Por Rolando Prudencio Briancon:
Dos acontecimientos históricos parecen ir correlativamente
configurando en esta coyuntura; aunque uno de ellos tiene una carga histórica
de larga data, y el otro que en apariencia tiene una reciente, pero que se ha
ido acumulando desde antes, tal vez desde el momento en el que el otro -el de
larga data- se fue forjando por el fuego de la resistencia revolucionaria, y
que ambas nos muestran que la una no había sido ni tan omnipotente, ni la otra
tan inconsistente como se pensó que podía ser.
Es desde esa perspectiva que, así como los EE.UU., fue
estableciendo una infranqueable hegemonía después de mediados del siglo pasado
(Fin de la Segunda Guerra Mundial 1945); casi 14 años después de éste hecho que
marcó el inicio del ciclo de la hegemonía global de los EE.UU., se produce otro
hito histórico que marca el contra cíclico inicio de otro hecho que; en todo
caso cuestiona, ha cuestionado y continua cuestionado la hegemonía
estadounidense, como fue la Revolución cubana que desde 1959 fue mostrando que
se convertiría hasta hoy, en el talón de Aquiles de inexpugnable imperio
yanqui.
Son estos antagónicos hechos, los que sumados a un otro y
nuevo contemporáneo ciclo, como es el que hoy viene sucediendo, en relación a
los dos citados, lo que permite pensar es que los EE.UU., por más que se ha
esforzado por acabar con la Revolución cubana; ésta ha salido cada vez más
fortalecida, como han sido todas las medidas que los EE.UU., inútilmente ha
impuesto, lo que más bien la han hecho más resistente a la Revolución cubana.
Pero no sólo que los EE.UU., ha perdido el tiempo
desgastándose en su empeño, sino que hoy los EE.UU., y como si fuese parte de
la fatalidad que le llega a los poderosos, vive la decadencia de su hegemonía,
y prueba de que se han negado aceptar esa realidad ha sido que Trump se ha
resistido a restablecer relaciones con Cuba. Es más, el proceso de
normalización de relaciones que Obama inició a finales de 2015; no sólo que
Trump trabó, sino que retrocedió al punto cero. Es más, Trump ha extremado sus
medidas como es la extraterritorialidad de la ley Helms Burton pretendiendo
agravar las sanciones contra la Revolución; al margen de reeditar las repetidas
votaciones para mantener el embargo contra Cuba en la ONU.
Lo irónico es que mientras Trump se entretenía trabando y
regresando a punto cero las relaciones con Cuba, inventando las más
inverosímiles excusas (ataques acústicos), la emergencia hegemónica de otras
potencias configuraron una nueva correlación de fuerzas (Rusia, China e India)
a nivel global, que muestran al mundo que EE.UU., es hoy un gigante con pies de
barro -parafraseando a Mao sobre Occidente- que nunca pudo ni podrá poner de
rodillas a Cuba que no sólo resistió todo, sino que es un ejemplo de dignidad.
prudenprusiano@gmail.com
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