y
anunciarlos para reclamar por mejores garantías para vivir con igualdad, es
motivo de persecución para sus defensores, que son estigmatizados y tratados
como delincuentes unas veces y, muchas otras asesinados como lo muestran las
abultadas cifras del horror, que por ocurrir, ya no en tiempos de guerra total
si no de paz firmada, son aún más oprobiosos y condenables.
Los pueblos sin embargo tienen mucho que celebrar, a pesar
del desprecio del poder y las imprecisiones infundadas por la posverdad que
trata de minimizar, ridiculizar y borrar de la historia hasta la misma palabra
independencia. Cizaña, odio y relaciones hipócritas entre gobernantes, es lo
que se dibuja todos los días en los diarios, noticieros y redes, que los
muestra reunidos, declarando y proclamando alianzas que no consultan las
demandas de sus pueblos. Los egos de los gobernantes son profundos, se muestran
investidos con un aura de poder sin límites y poco interés por la suerte de sus
países durante los próximos doscientos años, sus actuaciones se alinderan con
el modelo contrario, de neocolonialismo, basado en modelos extractivistas y
depredadores.
Rigoberta Menchù, la señora premio Nobel de la paz, es una
voz de aliento, porque escuchar sus palabras, consejos, historias y recuerdos
trae alegría y convoca a volver a la solidaridad y a mantener la esperanza, a
volver a creer que es posible diseñar un futuro común, con muchos proyectos
educativos que tengan por objeto principal educar al ser humano y saber
respetar a todos los que coexistimos en este planeta que se agota y sufre por la avaricia del gran
capital.
Hace 200 años en los campos de Colombia y del continente
entero el grito de independencia, comandada por Simón Bolívar y después de
muchas batallas y cientos de soldados mal armados y con incipiente formación
guerrera, le mostraron al país que el sueño de libertad era posible y lo
consiguieron. A doscientos años, retumba en las calles del país ya no un grito
de independencia, si no de dignidad y de esperanza por un país soberano, en paz
y con derechos para vivir plenamente la vida con dignidad.
Por eso es especial la visita de Rigoberta Menchu en estas
tierras, de las que siempre queda la sensación de estar habitadas por gentes
humildes, honestas y francas, de ruana y sombrero, con pequeños poblados de
calles que parecen detenidas en el tiempo y jóvenes que saben atravesar mundos
distantes para ser mejores humanos. Congratula oír los relatos del premio Nobel
y reconocer que la humildad, siempre valdrá más que todo el oro o la riqueza
material y llena de felicidad saber que los estudiantes la observan, se
acercan, comparten sus afectos y dicen lo importante que es su presencia, para
un país que quiere la paz por encima de todo y mostrarle que por donde siempre
ellos caminan, su nombre hace eco y está presente como como un referente de
lucha y resistencia.
Gracias señora Premio Nobel de Paz, por su visita, sus
palabras, su tiempo para venir a tierras tan lejanas tierras a su natal
Guatemala y por encontrar aquí en los rostros del bicentenario esas mismas
ganas de ser libres y soberanos, que este tiempo de ser posible juntando la
dignidad.
mrestrepo33@hotmail.com
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