Por Mario Sierra:
Torrentes de cambio para remover la conciencia social y
política
En los umbrales de un nuevo siglo, después de un pasado de
indiferencias y de tantas otras vicisitudes humanas resuenan en el eco de un
mundo incierto la sapiencia de abuelos, padres y de aquellos maestros del
talante humano, la teoría, la práctica y el ejemplo de la civilidad preñadas
con el apoyo de la cultura griega y del viejo mundo que dieron honor al
comportar del hombre.
Las enseñanzas de un Carreño y de otros ilustres maestros
del civismo, del contrato social y del
arte de gobernar que no volverán, fueron la base para edificar una sociedad
llena de valores que hoy han quedado en el olvido de las bibliotecas y en los
andenes de las librerías de nuestras ciudades porque el don de leer se
circunscribe a páginas de violencia, de pornografía, de maquillaje de la
información y la basura que producen mentes que la mediocridad les hizo perder
la razón, para realzar la irracionalidad.
Aprender los modales
en el hogar, la escuela, la iglesia y tantos
otros lugares del compartir diario, aprender a respetar a la mujer, al
niño, al anciano, al diferente, al hombre por su dignidad, edad y gobierno, a
la naturaleza, a cumplir al orden personal, a cumplir los compromisos adquiridos, al comportarnos según los lugares, a respetar
los signos patrios, al saber dar gracias, al compartir, al saber conducirnos
públicamente cuando se reclama un derecho, a amar a Dios y al prójimo….En
fin tantas normas de civilidad,
fundamentos de paz y respeto que hoy reclamamos con ahínco pues se salieron también de los pensum
académicos que hoy luchamos por recuperar que un estado no tiene la capacidad
de establecer pues allá la contaminación
y la pérdida de valores y ética
reboza. Hay que acabar el divorcio estado y comunidad.
No podemos olvidar que el hombre vive en relación al mundo
en comunidad y colaboración con los demás hombres y la naturaleza. La vida
humana es de con-vivencia y la tarea del hombre es de transformación. Es el
trabajo y la interrelación de los hombres la fuerza que convoque a la
convivencia como dimensión plegada a la relación con el mundo. La convivencia,
la civilidad no es un mero accidente, es la apertura para que los hombres
lleven a cabo la cultura del civismo, la cultura ciudadana. Lenguaje,
comunicación y símbolos se entrelazan para que los hombres unan sus identidades
personales en mutuo entendimiento para que todo valor permanezca en la existencia
humana y no en los laberintos de la inconciencia sin límites.
Y que queda de la perdida de la civilidad, de la cultura
ciudadana, ¿de la convivencia armónica’? intolerancia, violencia, incultura,
irrespeto, inseguridad, desunión, pérdida de valores. La cultura del hogar, de
la ciudad, del campo, la cultura social y política, de pensamiento, de
ideología, del querer comunitario crea justicia social fundando lazos de
solidaridad hacia ideales comunes representando la identidad de los hombres
circunscrita en la constitución.
En la convivencia cada ser encuentra razones para el bien
común en medio de toda diferencia humana. Estamos en épocas donde se han
provocado nuevas corrientes sociales, estamos viviendo cambios de valores, pero
no obstante no se pueden relevar aquellas normativas sociales que han dado
preponderancia a las relaciones entre los hombres, a la preservación del medio
y todo lo que tiene que ver con el hombre como ser social.
Estamos viviendo la nueva era de la comunicación donde lo
digital aflora en medio de redes sociales distorsionantes de la verdad con sus
confusas expresiones que desencadenan en transgresiones humanas y a esta era se
suma el estado con la distorsión de la verdad y se basa en la forma como no se
socializan muchas gestiones públicas, muchos planes de desarrollo y muchos
actos que debe ser del conocimiento de la sociedad, que se vienen a conocer
gota a gota.
La civilidad conecta al hombre consigo mismo, con su
ambiente, con sus formas de vida, con su cultura propia para ejercitar
convivencia que le permita una vida agradable, sana integralmente y llena de
sentimientos de paz. La civilidad es una forma social y política para que entre
toda la comunidad se integren soluciones a los problemas propios de una ciudad
que un estado no cumple con el mandato de hacer respetar la vida, honra y
bienes de sus ciudadanos, Eso es una violación al estado de derecho que implica
el ejercicio de sanciones penales y administrativas.
En esta época globalizante importadora de culturas urge que
la civilidad sea una esencia viva para
resistir la importación de lo que no se adecue a nuestra sociedad. Quien lo
creyera, pero la civilidad es un componente de la paz pues hace que las
relaciones estén alimentadas por el respeto que une en medio de las diferencias
humanas, en medio del neoliberalismo toxico y otras formas desobligantes que
atacan la comunidad en especial la más débil.
La civilidad como principio, como formación cultural y
conquista debe ser una obligación para un obrar orientado a hacer un mundo
mejor, de mayor entendimiento entre los hombres. La convivencia social no tiene
nada que ver con la actitud primaria que ejercen personas que reaccionan con
violencia, que reaccionan con aires de imponencia por sus dotes económicos, por
sus posiciones sociales o profesionales, o por sus rangos, o porque unas viven
un sentir de menosprecio o inferioridad.
En todos estos estilos humanos se descuida el alma de la convivencia
social, el alma del trato humano, el alma de la hidalguía de ser persona, el
alma de interrelacionar socialmente el alma de la igualdad que nos da la
creación y se extiende ante los hombres por aquello de la democracia y las
leyes-
La civilidad es un remover la conciencia para que se revivan
los principios de integración consolidando comportamientos de urbanidad social
que va desde tener una ciudad limpia. Calles aseadas, uso respetuoso y ordenado
de los ser vicios públicos, atención en las normas de tránsito, respeto por las
filas para hacer diligencias, mantenimiento del medio ambiente natural,
conservación de los parques comunales, conservación de avisos públicos, no
obstaculizar andenes y vías, conservar los frentes de las residencias y
jardines comunales, no botar basuras en ningún espacio público salvo los
destinados para ello. Una frase del precursor Antonio Nariño dice que “Hay que
entender saber la atención y la urbanidad inclusive a los enemigos” esto no es
otra cosa que decir que la civilidad no tiene límites ni preferencias, es
universal, libera de toda limitación, donde haya espacios de orientación del
mundo que vivimos
No puede existir civilidad si se pierde las riendas del
valor humano, del valor patrio, del valor religioso, del valor cultural, del
valor de las costumbres. La paz empieza
cuando el hombre se respeta a sí mismo, a los demás y sus culturas, esa paz empieza en el
interior de cada ser. Cualquier mal proceder desarticula cualquier proceso
social a lo cual le sobreviene un total malestar social. No habrá civilidad cuando exista un estado al
frente de un poder irracional. Hoy la civilidad se mueve entre pobreza
absoluta, entre desempleo, entre desigualdades, entre el engaño y la mentira
como ocurre con las funciones del estado.
Es en estos casos donde la comunidad debe alzar sus voces,
de imponer su rebeldía para rechazar el oprobio democrático- A la sociedad la
enferma la actitud hostil de una política pública, donde existen los excesos de
gobierno y los escases de justicia social. No es la represión el sentir
estatal, que lo refleja cuando viola la libertad de expresión, cuando reprime
la protesta legal, cuando reprime los derechos con los cuales una sociedad
exige se respete sus derechos.
Nuestras comunidades
viven diversas guerras sociales y todo por la falta de unidad comunitaria, de
civismo social en barrios. Veredas, municipios., donde los jóvenes carecen de
ese principio comunitario siendo esta comunidad de jóvenes poseedoras de
grandes capacidades cuyo aporte será invaluable, pero en esencia falta voluntad
política, falta identidad, falta sentir la vida.
Cuando uno observa esta desintegración social surge la
acción de la naturaleza que con sus leyes nos enseñan cuanto podemos hacer si
nos apropiamos de ese interés colectivo convirtiéndolo en esa masa crítica que
todo lo puede con querer y voluntad. La
incivilidad se ha generalizado en el ambiente humano lo que nos lleva a buscar
herramientas para combatirla siendo un arma la ética social, la política social
propia de las comunidades y las instituciones
Convivir en comunidad es sentir ese espacio de ciudad, de
campo. acogerlo, amarlo, sentirlo, ver
su riqueza arquitectónica, ambiental magnificada en sus espacios sencillos,
idílicos, culturales, es realzar la calidez humana que transita por sus calles
y veredas convirtiéndonos en guías para emblema tizar los entornos para que
sean conocidos en toda su magnificencia y calor humano, con sus costumbres de
un pasado que añoramos y sus recuerdos llenos de esperanza.
En los inicios del siglo 21 en medio de desaciertos en todos
los ámbitos resuena el eco de un mundo con nuevas perspectivas que nos dice que
no podemos seguir siendo contaminados por la indiferencia y los conflictos, que
los medios cívicos, la cultura y el conocimiento nos conducen a aprender a
convivir, a crear estilos de vida comunitarios propios de la existencia
humana., establecidos en agrupaciones solidarias, llenas de espíritu que se
sientan responsables unas de otras. Así es que crece la sociedad, así es que se
fortalecen los sentimientos sociales, políticos o religiosos para un mundo
nuevo con unas normas de creación social como es la civilidad o cultura
ciudadana para que sean un imperativo social que cumplir como base para
fortalecer la paz espiritual, material, la paz social, la paz política.
El deterioro social es de tal magnitud que todos estamos
llamados a realizar cambios so pena de sucumbir pues la escalada humana por la
depredación no se detiene. La ambición del hombre no tiene otra meta que
elevarse como un dios arroyando a su paso todo lo que encuentra. Este viacrucis
se vive en medio del síndrome depresivo, la angustia ante tanta decepción. La
política y la religión que se suponen están para realzar los valores, crear
bien común y unidad social provocan desconfianza que hacen que el miedo se
apodere del hombre y la desconfianza prime.
Hoy el hombre es un torrente de deseos y exigencias de sus
derechos que a cada minuto ha ido perdiendo. Existe un sometimiento social al
cual ha sido difícil zafarse. Los poderes sociales y políticos imperan aun en
medio de los contrastes, las bifurcaciones, las brechas, los poderes que tienen
en la invasión de la tecnología de consumo un aliado y un distorsionador del
pensamiento libre. Un dialogo político dice que el hombre es un juguete de los
dioses y de todo poder terrenal.
La convivencia social exige llevar a cabo procesos
generadores de cambio político y social que revolucione el ambiente negativo
del orden que atenta contra el bien de la comunidad. Con tino de alcance a
voces de distintos pensamientos sociales digamos que la libertad no existe como
tal mientras las crisis ahondan. La vida para el hombre se ha convertido en
supervivencia, donde deambulan en el ambiente tantos muertos de hambre y
miseria a merced de unas leyes y unos dogmas confusos, llenos de incomprensión,
en un entorno que se asemeja a una gran dictadura teniendo el aval político y
religioso y el económico, donde la religión y su culto son un mercado, y lo
político es el engaño y la mentira como forma de gobernar.
Las instituciones sociales que deben estar para el beneficio
social, son profanadas por la corrupción, el saqueo y el uso para violar
derechos. El capitalismo lo somete todo. La persona humana queda sometida a una
mercancía al valor del mercado despojándolo de su dignidad.
Hombre y sociedad
viven al asombro del marginamiento, conduciéndose a perder capacidad de pensar,
de decidir, de relacionarse, de actuar, aunque el sentir del asombro se ha
perdido debido a la existencia de un poder sin límites con rasgos dictatoriales
quien omite que sea respetada la vida de sus ciudadanos y que hoy se ve con
muerte de tantos líderes sociales.
El diario vivir tiene grandes enemigos... Las guerras
comerciales, las guerras institucionales, ambientales, las guerras políticas.,
guerras del narcotráfico. En estas
guerras hay apéndices cuyos efectos recaen sobre la comunidad como el
caso de la salud, la educación donde tantos vividores se están enriqueciendo a
costa de la vida de una nación. Hoy vivimos la irracionalidad para vivir -
Dostoievski quien retrato el alma humana señalo que…Cada uno
de nosotros es culpable de todo, ante todos, y yo más que nada.... Como seres
de masa no podemos excluirnos ni social ni políticamente y menos tratarnos como
medios pues perdemos identidad de persona. Civilidad implica contacto con el
otro, nuestro prójimo, visible. La vida comunitaria es de lucha por todo lo que
hace posible la existencia- Toda sociedad es posible, siendo crítica de la
realidad con un llamado ético para defender los derechos con el espíritu de la
revolución humanista de la esperanza.
marsblawyer@gmail.com
0 comentarios:
Publicar un comentario